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Vol. 2013. Núm. 29.
Páginas 149-170 (mayo - agosto 2013)
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Vol. 2013. Núm. 29.
Páginas 149-170 (mayo - agosto 2013)
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La relación entre el tiempo largo y el tiempo corto. Un intento por revalorar a un pariente pobre de las Ciencias Sociales: la coyuntura*
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Erwin Rodríguez Díaz**
** Profesor deTiempo Completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.
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Resumen

En el presente artículo el autor ofrece una revisión sobre las características esenciales de uno de los elementos que forman parte del análisis político, a saber, la coyuntura. En palabras del mismo, la realidad social es una unidad de diferentes tiempos, y cuenta con sus propias particularidades, debido a que es diferencial, heterogénea, irregular y discontinua. En este escenario, el tiempo cronológico es determinado por la naturaleza, en una complicada ecuación donde el ser humano no ha intervenido y así se ha dado desde la antigüedad. El tiempo social ha sido determinado por el ser humano como protagonista activo y lo es de manera acumulativa.

Palabras clave:
coyuntura
historia
tiempo
Ciencias Sociales
realidad social
Abstract

The article offers a review of the essential features of one of the elements that are part of political analysis, namely the conjuncture. In author’s words, the social reality is a different time unit, and has its own particularities, because it is spread, heterogeneous, irregular and discontinuous. In this scenario, chronological time is determined by the nature, in a complicated equation where man has not intervened and so has been since ancient times. Additionally, social time, has been determined by human being, as it is an active protagonist and this happen in a cumulatively way.

Key words:
conjuncture
history
time
Social Sciences
social reality
Texto completo

Esto es solamente coyuntural.

Expresión, por supuesto despectiva, sobre el corto plazo.

Al final, todos estaremos muertos.

John Maynard Keynes

…los historiadores… han introducido la distinción entre la “duración larga” y la “corta” en los procesos históricos. La primera designa a los grandes ritmos que, a través de las modificaciones… imperceptibles… La segunda es el imperio de los acontecimientos…

Octavio Paz

Los hombres dedicados a relatar los sucesos de la vida humana, desde los chinos y los griegos, pasando por los cronistas mayas y los relatores cristianos del Medievo, hasta los historiadores franceses del siglo XIX, solían hablar de los tiempos claramente definidos de duraciones largas y cortas.1 Los primeros, para decirlo con Octavio Paz, son los grandes ritmos que incluyen a las evoluciones de largo alcance; los que tardan siglos o milenios en generar cambios en los seres humanos y que son, por lo general, imperceptibles.2 Estos procesos transforman lentamente las estructuras sociales y los ordenamientos —visibles u ocultos, pero esenciales— de la especie humana.3 Tal ha sido la trayectoria de los grandes imperios como el chino, el de la India, el de Egipto, el romano o el de los aztecas en el Valle de México sobre toda el área de Mesoamérica.4 También, pueden ser de cuenta larga los cambios de cantidad y de la composición étnica de la población en determinadas sociedades.5 De la misma manera, los avances agregados —graduales— de las ciencias;6 la transformación de los comportamientos entre las comunidades humanas; el deterioro del medio ambiente por el calentamiento climático, etcétera.7

Los segundos, los trazos de duración corta, son el dominio de lo inmediato y de manera general se les considera coyunturales.8 Son el espacio temporal de los imperios invadidos, de los emperadores asesinados, de los tiranos derribados, de los dictadores que toman el poder, de los profetas crucificados o de los ungidos que ordenan los fuegos purificadoras para los herejes. También forman el marco temporal adecuado para los diluvios y las plagas que se registran en la tradición oral o en los libros sagrados. Es el reino histórico de lo único, de lo irrepetible, de la novedad. Ahora bien, los tiempos cortos aparecen, deben aparecer, con el trasfondo del tiempo largo, con lo que aparentemente es inamovible. Sin embargo, esta percepción de inamovilidad no es totalmente exacta: finalmente, todo se mueve aun cuando el movimiento sea a ritmos diferentes.9

