Introducción
El ejercicio de la medicina ha estado ligado históricamente a los varones y es desde su perspectiva desde la que se ha creado el conjunto de conocimientos que constituye el saber médico. El acceso de las mujeres a los estudios de Medicina y al ejercicio de la profesión se produjo paralelamente a su incorporación al mundo laboral a finales del siglo xix y, desde entonces, su presencia ha ido aumentado progresivamente. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2003 existían en España 190.665 médicos colegiados, de los cuales casi el 40% eran mujeres, aunque el porcentaje llegaba al 56% si se consideraban únicamente los menores de 45 años. En el caso de farmacéuticos y diplomados en Enfermería, el porcentaje de mujeres era del 68 y 81,6%, respectivamente, y su predominio sobre los hombres se manifestaba en todas las edades1. A pesar de la incorporación de la mujer al ejercicio profesional y a su creciente presencia en los ámbitos académico y científico, diversos factores educacionales, culturales y sociales contribuyen a que su representación sea baja en determinados estamentos, sobre todo los relacionados con cargos de alta jerarquía y responsabilidad, y de que llegue a hablarse incluso de discriminación de la mujer2,3.
En este contexto, los estudios de género constituyen un tema de gran importancia en la sociedad actual, que considera que la igualdad entre sexos es uno de sus principios básicos. La ciencia y la medicina no son ajenas a estas corrientes, de manera que existe una creciente preocupación en los países avanzados por la integración plena de la mujer en las actividades científicas, tanto por motivos éticos de equidad como porque de no hacerlo, se estaría perdiendo el importante potencial científico que representan. Sin embargo, la evaluación de la situación de la mujer se encuentra con la dificultad que supone la ausencia de datos fiables, accesibles, armonizados y desglosados por sexo y niveles profesionales.
Una forma de conocer la participación de la mujer en las actividades científicas es mediante la realización de estudios bibliométricos desagregados por sexo4-6. Este trabajo tiene como objetivo identificar desde la perspectiva de género las características bibliométricas de los artículos publicados en la revista Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (EIMC) durante el quinquenio 2001-2005.
Métodos
Se ha utilizado la base de datos Science Citation Index Expanded de la plataforma Web of Knowledge, producida por ISI-Thomson. Esta base de datos ha permitido descargar todos los registros correspondientes a EIMC durante el quinquenio 2001-2005. Respecto a la tipología documental, no ha habido ningún tipo de restricción, y se han seleccionado tanto artículos originales como editoriales, cartas, revisiones y otros (que agrupa biografías y correcciones). La información obtenida de los registros bibliográficos seleccionados ha sido introducida en una base de datos relacional diseñada ad hoc para la realización del estudio, utilizando el software de desarrollo propio Bibliométricos, que permite confeccionar bases de datos en Microsoft Access a partir de la información de los registros bibliográficos de bases de datos.
Para identificar el nombre de los autores y subsanar el problema de la falta de normalización de los mismos e instituciones, se trabajó directamente con todos y cada uno de los números correspondientes a la revista, donde se recogen generalmente los nombres completos de los autores y las adscripciones institucionales de los mismos. En relación con los autores se creó un campo específico para hacer constar en la base de datos el sexo, unificando las diferentes variantes por las que era identificado un mismo autor. Las deficiencias más frecuentes eran el que un mismo autor se consigne con un único apellido o con dos, con una inicial de nombre o las dos en el caso de los nombres compuestos, o subsanando errores de los indizadores, al considerar el primer apellido de los autores como parte del nombre del mismo. Respecto a las instituciones, se han unificado las diferentes variantes a la denominación oficial recogida en el Catálogo Nacional de Hospitales 2006 del Ministerio de Sanidad y Consumo o, en su defecto, en la página web de las mismas. Es importante destacar en este caso que en numerosos registros bibliográficos se recogían dentro de una única adscripción institucional de los autores firmantes dos o más instituciones, por ejemplo, en el caso de institutos, hospitales universitarios o agencias de salud vinculadas a universidades. En estos casos, para no perder información sobre la institución consignada en segundo lugar y que su productividad científica quedase infravalorada en el estudio, se procedió a diferenciar estas firmas, consignando para cada registro bibliográfico tantas firmas como macroinstituciones era factible individualizar.
