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Vol. 393.
Páginas 82-98 (julio - agosto 2015)
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¿Por qué falla la economía?
Why does economy fails?
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Alejandro Pérez Pascual
Profesor de la Facultad de Economía de la unam
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Resumen

“El conocimiento que el ser humano ha de- sarrollado para entender, predecir y poder ac- tuar sobre la sociedad, en una dirección deter- minada que se podría considerar adecuada, es insuficiente; específicamente en el terreno de la economía los paradigmas existentes, además de disimiles y contrapuestos, carecen de sufi- ciencia explicativa, predictiva y propositiva”. A partir de esta aseveración se analizan dis- tintas causas que propician esta situación; se aborda así el problema de la cientificidad de la economía y la disputa entre los diversos para- digmas; el origen humano de la sociedad o la cultura a partir de su base biológica; la rápida transformación del fenómeno social y eco- nómico acelerado intensamente los últimos doscientos años; la complejidad de los hechos económicos que apuntaría a la necesidad de un cambio metodológico para su estudio; y el carácter humano, sujeto a decisiones, que subyace en la economía. Se arriba a la idea de una necesaria aceptación de los límites que enfrenta la economía para explicar su objeto de estudio, abandonando la pretendida obje- tividad que promete establecer verdades ca- tegóricas.

Palabras clave:
Papel de la Economía
Enseñanza de la Economía
Metodologia Económica
Abstract

“The knowledge that the human being has developed to understand, to predict and to be able to act on the society, in a certain direction that could be considered suitable, is insufficient; specifically in the field of the economy the existing paradigms, in addition to dissimilar and opposed, lack explanatory, predictive and purposeful sufficiency”. From this assertion various factors that foster this situation are analyzed; thus addresses the problem of the scientific nature of the economy and the dispute between the different paradigms; the human origin of society or culture from its biological basis; the rapidly changing of social and economic phenomenon strongly accelerated the last two hundred years; the complexity of the economic facts that point to the need for a change in methodology for study; and human nature, subject to decisions underlying the economy. It is up to the idea of a necessary acceptance of the limits facing the economy to explain its subject, abandoning the pretense of objectivity that promises to establish categorical truths.

JEL:
A11
A2
B4
Keywords:
Role of Economics
Tealing of Economic
Economic Methodology
Texto completo
Introducción

Durante cuatro años, en ocho sesiones por semestre, algunos colegas pro- fesores y alumnos, principalmente del Sistema de Universidad Abierta del la Facultad de Economía de la unam, hemos participado en un seminario titulado ¿Por qué falla la economía? A dicho seminario han asistido destaca- dos investigadores de la Facultad y de otras instituciones poniendo a debate los múltiples problemas por los que atraviesa la economía de México y del mundo. La orientación del seminario ha sido el cuestionamiento del para- digma neoclásico dominante, sus medidas de política económica e incluso las limitaciones de los personeros al mando de las instituciones gubernamentales, generándose, por tanto, una economía fallida si la medimos por sus resultados de crecimiento económico y bienestar social.

La conclusión explícita de este espacio académico sería: se requiere un cambio en la visión, de paradigma (Kuhn 1971), desde el que se analiza la economía, una visión más esclarecedora de la realidad, con mayor capacidad de predicción; acciones más eficientes que conduzcan a mejoras sustanciales en el funcionamiento de la economía y en sus resultados. El seminario está marcado por su visión crítica y su defensa de la fortaleza de lo que se deno- mina una visión heterodoxa de la economía, que propugna por un cambio fundamentalmente de la política económica que se sigue actualmente. Tam- poco ha estado ausente una crítica marxista a la realidad mexicana pero con un peso menor.

Los que sustentan que la economía falla debido a las falacias y limitaciones del paradigma neoclásico y que la visión heterodoxa de raigambre keynesia- na-estructural es definitivamente más esclarecedora de la realidad y más rica en su potencial transformador tendrán, por ahora, que rasgarse las vestiduras y buscar un cambio político que sustituya una visión por otra.

Quienes defienden una visión marxista sostienen que ni neoclásicos ni keynesianos resolverán nunca de raíz las fallas de la economía (capitalista) y que en algún momento, anunciado reiteradamente, no sólo fallará la econo- mía sino que se desbarrancará.

Los neóclasicos esperan que los mercados lo compongan todo, mientras gritan desaforados contra la sacrílega intervención del Estado. Desde su punto de vista la economía falla cuando los necios humanos queremos intervenir con fines desmedidos y demagógicos. Cuando les hagamos caso el cielo ven- drá a la tierra.

Sin embargo, en un afán crítico, surge una pregunta: ¿Sólo el paradigma neoclásico falla?, o ¿fallan los diversos paradigmas elaborados para explicar y actuar sobre la economía? Si nos remitimos a algunos acontecimientos histó- ricos encontraríamos fallas explicativas, predictivas e instrumentales basadas en las diversas visiones de la economía.

