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Inicio Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica Resistencia bacteriana a los antibióticos: una crisis global
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Vol. 33. Núm. 10.
Páginas 692-699 (diciembre 2015)
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Vol. 33. Núm. 10.
Páginas 692-699 (diciembre 2015)
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Resistencia bacteriana a los antibióticos: una crisis global
Antibiotic resistance: A global crisis
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Juan-Ignacio Alósa,b
a Servicio de Microbiología, Hospital Universitario de Getafe, Getafe, Madrid, España
b Facultad de Ciencias Biomédicas, Universidad Europea de Madrid, Villaviciosa de Odón, Madrid, España
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Resumen

La introducción de los antibióticos en la práctica clínica supuso una de las intervenciones más importantes para el control de las enfermedades infecciosas. Los antibióticos han salvado millones de vidas, y además han supuesto una revolución en la medicina. Sin embargo, una amenaza creciente deteriora la eficacia de estos fármacos: la resistencia bacteriana a los antibióticos, que se define en este trabajo como la capacidad de una bacteria para sobrevivir en concentraciones de antibiótico que inhiben/matan a otras de la misma especie.

En esta revisión se mencionan algunos ejemplos recientes e importantes de resistencia en patógenos de interés para el hombre. Se explica, según los conocimientos actuales, el proceso que ha llevado a la presente situación en poco tiempo, evolutivamente hablando. Se parte de los genes de resistencia, se continúa con los elementos genéticos y clones implicados en su mantenimiento y diseminación, y se termina con otros factores que contribuyen a la extensión.

Asimismo se repasan las posibles respuestas al problema, con especial mención al desarrollo continuo de nuevos antibióticos.

Palabras clave:
Resistencia a antibióticos
Genes de resistencia a antibióticos
Extensión de la resistencia
Uso racional de antimicrobianos
Nuevos antibióticos
Abstract

The introduction of antibiotics into clinical practice represented one of the most important interventions for the control of infectious diseases. Antibiotics have saved millions of lives and have also brought a revolution in medicine. However, an increasing threat has deteriorated the effectiveness of these drugs, that of bacterial resistance to antibiotics, which is defined here as the ability of bacteria to survive in antibiotic concentrations that inhibit/kill others of the same species.

In this review some recent and important examples of resistance in pathogens of concern for mankind are mentioned. It is explained, according to present knowledge, the process that led to the current situation in a short time, evolutionarily speaking. It begins with the resistance genes, continues with clones and genetic elements involved in the maintenance and dissemination, and ends with other factors that contribute to its spread.

Possible responses to the problem are also reviewed, with special reference to the development of new antibiotics.

Keywords:
Antibiotic resistance
Antibiotic resistance genes
Spread of antibiotic resistance
Antimicrobial stewardship
New antibiotics
Texto completo
Introducción

Las enfermedades infecciosas siguen siendo, a principios del sigloxxi, una de las causas más importantes de muerte en la humanidad1, aunque su contribución relativa ha ido disminuyendo desde el sigloxix. La introducción de los antibióticos en la práctica clínica en la década de los cuarenta del sigloxx supuso una de las intervenciones más importantes para su control y aumentó en varios años la esperanza de vida de la población. De hecho, 3 premios Nobel de Medicina y Fisiología, de los años 1939, 1945 y 1952, lo son por descubrimientos de antibacterianos. Otras intervenciones importantes (vacunas, saneamiento del agua de bebida, mejoras higiénicas, mejoras en nutrición…) habían contribuido, desde bastantes años antes, a disminuir la prevalencia de las enfermedades infecciosas.

Los antibióticos han salvado millones de vidas, pero además han supuesto una revolución en la medicina. Han contribuido de forma muy significativa al progreso en campos como los trasplantes de órganos sólidos y de progenitores hematopoyéticos, la supervivencia de prematuros e inmunodeprimidos (naturales o por terapias farmacológicas), la cirugía de material protésico y los catéteres vasculares, donde las infecciones son especialmente prevalentes e importantes2. Su aportación será mayor con el aumento de la esperanza de vida de la población.

Sin embargo, desde hace ya no pocos años, una amenaza creciente deteriora la eficacia de estos fármacos: la resistencia bacteriana a los antibióticos, que se define en este trabajo como la capacidad de una bacteria para sobrevivir en concentraciones de antibiótico que inhiben/matan a otras de la misma especie.