Los indicadores y medidas calculados para determinar la existencia de diferencias según el sexo han sido: distribución de hombres y mujeres en relación con los años de publicación de los trabajos (según el número de autores y número de firmas); distribución por sexos en relación con la tipología documental de los trabajos; por niveles de productividad; según el orden de firma en los trabajos; diferencias de sexo según el número de colaboradores e índice de firmas/trabajo y número de autores y de firmas de hombres y mujeres en los ámbitos institucional y geográfico, analizando en estos dos últimos casos la distribución de instituciones y de regiones geográficas de forma agrupada por cuartiles, a fin de determinar la existencia de diferencias significativas entre las mismas en función de los diferentes umbrales de productividad. Se utilizó la t de Student para la comparación de medias entre hombres y mujeres en cuanto al número de trabajos publicados y el de colaboradores. El nivel de significación estadística se estableció en una p < 0,05. Finalmente se determinó la distribución de hombres y mujeres en función de las especialidades de los trabajos (enfermedades infecciosas, microbiología y otras), identificadas a partir de las firmas institucionales de los mismos.
Resultados
Se han analizado de forma desagregada por sexos las autorías de 771 trabajos publicados en Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica a lo largo del período 2001-2005.
Se ha identificado el sexo de 2.163 autores distintos que han publicado al menos un trabajo en la revista (tabla 1), de los cuales, 1.220 (56,40%) son hombres y 943 (43,60%) mujeres; no se ha podido identificar el sexo del autor firmante en 25 casos. Estos autores son responsables de 3.413 firmas, de las cuales 2.079 (60,91%) corresponden a hombres y 1.334 (39,09%) a mujeres. En la evolución diacrónica por años del número de autores distintos que han publicado al menos un trabajo, se percibe un aumento, aunque moderado, en el número de mujeres, que han pasado de ser el 38,45% en 2001 al 42,92% en 2005. En relación con el número de firmas, las mujeres han pasado del 38,70% en 2001 al 40,68% en 2005 (tabla 1).
En cuanto a la tipología documental de los trabajos (tabla 2), la mayor participación de mujeres tiene lugar en los artículos originales (42,32% de las firmas), y es sensiblemente inferior en el resto de tipologías documentales. En la figura 1 se recoge la relación entre hombres y mujeres en relación con las diferentes tipologías documentales.
Figura 1. Distribución porcentual del número de hombres y mujeres en relación con las diferentes tipologías documentales (porcentaje del número de autores).
La distribución desagregada por sexos en función de los diferentes niveles de productividad de los autores (fig. 2) muestra que, a medida que aumenta el número de trabajos publicados, se reduce el número de mujeres. Así por ejemplo, el 45,19% de los autores que han publicado únicamente un trabajo son mujeres, cifra que se reduce al 38,30% en el caso de los autores que han publicado cuatro trabajos y al 22,22% de mujeres entre los autores con ocho trabajos, y no existe ya ninguna mujer entre los grandes productores (aquellos autores con 10 o más trabajos). Se observaron diferencias estadísticamente significativas por sexo en cuanto al número de trabajos publicados (t = 5.178; gl = 2004.113; p < 0,001), más por parte de los hombres que de las mujeres.
Figura 2. Distribución porcentual de hombres y mujeres en relación con la productividad de los autores (porcentaje del número de autores).
La distribución de mujeres en relación con el orden de la firma en los trabajos (tabla 3) revela que, pese a que las mujeres son responsables del 39,09% de las firmas, únicamente ocupan la primera posición en el 35,81% de ellos.
En relación con la participación de hombres y mujeres en el conjunto de trabajos considerando todas las tipologías documentales (tabla 4), los hombres han intervenido en 730 trabajos (el 94,68% de éstos), mientras las mujeres han participado, en solitario o en compañía de hombres, en 575 trabajos (es decir, en el 74,58% de éstos). En los trabajos en los que intervienen mujeres se aprecia una mayor tasa de colaboración, ya que, considerando todas las tipologías documentales, el índice de firmas/trabajo se sitúa en 5,11 en estos trabajos frente a un índice de firmas/trabajo de 4,51 en aquellos en los cuales intervienen hombres. Se observaron diferencias estadísticamente significativas por sexo en cuanto al número de colaboradores (t = 3.496; gl = 1.303; p < 0,001). Aunque esta diferencia se reduce al considerar únicamente los artículos originales de investigación, continúa siendo superior la tasa de colaboración de los trabajos en los que intervienen mujeres, situándose el índice de firmas/trabajo en un 5,63 frente a un 5,28 en el caso de los trabajos en los que intervienen hombres (tabla 4).