La coyuntura es un proceso de corto plazo, pero que tiene una unidad propia. Es un tiempo definible y que puede situarse en un lugar determinado, como en un corte transversal.10 La Revolución Cubana, para citar un ejemplo, tiene un espacio definitivo y un tiempo que podríamos llamar básico. Es el paso del régimen de Batista a la declaratoria de la revolución como socialista en Cuba y sus ampliaciones a otros países y continentes. Esta coyuntura revolucionaria tuvo su propia unidad, con una serie de elementos que sirvieron de eje al proceso. Fue una coyuntura para la revolución mundial y un referente que aún tiene cierta vigencia. El proceso se inicia con la formación de las primeras organizaciones rebeldes, militares o no, y aún continúa bajo distintas modalidades en otros puntos de la geografía mundial.11

Por supuesto, no debemos confundir el tiempo corto, la coyuntura, con el acontecimiento. Un acontecimiento puede ser algo sin relaciones cercanas con el proceso que se sigue.12 Un aerolito llegado a la tierra es un evento, es un acontecimiento y no se corresponde con una coyuntura, aun cuando pudiera generar situaciones muy importantes —hasta fatales— para todo el género humano. Un cerro que se desploma es un acontecimiento, lo mismo sucede con una ciudad que se inunda. Un evento natural es generalmente aleatorio, sin que intervenga la voluntad humana. Algún día, cuando la ciencia de los hombres haya evolucionado hacia formas distintas de energía, moveremos los asteroides, pero por ahora no. En el mismo orden, alguien puede decir que es posible inundar una ciudad o derrumbar un cerro, pero ésta es una acción humana planeada y no un hecho de la naturaleza.13

Hay eventos que puede detonar una coyuntura. Pero debe haber un escenario adecuado.14 El emperador Francisco José, del imperio Austro-Húngaro, fue ultimado en los Balcanes y se inició una guerra mundial hacia el año de 1914.15 Pero la guerra ya estaba prácticamente a la puerta y la muerte del emperador fue únicamente la gota que derramó el vaso.16 Seguramente en ese día hubo miles de asesinatos en otras latitudes del planeta y ninguno de ellos generó un efecto tan grande como una guerra de las dimensiones ya conocidas. Es apropiado decir que un acontecimiento puede generar una situación coyuntural siempre y cuando el protagonista o el objeto del mismo sea un individuo con determinado peso específico.17

Depende de quién sea el actor, en dónde esté y en qué circunstancias se den los acontecimientos. Volveremos más adelante sobre el peso específico de los sujetos u objetos humanos históricos.18

De vuelta a los tiempos, el asunto no es tan sencillo como lo parece, sobre todo si aceptamos que lo largo y lo corto de la duración son conceptos relativos.19 Tal es el caso de las dimensiones del tiempo y lo podemos demostrar con un ejemplo, aparentemente simple. Hace 20 mil millones de años se produjo la explosión que generó los primeros componentes del universo: se trata del Big Bang que es el inicio de los inicios. Si pensamos en ese tiempo y lo comparamos con los 20 o 30 mil años del homo sapiens sobre la tierra, el tiempo del hombre es realmente de corto plazo, un acontecimiento de duración limitada. Si equiparamos el tiempo del universo al de un año, comenzando a las 00 horas del 1 de enero, llegaríamos al 31 de diciembre y el ser humano aparecería en los últimos 3 segundos del último día. En ese orden, la vida del hombre sería una coyuntura en la historia larga del conjunto llamado universo. Esa reflexión —de Carl Sa-gan, por supuesto— nos hace pensar dos veces a la hora de referirnos a la coyuntura.20 Dejémoslo en que es un proceso, con sus elementos articulados, de corta duración, pero que puede generar cambios —o, a veces, evitarlos— de diversa profundidad y tiempo, en otras capas del proceso social.21

El problema pasa por un acuerdo —una suerte de transacción con lógica del conocimiento— más o menos honesto con la reglas de método y no se resuelve ni mucho menos. Falta examinar las interrelaciones entre el proceso, que es el tiempo largo, y la coyuntura que es el tiempo corto.22 En un acontecimiento imaginado, un asteroide del tamaño de la ciudad de México, que chocara con la tierra terminaría, teóricamente, con toda la vida en el planeta, al menos con la vida en la forma que hoy conocemos. Sería un acontecimiento, no una coyuntura, pero sería el final para todas las especies en la tierra. Pensemos también en una epidemia de influenza aviar, con virus mutados y adaptados al ser humano que terminara con la actual civilización en el planeta y, otra vez, sería un ejemplo de acontecimiento que acabará con todo el proceso vital: el ordenamiento en miles de años.23

