Al objetivar una elevada prevalencia de bocio en los niños saharauis que acuden a Asturias en los veranos, nos planteamos realizar un estudio en profundidad de este problema.
En una muestra de 570 escolares de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) se realizó palpación del cuello, peso, talla, medición de T4, TSH y anticuerpos anti-TPO en la sangre capilar y en muestras de orina para determinar el contenido en yodo, flúor y tiocianatos. Se determinó también el contenido de estas sustancias en el agua de bebida.
Hallamos un 58,1% de bocio (un 7% de grado 2), con mayor prevalencia en las niñas (el 65,4 frente al 51,4%). La yoduria fue de 965 ± 348 μg/l, sin diferencias entre sexos ni por grado de bocio. La función tiroidea fue normal en todos los niños, y los anticuerpos y los tiocianatos fueron normales. La concentración de yodo en el agua de bebida osciló entre 180 y 400 μg/l, con un alto contenido en flúor (0,7-1,5 mg/l).
En resumen, describimos un área geográfica con elevada prevalencia de bocio (58%) entre sus escolares y una yoduria elevada (965 ± 348 μg/l). El principal aporte de esas cantidades tan altas de yodo es el agua de bebida (entre 180 y 400 μg/l). La función tiroidea es normal, la autoinmunidad puede descartarse como etiología de esta endemia y no se demuestra la existencia de compuestos antitiroideos en el agua ni en la orina de los niños.
Creemos que el bocio hallado en esta población puede ser de origen multifactorial: exceso de yodo y flúor, gran dureza del agua de bebida y posible contaminación ocasional de la misma.
The high prevalence of goiter in Saharan children visiting Asturias in the summer prompted us to study the problem in greater depth.
Neck palpation was performed in a sample of 570 school children from the Saharawi Arab Democratic Republic. Weight, height, T4, thyroid-stimulating hormone and anti-thyroperoxidase antibodies in capillary blood were determined. Urine samples were taken to measure iodine, fluoride and thiocyanate content. These substances were also determined in drinking water.
Goiter was found in 58.1% of the children (7% grade 2). Prevalence was greater in girls (65.4 vs 51.4%). The mean urinary excretion of iodine was 965 ± 348 µg/l, with no differences in gender or degree of goiter. In all children thyroid function was normal and autoimmunity was negative. Thiocyanate levels were normal. Iodine concentration in drinking water was 180-400 µg/l, with high fluoride content (0.7-1.5 mg/l).
In summary, we describe a geographical area with a high prevalence of goiter (58%) among school children and high urinary iodine levels (965 ± 348 µg/l). The main source of these highly elevated quantities was drinking water (between 180 and 400 µg/l). Thyroid function was normal. Autoimmunity was ruled out as the etiology of this endemic goiter and antithyroid compounds were not found in water or in the children's urine.
We believe that the high prevalence of goiter in this population could be due to many factors such as excess iodine and fluoride, the hardness of the drinking water, and possibly to occasional water contamination.