El libro que estamos invitando a leer, El legado intelectual de los economistas mexicanos, ha sido coordinado por María Eugenia Romero Sotelo, Leonor Ludlow y Pablo Arroyo y publicado por la Facultad de Economía y el Instituto de Investigaciones Históricas de la unam. El estudio del pensamiento económico ha cobrado cuerpo y se ha sido profundizado durante los últimos años en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional, gracias al liderazgo de la doctora Romero Sotelo y al trabajo de un conjunto de historiadores económicos, al que se suma, en esta obra, un grupo de jóvenes investigadores. El legado intelectual constituye así, el último avance de numerosos libros que ya han sido publicados. Entre estos vale la pena destacar Historia del Pensamiento Económico en México: problemas y tendencias (1821-2000) publicado por editorial Trillas.
El libro reúne un conjunto de artículos ordenados cronológicamente y agrupados en diferentes etapas de la Historia de México. Dichos textos analizan, en algunos casos, pensadores que fueron la base del diseño y ejecución de la política económica de su época. En otros, se trata de intelectuales críticos, algunos de ellos incluso opositores políticos, quienes propusieron alternativas al esquema de política económica en curso. Los personajes escogidos tienen en común su intención por encontrar soluciones a los escollos con los que se enfrentó el crecimiento económico y el análisis y la búsqueda de soluciones, a la injusta distribución de la riqueza. Muchos de estos actores son poco estudiados y en algunos casos podríamos considerarlos desconocidos en cuanto a su pensamiento económico. Respecto a su formación, algunos de los biografiados, sobre todo los que actuaron y escribieron durante la primera época, eran autodidactas en el campo de la economía, ya que los estudios formales referidos a esta ciencia iniciaron en México en 1929. Luego de la Segunda Guerra Mundial el panorama cambia y vemos aparecer a economistas con formación universitaria influyendo de manera creciente en el diseño de la política económica en México.
A pesar de que El legado intelectual aborda 26 economistas en distintas épocas, el libro constituye una unidad, dada por el hecho de que cruzan a los diferentes ensayos varias líneas comunes de investigación. El análisis del pensamiento económico se hace en relación a la política económica en el contexto de la Historia de México, es decir, del tiempo histórico que les tocó vivir a cada uno de los economistas estudiados. Los autores de los ensayos buscan explicar, también, a qué intereses respondieron los personajes, tratando de ubicar cuales fueron los grupos de poder con los que tenían afinidad, mismos a los que intentaron beneficiar o preservar. El legado intelectual se inscribe en el género biográfico, cuya pertenencia a la historia es muy discutida por numerosos análisis teóricos y metodológicos. Así, algunos historiadores le restan rigurosidad científica a la biografía y, pensando que la denigran, prefieren colocarla dentro del campo de la literatura. Sin embargo, el libro que estamos presentando demuestra cómo, el conocimiento de los rasgos biográficos de cada personaje, su carácter, las relaciones que establecieron con su entorno, sus preferencias políticas y la forma en que enfrentaron los momentos históricos que les tocó vivir, no demeritan el carácter científico del análisis sino que, al humanizarlos, hace más comprensible el pensamiento económico de cada uno de ellos.
Si bien los autores somos responsables por las afirmaciones vertidas en los distintos trabajos, la obra es también producto de una labor colectiva. Además del intercambio permanente de ideas, un primer avance de los escritos fueron comentados en la “Reunión de historiadores del pensamiento económico de Europa y América Latina organizada por la Facultad de Economía de la unam y la European Society for the History of Economic Thought, más conocida por sus siglas como eshet en 2011 y posteriormente en el Coloquio: “Economistas mexicanos, su herencia intelectual” un año después.