La respuesta podría ser: el conocimiento que el ser humano ha desarrollado para entender, predecir y poder actuar sobre la sociedad, en una dirección de- terminada que se podría considerar adecuada, es insuficiente; específicamente en el terreno de la economía, los paradigmas existentes, además de disimiles y contrapuestos, carecen de suficiencia explicativa, predictiva y propositiva.

Por otra parte los actores económicos, aún con limitaciones de conoci- miento, no pueden excusarse de actuar sobre la realidad. Por tanto en no po- cas ocasiones la economía falla, o dicho en otras palabras no satisface las metas que se consideran adecuadas.

Valga un comentario, entre ciudadanos, economistas y políticos el des- acuerdo empieza en definir las metas adecuadas y la prioridad entre ellas; aunque pudiesen coincidir en las metas, la discrepancia se presenta en torno a cómo alcanzarlas. El tema de las metas, aunque es de suma importancia, lo dejaremos pendiente.

Este ensayo pretende disertar precisamente sobre las dificultades que en- frenta el ámbito de la economía para tener una explicación aceptable de su funcionamiento en la realidad social, dificultades que enfrentan todos los pa- radigmas, mas allá de la creencia de sus defensores.

Algunas dificultades de la economíaLa economía como ciencia o el afán de cientificidad

Hay una añeja disputa entre economistas sobre el carácter científico de esta disciplina, entendido la cientificidad como una verdad reconocida por los ex- pertos y socialmente, pertenezcan o no al ámbito de la economía. Por supuesto, los defensores de cada paradigma han mantenido la cientifícidad del suyo a contrapelo de los otros. Mientras otro autores niegan la posibilidad del carácter científico de las ciencias sociales, incluida la economía

Así inicia Burawoy (1990) su artículo sobre la cientificidad del marxismo: la sociología clásica sostenidamente subestimó la pretensión científica del mar- xismo (Hughes, 1958, cap. 3). Weber, Durkheim, Pareto y más recientemente Parsons acusaron al marxismo de sustituir la razón científica por la pasión mo- ral y la metafísica hegeliana, de no tratar seriamente la evidencia empírica, y de no adoptar las técnicas de la moderna ciencia social. Los marxistas mismos se han trenzado en feroz batalla alrededor de la cientificidad o no de su doc- trina, a tal punto que convencionalmente se dividen en dos campos opuestos -los marxistas científicos que intentan establecer leyes del desarrollo econó- mico análogas a las leyes de las ciencias naturales, y los críticos que niegan la existencia de cualquier determinismo estricto y se ocupan de la irracionalidad del capitalismo, de la brecha entre lo que es y lo que podría ser-”. Por otro lado Marx, en su crítica a la economía burguesa, tachó a ésta de ideología de la clase dominante, negándole cualquier carácter de objetividad.

Cada paradigma intenta desacreditar por su falta de cientificidad a los paradigmas oponentes, tratando de demostrar la falsedad de su premisas o principios y lo desacertado de sus desarrollos. De esta manera no existe un conocimiento compartido por la mayoría de los economistas, que se convierta en la convención o conocimiento reconocido. Más bien cada paradigma con- tiene una serie de principios reconocidos y considerados como conocimiento firme, aunque estén en discusión otros elementos.

Una de las discusiones vigentes más importantes en la filosofía de la cien- cia se refiere a la posibilidad de que las ciencias sociales expliquen y predigan, mediante leyes causales, tal y como lo hacen algunas ciencias naturales, en especial la física. Se esgrimen ambas posibilidades la afirmativa y la negativa, hasta ahora la economía no ha logrado ser la primera de las ciencias sociales en contar con leyes de capacidad explicativa-predictiva creciente, menos lo han logrado otras disciplinas sociales. Sin embargo, la puerta continúa abierta, la discusión vigente. Unos dirían que es cuestión de tiempo, mejorar la con- ceptualización, mejorar los procedimientos analíticos, el procesamiento datos, etc. Otros afirman que no es posible dado el carácter de fenómeno humano que subyace a las disciplinas sociales.

Las “ciencias duras”, que han alcanzado una alta capacidad de explicación y de predictibilidad de los fenómenos que estudian, han ejercido una fuerte presión para que las disciplinas sociales alcancen ese mismo estatus. Sobre la economía en particular la influencia de la física es muy fuerte, la pretensión es que la “ciencia económica” alcanzará, a través de modelos matemáticos, un poder explicativo semejante al de la física. Esta idea es defendida de manera tenaz en los círculos dominantes de la economía e incluso por algunos que se desmarcan de dicho círculo. Los esfuerzos de múltiples economistas en este sentido son amplios, así como su creencia, que consideran certidumbre, de estar muy cerca de alcanzar a sus primos los físicos.

Existe una especie de “obsesión” entre los economistas por mostrar que no sólo es posible sino que se han alcanzado niveles de explicación y predicción de los fenómenos económicos semejantes o muy semejantes a los alcanzados por las ciencias duras y en particular la física, debido al uso del lenguaje cien- tífico de las matemáticas en la ciencia económica. Esta “obsesión”, manifiesta sobre todo entre autores de corte neoclásico, tiene una larga data, desde J.S. Mill en su obra A System of Logic (1843) donde se defiende la posibilidad de que las ciencias sociales alcancen a tener leyes causales que expliquen satisfac- toriamente los hechos, con éxito tal como el de la física.