En relación con la participación de hombres y mujeres en el ámbito institucional (tabla 5), en las dos instituciones más productivas, el número de mujeres se sitúa por encima de la media total de mujeres en el conjunto de trabajos estudiados: el Instituto de Salud Carlos III (46,59%) y el Centro Nacional de Microbiología (58,82%). Otras dos instituciones situadas por encima del segundo cuartil de la distribución tienen un número de mujeres superior a la media total de mujeres en el conjunto de trabajos: el Hospital Universitario Son Dureta, de Palma de Mallorca (48,72%) y el Hospital del Mar, de Barcelona (45,12%). El porcentaje de mujeres en el resto de instituciones situadas por encima del segundo cuartil de la distribución oscila entre el 22 y el 41%. En relación con el número de firmas, se constata que entre las instituciones de más elevada productividad no existe una correspondencia entre el porcentaje de autoras (número de mujeres con independencia del número de trabajos que hayan firmado) y el porcentaje de firmas (tabla 5), ya que en todas las instituciones situadas por encima del segundo cuartil, el porcentaje de firmas de mujeres se reduce sensiblemente (entre 1 y el 9%) respecto al porcentaje de mujeres en esas instituciones. En cambio, en ocho de las 20 instituciones situadas por debajo del segundo cuartil, es más elevado el porcentaje de firmas de mujeres en relación con el porcentaje de autoras existentes en esas instituciones. En la tabla 5 se recogen todos los valores y porcentajes de autores y de firmas desagregados por sexos, para todas las instituciones que han publicado 10 o más trabajos.
La distribución geográfica de la participación de hombres y mujeres por comunidades autónomas (tabla 6) muestra que entre las comunidades de más elevada productividad (situadas por encima del primer cuartil de la distribución), la Comunidad de Madrid se sitúa en primer lugar en cuanto a número de mujeres (44,28%), y es la única comunidad con un número de mujeres por encima de la media de éstas en el conjunto de trabajos. A continuación, se sitúan la Comunidad Valenciana (39,75%) y Cataluña (37,03%). En el resto de comunidades existe una mayor diversidad, con comunidades donde existe una paridad entre hombres y mujeres (Islas Baleares y Aragón) y otras donde existe un acusado desequilibrio (como Extremadura y La Rioja). Cabe destacar, asimismo, el hecho de que en los 60 trabajos firmados por instituciones extranjeras, el porcentaje de mujeres se sitúa por encima de la media total de mujeres en el conjunto de trabajos objeto de estudio, con un 45,22%. Finalmente, al igual que ocurre en el aspecto institucional, se constata que en todas las comunidades de más elevada productividad (por encima del primer cuartil) no existe una correspondencia entre el porcentaje de autoras (número de mujeres con independencia del número de trabajos que hayan firmado) y el de firmas (tabla 6), ya que en todos los casos, el porcentaje de firmas de mujeres se reduce sensiblemente (entre el 3 y el 6%) con respecto al porcentaje de investigadoras en esas comunidades autónomas. En cambio, en seis de las comunidades con una productividad menor (aquellas situadas por debajo del primer cuartil de la distribución): Galicia, Navarra, Canarias, Aragón, Región de Murcia y Castilla-La Mancha, es más elevado el porcentaje de firmas de mujeres en relación con el porcentaje de autoras existentes en esas comunidades autónomas.
En el 64,1% de los trabajos (n = 494) participó al menos un departamento, unidad o servicio del área de la Microbiología, frente al 37,7% de trabajos (n = 291) del área de Enfermedades Infecciosas, habiendo participado en el 91,3% de los trabajos (n = 704) al menos una especialidad diferente a las citadas. El porcentaje de mujeres es superior en el área de Microbiología, con el 48,7% (n = 606) frente a tan sólo el 37,6% (n = 319) en el caso de las Enfermedades Infecciosas. En esta última área se percibe, asimismo, una notable reducción de la productividad de las mujeres en relación con el número de autores, ya que son responsables de tan sólo el 31,8% de las firmas (n = 578), frente al 46,5% de las firmas correspondientes a mujeres en el caso de la Microbiología (n = 1.116).