Si al poco de introducirse la penicilina en la práctica clínica la gran mayoría de las cepas de Staphylococcus aureus eran sensibles, actualmente lo son menos del 5-10%. De hecho, si el Penicillium que permitió a Fleming descubrir la penicilina hubiese contaminado muchos de los cultivos actuales de S. aureus, es más que dudoso que la hubiese descubierto. Cuando se introdujo en la clínica la cefotaxima a principios de la década de los ochenta del sigloxx todas la cepas de Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae eran sensibles; hoy son resistentes el 13 y el 16%, respectivamente, de los aislamientos de hemocultivos en España3. Cuando se comercializaron las fluoroquinolonas a mediados-finales de la década de los ochenta del sigloxx prácticamente todas las cepas de E. coli eran sensibles; hoy son resistentes el 34% de las de hemocultivos en España3. El problema se agrava por los escasos recursos que dedica la industria farmacéutica a la investigación en antibióticos4, lo que ha resultado en pocos nuevos y ninguno con mecanismo de acción diferente en los últimos años. Este desinterés se debe a varias cosas, que pueden resumirse en la poca rentabilidad de este grupo de fármacos en comparación con otros usados en terapia de enfermedades crónicas como la diabetes5 o de infecciones crónicas como la hepatitis por el virus de la hepatitisC, donde se han incorporado fármacos muy caros6.

Las infecciones causadas por bacterias resistentes se asocian a una mayor morbilidad7, mortalidad y coste del tratamiento que las causadas por bacterias sensibles de la misma especie. En un trabajo de infecciones por Klebsiella pneumoniae uno de los factores de riesgo de mortalidad estadísticamente significativo en el análisis univariable era la resistencia de la cepa a carbapenemas8, y en otro de muertes atribuibles a las enterobacterias productoras de carbapenemasas (EPC) se vio que eran significativamente más altas en pacientes infectados por estas9. En Europa en 2007 se calcularon 400.000 infecciones por bacterias multirresistentes y 25.000 muertes atribuibles10. En Estados Unidos las bacterias multirresistentes infectan a unos 2 millones de personas al año, de las que al menos 23.000 mueren11. El pronóstico de los pacientes con tuberculosis ultrarresistente a antibióticos (XDR en sus siglas en inglés) era malo a los 24 meses (46% de mortalidad) y a los 60 meses (73% de mortalidad), independientemente de estar o no coinfectados por el VIH12.

En Sudáfrica la tuberculosis resistente a antibióticos representa menos del 3% de los casos pero consume un tercio de los recursos asignados a esta enfermedad13. En Estados Unidos se calcularon en 2008 unos gastos sociales de entre 10,7 y 15 millones de dólares solo en 188 pacientes adultos de un hospital infectados por bacterias multirresistentes a antibióticos14.

El problema de la resistencia bacteriana ha traspasado las fronteras de la literatura médica y ha llegado a los medios de información general de todo el mundo con titulares como «The rise of antimicrobial resistance» (The New York Times, 10 de mayo de 2014); «Fleming tenía razón» (El País, 30 de abril de 2014); «La résistance aux antibiotiques devient une menace à l’échelle mondiale» (Le Monde, 3 de mayo de 2014); «Bacteria de pesadilla» (TV2, Documentos TV, 6 de abril de 2014).

Los hechos

La resistencia a los antibióticos en patógenos bacterianos humanos existía antes del uso de estos fármacos por el hombre y su prevalencia era baja. Los estudios realizados con bacterias obtenidas en los años previos al descubrimiento de los antibióticos o con bacterias de poblaciones humanas que no habían tenido acceso a ellos lo demuestran. Desde el uso masivo de los antibióticos se ha constatado a nivel mundial un aumento muy importante de la prevalencia de la resistencia.

Algunos ejemplos son la reciente diseminación de EPC a nivel mundial15,16, que amenaza a los beta-lactámicos más activos, las carbapenemas. La creciente (cualitativa y cuantitativamente) resistencia a la ceftriaxona y la cefixima, que junto con la previa y ya asentada a las fluoroquinolonas, complica mucho el tratamiento de la gonorrea17,18. Es preocupante el elevado porcentaje de resistencia a la vancomicina en Enterococcus faecium, una bacteria ya naturalmente multirresistente, en la que además empieza a aparecer resistencia a la daptomicina y al linezolid19, lo que puede conducir en algún caso a una ausencia total de antibióticos eficaces. La Organización Mundial de la Salud ha informado un aumento del 650% de los casos de tuberculosis multirresistente en África entre 2005 y 201220. El surgimiento y extensión de cepas de Mycobacterium tuberculosis multirresistentes a antibióticos (MDR en sus siglas en inglés) y ultrarresistentes a antibióticos (XDR en sus siglas en inglés) amenaza actualmente los progresos conseguidos en el control de la tuberculosis21.