Muchos economistas han continuado en esta línea, vale la pena reconocer a León Walras y su matematización del equilibrio general, Fridman en su Me- todología de de la Economía Positiva, y los economistas identificados con la Universidad de Chicago actualmente. Sin embargo, a pesar de sus denodados esfuerzos, han tenido que enfrentar fuertes críticas, desde ópticas diversas, y ante los resultados limitados de sus elaboraciones y predicciones. Sus fallas no han significado que abdiquen de su posición, a saber asumirse como la “ver- dadera” Ciencia Económica.

¿Por qué no aceptar que más allá del carácter científico que pueda tener la economía los conocimientos actuales, como en cualquier disciplina, son insuficientes para comprender el funcionamiento total del hecho económico? ¿Por qué aferrarse en su pretendido carácter científico?

Usted puede imaginar a un Ministro de Hacienda o de Economía decla- rando: los modelos predictivos sobre los que baso mis propuestas y acciones son bastante malones, las variables que incorporan son pocas y mal definidas, los datos recabados parecen incompletos y existieron bastantes deficiencias en su obtención y procesamiento; mi equipo de asesores ha discutido por 3485 horas sin ponerse de acuerdo en la interpretación correcta de los resultados. Lo siento no tengo pleno convencimiento sobre el diagnóstico ni la menor idea de qué hacer. De antemano pido una disculpa ya que es probable que las decisiones que emprenda, ya que en mi carácter de ministro tengo que hacer- lo de manera ineludible, no den los frutos esperados, más bien lo contrario.

Tampoco es muy usual en el mundo académico aceptar la, llamémosla, debilidad de los esquemas teóricos y analíticos elaborados. Pocos son los tex- tos carentes de afirmaciones contundentes y de críticas inclementes a otras afirmaciones contundentes. La modestia y la aceptación de las limitaciones de los diferentes discursos que pretenden esclarecer nuestro escenario son poco frecuentes. El reconocimiento de las limitaciones en los alcances explicativos está, sin embargo, presente en otras disciplinas, por ejemplo en la arqueología y antropología, donde se reconoce que todos los resultados son precarios, la información existente limitada y cada día se desechan viejas interpretaciones por nuevas, que seguramente tendrán un corto período de validez reconocida.

Los ciudadanos de a pie reclaman a gritos certidumbre. Entre los más ilustrados se escuchan las críticas acervas a las decisiones gubernamentales por considerarlas erróneas y sólo benéficas para algunos pocos. Aseveraciones como: ineptos no vieron la crisis que se nos venía encima, faltan reformas es- tructurales, ahora quieren que nosotros paguemos el plato roto, repudio total al neoliberalismo, basta de populismo intervencionista son una muestra de la creencia de que los hechos sociales y económicos tienen explicación clara, una prognosis y un ajuste posible mediante la intervención gubernamental o su contrario. Estas aseveraciones no son más que formas simples de expresar lo que los eruditos de la economía han elaborado de manera más profunda y se trasmina a los individuos a través de los medios de comunicación.

Parece existir una necesidad vital, trascendente, esencial de que nuestras aseveraciones sean aceptadas por su carácter cierto, verdadero, seguro, indu- bitable. Algunos estudiosos de la psicología hablan de la necesidad humana de tener certezas, seguridad, anticipar lo que va a pasar en nuestra vida. Esta es una necesidad muy básica relacionada con el instinto de supervivencia. Es una de las necesidades más importantes para desarrollar una vida tranquila. La búsqueda de certeza, de explicaciones sólidas y robustas nos lleva a buscarlas indiscriminadamente en todos los ámbitos de la existencia.

Baste recordar algunas falacias que dieron certeza a la humanidad durante siglos: “la tierra es el centro del universo”, “la raza blanca es superior a las otras”, “los reyes (léase poderosos) lo son por mandato divino”, la lista podría ser interminable. Si hoy en día los hechos económicos afectan tanto nuestra existencia pareciera lógico buscar certidumbre plena en una “explicación ver- dadera” de su funcionamiento.

La fuerte presión social sobre los economistas académicos, políticos, res- ponsables públicos, asesores de empresas, consultores económicos, financie- ros, asesores sociales; para tener buenos análisis, mejores predicciones y mag- níficas acciones es enorme. De ahí la necesidad de mostrar la fortaleza de sus ideas, aunque no tengan dicha fortaleza, pero deben mostrarse convencidos de que sí la tienen.

En otras actividades no existe un reclamo social que se pueda comparar al que pesa sobre la economía. Ningún médico engaña a un paciente con Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida) ofreciendo un remedio in- falible. Para mentiras están los charlatanes. La medicina es capaz de atender satisfactoriamente muchas enfermedades gracias al conocimiento existente, pero aún tiene huecos enormes frente a muchos padecimientos.