Démosle vuelta al ejemplo: un asteroide lleva un millón de años viajando rumbo a la tierra. En las cercanías de Júpiter choca con otro asteroide que casualmente —bueno, debido a las leyes de la gravitación universal que aquí rigen— estaba por ahí y desvía al visitante lejos de la órbita terrestre. Aquí tenemos otro problema con el tiempo largo; es decir, con el proceso de miles de años de la gravitación universal y el acontecimiento del choque.24 Así hasta el infinito… otra vuelta, el largo tiempo también determina a las coyunturas: pensemos en el complicado proceso de la cultura islámica en Irán, con la milenaria espera de que regrese el Mahdí; para que encabece la guerra santa de los chiitas en contra de la cultura occidental. Esta espera, un complejo entramado cultural, fue interrumpida por una coyuntura: el ascenso del Sha Reza Pavlehvi, que durante tres décadas intentó de manera forzada una relativa modernización de Irán. Este tiempo coyuntural finalizó en la década de los setenta, con la llegada del ayatolá Jomeini al poder. Con este evento, el islám volvió a asentarse como una evolución político-cultural de largo tiempo.25

Lo mismo puede decirse de los gobiernos y de las instituciones democráticas cuando unos y otras tiene cimientos consistentes. Estas formas de gobierno y de vida no se alteran con la coyuntura de uno o varios dictadores ni por una larga temporada de gobiernos autocráticos. Sobre todo, cuando existe una cultura democrática con raíces profundas y estables.26 El ejemplo de Chile, cuya evolución dentro de un esquema democrático fue interrumpida por un golpe militar, puede servirnos para ilustrar el tema. Sobre todo, a partir de considerar que la democracia, como una forma de vida y de tradiciones políticas, tenía un camino largo en aquella nación sudamericana. La asonada castrense derrocó a un gobierno producto del voto popular; pero la opción de la mayor parte de los chilenos por la democracia se mantuvo, a pesar de todas las dificultades de corto y mediano plazos. La coyuntura militarizada tenía su propio esquema político integrado y se explicaba dentro de una concepción geopolítica llamada de seguridad hemisférica. Su base ideológica era como parte de la lucha contra el comunismo en el continente y en esa propuesta coincidían varios actores.27 Sin embargo, lo importante es que el gobierno militar tuvo una duración definida y un fin negociado para volver a la democracia con el consenso —a veces forzado, pero consenso al fin y al cabo— de los diversos actores de la vida política en el país.28

Las dimensiones de la realidad social

La realidad social, como ya se ha enunciado, debe ser pensada como una totalidad compleja, volátil y permanente a la vez.29 Es decir, de corto y de largo plazos combinados. Esta totalidad, para ser conocida debe ser desarmada, porque uno de los mecanismos más importante del conocimiento es la descomposición del todo, pero sin perder de vista al conjunto.30 La descomposición es un paso y, al final, se debe volver a armar la madeja en una unidad interpretativa. Por ese motivo, es importante tomar en cuenta la existencia de tres dimensiones: la del espesor o de las capas que presenta a la realidad, al tiempo y al espacio. Intentemos esquematizar este planteamiento.

Dimensiones y niveles de análisis

En el trabajo de entender la realidad social, a partir de los tiempos históricos y cronológicos, se observan tres dimensiones y tres niveles.31 Veámoslo a grandes rasgos, para situar el concepto de coyuntura.

