La leptospirosis es una zoonosis de distribución mundial causada por espiroquetas del género Leptospira1–5. La transmisión al hombre se produce por contacto directo con orina, sangre o tejido del animal infectado o exposición a entornos contaminados, como aguas encharcadas1–5. Puede causar una amplia variedad de manifestaciones clínicas, desde una forma leve a una enfermedad grave, incluso fatal1–3. Aparece principalmente ligada a actividad ocupacional, personas con condiciones socioeconómicas desfavorables, actividades recreativas o convivientes con mascotas1–3,5.
A continuación se describe un caso de un varón de 30 años, sin antecedentes de interés, remitido a nuestro centro por cuadro de fracaso multiorgánico. Tres días antes del ingreso, el paciente había acudido al médico de atención primaria por cuadro pseudogripal, malestar general con sensación distérmica, odinofagia y mialgias. Ingresa en un hospital comarcal por fiebre junto con importantes alteraciones analíticas: anemia, colestasis intrahepática, rabdomiolisis y leucocitosis con trombocitopenia. Como antecedentes médicos de interés destaca un viaje reciente de 20 días por Guipúzcoa, durante el cual se bañó en charcas, con posible consumo de agua en mal estado. No refiere picaduras de insectos, contacto con animales ni viajes a países tropicales. Inicialmente estable, presenta un empeoramiento con hipotensión y desaturación en el contexto de un pico febril. En la analítica de control (6h después) se observa un empeoramiento de los parámetros analíticos. Realiza varias deposiciones sanguinolentas de sangre fresca. Ese mismo día es derivado a nuestro centro, donde ingresa en la UCI por rápida progresión de infiltrados pulmonares bilaterales que condicionan una insuficiencia respiratoria aguda hipoxémica, que obliga a intubación orotraqueal y conexión a ventilación mecánica. Se interpreta el cuadro clínico como shock séptico de origen no filiado con rápida evolución a síndrome de disfunción multiorgánica, iniciándose medidas intensivas de soporte. Dado el cuadro de fiebre icterohemorrágica junto con los antecedentes de baños en charcas y posible ingesta de agua en mal estado, se sospecha infección por Leptospira y se inicia tratamiento con meropenem (1g/8h), linezolid (600mg/12h) y doxiciclina (100mg/12h). Se recogen hemocultivos, muestras respiratorias, orina y suero para descartar virus hepatotropos, VIH, Lyme, Leptospira y neumonías atípicas. A las 32h de su ingreso se confirma la infección por Leptospira mediante PCR en orina y plasma (serología negativa), iniciándose tratamiento dirigido con ceftriaxona (2g/12h). Durante el ingreso su curso clínico fue desfavorable, con evolución fatal por hipoxemia refractaria debido a hemorragia pulmonar y fallo multiorgánico, produciéndose finalmente el exitus a los 7 días de su ingreso.
En nuestro país, el diagnóstico de leptospirosis se realiza fundamentalmente por estudio serológico mediante detección de anticuerpos IgM frente a Leptospira o seroconversión (ELISA, ICT o MAT)1–5. También es posible el aislamiento de Leptospira en sangre o LCR durante la fase de leptospiremia y en orina a partir de la segunda semana1,2.
La realización de PCR en tiempo real específica de leptospirosis permite el diagnóstico rápido, incluso durante el periodo en el que la serología es negativa2–4. En nuestro caso, tanto la PCR en sangre como en orina realizadas, en nuestro hospital, el cuarto día tras el comienzo de los síntomas fueron positivas (detección de lipL32 gene; FTD Tropical fever core, Fast Track Diagnostics). En ese momento, la serología fue negativa (ICT Leptospira IgM/IgG, Standard Diagnostics, Inc.). No es hasta los 11 días desde el comienzo de los síntomas, y coincidiendo con el momento del exitus del paciente, cuando la serología de Leptospira es positiva. Todas las muestras fueron enviadas al Centro Nacional de Microbiología, donde se confirmó el resultado. En dicho centro se realizaron PCR de las muestras de orina y sangre del paciente, con resultado positivo en ambas (detección del gen lipL32, versión modificada del protocolo descrito por Bourhy et al.6), y serologías de los días 4 y 11, con resultado positivo para la del día 11 (Panbio® Leptospira IgM ELISA, Abbott Diagnostics).
En nuestro medio, la leptospirosis es una enfermedad de baja incidencia, principalmente debido a que un porcentaje muy bajo desarrolla las formas más graves, quedando infraestimados los casos asintomáticos y siendo los leves clasificados como síndromes febriles sin foco1–5. La enfermedad de Weil es la forma de presentación de peor pronóstico2,3. Aunque infrecuente, se produce fundamentalmente en viajeros de zonas endémicas, actividad ocupacional y asociados a actividades recreativas1–3,5. Es importante que ante la sospecha de un caso de fiebre hemorrágica con dichos antecedentes, se incluya Leptospira como diagnóstico diferencial4. El curso de la enfermedad grave es rápido y desfavorable, con compromiso de las funciones vitales de los pacientes. Por ello, tal y como hemos descrito, la utilización de técnicas de diagnóstico rápido y específicas como PCR en muestras de sangre y/u orina en los primeros días de comienzo de síntomas es fundamental para establecer un diagnóstico rápido y un correcto tratamiento.