La diferencia radica en que las disciplinas que abordan fenómenos de ori- gen natural, no humano, física, química, biología y sus derivados en discipli- nas aplicadas ingeniería, medicina; han logrado generar una base de conoci- miento, que si bien no es inmutable, tiene un estatus de reconocimiento muy generalizado, donde la comunidad científica acepta sus tesis y su capacidad predictiva de los acontecimientos. Nadie duda, desde Newton y desde los al- bores de la humanidad de forma intuitiva y experimental, que si dejamos suelta una manzana en el espacio terrestre ésta se dirigirá a una velocidad definida, según la altura sobre el nivel del mar, hacia el centro de la tierra. En cambio si un economista o un funcionario público afirma que una disminución en el impuesto al valor agregado de 16 a 14% implicará un aumento, según su modelo, de 7% en el consumo de la población, seguramente casi nadie estará plenamente convencido de esta afirmación y la cuestionará desde múltiples en- foques.Algunos aceptarán que se cumple la relación entre una disminución del iva y un aumento del consumo, pero cuestionaran la cifra de 7%, otros incluso pondrán en duda la relación directa entre impuesto y consumo. No existe una aceptación generalizada.

A los economistas y en general a la economía les resulta muy difícil acep- tar que el bagaje teórico en economía, sea cual sea el referente y aún algunas combinaciones de ellos, es insuficiente, es un conocimiento inacabado, parcial e incluso puede ser falso.

Hay que afirmar que no se encuentra en un nivel nulo de conocimiento. Existe un cúmulo de referentes teóricos, métodos, instrumentos analíticos que permiten dibujar un conocimiento, aunque insuficiente, muy importante respecto del funcionamiento de la economía. En este sentido el conocimiento económico no difiere de otras disciplinas, incluso de la física, evidentemente a pesar de la acelerada explosión del conocimiento en los últimos doscientos años estamos muy lejos de tener un conocimiento acabado en ningún área y es difícil afirmar que algún día lo tendremos, en el corto plazo definitivamen- te no. Para no entrar en dificultades mayores desechamos para fines de este trabajo la idea de la imposibilidad de una explicación científica de los hechos económicos, quedemos en la afirmación de nuestra actual incapacidad para alcanzar este objetivo y la presión social para tenerlo.

La cultura y la naturaleza

El origen humano de la sociedad, y al decir humano nos referimos a su carác- ter no biológico aunque ligado a éste de manera indisoluble, se convierte en una dificultad para poder descifrar los comportamientos culturales, incluido el hecho económico.

Se usa el término cultura como la capacidad de un grupo de construir formas de organización social, económica, política, tecnología, artistíca, re- flexiva, etc. Un proceso de respuesta adaptativa al medio ambiente que rebasa el marco biológico, pero basado en este, en las capacidades que la biología otorga. Se utilizan de manera indistinta los términos cultura y sociedad.

Hasta donde el conocimiento antropológico ha llegado podemos afirmar que la evolución de los homínidos, aparecidos en la superficie de la tierra hace seis o siete millones de años, dio como resultado que surgieran los pri- meros seres sobre la tierra que alcanzan las bases biológicas suficientes para lograr el desarrollo de la cultura. Indicios sólidos muestran que los nearden- tales (230 000 años atras) tenían una cultura, sin duda el hombre moderno la tiene desde su origen.

Al hablar de bases biológicas nos referimos a la posición erecta y su con- secuente marcha bípeda; la mano como órgano prensil de gran eficiencia; el desarrollo de la vista estereoscópica, que se perfecciona con la captación de todas las tonalidades del espectro lumínico; la capacidad fonética para el len- guaje articulado a través de la palabra; la cultura se asoma definitivamente a la plataforma de la evolución, con unos cuantos símbolos, el hombre es capaz de expresar las múltiples facetas de su complicado mundo simbólico; finalmente, la aparición del neoencéfalo será fundamental para generar una capacidad de pensamiento, de abstracción. Estos cambios biológico genéticos alcanzan su máximo desarrollo en la aparición del Homo Sapiens o como también se de- nomina el hombre moderno, o sea, nosotros.

En términos evolutivos, genéticos, los cambios del hombre moderno des- de sus antecesores han sido mínimos, nuestras características han variado poco pero significativamente, desde hace por lo menos siete millones de años. Por cierto, estudios del Consorcio Internacional para el Genoma del chimpancé afirman que entre el hombre y el chimpancé, un homínido que evolucionó en otra dirección, existe 99% de coincidencia en el adn.

Hay evidencia de que el Homo Sapiens Neandertalensis generó un proce- so de culturización, hasta ahora no existe evidencia similar respecto del Aus- tralopithecus, Homo Habilis, Homo Erectus. Los Homo Sapiens eran hábiles e inventivos frente a la adversidad, tenían gran capacidad tecnológica. Los úti- les de piedra muestran características mucho más finas y precisas que los cons- truidos por las especies anteriores y utilizaban el hueso en mayor grado que sus antepasados. Los primeros indicios arqueológicos de rituales se atribuyen a los Homo Sapiens. Existía una división del trabajo, un reparto no equitativo de los alimentos y formas de poder. Toda su organización social estaba en una relación muy estrecha con el medio ambiente.