Espesores o capas  Dimensión Temporal  Dimensión espacial 
Nivel de superficie  Tiempo corto  Local 
Nivel medio  Tiempo medio  Regional 
Nivel profundo  Tiempo largo  Macro Regional 

En el Nivel Profundo, en el largo plazo, es posible establecer algunas leyes o principios científicos básicos.32 Es posible alcanzar un nivel mayor de abstracción para pensar el fenómeno humano-social como algo racionalizable o, por lo menos, susceptible de mayores explicaciones. En el nivel superficial, en lo local y de tiempo corto, los acontecimientos que pueden ser aleatorios no permiten hacer deducciones científicas sustentables. Si se recurre a un ejemplo: el Cristianismo es un complicado enmadejamiento cultural —surgido y evolucionado en un largo tiempo histórico— que algo nos dice de los seres humanos y de sus cambios a través del tiempo. No sucede así con las peripecias de San Pedro o los comportamientos de Herodes o de Pilatos. El Cristianismo es una historia y una cultura religiosa, en tanto que San Pedro negando a Cristo o sacando la espada para cortar una oreja al soldado romano es un evento, un suceso anecdótico que en nada altera el desarrollo posterior de los acontecimientos relacionados con cristianismo.33

El Largo Plazo se corresponde con lo estructural,34 en tanto que el corto plazo solamente se relaciona con la coyuntura: con lo que se ve o lo que parece, no con lo que es el final de cuentas.35 Para Nicos Poulantzas, la coyuntura es lo de hoy, es el ahora y el aquí. Es decir, el escenario o el tiempo visible y localizable para la acción revolucionaria. Por supuesto, para Poulantzas, la lucha de clases consciente, de explotadores contra explotados en el modo de producción capitalista es lo permanente e histórico. Así, una acción específica, concreta y momentánea, dentro de esa lucha de clases es lo coyuntural.36 Por ejemplo, en el enfrentamiento histórico de las clases sociales enumeradas por el marxismo, una revuelta local de explotados, en un tiempo y un lugar determinados, sería una coyuntura claramente revolucionaria. Es decir, de sujetos bien definidos, en un tiempo determinado que, a su vez, se inscribe en la historia mayor.37 Ahora bien, la coyuntura o el incidente pueden afectar el largo plazo. Volvamos a utilizar el ejemplo del asteroide, que sería un acontecimiento, como ya se dijo, capaz de terminar con toda la vida en el planeta tierra. Algo distinto pasaría —ahora en el plano de la sociedad— con una acción blaquista —o de putch— con un asalto al poder por parte de los trabajadores, que históricamente constituiría una coyuntura con implicaciones, en diferente sentido, de mediano y largo plazos sobre la evolución histórica de la clase social en cuestión.38

La dimensión Espesor

La realidad social se presenta como una superposición de capas que van desde la más visibles: la superficie, hasta las más ocultas y profundas: el fondo. El problema es que la observación de las capas superficiales no nos conduce a entender la profundidad y, por eso mismo, se requiere del conocimiento, cuya función es traspasar lo inmediato para llegar a lo no visible. Integrar lo visible con lo oculto: la superficie con la profundidad. Es decir, relacionar el tiempo corto y el espacio reducido con el largo plazo y el fenómeno en toda su amplitud y profundidad. Por ejemplo, el preguntarse qué pasaba con el Cristianismo en Occidente en el momento en que los turcos toman militarmente la ciudad de Constantinopla. Vale recordar que con la derrota del papado se inicia la Edad Moderna.39

En este caso, el proceso de largo plazo —al que los marxistas llamarían superestructura!, pero durable— es el del cristianismo. Lleva en el momento de la caída de Constantinopla casi 1200 años, y el corto plazo sería la crisis militar del mundo cristiano ante el islám. Podríamos decir que lo coyuntural es la crisis, una de tantas, del movimiento cristiano y el acontecimiento —esta vez muy esperado— de la derrota militar solamente es un punto de referencia.40 Podía haber sido la batalla de Constantinopla, o de otro centro vital para la cristiandad; pero el resultado hubiese sido el mismo. El fin de una época para la civilización mundial.41