Discusión
La elección de EIMC en este trabajo se justifica tanto por el hecho de ser la publicación oficial de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, como por la bondad de algunos indicadores bibliométricos. Así, la revista, fundada en 1983 por García San Miguel y Fumarola Busquets7, cuenta con una pervivencia de 23 años y, de acuerdo con el trabajo de Ramos8, es la revista que más artículos publica sobre microbiología de autores españoles, triplicando los artículos publicados por la segunda revista más productiva, Journal of Clinical Microbiology, y quintuplicando los de la segunda revista española que más artículos publica sobre esta área temática, International Microbiology. Además, la revista dispone de factor de impacto (FI) publicado en Journal Citation Reports desde 2003, con un valor medio en los últimos tres años de 0,925 puntos9,10.
El análisis de las diferencias de género en las publicaciones derivadas de la actividad científica no es fácil, debido a que la mayor parte de las revistas no incluyen el nombre desarrollado de los autores de los artículos que publican, sino solamente sus iniciales. Sin embargo, EIMC constituye una excepción, pues, al igual que otras, como Revista Española de Cardiología, Medicina Clínica y Scientometrics, sigue la convención de indicar completamente el nombre de los autores en la cabecera de sus artículos, circunstancia que permite realizar estudios bibliométricos que identifican con precisión el sexo de sus autores. Por otra parte, el informe de la European Technology Assessment Network (ETAN), que presentó un estudio estadístico de la situación de las mujeres en la educación superior, los institutos de investigación y la industria, tanto a escala comunitaria como en los distintos Estados miembros, recomendó la inclusión de los nombres desarrollados en todo tipo de trabajo publicado para identificar claramente el sexo de sus autores3.
Aunque no se ha observado un incremento en el número de artículos publicados por la revista durante el quinquenio analizado, el aumento de la productividad científica encontrado por Ramos8 puede deberse a diversos factores, entre ellos, el aumento de las inversiones destinadas a I + D y a la mayor preparación de los investigadores gracias a los programas de promoción y formación de personal investigador. La presencia de las mujeres en la investigación biomédica ha aumentado en los últimos años en todos los países desarrollados y guarda relación con su participación en el ejercicio de la medicina2. La evolución del número de autoras en este trabajo presenta un crecimiento cercano al 1% anual (4,47 puntos porcentuales entre los dos años extremos del quinquenio), con lo que en el caso de que esta tendencia se mantuviera, dentro de 10 años se produciría la paridad. Las diferencias entre sexos en la productividad de los científicos ha atraído la atención de los sociólogos de la ciencia desde antiguo, que han denominado este fenómeno el "rompecabezas" de la productividad, pues no se cumple la hipótesis de que determinadas características del funcionamiento de la ciencia como sexo, raza, nacionalidad, clase o religión no influyen en la posición profesional y en los logros de hombres y mujeres11.
Los motivos por los que los hombres firman con mayor frecuencia determinados tipos de documentos, como editoriales, cartas y revisiones, no están claros, y solamente en el caso de los editoriales podría explicarse por el hecho de que suelen encargarse de su elaboración los editores y miembros del Comité Editorial, y ambos están constituidos fundamentalmente por hombres (el Comité Editorial de EIMC estaba formado, en diciembre de 2006, por 127 miembros, de los cuales 20 eran mujeres (15,7%); por otra parte, tanto el editor como los editores asociados eran también hombres).
La distribución desagregada por sexos en función de los diferentes grados de productividad muestra que, a medida que aumenta el número de trabajos publicados, se reduce el número de mujeres. Este fenómeno se ha denominado "efecto tijera", debido a la baja presencia de mujeres en posiciones jerárquicas altas, de manera que cuanto mayor es el rango académico o profesional (en este caso, cuanto mayor es la productividad científica o número de artículos publicados), menor es la presencia de las mujeres (segregación vertical)4,6,12-14. En el caso de la Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas, la situación es extrema, ya que no existe ninguna mujer entre los grandes productores, y en otros campos se observan situaciones parecidas. Por ejemplo, solamente el 10% de los responsables de grupos de investigación en ciencias de la salud son mujeres2. En el CSIC, de los tres niveles del cuerpo de investigadores, científico titular (el de entrada), investigador científico y profesor de investigación (equivalente a catedrático), sólo en el de científicas titulares hay un porcentaje de mujeres próximo a la paridad (38,6%), mientras que las profesoras de investigación sólo representan el 15,4% de todo el personal de este escalafón superior. Por otra parte, según el informe Mujeres Investigadoras del CSIC, elaborado por la Subdirección General de Recursos Humanos de esta entidad, el 74,8% de los directores de los Institutos de investigación son hombres, frente al 25,2% de mujeres15. Algo parecido ocurre en las universidades, donde la distribución por categoría docente de las mujeres en los puestos universitarios tiene una estructura piramidal, que se establece con una base ancha de estudiantes mujeres, y en el vértice superior, tan sólo, el 10% de catedráticas16.