La aparición del Homo Sapiens, hecho ocurrido hace aproximadamente 45000 años, significó el paso de la forma arcaica de los homo a la moderna de Homo Sapiens. Dicho cambio vino marcado por una pérdida de robustez, por la proliferación de instrumentos de piedra y hueso mucho más trabajados, por la especialización en el manejo del fuego, el aumento de tamaño de las pobla- ciones, la aparición de las primeras expresiones artísticas y variadas muestras de actividades rituales. Todo esto muestra una especie dotada de capacidades de comportamiento de orden cultural.

Con respecto al lenguaje cabe decir que se considera que los primeros in- dicios de una forma rudimentaria de comunicación verbal aparecieron junto con las tecnologías de herramientas; aunque por el momento no es clara la relación entre el comportamiento tecnológico y el lenguaje. El simbolismo y la imaginería presentes en el arte que floreció hace 30000 años señalan con certeza el origen de la capacidad moderna del lenguaje, comprendida la apti- tud para articular ideas abstractas y complejas.

El hombre es un ser que proviene de la naturaleza, al igual que el chim- pancé y el gorila, sus parientes más cercanos, de igual manera que la vaca, el delfín, el pájaro carpintero, el alacrán, la abeja, los gusanos, la anémona, los virus, al igual que la tierra con todos sus elementos y el universo que nos rodea. Hasta ahora la naturaleza parece comportarse bajo leyes bastante fijas en el tiempo, frente a las cuales el hombre, a diferencia de cualquier otro ser sobre nuestro planeta, intenta descubrir su funcionamiento, en la mayoría de los casos para utilizarlas en su provecho.

Sin embargo cuando el ser humano o sus ancestros generan las primeras manifestaciones de cultura, una forma diferente a la natural de adaptación al medio ambiente, se genera un ámbito distinto, una realidad diferente a la estrictamente natural, una realidad cultural, la cual ha evolucionado hasta convertirse en nuestra compleja sociedad global del siglo xxi.

Aceptando la teoría del Bin Bang sobre el origen del universo y su pos- terior evolución, por tanto de los fenómenos naturales, la existencia data de 13 810 millones de años, mientras que los fenómenos de orden cultural, por lo menos en el planeta azul (la tierra), data de la aparición del Homo Sapiens Neardental y con mas claridad del Sapins Sapiens. Fenómenos, la naturaleza y la cultura, de origen y tiempo de existencia muy diferenciados, a no ser que se acepte la hipótesis de que la cultura es sólo una extensión de la biología (naturalismo-monismo) y por tanto un hecho natural, univoco, determinado.

El origen y la existencia de cultura y naturaleza son diferentes, podríamos inferir que responden a formas de comportamiento también diferentes y es probable que necesitemos formas y métodos diferentes para escudriñar en sus secretos.

La cultura y todas sus diversas expresiones incluida la economía es un producto humano, su existencia data de un tiempo muy breve considerada la larga data de la naturaleza. Un hecho que tiene su origen en el individuo y sus características pero que rebasa el individualismo para volverse social, comuni- taria, combinación de acciones individuales y de grupo.

Los fenómenos culturales y los naturales son distintos. Tienen un origen diverso y deben ser explicados de forma distinta por lo menos mientras la biología no demuestre lo contrario.

Rápida transformacion

El hecho cultural tiene aproximadamente cien mil años, pareciera mucho tiempo, aunque como ya vimos comparado con la existencia del universo es nada. Además de su todavía breve existencia, ésta se ha transformado de ma- nera rápida, sobre todo los recientes años.

Hagamos una periodización, arbitraria como cualquiera otra, de lo que ha sucedido. Tomemos como referente al hombre moderno caracterizado por su condición de cazador recolector, su aparición en África centro-oriental data de 45000 años y su posterior expansión a Europa y Asia; se calcula que hace 13000 años algunos grupos atravesaron el norte de América y fueron poblan- do el continente, hace aproximadamente ocho mil años comienza el proceso de convertirse en sedentario al crear la agricultura en algunos lugares de Áfri- ca y Medio Oriente, posteriormente en otras regiones del planeta.

Durante 37 mil años fuimos cazadores recolectores y poblamos el planeta. Vaya hazaña.