La coyuntura también es la convergencia de diferentes hechos, determinados protagonistas y circunstancias más o menos identificables.42 Si seguimos con la línea de los ejemplos, podemos citar el caso de la Independencia de México. En el tiempo largo, hay una crisis del modelo colonial que explica las reformas borbónicas, como un intento de recuperar el control, en distintos planos, en el territorio de la Nueva España. Hay también otros factores de impacto profundo: la Revolución Francesa, con la crisis temporal del absolutismo, que influye en el pensamiento de los sectores cultos, que a veces eran los dueños de las riquezas y los poderes. La independencia de los Estados Unidos, que también cuestiona al absolutismo y sienta las bases de un gobierno del pueblo. La Constitución de Cádiz, que genera un fuerte malestar entre los novohispanos conservadores. La invasión francesa a España y la formación de sectores criollos que se sentían relegados en la Nueva España. Tal es el conjunto de condiciones que permitieron el acontecimiento de El Grito de Independencia o los de la guerra contra España.43 Como puede observarse, la coyuntura y el evento conforman dos planos distintos, aunque relacionados con toda claridad.44 El ejemplo ha sido tratado de tal manera que haga claridad sobre el concepto de coyuntura y —por ahora— nada más. Volveremos a considerarlo más adelante.

Existe una corriente del pensamiento científico que trata de conocer lo visible: la superficie y ésta se conoce como el empirismo. El método empírico solamente cuenta los datos visibles, sin revisar los procesos de largo plazo.45 En el empirismo, lo que cuentan son los componentes que pueden cuantificarse, de ahí que algunos pensadores como C.W. Mills le denominarancuantismo y Sorokin cuantofrenia. Hacia los años sesenta del siglo XX, al recuperar prestigio el marxismo, los empiristas fueron considerados una suerte de sociólogos del género chico, con un esquema de análisis más apropiado para las tareas de mercadeo que para examinar los fenómenos sociales. Los empiristas, por su parte, argumentaban que los datos, los nú-meros, pueden servir para confirmar hipótesis relacionadas con el fondo de los asuntos sociales o políticos.46

Ahora bien, el método empirista, o cuantista, de análisis ha sido relacionado con lo coyuntural; con la superficie —incluso con lo superficial, lo fatuo— y el corto plazo.47 Saber, por ejemplo, cuántos abortos hay en el país, no explica las raíces culturales de este asunto aun cuando pudiera servir como un argumento para sostener determinadas posiciones políticas al respecto. Saber cuántas ovejas negras hay en un corral de Irlanda, no explicaría las bases de la genética, cuyas evoluciones han durado millones de años en todo el planeta.48

Otra corriente es el esencialismo, que no se conforma con conocer la superficie ni siquiera la profundidad: debe llegar a la realidad de lo profundo y explicarla en sus esencias. Ahora bien, para conocer la realidad social es necesario integrar lo que se ve con lo invisible, porque lo superficial también condiciona la visión de los seres humanos y esta visión regula, por lo general, los comportamientos. Este esencialismo se relaciona mejor con la idea de sintetizar al tiempo largo de la estructura, de la profundidad no visible, con el tiempo corto de la coyuntura, el de la superficie más próxima y visible.49 El esencialismo sostiene que tanto el fondo como la superficie son esenciales. Son, en última instancia, partes con pesos equivalentes, porque en uno y otro caso hay esencia.

Dicho de otra manera, el tiempo largo es la suma de tiempos de diferentes dimensiones; lo profundo está hecho desde la superficie, se mide desde ahí, y la lejanía está hecha de cercanías continuas.50 Esto es, hay una gradualidad en todos los fenómenos de la naturaleza y de los seres humanos. El esencialismo va a la profundidad, pero ésta se convertiría en una nueva prisión teológica, que no permitiera ver lo inmediato. Es como un bosque que no deja ver los árboles —que normalmente es lo visible, lo cercano. En el caso del marxismo, la historia, como un nuevo absoluto, no dejaría ningún resquicio para ver el presente o el futuro. Esta reflexión, desde el esencialismo, propició la tesis de la coyuntura en el marxismo.51

La dimensión temporal de los fenómenos sociales

La realidad social es una unidad de diferentes tiempos sociales. Los hay de corto y mediano plazos, en tanto que otros sólo adquieren sentido a la larga.52 El tiempo cronológico es lineal, continuo y homogéneo y se puede medir en unidades conocidas: el calendario y el reloj. En el tiempo social tales recursos de medición no serían suficientes ya que esta temporalidad es diferencial, heterogénea, irregular y discontinua. El tiempo social suele dilatarse, alargarse, y en el sentido opuesto condensarse. A veces parece que no pasa nada y a veces la sociedad sufre repentinos aceleramientos. La segunda posibilidad es la coyuntura. Ciertamente, la coyuntura como tiempo corto se halla aprisionada por el tiempo largo.53 Esto es, no puede haber coyuntura social separada del proceso social de largo plazo.54

