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Vol. 50.
Páginas 87-88 (julio - diciembre 2015)
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María Teresa Matabuena, María Eugenia Ponce Alcocer y Jorge Enrique Salcedo Martínez S.J. (coords.), La restauración de la Compañía de Jesús en la América hispanolusitana. Una antología de las fuentes documentales, México, Universidad Iberoamericana, Pontificia Universidad Javeriana, 2014.
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Rubén Lozano Herrera
Departamento de Historia, Universidad Iberoamericana, México, D.F., México
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En los archivos radica una parte de las llamadas fuentes documentales; de ellos mana un caudal que toma diferentes derroteros. A los documentos que ahí se resguardan se les considera fuentes de primera mano, y con ellos se pueden hacer diferentes tareas, desde tomarlos como la voz del autor, o como un testimonio preciso e inmutable, hasta un elemento para someterlo a preguntas. La tarea va de acuerdo con la época en que viva el lector o investigador, y según los lugares desde donde hablan estos. Al decir de Marc Bloch, los investigadores entran en los archivos armados con sus instrumentos, y sobre todo rebosantes de preguntas.

A lo largo del tiempo, en diferentes repositorios, la Compañía de Jesús ha dejado un acervo rico y variado de documentos. Entre todo lo que se puede encontrar ahí, el asunto de la restauración de esta Orden en la América hispanolusitana ocupa un lugar importante. Así que, con motivo del bicentenario (1814-2014) de dicho acontecimiento, los coordinadores del volumen, por medio de 9 investigadores (entre quienes se encuentran los propios Matabuena, Ponce y Salcedo), entregan sendos capítulos para presentar una pequeña parte de lo que se ha escrito con respecto al tema.

Por supuesto, no es una recopilación exhaustiva ni representativa por completo. Para lograr tal propósito habrían sido necesarios varios volúmenes. No obstante, lo que se ofrece es una invitación para adentrarse en los vastos senderos de los repositorios que se encuentran en diversas partes del mundo. Hay documentos de la Península, Venezuela, Paraguay, México, Ecuador, Brasil, Colombia y Centroamérica. Por tratarse de una antología, cada capítulo está organizado con una introducción que sitúa lo significativo de los documentos, seguida por una selección vinculada con el tema.

En algunos capítulos únicamente se presenta un documento, y en otros hay más de una decena. Cada autor tuvo libertad para ofrecer una selección, con la mente puesta en ofrecer fuentes que ilustren el tema. Como lo dice Teresa Matabuena en la conclusión del volumen, «Uno de los elementos constantes a lo largo de los artículos es la gran variedad de fuentes y archivos utilizados para la elaboración de los textos. También destaca la tipología documental, en la que encontramos por igual documentos manuscritos que impresos, cartas, leyes y decretos, cédulas reales, memoriales, folletos, comunicados, así como fuentes hemerográficas y hasta expresiones personales de júbilo como versos y emblemas. Resaltan entre ellas las cartas, las solicitudes tanto de ciudadanos como de grupos para pedir la restauración de la Compañía por varios motivos; asimismo destaca la documentación de tipo legal como reales cédulas a favor de la Compañía y los decretos de extinción una vez lograda la restauración» (p. 332).

Sin duda alguna, después de leer la antología que nos ocupa, reconocemos el vínculo del archivo con la temporalidad. Se archiva para recordar y para comprobar. Es lo que motivó la profusa escritura de los jesuitas tanto al momento de la extinción de la Compañía como en la restauración y los consecuentes avatares por los que atravesaron hasta lograr su establecimiento en los diferentes países de la región. Martín M. Morales, autor del primer capítulo, escribió en otra parte: «Para la Compañía restaurada, en su creación de identidad y búsqueda de continuidad, la biblioteca tuvo un papel central. Rehacerse con parte de su patrimonio daba la ilusión de reapropiarse del espacio más sagrado y constitutivo»1.

Quizá por ello, en su Diario, el padre Luengo convoca a los historiadores del futuro: «Téngase en cuenta que nosotros no escribimos este diario para imprimirle en el día, ni aun para publicarle manuscrito, y darle, para que le lean, a todo género de personas, sino para que, conservado en secreto, sirva de aquí a un siglo, o medio, por lo menos, para formar una historia sincera de la presente persecución de la Compañía. Pues ¿qué inconveniente habrá en que, después de un siglo, se hable con claridad y sin lisonjas de los que al presente son, como hablan ahora las historias de los que fueron habrá ciento o doscientos años?». Así pues, al acercarnos a los documentos referentes a la restauración, los historiadores del siglo xxi llegamos con preguntas nuevas. Las palabras ahí contenidas no son inmutables ni unívocas; están fijas, pero a nosotros toca exprimirles otros significados. Acerquémonos a esta antología.

Referencia

1. Morales, M. (2012). La parábola de la Bibliotheca. Historia y Grafía, 38, pp. 81-82.

Copyright © 2015. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas
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