A partir de la agricultura se construyeron aldeas donde vivían varias fami- lias, relacionadas con otras aldeas aledañas, constituyendo formas de sociedad más complejas. Estos asentamientos donde se desarrolló esta revolución se encuentran distribuidos principalmente en el Próximo Oriente, la costa este del Mediterráneo y el norte de África. Ésta distribución geográfica es llamada Fértil Medialuna. Apareciendo las primeras ciudades-Estado hace alrededor de 6000 años (Ur, Uruk, Lagash y Eridu). En otras regiones donde estaban asentados grupos humanos continuaron siendo cazadores recolectores e irían asumiendo la sedentarización con el tiempo. Estas formas de cultura se desa- rrollaron hasta la aparición de las grandes civilizaciones antiguas: Mesopota- mia y Egipto. Si hacemos coincidir la aparición de la escritura (3500 ac) con la aparición de una nueva forma social, más compleja que la ciudad Estado, basada en un poder central y el dominio de una gran extensión territorial, entonces, desde la aparición de la agricultura hasta la escritura, podemos de- finir la existencia de otro tipo de sociedad donde el conglomerado urbano es característico y aparecen las ciudades Estado que van a persistir durante un largo período.

Durante 4500 años fuimos agricultores y formamos las primeras ciudades Estado.

La aparición de Mesopotamia y Egipto supone el inicio de un período marcado por la existencia de sociedades centralizadas con dominio de vas- tos territorios, en permanente conflicto con sociedades más pequeñas que luchaban por su sobrevivencia, donde el tributo, la esclavitud y el servilismo eran características notables. Con muy importantes diferencias este tipo de sociedad surgió por todo el planeta: los imperios romano, chino, hindú, árabe, azteca, inca son el referente más importante. Estos imperios coexistieron con formas de sociedad menos centralizadas, más dispersas, menos estructuradas, siempre acosadas por los grandes poderes. Estas culturas continuaron siendo fundamentalmente agrícolas aunque sin duda diversificaron de forma impor- tante su producción y ampliaron su conocimiento y tecnología.

Pecando de soberbia podemos aventurar la tesis de que a la caída del Im- perio Romano surge en Europa, un muy pequeño territorio del planeta, una forma de sociedad más anárquica, menos estructurada que el imperio que le antecede, y esta falta de cohesión da pie a una fragmentación en la que se alzan muchos y distintos poderes, aunque ninguno de ellos abandona las prácticas tributarias anteriores. En sentido estricto no modificó el esquema imperial, más bien se dividió en territorios más acotados, que sin duda formaron un sistema mucho menos centralizado y en cierto sentido más endeble, lo cual seguramente fue un factor importante para convertirse en el centro del adve- nimiento de la sociedad moderna.

Durante 5000 años vivimos bajo el influjo de sociedades centralizadas y basadas en el tributo.

Hace quinientos años, algunos historiadores datarían en 800 mientras otros en 300, en una parte menor de Europa, se iniciaron una serie de trans- formaciones que finalmente llevarían al ascenso de la sociedad moderna, un tipo de cultura diferente a sus antecesoras. Una sociedad que se expandió por todo el planeta, de forma bastante violenta, desplazando las manifestaciones de formas culturales previas opuestas a su funcionamiento. Una sociedad mo- derna que en su manifestación económica reconocemos como el capitalismo. La Revolución Industrial, iniciada hace doscientos cincuenta años principal- mente en Inglaterra, produce que la humanidad deje de ser preponderante- mente agrícola para convertirse en industrial. En los últimos cincuenta años la actividad humana se concentra en la generación de servicios. La sociedad moderna en quinientos años ha transformado brutalmente las relaciones hu- manas y del hombre con su medio ambiente, transformándose en sí misma a un ritmo brutal. La siguiente gráfica donde se muestra la evolución de la población mundial es un claro ejemplo. Gráfica 1

Gráfica 1.

Población humana global (miles de millones).

(0.15MB).

Es esta cultura moderna, con su especificidad capitalista en lo económico, que se transforma, evoluciona cambia a un ritmo inusitado en la historia humana, y no digamos en una visión espacio-temporal del universo, es el objeto de estudio de las disciplinas sociales y en particular de la economía. Si bien es posible encontrar comportamientos, reglas permanentes en su funcionamien- to, sus transformaciones van a un ritmo mucho mayor al avance del conoci- miento, surgiendo fenómenos ineditos. Cuando se empieza a encontrar una explicación la realidad ya cambió. Vuelta a empezar.

A partir de finales del siglo xviii se impone en el mundo un capitalismo liberal cuyo eje dinámico fue la industrialización, inglesa de origen que se expande a algunos países o regiones de Europa y Estados Unidos; etapa estu- diada por los clásicos, incluido Marx, y los primeros autores neoclásicos en di- versas vertientes, ese tipo de capitalismo empieza a encontrar dificultades con la primera guerra mundial y tiene un quiebre importante en 1929; ningún pa- radigma pudo predecir los hechos y menos su secuela. A partir de la segunda guerra mundial el capitalismo toma un nuevo brío, aunque enfrenta un feroz enemigo: el socialismo. Un capitalismo regulado, de economía mixta, que abandona el caduco colonialismo por una relación de dominación económica, Estados Unidos son el gran centro dinámico y dominante, es la llamada época dorada del capitalismo; la crisis del dolar de 1974 marcará el fin de esta etapa, situación para la cual el paradigma keynesiano dominante no tuvo respuesta, esto marca un vuelco hacía un capitalismo mucho más liberal, globalizado, más desigual y donde privan los intereses del gran capital financiero mundial; donde el mainstrem es dominante en el pensamiento económico a pesar de sus grandes dificultades para dar cuenta de los hechos. Después de la crisis iniciada en 2007-2008 nadie puede apuntar con certeza hacia dónde se dirige la sociedad capitalista, presenciamos el retorno del pensamiento heterodoxo, pero dista aún de ser el punto de vista dominante.