El apartado inicial titulado: “La demanda de progreso económico y sus críticos, 1880-1920”, aborda la primera etapa de crecimiento económico que tuvo el México independiente y el periodo de la lucha armada durante la Revolución mexicana. Allí Leonor Ludlow dedica su artículo a la gestión hacendaria de Matías Romero, analizando su pensamiento y proyecto fundamentalmente con base en las diversas memorias de Hacienda. A continuación Tayra González Orea en su trabajo “Enrique Martínez Sobral y sus observaciones al sistema bancario porfirista” analiza las ideas de este personaje tras los quebrantos que sufrió la banca luego de la reforma porfiriana de 1908. La banca vuelve a ser tema en el artículo de Esperanza Fujigaki y Tayra González dedicado a un hombre que fue, sin lugar a dudas, una autoridad en la materia, Antonio Manero. Finalmente el primer apartado cierra con un trabajo referido a uno de los más acérrimos críticos de la política agraria implementada por la Revolución mexicana, Toribio Esquivel Obregón, cuya autoría corresponde a Oscar Sánchez Rangel y a quien les habla.
El segundo apartado contiene ensayos sobre autores que propusieron ideas encaminadas a logra la reconstrucción de México en el periodo de institucionalización de la Revolución mexicana, 1920-1940. Así, Ángeles Cortes Basurto analiza la propuesta de banco único de emisión hecha por el subsecretario de hacienda Rafael Nieto. Xóchitl Ninel García aborda el pensamiento agrario de Gonzalo Robles, quien promovió el crédito agrícola para apoyar el reparto agrario y Adrián Escamilla, dedica su artículo al estudio del pensamiento económico de Narciso Bassols. Al finalizar el segundo apartado, aparece nuevamente un trabajo dedicado a un hombre, que si bien colaboró con los políticos de la revolución mexicana durante los primeros años de la reconstrucción económica, se convirtió luego en un férreo opositor y destacó como ideólogo de la disidencia al nacionalismo cardenista. Se trata del artículo “A contracorriente y de frente. Manuel Gómez Morín, de la autoría de Jesús Méndez Reyes.
El tercer apartado es el que reúne el mayor número de artículos. Está dedicado al periodo conocido como “El Milagro Mexicano, 1940-1970”, es decir, la segunda etapa de crecimiento económico significativo que tuvo el México independiente. El ensayo de Samuel Luna, llamado “Eduardo Villaseñor Ángeles. Cultura y desarrollo para la economía mexicana”, se propone analizar los momentos clave de la trayectoria de uno de los más destacados pensadores de la época, quien además de publicar un amplio número de trabajos sobre temas económicos, fue subsecretario de Hacienda durante los últimos años del gobierno de Lázaro Cárdenas y Director del banco de México durante el sexenio de Ávila Camacho. Un dato poco común en la biografía de Eduardo Villaseñor es que además de escribir sobre temas económicos se dedicó a la literatura y produjo poesía, novela, cuento y ensayo. A continuación María Irma Manrique Campos presenta el estudio “Juan Francisco Noyola pionero del estructuralismo en América Latina”. Este autor nos legó artículos de gran trascendencia, siendo su teoría de la inflación una de sus aportaciones sustanciales. En “Rodrigo Gómez: la banca central y su papel en el desarrollo económico de México” María Eugenia Romero Sotelo estudia un personaje a quien el historiador Luis González, en su estudio sobre las generaciones, sitúa en la etapa que llama “constructora” a la que define como aquella en la que participaron los hombres que condujeron al país por más de medio siglo. Según la Dra. Romero, la actuación de Rodrigo Gómez, quien estuvo al frente del banco de México por un largo periodo, promovió un modelo de Banca Central, que al mismo tiempo que velaba por la estabilidad de precios impulsaba el desarrollo económico del país. Vanesa Granados presenta el artículo Antonio Carrillo Flores: vida académica y su paso por la hacienda Pública”. Abogado de profesión, la autora los considera, como tantos otros de los personajes que integran El legado intelectual, como un economista autodidacta. El artículo se centra en su desempeño al frente de las finanzas públicas como Secretario de Hacienda y Crédito Público durante el gobierno del presidente Adolfo Ruiz Cortines.
