Qué satisfacción leer el editorial de su revista en el que I. Argüelles y S. Tofé proponen un uso amplio de la ecografía cervical en la consulta de Endocrinología1. La defensa de la participación del endocrinólogo en los actos clínicos en los que es más eficiente no es otra cosa que la defensa de los usuarios del sistema de salud. Ello es algo que no siempre nuestra especialidad ha sabido hacer.
El servicio al que pertenezco realiza ecografía cervical en consultas externas desde el año 2009. Nuestra experiencia tiene algunas particularidades que podrían interesar a los lectores de Endocrinología y Nutrición. En su momento, se decidió que el ecógrafo estuviese ubicado en la consulta que el residente de la especialidad ocupa durante 12 meses de su formación, quien lo usa a voluntad con supervisión de un adjunto para el diagnóstico de alteraciones anatómicas y seguimiento de tiroidectomías. Los datos que tenemos dicen que cada residente realiza una media de 192 ecografías y 108 punciones con aspiración con aguja fina (PAAF) supervisadas, y concuerdan con lo publicado previamente por los autores del editorial2: un ecógrafo en la consulta del endocrinólogo elimina las listas de espera para la punción por ecografía. La incorporación de la PAAF guiada por ecografía a la consulta de Endocrinología no solo no ha debilitado nuestra relación con el Servicio de Anatomía Patológica, sino que la ha reforzado: conjuntamente hemos desarrollado una modificación de la técnica que reduce significativamente el número de punciones no diagnósticas3. Animamos a los servicios de Endocrinología a que incorporen el ecógrafo a sus consultas y coincidimos con los autores del texto en la conveniencia del posicionamiento de la Sociedad Española de Endocinología y Nutrición sobre nuestro papel en la realización de ecografías cervicales.