Recientemente se han descrito las 2 primeras cepas de Streptococcus agalactiae resistentes a la vancomicina. Esta resistencia se debe a la presencia de genes vanG, semejantes al previamente encontrado en Enterococcus faecalis. Entre los 2 pacientes en los que se aislaron no había relación epidemiológica y las secuencias de vanG tenían cierta divergencia genética22, por lo que es de esperar nuevas apariciones en un futuro cercano. Se ha publicado un caso de adquisición de resistencia a la vancomicina por el gen vanA, que iba en un plásmido conjugativo, por una de cepa S. aureus resistente a la meticilina de adquisición comunitaria (SARM-CA)23.

Cada vez es más frecuente la asociación de diferentes mecanismos de resistencia para la misma familia de antibióticos en una misma cepa. Esto hace que el perfil fenotípico sea difícil de interpretar y el tratamiento muy difícil de abordar. Se ha descrito una cepa de E. coli causante de sepsis urinaria de evolución fatal que producía 2 carbapenemasas (VIM-1 y KPC-3), una beta-lactamasa AmpC plasmídica (CMY-2) y una beta-lactamasa de espectro extendido (BLEE), SHV-1224.

La prevalencia de la resistencia no solo ha aumentado en bacterias causantes de infecciones; la colonización intestinal de personas sanas por enterobacterias productoras de BLEE, principalmente del tipo CTX-M, ha alcanzado niveles de pandemia a nivel mundial en pocos años, y se calcula que hay en el mundo 1.753 millones de personas colonizadas25.

O sea, patógenos bacterianos importantes para el hombre han evolucionado a la resistencia y la multirresistencia coincidiendo con el uso masivo de los antibióticos, desde hace poco más de 70 años, muy pocos desde una perspectiva evolutiva. ¿Cómo ha podido ocurrir? Por una serie de procesos complejos que voy a intentar simplificar para hacerlos más comprensibles.

Los determinantes de la resistencia

Cada vez más pruebas implican a los genes de resistencia de bacterias ambientales como el principal reservorio de los genes de resistencia de las bacterias que colonizan e infectan a los humanos26, aunque ambas comunidades tienen un conjunto muy importante de genes de resistencia distintos27. Se han encontrado diversas bacterias resistentes a variados antibióticos en lugares aislados del exterior durante al menos 4 millones de años, alguna de ellas resistente a 14 de los antibióticos comercializados28. Un gran número de bacterias ambientales filogenéticamente diversas son capaces de usar antibióticos como única fuente de carbono, lo que habla de un importante reservorio de genes de resistencia a antibióticos29. Se han encontrado genes de resistencia a beta-lactámicos, tetraciclina y vancomicina en ADN bacteriano de hace 30.000 años30. Se han publicado pruebas de que el intercambio de genes de resistencia a antibióticos entre bacterias ambientales y patógenas de humanos ha sido reciente y que las secuencias genéticas que movilizan los genes también están presentes en bacterias ambientales, lo que ayuda a la diseminación de los mismos31.

Se suponía que los antibióticos eran un arma defensiva de las bacterias, pero parece que tienen otras funciones32, y que los genes de resistencia servían para que las bacterias se defendieran de esa arma, pero hay demasiados genes de resistencia en la naturaleza33, y funcionalmente diversos, para que esta sea su única función. Por ejemplo, Garcia-Leon et al.34 han deducido que la bomba de expulsión que confiere resistencia a fluoroquinolonas en Stenotrophomonas maltophilia tiene como función, desde hace millones de años, la colonización de las raíces de plantas.

Además de considerar el origen ambiental de genes de resistencia, hay que tener en cuenta que dichos genes pueden evolucionar una vez son adquiridos por bacterias patógenas o comensales del hombre o de animales.

La presión selectiva de los antibióticos por uso masivo en los últimos 70 años ha contribuido a la diversificación genética de los genes de resistencia, como puede verse en el número actual de beta-lactamasas TEM, al menos 187 descritas35, cuando en 1982, antes de introducirse en la clínica las cefalosporinas de tercera generación, solo se conocían TEM-1 y TEM-2.

Los elementos genéticos y clones implicados en su mantenimiento y diseminación

Las mutaciones y el intercambio horizontal de genes son propiedades universales de las bacterias, han ocurrido durante millones de años como parte de la evolución. La frecuencia de mutaciones que originan resistencia a antibióticos varía según el antibiótico y la bacteria. Dichas mutaciones se dan con mayor frecuencia en bacterias deficientes en el sistema de reparación del ADN (hipermutadoras)36.