La realidad cambia a un ritmo asombrosamente rápido, una generación puede verse enfrentada a dos o hasta tres modalidades de gobiernos, entidades nacionales, variables de la economía global o políticas sociales a lo largo de su vida. Por ejemplo un ciudadano chino de setenta años nació en la China Nacionalista pos Imperial, vio el triunfo de los comunistas y un proyecto de socialismo igualitario comunal fuertemente aislado del mundo, luego el viraje a un capitalismo con un Estado comunista y el ascenso de China a potencia económica mundial. Es para volverse loco.

Complejidad

Explicar el funcionamiento de las sociedad de recolectores-cazadores, sus re- glas, su relación con la naturaleza, su división del trabajo, su tecnología, su forma de poder, sus manifestaciones artístico-religiosas es una tarea digamos relativamente simple por el mínimo nivel de complejidad de ese tipo de so- ciedad y aún así existen divergencias entre los antropólogos. El estudio de las sociedades centralizadas tributarias ya muestra muchas más dificultades. Aún hoy no tenemos una explicación suficientemente consensuada sobre las razones de la caída del Imperio Romano o la disolución de los teotihuacanos. Entre otras razones por falta de información, pero también por esquemas in- terpretativos distintos. Los historiadores de corte marxista aún no coinciden en cuales factores fueron preponderantes en la transición del feudalismo al capitalismo. Seguimos discutiendo las causas de la crisis de 1929 y sus conse- cuencias. Poco diente se le ha hincado a estudiar el advenimiento del socialis- mo y su derrumbe en el siglo xx.

Los hechos del pasado están a debate, con más razón los hechos actuales y mucho más lo que está por suceder.

La complejidad de nuestra sociedad moderna es superior a la complejidad de cualquier sociedad anteriores, además compleja, en el sentido de ser un todo, donde la economía es una parte que no puede entenderse por sí misma sino inserta en un sistema particular.

Toda una corriente de pensamiento que coloca la complejidad (Morin 1994, 2006) como núcleo fundamental de sus ideas, dicen precisamente que el mundo actual está compuesto por fenómenos tan diversificados, tan comple- jos, que inevitablemente generan incertidumbre, son en alguna medida aza- rosos, por tanto, cualquier explicación con pretensiones de única o verdadera dista mucho de ser veraz. Las explicaciones en economía precisamente sufren de esta característica.

A partir del positivismo se instaló una visión fragmentada del conoci- miento, la naturaleza por un lado, las humanidades por otro, y dentro de cada ámbito, la segmentación disciplinaria, en los temas sociales, la clara di- visión se da entre economía, política, sociología, antropología, derecho, etc. Esta visión, que sin duda ha producido importantes aportaciones, esta hoy en cuestionamiento, cada día se amplia la posibilidad de explicar fenómenos con la concurrencia de factores que aunque provienen de ámbitos diferentes, se interrelacionan de forma necesaria. ¿Se pueden entender los procesos econó- micos sin conocer los comportamientos del hombre, sin tener en cuenta las decisiones políticas, sin referentes morales? Vivimos sin lugar a dudas en una sociedad altamente compleja.

La sociedad global actual es infinitamente más sofisticada que todas las anteriores, por tanto, explicar cómo funciona es mucho más difícil y, como ya vimos, se transforma a una velocidad apabullante.

Si se acepta de entrada la gran dificultad de discernir sobre la complejidad del mundo creado por los seres humanos estaremos en mejor perspectiva de valorar los avances, sin querer alcanzar conclusiones definitivas.

La economía creación humana

La naturaleza existe antes que el hombre, es más, el hombre es parte de esa naturaleza y, sin duda, una parte importante de su comportamiento esta liga- do al hecho biológico. En este texto hemos asumido que el hecho cultural no es una derivación lineal del carácter natural del hombre, implica una cambio cualitativo, un espacio nuevo, inventado, que se comporta de manera diferen- te a como lo hacen los fenómenos de la naturaleza. Quizá en unos millones de años, si sobrevive el espécimen homo sapiens sapiens, habrá evolucionado genéticamente hacia el “homo sapiens sapiens sapiens” gracias a la asimilación de comportamientos culturales en sus genes, pero en el corto plazo eso no esta a la vista.

La sociedad, la cultura, se han formado en la interacción entre los indi- viduos y entre las diversas formas de agregación de los individuos. La cons- trucción y comportamiento de la sociedad está ligado al comportamiento de los individuos que la componen y a las ideas que los aglutinan, mientras más numerosos y diversos son los grupos humanos, más compleja se va haciendo la sociedad.