“Ernesto Fernández Hurtado: una visión del desarrollo económico de México”, es el artículo que nos presenta Francisco Suárez Dávila. El autor estudia cuatro aportaciones de Fernández Hurtado: su decisiva contribución en la estabilización del peso en 1954 y a la formación de un nuevo concepto de banca central y su gestión como director del Banco de México y Bancomer. Leonardo Lomelí Vanegas presenta el ensayo: “Gilberto Loyo: una crítica olvidada al desarrollismo desde el nacionalismo revolucionario”. Lomelí considera que siendo Loyo uno de los economistas más importantes del siglo xx es, sin embargo, uno de los menos estudiados. En efecto, Loyo estuvo entre los pioneros de la historiografía en México, realizó estudios sobre la reforma agraria e importantes reflexiones sobre la enseñanza de la historia, que alimentaron el debate sobre esta disciplina. En su ensayo “Víctor Urquidi en el Banco de México”, Eduardo Turrent estudia varios aspectos de la trayectoria de este importante economista mexicano; además de su participación en el Banco de México el autor aborda otros temas, como por ejemplo, la participación de Urquidi en la conferencia de Bretton Woods y un acontecimiento poco conocido, su participación en un viaje de trabajo de más de seis meses para estudiar los mercados de la plata mexicana alrededor del mundo. En el ensayo “Horacio Flores de la Peña: una perspectiva teórica del desarrollo”, Juan Pablo Arroyo Ortiz opina que la obra de Flores de la Peña es notable porque da sustento a la política económica de México para logar una vía soberana y más independiente, en un momento en que el resto de los países en desarrollo marcan su derrotero en la incorporación a los polos de dominio económico en el proyecto de globalización financiera internacional.
A continuación Eduardo Turrent presenta dos trabajos, en su primer ensayo “Ortiz Mena: el desarrollo estabilizador y su principal artífice”, busca responder varios interrogantes: ¿Cómo se procedió para que la economía nacional tuviese un desempeño tan sobresaliente en el periodo conocido como Desarrollo Estabilizador? ¿Quién fue Ortiz Mena y por qué logró tantos éxitos? Y lo que es más importante, ¿Qué enseñanzas pueden derivarse del Desarrollo Estabilizador para la elaboración y aplicación de la política actual y del futuro? Finalmente, el último artículo de esta parte del libro es también de la autoría de Turrent y tiene un nombre muy sugerente: “Raúl Martínez Ostos. Individuo de muchos sombreros”. El autor encuentra que Martínez Ostos fue un funcionario polifacético que logró amalgamar productivamente, en beneficio de México, su formación de abogado, sus conocimientos de economía y finanzas y sus buenas dotes para la promoción y la diplomacia en los medios bancarios y financieros.
El cuarto apartado de El legado intelectual de los economistas mexicanos relata aspectos del camino recorrido por investigadores y profesores de la Facultad de Economía de la unam, fundada en 1935, quienes fueron pilares de dicha institución: Jesús Silva Herzog, el maestro Torres Gaytán, Alonso Aguilar Monteverde y José Luis Cenceña. Además de formadores de economistas, estos personajes ejercieron una importante influencia en los debates de la época y produjeron obras que contienen una visión del desarrollo del capitalismo mexicano. Maestro de varias generaciones y fundador de la primera escuela de economía del país, Jesús Silva Herzog nos legó magníficos trabajos sobre temas mundiales, latinoamericanos y mexicanos, mismos que revisa Beatriz Fujigaki Cruz. Esta autora destaca no solo el pensamiento de Silva Herzog, sino también su participación en las tareas de construcción del régimen emanado de la Revolución Mexicana, es decir, la creación de las instituciones públicas, económicas, sociales y culturales, que participaron en el diseño de la política que modeló el México contemporáneo.