El primer paso es que algunos de los genes de resistencia de bacterias ambientales o de otras bacterias, denominados resistoma, puedan pasar a través de elementos genéticos eficaces y de los mecanismos habituales de transferencia genética, principalmente conjugación pero también transformación y transducción, a bacterias comensales y patógenas de humanos y animales. No son eventos frecuentes dado que el número de genes de resistencia presentes en patógenos bacterianos humanos es bajo (en relación al resistoma). Pero ocurren. Un ejemplo de éxito espectacular son los genes de las BLEE CTX-M, muy extendidas en la actualidad por el mundo en enterobacterias que colonizan el intestino, que han pasado del cromosoma de especies ambientales del género Kluyvera37 a plásmidos bien adaptados a E. coli, la enterobacteria intestinal comensal (también es patógena) más abundante en el intestino38,39. Estos genes están en elementos genéticos muy móviles entre especies y muy bien adaptados a ellas (secuencias de inserción, transposones e integrones), y posteriormente se diseminan por determinados plásmidos y clones eficaces, siendo los responsables de la pandemia actual38. Otro ejemplo es la diseminación mundial de la carbapenemasa OXA-4840, que, procedente del cromosoma de especies del género Shewanella, se relaciona con un determinado plásmido. Se ha demostrado que la inserción del transposón que contiene el gen de la OXA-48 en el gen tir (que codifica una proteína que inhibe la transferencia) hace que haya una mayor frecuencia de transferencia del plásmido, lo que contribuye a su diseminación41.

Los clones virulentos que causan infecciones son muchas veces más transmisibles; por tanto, tienen mayor probabilidad de estar expuestos a antibióticos y de adquirir determinantes de resistencia a antibióticos. La prevalencia local y global de resistencia depende de la diseminación local y global de ciertos clones resistentes con especial capacidad, en comparación con otros, para colonizar diversos ecosistemas y persistir en ellos42. Cambios en la prevalencia de resistencia en ambientes o zonas particulares se relacionan frecuentemente con la penetración de esos clones resistentes. En el clon ST131 de E. coli, que causa infecciones extraintestinales más frecuentemente que otros, se ha demostrado que la alta prevalencia de CTX-M-15 y su virulencia se deben a la expansión reciente de un subclón, el H30-Rx43,44.

Los antibióticos no solo matan a las bacterias sensibles y seleccionan a las resistentes, también influencian directamente los mecanismos de variación genética (mutación, recombinación, transposición, intercambio de genes). Promueven intercambios de genes entre bacterias incrementando e induciendo la transferencia de genes de resistencia o desreprimiendo la expresión de genes necesarios para la transferencia45. Concentraciones subinhibitorias de antibióticos pueden facilitar el proceso de resistencia a antibióticos, por ejemplo favoreciendo la transferencia y recombinación genética46,47. En respuesta al estrés producido por antibióticos como las fluoroquinolonas o los aminoglucósidos, el neumococo aumenta su capacidad natural de transformación, que incluye captación de genes de resistencia a antibióticos48.

La adquisición de resistencia por una bacteria generalmente se asocia a un coste biológico, o sea, tiene menor competitividad (fitness) que previamente49. Diferentes genes de resistencia proporcionan diferente coste en competitividad para la célula huésped. La magnitud del coste biológico determina la estabilidad y el potencial de revertir la resistencia. Resistencia de alto nivel a ciprofloxacino en Salmonella enterica se asocia a pérdida de competitividad, pero en ausencia de presión selectiva las bacterias pueden adquirir mutaciones que les permitan revertir a una menor resistencia a ciprofloxacino asociada a una mayor competitividad50 o a la misma resistencia sin coste biológico, por mutaciones adicionales que equilibran dicho coste (llamadas mutaciones compensatorias)49.

Los integrones capturan y expresan genes en forma de casetes circulares que se expresan con el mismo promotor. Son responsables de la asociación estable en la misma célula de varios determinantes de resistencia, cada uno confiriendo resistencia a una clase de antibióticos. Esto implica coselección, es decir, el uso de cualquier antibiótico al que lleve un gen de resistencia el integrón selecciona resistencia también para el resto de los antibióticos cuyos determinantes de resistencia van en él. La extensión de la resistencia puede ser mayor si el gen de la resistencia se asocia a otros determinantes genéticos eficientes (genes de virulencia, por ejemplo). Igualmente pueden participar en la coselección resistencias a otros compuestos no antibióticos, como metales pesados; se ha descrito, en SARM de origen porcino y humano, la asociación en los mismos plásmidos de genes de resistencia al menos a macrólidos, lincosamidas, estreptograminasB, tetraciclinas, cadmio y cobre51.