Un individuo y su familia así como la aldea donde viviesen en la Borgoña Francesa en siglo vii tendrían una vida diferente si el recién nacido, hijo del señor feudal al que deben servidumbre, naciese con un carácter belicosos o no. En el primer caso se verían arrastrados a la empresa guerrera en el segundo no. La diferencia sería abismal. Aunque sabemos que en cuanto a la definición de su estructura, una sociedad feudal se caracteriza por una búsqueda de con- quistas territoriales y permanente pugna entre grandes y pequeños señores.

Nuestra moderna sociedad está conformada por millones de individuos que desarrollan actividades de la más diversa índole, millones de individuos asociados o vinculados a grupos que interactúan todos los días, se desarrollan en espacios específicos de relación político-territoriales, como son los estados nación, individuos que actúan dentro de grandes corporaciones económicas. Todas estas interacciones, algunas de ellas sujetas a reglas, que pueden cum- plirse o no; otras sin normatividad, dan una resultante difícilmente previsible e incluso poco asimilable.

El resultado siempre mostrará un escenario azaroso, no determinado, im- predecible porque está sujeto al vaivén de las decisiones humanas y los cam- bios que éstas significan.

Los individuos y los grupos que actúan en la sociedad lo hacen en función de variados propósitos o intereses. Sin duda el capitalista busca la ganancia, el empleado un mejor salario, el cazador primitivo matar la presa para comer, el mártir ganar el cielo, Aníbal conquistar más tierras, los filósofos conocer el mundo, el político el poder para “conducirnos al bien”, el artista ser creativo y reconocido. Además, cada individuo tiene propósitos e intereses diversos, en ocasiones difícilmente conciliables. La sociedad se convierte en un hecho aún más difícil de dilucidar, atrás está el hombre y sus propias contradicciones.

Si los hombres somos multifacéticos, nuestros propósitos diversos, porque no habríamos de tener interpretaciones disímbolas de la sociedad en la que vivimos. Por más interesados que estemos en ser objetivos, desprendernos de nuestro interés particular, de nuestra ideología (forma de interpretar el mun- do) ésta parece una misión demasiado ambiciosa. Mejor sería analizar desde nuestra visión limitada del mundo, expresarlo que vemos de aceptable y lo que consideramos inaceptable, así como las razones que lo sustentan.

Aceptar los límites

El recuento de los factores que representan la gran complejidad que caracteriza a la sociedad actual y en particular a la economía deberían alertarnos sobre lo discutible de la repetida ambición de convencernos de las verdades acabadas o la base científica de las afirmaciones que a menudo formulan los economistas, sea cual sea la plataforma que utilicen,

Parece “políticamente incorrecto” mostrar tanto escepticismo sobre el co- nocimiento alcanzado en la disciplina económica, pero sólo aceptando sus lí- mites se podrá avanzar. Sólo cuestionando las ideas vigentes es posible aportar nuevas luces sobre los hechos.

Quizá es tiempo de modestia. Reconocer los conocimientos que han mos- trado mejor capacidad de explicar el funcionamiento de la economía, aceptar que existen muchas preguntas sin respuesta y que en la medida que la sociedad y la economía se transforman aceleradamente surgen más preguntas que res- puestas. Las predicciones tienen baja probabilidad de ser certeras. Finalmente las medidas de política económica pueden desatar reacciones no previstas o ser inocuas. Tomar en cuenta que la economía esta tan ligada a nuestras ne- cesidades, deseos, intereses e incluso sentimientos que siempre, por necesidad, tendrá una fuerte dosis de subjetividad.

Bibliografía recomendada
[Guzman Castro and Gabriel, 2013]
Guzman Castro, Gabriel. Leyes científicas y predicción en ciencias sociales: una aproxi- mación al caso de la economía. Semestre económico, Vol 16, No 33, pp. 99-136, en- ero-junio 2013, Medellin Colombia. (http://revistas.udem.edu.co/index.php/economico/article/view/405/363).
[Harris and Marvin, 2004]
Harris, Marvin (2004), Antropologia cultural, Alianza Editorial. España.
Bibliografía
[Burawoy and Michael, 1990]
Burawoy, Michael (1990), El marxismo como ciencia: desafíos históricos y desar- rollo teórico. American Sociological Review, Vol. 55, n° 6, pp. 775-793. Traducción de Alan Rush. (http://burawoy.berkeley.edu/Marxism/Marxism%20As%20 Science%20Spanish.pdf).
[Kuhn and Thomas, 1971]
Kuhn, Thomas (1971), La estructura de las revoluciones científicas, fce. México.
[Morin and Edgar, 1994]
Morin, Edgar (1994), Introducción al pensamiento complejo, Gedisa. España. “(2006). Conferenciainagural. Complejidadeinterdisciplinaenlascienciasyhumani- dades. unam-cecich (https://www.youtube.com/watch?v=D2qQQC36WRk) Página Web: http://www.pensamientocomplejo.com.ar/.
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