El tiempo cronológico es determinado por la naturaleza, en esa complicada ecuación del tiempo. El ser humano no ha intervenido y así se han dado los tiempos de la geología. Se han dado las eras previas a la aparición de las especies en general y de la humana en particular. Por el contrario, en el tiempo social, el ser humano es el protagonista activo y lo es de manera acumulativa.55 Fueron los seres humanos los que establecieron el tiempo del esclavismo, del capitalismo o la revolución industrial. Los grandes descubrimientos geográficos son otro ejemplo de lo que es el ser humano como actor, como definidor o como objeto de la historia. En la coyuntura podría haber una conjugación de fenómenos naturales con humanos. Otra vez puede usarse el ejemplo de un acontecimiento natural que detone una nueva realidad humana.56 Volvamos a la coyuntura política.

Un ejemplo: la transición hacia la democracia en el mundo occidental, tras el derrumbe del llamado “socialismo realmente existente”, cuyo momento cimero es la caída del muro de Berlín en 1990. Ahora bien, el llamado socialismo real comenzó a colapsarse prácticamente desde su aparición en la Rusia zarista. Por diversas razones, la economía del nuevo esquema económico no funcionó como se esperaba y llevó a los dirigentes revolucionarios a dar marcha atrás en repetidas ocasiones. Fue hasta los tiempos del stalinismo cuando la economía se consolidó a base de un esquema dictatorial que costó millones de muertos por hambre o en los campos de concentración. Esta realidad contrastaba con los sueños del marxismo —que suponían las ventajas del trabajo colectivo, la propiedad social y la planificación económica sobre el mercado— y, de una u otra manera, dejaba ver la fragilidad del sistema económico lejos de la apropiación privada de los productos del trabajo.57

La economía soviética nunca pudo hacer frente a las demandas inmediatas de su población y terminó como un modelo social impuesto por la fuerza, que también implicaba un alto costo por las ampliaciones militaristas, y sin ninguna opción socio-económica viable para los ciudadanos. En este caso, una nueva coyuntura, la guerra mundial de los años 1939-1945 fue un factor que retrasó el colapso porque reanimó al nacionalismo ruso y éste se convirtió en el principal elemento legitimador; sin embargo, ese retraso solamente fue parcial. Con el problema económico también se fortalecieron las nacionalidades y surgió o resurgió el factor religioso que no estaba previsto. La apreciación es la misma: se conjugan diversos elementos para la coyuntura.58

Ahora bien, aquí vemos otra vez una diferencia entre el tiempo cronológico y el tiempo histórico. Para algunos pensadores, la caída del socialismo real en los noventa del siglo XX, marca en realidad los inicios del siglo XXI; como el tiempo de las revoluciones, mexicana y soviética, de los años 1910-1917 respectivamente, marcó el comienzo del siglo XX. Antes, la Revolución Francesa marcó el inicio histórico del siglo XIX, que fue el tiempo de las revoluciones políticas en distintos puntos del planeta. Estas diferencias entre el tiempo cronológico y el social son importantes a la hora de examinar los acontecimientos coyunturales.59

En esta percepción del tiempo hay, por lo menos, tres modalidades: el tiempo cíclico, en donde los fenómenos se repiten con alguna regularidad. Por ejemplo, las acciones recurrentes como la preparación de la tierra, los aprovisionamientos para el invierno, etcétera. En segundo lugar, tenemos el tiempo lineal predominante en la modernidad, en donde el pasado, el presente y el futuro se encuentran claramente diferenciados. Es el paso de un tiempo a otro y el abandono definitivo del punto de partida. Esta es la percepción en las sociedades modernas y se relaciona siempre con la noción del progreso. Este tiempo, el que se relaciona con los cambios previstos. Con la cultura del desecho. Esto es, cuando se da por supuesto el hecho de que este tiempo solamente ese explica porque es el paso hacia el futuro, mismo que, a su vez, es solamente una etapa del post futuro. Es el tiempo del kleenex, las computadoras “de punta” y los autos “último modelo”. Finalmente tenemos el tiempo en espiral, mismo que reúne elementos de la percepción cíclica y la lineal. En este caso, el tiempo transcurre y parece alejarse: pero regresa de vez en cuando o se acerca.60