Se han encontrado genes de resistencia a antibióticos en fagos del 77% de muestras de heces humanas. Estos fagos podrían contribuir también a la diseminación de la resistencia en el intestino y fuera de él52.

Otros factores que contribuyen a la extensión

Los antibióticos actúan sobre las bacterias patógenas (causantes de la infección) pero también sobre las comensales, que son muy mayoritarias, seleccionando cepas resistentes y genes de resistencia. Por tanto, la selección es por el uso tanto apropiado como inapropiado.

Las bacterias no respetan fronteras y actualmente el mundo está hiperconectado (comercio de alimentos y animales, viajes de turismo, salud y negocios, emigración, refugiados, misioneros, militares en misiones en el exterior, cooperantes). Las cepas resistentes alcanzan cualquier lugar, por lo que el problema es global53,54. Se ha informado de una alta adquisición de enterobacterias portadoras de BLEE en viajeros a zonas con una elevada incidencia de estas bacterias, como es Asia55. La carbapenemasa NDM-1 es un paradigma de transmisión por viajes56. También tienen importancia en la diseminación los alimentos57,58. La prevalencia de E. coli productor de BLEE, principalmente de CTX-M, en muestras de carne de pollo pasó del 62 al 93% entre 2007 y 2010 en Sevilla59. Otra vía posible es la de los animales de compañía a humanos y viceversa, como se ha demostrado con un clon de E. coli productor de la beta-lactamasa CTX-M-1560, y también entre caballos, animales de compañía y humanos donde se ha diseminado eficazmente el clon ST15 de Klebsiella pneumoniae productor de CTX-M-1561. Los animales salvajes pueden actuar como reservorio y potencial fuente de diseminación. Se ha encontrado E. coli productor de BLEE en heces de zorros salvajes62, SARM-CA (mediado por el gen mecC) en pequeños mamíferos salvajes63 y Salmonella enterica productora de la carbapenemasa NDM-1 en pájaros salvajes64. La presencia de bacterias resistentes a los antibióticos en aves migratorias podría favorecer la diseminación de la resistencia a larga distancia65.

Las cepas portadoras de BLEE colonizan a personas sanas de todo el mundo pero no en la misma proporción; más en India que en Europa, por ejemplo25. Ello sugiere, junto a otros datos, que factores como la falta de agua potable, la pobreza y una densidad alta de población favorecen la extensión, como ocurre en las bacterias que causan enfermedades transmitidas por la vía fecal-oral.

Aunque no hay actualmente evidencia clara de relación entre resistencia a biocidas (triclosán y compuestos de amonio cuaternario, por ejemplo) y resistencia a antibióticos66, se ha encontrado recientemente una asociación significativa de sensibilidad reducida a un compuesto de amonio cuaternario y alto nivel de resistencia a aminoglucósidos en Enterococcus faecium de diversos orígenes (humano, animal y alimentario)67. Los biocidas están muy dispersos en el medio ambiente y podrían en el futuro tener relación con la resistencia a antibióticos, coseleccionando cepas resistentes a ambos, e incluso en el presente induciendo la sobreexpresión de bombas de expulsión de enterobacterias que confieren multirresistencia68.

El constante vertido al medio ambiente de antibióticos a través de aguas residuales supone un riesgo de selección de bacterias resistentes69 sobre todo en lugares como las depuradoras, donde en poco espacio hay bacterias ambientales, humanas y de animales. Las depuradoras se consideran unos sitios especialmente adecuados para la selección y posterior diseminación de bacterias resistentes y de genes de resistencia en el medio ambiente70-72. Se ha encontrado E.coli productor de BLEE en más del 50% de las muestras de aguas residuales en varias plantas depuradoras de Austria73.

La reciente descripción de que las bacterias resistentes se pueden seleccionar a concentraciones de antibiótico muy por debajo de las inhibitorias refuerza la idea de que dicha selección puede ocurrir en ambientes extrahospitalarios en los que las concentraciones de antibióticos no son muy altas74.

