A propósito del artículo de Reflexión «La lesión por almacenamiento y la transfusión sanguínea»1, realizado sobre el artículo «Técnicas de ahorro sanguíneo en cirugía»2, donde se plantea que la sangre de banco sufre alteraciones por «almacenamiento», llevando a peores desenlaces con unidades trasfundidas «viejas», cabe resaltar que estudios con desenlaces intermedios, como disfunción pulmonar, no han encontrado diferencias estadísticas al trasfundir sangre con diferente tiempo de almacenamiento, especialmente en la UCI3,4; otros estudios sí reportan alteraciones, especialmente en trasfusión masiva y trauma. Aunque persista la controversia, es recomendable transfundir sangre lo menos vieja posible; alguna bibliografía que enriquece el tema e involucra otros hemoderivados como las plaquetas es citada al final5–9.
Sobre los niveles de Hb de 6 y 10g/dl, no hay consenso para tomarlos taxativamente para definir una transfusión. Sin embargo, al clínico hay que darle herramientas para precisar la situación ante el paciente, y por tanto me parece adecuada la frase tomada de la Asociación Americana de Anestesiólogos (ASA Task Force): «Esta decisión entre 6-10g/dl debe ser individual y basada en parámetros clínicos y paraclínicos que demuestren hipoperfusión tisular»5. Es decir, al valor de Hb hay que sumarle los signos de hipoperfusión tisular, y esta sería una recomendación razonable y práctica, si bien puede ser aún discutida.
Finalmente, según la evidencia, comparto el criterio «restrictivo» al transfundir.