Es decir, el tiempo es plural y es necesario situarnos en esta pluralidad a la hora de examinar los fenómenos inherentes a los seres humanos. En ese orden de ideas, tenemos a Fernad Braudel, el historiador que distingue tres temporalidades: el tiempo inmediato o del acontecimiento; el tiempo medio o coyuntura, el cual se ha sugerido como de una decena de años a un cuarto de siglo y, para cerrar, el tiempo largo o de larga duración, que se refiere a las civilizaciones. El tiempo corto es de ritmos breves y concentrados, en tanto que el de larga duración es de ritmo largo y dilatado.61 Empero, a pesar de todo y, como ya se ha insistido, existen vínculos directos entre unos tiempos y otros. Por lo general, los procesos de larga duración, las evoluciones estructurales, permiten explicar el sentido de los movimientos cortos o medios. El tiempo corto y las coyunturas, a su vez, influyen sobre el tiempo largo, a la manera de la gota de agua que va, poco a poco horadando la roca.62

El problema de la apreciación de Braudel es que las situaciones de tiempo corto pierden importancia. Aun cuando se relacionen con el tiempo largo, al final será la larga duración la que predomine. Así, el tiempo corto, el acontecimiento o la coyuntura, solamente tendrá validez en la medida en que se relacione con la larga duración.63 Aun cuando hubiese un elemento razonable en esas apreciaciones, lo cierto es que caeríamos en un historicismo que resta importancia a los acontecimientos, mismos que, queramos o no, están ahí y son factores que impactan al conjunto de la realidad social. Para evitar este historicismo extremo, se requiere considerar los distintos tiempos y enfatizar en las determinaciones mutuas, en las influencias recíprocas. Una apreciación razonable del proceso social deberá evitar el determinismo historicista, o sea, la determinación del largo plazo y también permanecer en relaciones muy cuidadosas con los simples hechos históricos.64 Ni historicismo ni empirismo.

Vuelta a la dimensión espacial

Recordamos siempre lo que acaba de suceder con mayor nitidez que lo acontecido hace mucho tiempo. Es decir, como también ya se ha reiterado, la coyuntura es relativa al tiempo corto. Ahora bien, es necesario ahondar un poco en lo relativo a la dimensión espacial y, en este caso, la coyuntura es un factor-fenómeno social que se relaciona generalmente con lo espacial inmediato. Se relaciona con lo cercano y con los espacios de dimensiones relativamente menores. Como en la dimensión temporal, en el espacio también se relaciona lo lejano con lo distante. Una coyuntura local, de corto plazo, puede impactar el largo plazo y la distancia. La Revolución Francesa tuvo impactos en el corto plazo, en el largo, en las regiones cercanas y en las lejanas.65

En realidad, hay de coyunturas a coyunturas. En este sentido, podemos recurrir a los ejemplos para una mayor claridad en la idea. Una crisis económica en Haití es, ciertamente, una coyuntura. Sin embargo, esta coyuntura es intrascendente a no ser para los acreedores o los vecinos más próximos. Ahora bien, no sucede lo mismo si la crisis se da en un espacio tan reducido como Wall Street. En estos años, precisamente, hay una coyuntura —aparentemente no tan grave— en la economía norteamericana y en varios puntos del planeta hay serios problemas. La crisis de Grecia impacta a toda la comunidad europea y hay problemas en toda la región, pero es mucho más impactante cualquier dificultad en la economía de Estados Unidos.66 Si hubiéramos de usar una figura literaria mexicana: hay muertos que no hacen ruido, aun cuando sea más grande su dolor.67

Esto es, las dimensiones del espacio en que se da la coyuntura, tampoco determinan su importancia.68 Ya citamos el ejemplo de Wall Street, pero podemos enunciar un punto distinto y de tamaño mayor. Un acontecimiento en Mongolia sería menos impactante para el mundo que uno en Londres. Una revuelta en algún punto del Medio Oriente puede ser de mayor importancia que una en Birmania o Brasil. De esta manera, una coyuntura importante impacta un espacio más amplio y, elemental, una coyuntura importante impacta mayores dimensiones o espacios de mayor importancia. Lo dicho, hay de coyunturas a coyunturas. Son importantes los actores y sus circunstancias: si un hombre cristiano se decide por la violencia en Puerto Rico, tendrá menos consecuencias que si un chiita se decide por la violencia en Afganistán.