La aparición o introducción de bacterias resistentes en hábitats de gran consumo de antibióticos por persona, y al mismo tiempo con elevada densidad de población vulnerable, como hospitales en general, UCI de hospitales o incluso residencias de ancianos, donde además pueden darse otras condiciones (estado de los pacientes, higiene…), hace que potencialmente puedan extenderse con facilidad causando incluso brotes75,76.

El intestino humano y de los animales, donde hay una alta densidad bacteriana, es otro lugar especialmente adecuado para el intercambio de genes inter e intraespecies y de selección de bacterias resistentes por tratamientos antibióticos77.

El uso de concentraciones bajas de antibióticos en la dieta de animales se vio que se asociaba a una mayor ganancia de peso, por lo que los antibióticos se han usado de forma masiva como promotores del crecimiento de animales78, contribuyendo a la extensión de la resistencia. De hecho, en Estados Unidos se emplearon 3 millones de kilogramos de antibióticos en humanos en 2009 y 13 millones de kilogramos en animales en 2010, principalmente como promotores de crecimiento79.

Los antibióticos se emplean como profilácticos en acuicultura y agricultura, y algunos de ellos no son biodegradables. Han surgido bacterias resistentes a antibióticos en esos ambientes que han transferido sus genes a bacterias de animales y humanos80.

Otros factores de los humanos (edad, nutrición, estado inmune, antibióticos usados en variedad y cantidad…) también influyen en la dispersión81.

Podemos concluir que la presión selectiva de los antibióticos usados por el hombre (aunque no solo en el hombre, ya que estos constituyen bastante menos de la mitad) son la principal causa de la extensión de la resistencia a antibióticos, aunque, como previamente hemos visto, la relación es compleja.

Las posibles respuestas

La evolución de las bacterias es darwiniana: frente a los cambios (antibióticos en este caso), sobreviven las que mejor se adaptan. En las bacterias la adaptabilidad se debe a su plasticidad genética y su rápida replicación. El progreso de la resistencia bacteriana a los antibióticos es inevitable, pero se puede retrasar82. La resistencia puede ser reversible o casi cuando es rara; si es común, difícilmente; en un mundo globalizado es más difícil controlarla, se trata de una crisis global frente a la que no son suficientes medidas nacionales o locales.

Si la presión selectiva es la causa más importante de la extensión de la resistencia, sería deseable que fuese la menor posible, y esto se consigue con un menor y más adecuado uso de los antibióticos. El uso de antibióticos en humanos es frecuentemente excesivo e inadecuado. El uso inapropiado de antibióticos es uno de los factores que contribuye al problema de la resistencia; el adecuado también, pero el primero es potencialmente mejorable. En Estados Unidos, pese a las evidencias y guías de práctica clínica, un 71% de las bronquitis agudas en adultos se trataron con antibióticos entre 1996 y 2010, con un aumento significativo a lo largo de los años83. En atención primaria en España, donde se consume el 85-90% del total de antibióticos usados en humanos, es posible y deseable una menor prescripción, aunque en los últimos años ha disminuido cuantitativamente84.

Los programas de optimización del uso de antibióticos (PROA) tienen como objetivo optimizar los tratamientos antimicrobianos para alcanzar los objetivos clínicos minimizando los efectos indeseables, entre los que se incluye la selección de bacterias resistentes. Cisneros et al.85 han demostrado que la implantación de un PROA con metodología no restrictiva consigue una mejora significativa en las prescripciones y una reducción del consumo, siendo además muy aceptado por los médicos prescriptores.

En un estudio en 6 países europeos se ha comprobado que un programa educativo por Internet reduce significativamente la prescripción de antibióticos en infecciones respiratorias86, aunque habría que ver que es lo que ocurre a largo plazo. Otra intervención educativa, tradicional, no por Internet, produjo resultados parecidos en Noruega87.

La prescripción de antibióticos es un proceso complejo en el que los prescriptores tienen diferente grado de entrenamiento, de motivación, de carga de trabajo y de conocimiento. La gran variabilidad hospitalaria de uso de antibióticos entre países europeos se explica principalmente por aspectos culturales (ideas sobre la salud, por ejemplo), aspectos socioculturales (sociedades más jerarquizadas o más igualitarias, por ejemplo) y aspectos socioeconómicos, y sobre ellos hay que incidir para lograr cambios88. La consulta con un especialista de enfermedades infecciosas es muy útil89.

Existen países, India por ejemplo, donde se pueden obtener antibióticos sin receta en las farmacias o incluso en lugares distintos de las farmacias, algo que debería prohibirse a nivel mundial; la crisis es global.