Como se ha podido observar, existen diferencias en el orden de la firma, ya que en el 64% de los trabajos el primer firmante es un varón, y también predominan los varones entre los últimos firmantes (69%), que habitualmente son los responsables o directores de algunos grupos de investigación (seniors researchers)17. Los datos obtenidos confirman los resultados obtenidos en otros estudios en cuanto a las diferencias en el orden de las firmas: cuanto más baja es la categoría profesional, mayor tendencia a firmar como primer autor, mientras que la tendencia a firmar como último aumenta con la categoría jerárquica, tanto en hombres como en mujeres5.
También se han producido diferencias en cuanto a la participación de hombres y mujeres en el conjunto de trabajos publicados. Así, mientras que los hombres participan en el 94,7% de los trabajos, las mujeres sólo lo hacen en el 74,6%. Se han observado diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en cuanto al número de trabajos publicados y el número de colaboradores, ya que las mujeres muestran una menor productividad pero un mayor grado de colaboración, expresado en este caso mediante el número medio de firmas por trabajo, que también ha sido mayor en los trabajos en los que han intervenido mujeres. En algunas de las instituciones más productivas, el porcentaje de mujeres también ha sido superior al del conjunto de trabajos estudiados. La posible progresión de estas tendencias, así como el comportamiento en otras áreas de la medicina debería confirmarse dentro de unos años mediante un estudio comparativo.
Una de las limitaciones de este estudio es que el análisis se ha centrado en una única revista, si bien EIMC es la más representativa del área de la microbiología y de las enfermedades infecciosas. Por este motivo, sería interesante analizar por completo la producción española del área utilizando estrategias de búsqueda similares a las de otros trabajos8, así como determinar otras características bibliométricas, como una hipotética influencia del género en los trabajos españoles publicados en revistas extranjeras con factor de impacto18,19.
El desarrollo de la ciencia y de sus aplicaciones hasta los niveles más elevados precisa disponer de los mejores recursos humanos, tanto masculinos como femeninos. Para poder aprovechar el potencial investigador de las mujeres es necesario identificar y superar los factores que esconden su funcionamiento científico3. El análisis de determinados agentes señalados como causantes de la menor presencia de las mujeres en las posiciones profesionales, académicas o científicas de mayor jerarquía, como la motivación, las mayores responsabilidades familiares y domésticas y la discriminación en determinados ambientes2,13,20,21 requiere la realización de estudios sociológicos cualitativos basados en cuestionarios y entrevistas que escapan a los objetivos de este trabajo. Sin embargo, los estudios que analizan las diferencias en la productividad científica mediante indicadores bibliométricos desagregados por sexo constituyen uno de los pilares básicos para profundizar sobre la situación de la mujer en la ciencia y proporcionan una información objetiva imprescindible para establecer las bases de una política científica de promoción de la mujer investigadora.
Nota de los autores
A pesar de que el lenguaje de la medicina tiene numerosas connotaciones sexistas22 y desigualdades de trato basadas en estereotipos sociales de categorías profesionales clásicamente masculinas, en este trabajo se utiliza el género masculino del lenguaje en determinadas denominaciones por generalización, economía lingüística y convención. Por lo tanto, cuando se habla de "médicos colegiados", o de "grandes productores", lógicamente se está haciendo referencia a sujetos de ambos sexos indistintamente. De otra manera, se tendrían que utilizar continuamente expresiones tan farragosas y poco prácticas como "los médicos colegiados y las médicas colegiadas", "los grandes productores y las grandes productoras", etc.
Correspondencia: Dr. R. Aleixandre-Benavent.
Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación López Piñero.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Facultad de Medicina. Universidad de Valencia.
Avda. Blasco Ibáñez, 15. 46010 Valencia. España.
Correo electrónico: rafael.aleixandre@uv.es
Manuscrito recibido el 18-1-2007; aceptado el 7-3-2007.