En una de nuestras últimas páginas editoriales recomendábamos la lectura de algunas obras no científicas de Ramón y Cajal. En la que, entre otras cosas, se dan recomendaciones a todos aquellos que quieran dedicarse a la investigación.
Aun cuando ya comentamos algunas de estas frases, queremos hoy enfatizar en
otra de ellas, en la que se dice que para que los malos triunfen hace falta que los buenos callen.
Demasiadas veces se observan silencios clamorosos ante acciones y manifestaciones absolutamente inadmisibles. La última de ellas ha sido la de un joven investigador en medicina perinatal, que sin haber producido todavía nada trascendente, se ha atrevido a hacer declaraciones públicas, en las que señala que hasta que él no empezó a trabajar en investigación fetal nadie se había ocupado de este tipo de problema, cuando la literatura científica demuestra que hace muchos años las investigaciones sobre el feto, se situaron en el centro de atención de la medicina perinatal. Totalmente intolerable, porque aparte del desprecio hacia nuestros predecesores, demuestra que le falta también una de las condiciones que Cajal señala para ser un buen investigador: que es la humildad, de la que el parece carecer.