Comparto en su totalidad lo escrito en la carta al editor1,2, pero es importante aclarar que la ética no está separada de la práctica clínica, y todo acto médico o juicio clínico deben ir en conjunto con la evaluación ética. Hoy en día las decisiones médicas deben ser el resultado de un diálogo entre el paciente y el equipo médico, y en ningún caso entenderse como una prerrogativa unilateral del médico. En el caso de la reanimación cardiopulmonar (RCP), es deber del médico sospechar cuando un paciente está en riesgo de presentar paro cardíaco (PC), comunicárselo y llevar a cabo dicho dialogo con anterioridad. Independientemente de quien toma la decisión o bajo qué circunstancias se hace, la RCP no se debería indicar como un tratamiento de rutina ante un PC al considerar los malos resultados potenciales que acarrea. Dejando a un lado el tema de la autonomía y únicamente pensando en el bienestar del paciente (principios éticos de beneficencia y no maleficencia), cabe la pregunta ¿por qué la RCP ha sido recomendada en todos los pacientes que presentan paro cardiaco a pesar de conocer el pobre pronóstico? Se podría argüir que es la única opción ante la muerte, pero ¿se está pensando en el bienestar del paciente y de la sociedad? o únicamente se piensa en mantener vivo al paciente sin importar su calidad de vida posterior. La humanización de la medicina está dirigida al respeto de la autonomía, ponderando permanentemente entre lo que se puede hacer y lo que se debe hacer.
FinanciaciónEl autor no ha recibido financiación para la elaboración de este artículo.
Conflicto de interesesEl autor declara no tener ningún conflicto de intereses.