La medicina basada en la evidencia (MBE) es, en la actualidad, la forma más fiable y segura de enfrentarse a la práctica clínica. Una de las definiciones más aceptadas recoge las 3 vertientes fundamentales de la MBE: las pruebas científicas, la experiencia clínica, y las necesidades y los valores del paciente. Desde su introducción en 1992, la MBE se ha aceptado, extendido e incluido en las distintas especialidades médicas, aunque también han aparecido importantes críticas y rechazos a su generalización así como dificultades en su aplicación. Entre los factores relacionados con nuestra dificultad de poner en marcha la estrategia de la MBE se encuentran la formación tradicional que hemos recibido como médicos, la enorme y desbordante cantidad de bibliografía científica publicada, y el tipo de fuentes que estamos acostumbrados a consultar ante los problemas diarios de la práctica clínica. Respecto a los argumentos más utilizados por sus críticos destacan la definición de reduccionista o simplista, y la poca importancia que, a su juicio, se presta a la experiencia clínica. Probablemente, y aunque sea difícil de reconocer, la característica de la MBE que más rechazo produce es la ausencia de una verdad universal y absoluta: las conclusiones a las que la MBE puede llegar siempre van precedidas de la descripción de la investigación primaria incluida y analizada; la aparición de nuevos resultados puede (y debe) modificar nuestra práctica clínica. Las revisiones sistemáticas de la bibliografía y las guías de práctica clínica, como instrumentos propios, facilitan la incorporación y el desarrollo de la MBE. La nutrición basada en la evidencia se encuentra, además de las limitaciones propias de la MBE, con una serie de problemas específicos relacionados fundamentalmente con las dificultades de diseño metodológico de los estudios, la poca evidencia científica disponible y las escalas de calidad y niveles de evidencia utilizados. Para comprender estos problemas es importante analizarlos de forma independiente en nutrición clínica y nutrición comunitaria, y abordar la primera separándola en sus 2 vertientes: la necesidad de alimentarmantener el estado nutricional, y la utilización de la nutrición como arma terapéutica-fármaco, capaz de modificar por sí misma la evolución de una enfermedad. A lo largo de este trabajo se revisan los conceptos, las aplicaciones y las limitaciones de la MBE y de su aplicación en el campo de la nutrición.
Evidence-based medicine (EBM) is currently the safest and most reliable way to practice clinical medicine. One of the most widely accepted definitions includes the three main principles of EBM: scientific evidence, clinical experience and the needs and values of the patient. Since its introduction in 1992, EBM has been incorporated into the various medical specialties, although major criticisms and obstacles to its generalization have also appeared. Among the factors involved in our difficulty in implementing EBM are our traditional training as physicians, the sheer quantity of scientific literature published and the type of sources that we are used to consulting when faced with the problems of daily clinical practice. The most frequent arguments leveled against EBM are that it is reductionist or simplistic and, according to its critics, that it gives scant importance to clinical experience. Although it is difficult to admit, the characteristic of EBM that probably arouses the strongest criticism is the absence of a universal and absolute truth: the conclusions that can be reached through EBM are always preceded by a description of the main investigation analyzed; new results can (and should) modify our clinical practice. Systematic reviews of the literature and clinical practice guidelines, as instruments by themselves, facilitate the implementation and development of EBM. In addition to the limitations of EBM, evidence-based nutrition (EBN) faces a series of specific problems mainly related to the difficulties of study designs, the scarce scientific evidence available, and the quality scales and levels of evidence used. To understand these problems, they should be analyzed independently in clinical nutrition and community nutrition, while clinical nutrition should be approached by separating it into its two branches: the need to feed-maintain nutritional status, and the use of nutrition as a therapeutic modality capable of modifying the course of a disease. The present article reviews the concepts, applications and limitations of EBN and its applications in the field of nutrition.
“Half of what we teach them will be proved to be false in the next 10 years. The problem is that none of their teachers know which half this will be”. Dr. Sydney Burwell, Dean of the Faculty of Medicine of Harvard University (Taken from “Sackett DL., Straus ShE., Richardson WS, Rosenberg W, Haynes RB. Evidence Based Medicine. How to Practice and Teach. Churchill Livingstone. Edinburgh 2000 (2nd edition).