El uso de dosis altas de amoxicilina (80-90mg/kg/día) durante 5 días disminuye significativamente el riesgo de colonización nasofaríngea por neumococos no sensibles a penicilina al compararlo con el uso de dosis estándar (40mg/kg/día) durante 10 días90. Se ha observado en niños que tratamientos con dosis bajas de beta-lactámicos orales (inferiores a las recomendadas), o que duraban más de 5 días, aumentaban significativamente el riesgo de ser portador de neumococos no sensibles a penicilina91. Por tanto, en algunos casos una estrategia sería usar tratamientos cortos y dosis óptimas. Como indicaba Paul Ehrlich hace ya un siglo, en el 17 Congreso internacional de Medicina, el mejor modo de tratar una infección es «hit fast and hit hard» [golpea rápido y duro]. Otra posibilidad es acortar la duración de los tratamientos, buscar regímenes óptimos más cortos. Dunbar et al.92 demostraron la eficacia de un tratamiento corto con dosis más altas de las habituales de levofloxacino (750mg/día) en neumonía adquirida en la comunidad, un porcentaje importante de las cuales se clasificaban en las clasesiii, iv y v de Fine. Esto abre la posibilidad de acortar el tratamiento usando antibióticos y dosis que eliminen en un primer momento gran parte de la carga bacteriana.

Actualmente no hay suficientes datos para recomendar de forma habitual el uso cíclico de antibióticos como una medida para prevenir o reducir la resistencia a antibióticos en un periodo prolongado de tiempo93. Pero sí de la diversificación de antibióticos94,95, aunque la evidencia clínica es escasa. La diversificación debe basarse en un análisis de los datos globales disponibles en cada momento sobre patología infecciosa, resistencia bacteriana y actividad de los antibióticos por parte de todos los especialistas interesados, cada uno aportando sus datos y opiniones.

Los médicos muchas veces prescriben antibióticos por falta de pruebas diagnósticas rápidas y fiables que descarten una infección bacteriana. Aunque los datos que lo avalan son escasos, las pruebas rápidas para detectar bacterias multirresistentes a antibióticos parecen útiles96. Existe una técnica que distingue de manera rápida infecciones respiratorias víricas basándose en la respuesta inmune humana, con una sensibilidad del 89% y una especificidad del 94% en un estudio preliminar97. Necesita una validación clínica profunda pero es prometedora para disminuir el uso de antibióticos. En atención primaria, donde es más importante utilizar pruebas que predigan la evolución de la infección que conocer el agente etiológico, se ha demostrado que una prueba rápida de proteínaC reactiva reduce significativamente la prescripción de antibióticos en infecciones respiratorias, donde más se usan, sin comprometer la evolución clínica de los pacientes98. La identificación rápida de bacterias por MALDI-TOF y el uso de un PROA mejoran significativamente el tiempo para una terapia óptima y eficaz99.

En animales, el uso de antibióticos en piensos para profilaxis de infecciones y como promotores de crecimiento, donde suelen alcanzar concentraciones subinhibitorias, debería en general prohibirse100 o gravarse con un impuesto101, lo que reduciría significativamente el consumo (ya que en peso es la parte más numerosa del total) y el número de bacterias resistentes y de genes de resistencia en el medio ambiente. En la Unión Europea están prohibidos, pero no así en otros países, Estados Unidos por ejemplo, y el problema es global. Tras la prohibición de su uso como promotores de crecimiento por la Unión Europea en 1997 se observó una disminución de enterococos resistentes a vancomicina tanto en humanos como en animales102,103.

En un estudio en el que encontraban E. coli productor de BLEE en aguas residuales antes de la depuración vieron que la cantidad que finalmente quedaba dependía del método empleado en el tratamiento de las aguas73, lo que significa que con los métodos actuales o mejorados podría reducirse mucho la carga bacteriana que sale al medio ambiente.

La monitorización de la resistencia a antibióticos es relevante a nivel local, nacional y supranacional104. En algunas zonas, Europa por ejemplo, se hace muy bien105, pero como el problema es global, la vigilancia debe globalizarse.

Un alto porcentaje de infecciones nosocomiales se transmiten por las manos del personal sanitario106. El lavado de manos tiene un efecto evidente en enfermedades transmitidas por vía fecal-oral107, y la mejora de la limpieza y de la desinfección del material y del ambiente de los hospitales, junto con la higiene de las manos, reducen la transmisión de bacterias106. En los hospitales es clave la aplicación meticulosa de las medidas para la prevención y control de la infección, particularmente la higiene de manos108, para impedir la diseminación. Es preferible actuar cuando hay pocas personas colonizadas/infectadas; cuando hay muchas es más difícil. La eficacia de las medidas clásicas para controlar la selección y extensión de la resistencia es inversamente proporcional a la densidad de penetración de bacterias resistentes en un ambiente dado. Por tanto, sin nuevos antibióticos, es imprescindible reforzar las estrategias de control de la transmisión109-111. Pueden ser medidas económicamente costosas, pero costaría más no tomarlas. También es importante la vigilancia de pacientes que vienen de otros países o de otros centros con sospecha de bacterias multirresistentes112.