En “Alonso Aguilar Monteverde: compromiso con los grandes problemas nacionales”, Irma Portos Pérez escribe sobre la vida académica y la obra de este importante economista mexicano. Su artículo tiene la peculiaridad de que la autora fue alumna del biografiado en la Facultad de Economía y, por lo tanto, hace también referencia a las lecciones de carácter intelectual y al conjunto de valores humanos, morales y de enseñanza de vida que recibió de su maestro. En “José Luis Ceceña y la inversión extranjera en México” Enrique Rajchenberg afirma que “...trazar el pensamiento económico y político de Ceceña se convierte virtualmente en sinónimo del tema de las inversiones directas en México y de la presencia subordinante de Estados Unidos en la economía nacional”. Y agrega, que esta fue la problemática que pautó las diversas contribuciones de Ceceña en conferencias, libros y editoriales de periódicos y revistas durante veinticinco años. El ensayo “El maestro Torres Gaytán” de Francisco Javier Rodríguez Garza, aborda, en primer lugar la manera en que se formaron y desarrollaron los economistas mexicanos del siglo xx. El escrito busca también, llamar la atención sobre el papel que jugó el ejercicio docente en la construcción de la obra escrita. En especial refiere a dos libros del maestro Gaytán que han tenido un gran impacto en la enseñanza de la economía. Estos son su Teoría del comercio internacional (1972) y Un siglo de devaluaciones del peso mexicano (1980).
Para finalizar, en su quinto apartado el libro rememora un tema de gran interés: el de los aportes realizados por algunos de los integrantes de la corriente de intelectuales que llegaron a México expulsados por la dictadura de Francisco Franco entre 1939 y 1940 Así, en “Antonio Sacristán uno de los grandes financieros”, Francisco Suárez Dávila sostiene que hay dos significativos legados que indudablemente acreditan a este economista como un destacado financiero. En primer lugar, sus innovaciones como como banquero al crear, en 1941, la Sociedad Mexicana de Crédito Industrial, la primera financiera privada del país, misma que realizó una contribución cardinal a su desarrollo industrial. En segundo lugar, su influencia determinante como maestro para crear una escuela de pensamiento económico que ejercería un impacto significativo en la política económica del país hasta 1982 y en muchas generaciones de economistas. Antonio Sacristán, un personaje muy controvertido, encarna, además, la autoridad muy benéfica que tuvieron los inmigrantes refugiados de la República Española en la vida de México. Los últimos tres artículos son de la autoría de Manuel Martín Rodríguez. En “Manuel Sánchez Sarto: un economista aragonés en América Latina” narra la historia de un hombre que se dedicó en cuerpo y alma a la enseñanza de la economía y a la difusión de la ciencia económica: hizo traducciones, redactó informes para organismos internacionales, publicó en revistas científicas y pronunció decenas de conferencias. En su segundo ensayo, “Ramón Ramírez Gómez: un exilado español en la Escuela Nacional de Economía”, Manuel Sánchez se ocupa de estudiar la vida de un refugiado español quien obtuvo su título de economista en la Facultad de Economía (generación 1942-1945) y luego llegó a ser uno de los catedráticos más comprometidos con los estudiantes durante sus veintisiete años de docencia en esta misma institución. En su último ensayo “Javier Márquez Blasco: un economista del exilio republicano español” Martín Rodríguez refiere a un intelectual que apoyo la consolidación de la enseñanza y la difusión de la ciencia económica en especial en su colaboración en la dirección del Fondo de Cultura Económica y su cátedra en la Escuela Nacional de Economía de la unam.
Con modestia, María Eugenia Romero Sotelo, Pablo Arroyo y Leonor Ludlow insisten en la introducción que el libro no reúne a todos los economistas que hicieron aportaciones al pensamiento económico de México. Si bien la afirmación es cierta. ¿Quién podría incluir en un solo libro a todos ellos? Lo relevante es que la obra prácticamente desentierra, en muchos casos, a personajes sobre los que sabíamos muy poco y también, al afirmar que el libro no reúne a todos los economistas, los coordinadores se comprometen explícitamente a continuar con la tarea de seguir investigando el legado intelectual de los economistas mexicanos. Solo me queda reiterar a todos la invitación a leer este magnífico libro, novedoso, original, muy bien fundamentado y que constituye, sin lugar a dudas, una aportación al conocimiento del siglo xx mexicano.