Los antibióticos son una clase única de fármacos por su impacto en la sociedad. Sería necesario concienciar a esta de la amenaza que representa la resistencia a antibióticos con una visión social y ecológica (los antibióticos como bien preciado finito). Son necesarias campañas educativas desde distintos frentes (administración, sociedades científicas, médicos, farmacéuticos, etc.) que contribuyan a cambios de actitud de los ciudadanos ante el consumo de antibióticos y el problema de la resistencia, buscando el compromiso de la sociedad. Se han realizado campañas de educación de pacientes y población general113,114 cuyo efecto es difícil de evaluar pero que parece positivo115.

Otra posibilidad es buscar alternativas terapéuticas a los antibióticos o productos que los complementen. Las vacunas previenen infecciones y por tanto reducen tratamientos. El uso generalizado de vacunas conjugadas frente al neumococo ha disminuido el número de infecciones invasivas, así como, por los serotipos que llevan, de cepas resistentes116, por reducción de la colonización faríngea por serotipos resistentes y bloqueo de la transmisión de esos serotipos. Las futuras vacunas frente al gonococo117 ayudarán a mitigar el problema de la resistencia en esta especie.

La terapia por bacteriófagos118 es una vieja idea, con poca evidencia clínica de eficacia. Una aproximación novedosa consiste en usar endolisinas derivadas de bacteriófagos, solas o modificadas (artelisinas), que hidrolizan la pared de grampositivos (endolisinas) y gramnegativos (artelisinas)119. Otras posibilidades (defensinas, anticuerpos monoclonales, agentes que interfieren mecanismos de patogenia, inmunoestimulantes, terapias antivirulencia, probióticos) tienen que demostrar su eficacia clínica.

Sería interesante explorar las posibilidades de colaboración entre el sistema inmune y los antibióticos120, y sobre el papel de la microbiota comensal en el control y la erradicación de bacterias invasoras. El trasplante de microbiota fecal, usado en infección recurrente por Clostridium difficile121, puede adaptarse y ser una iniciativa a seguir.

Existen productos (eco-evo drugs), muchos de ellos en desarrollo, que podrían contrarrestar la penetración, la promiscuidad, la persistencia y la plasticidad de los clones eficaces que se están expandiendo rápidamente, de los elementos genéticos móviles y de los genes de resistencia122.

Para ver otras nuevas intervenciones y su estado actual, consultar la tabla que aparece en Spellberg et al.79.

Ya que se están retrasando los nuevos antibióticos se podrían aprovechar mejor los disponibles, incluso los previamente abandonados o poco usados como la colistina, el cotrimoxazol y la fosfomicina, encontrándoles nuevos lugares en la terapéutica y optimizando su uso123,124.

Es necesaria una mayor inversión en investigación básica y aplicada y en innovación, existen muchos interrogantes a resolver, o sea, hace falta dinero. Como decía Napoleón Bonaparte, «para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero. Hay guerras más baratas, pero se suelen perder», aunque esto no es una guerra; si la enfocamos como tal tendríamos las de perder.

Lo anteriormente expuesto es una parte de la solución, útil sin duda para retrasar el avance del problema, pero la parte más importante es el desarrollo continuo de nuevos antibióticos, mejor con nuevos mecanismos de acción79,108,125-129, estimulando la investigación y el desarrollo por parte de la industria farmacéutica, incluso con nuevos modelos de negocio, con financiación pública y privada como es la Innovative Medicines Initiative (IME)130. Los productos naturales con utilidad antibacteriana no se han acabado, como lo demuestra el reciente descubrimiento de un producto fúngico, aspergilomarasminaA, potente inhibidor de algunas carbapenemasas131.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Agradecimientos

A los Dres. José Miguel Cisneros, José Luis Martínez y Jesús Oteo, por la revisión crítica de este manuscrito.

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Basado en la ponencia del mismo título expuesta en Santander, en un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, el 24 de julio de 2014.

Copyright © 2014. Elsevier España, S.L.U. y Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica
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