Algo más sobre la coyuntura

Existe un tiempo corto que se diferencia de los demás tiempos. Es la coyuntura, justamente una serie de procesos que se desarrollan en el tiempo corto: es también la realidad en un tiempo determinado.69 Ahora bien, no todos los acontecimientos de tiempo corto, ni las realidades momentáneas, son coyunturas: para serlo se requiere una condensación particular del tiempo social. Se trata de la convergencia de los procesos sociales económicos, políticos y culturales para concentrarse en el campo político.

El asunto de la condensación requiere ser aclarado. El tiempo social se condensa, cuando diversos factores, estructurales o de corto plazo, coinciden.70 Así, podemos volver, desde una perspectiva distinta, pero complementaria, a acontecimientos como las guerras de independencia en el continente americano. En estos eventos se conjugan los impactos de la Revolución Francesa, de la invasión napoleónica a España y uno de largo plazo: la evolución del sistema capitalista en Europa y Estados Unidos.

Como lo señalaba Karl Marx, Napoleón llevaba el capitalismo “en la punta de sus bayonetas” y el absolutismo a la manera española -en clara alianza con el papado y la iglesia— no era ya conveniente para la nueva clase dominante: la burguesía. En ese orden, la Revolución Francesa había sido la revolución de la burguesía y del fortalecimiento de una visión más liberal de la política. El derecho divino de los reyes había terminado —al menos temporalmente, coyunturalmente— en las guillotinas del terror y éste fue una causa para nuevas actitudes en las tierras americanas. El enciclopedismo llegó a las clases ilustradas de continentales y, particularmente, en América del Sur, genero impulsos inéditos que terminaron en la independencia, aun cuando de manera muy distinta, al menos en las pretensiones, al caso mexicano.

De ahí que se pueda inferir que hay factores de largo plazo, como lo sería la crisis del imperio español debido al desgaste como fuerza política y militar de la contrarreforma. Hay factores de corto plazo como la invasión de Napoleón a España; otros de naturaleza local, como el caso novohis-pano con la formación de un sector de criollos que disputaba los niveles altos del poder colonial a los peninsulares.71 También es importante como factor histórico la independencia de Estados Unidos. Este hecho también se origina en un tiempo largo, con duración casi igual a la de la historia de ese país desde la llegada de los “padres fundadores”. En este caso, se trata de una cultura de la oposición a las ortodoxias religiosas del imperio británico. Los norteamericanos, desde sus inicios, representaron un proceso de oposición hacia la cultura inglesa y, por eso mismo, emigraron hacia las nuevas tierras.72

La coyuntura se distancia, por lo menos aparentemente, de la estructura.73 Es decir, se aparta de los elementos de largo plazo aun cuando sus orígenes estén en aquellos componentes. Por ejemplo, Braudel se refiere al campo del capitalismo y considera que hay un componente esencial y ese elemento es el geográfico. El capitalismo, como proceso, se corresponde con una determinada porción del territorio planetario y tal correspondencia va a determinar las modalidades en la relación dominadores-dominados desde el punto de vista económico.74 El espacio se corresponde con la estructura o soporte del andamiaje social. Es la base de la sociedad, según la interpretación marxista y, por eso mismo, para conocerla es necesario insertarla en otra dimensión del tiempo.75

Hablamos de coyuntura, cuando nos referimos al nivel más inmediato de la realidad social. En ese sentido, nos colocamos en la parte superficial, el espesor de superficie. En lo que se refiere al tiempo, nos situamos en la corta duración. Precisamente en una condensación social. En una coyuntura, el tiempo se condensa y, con frecuencia, la superficie se hace relativamente transparente, lo que nos permite ver mejor la profundidad, la estructura de la sociedad a la que observamos. La estructura irrumpe, de alguna manera, en la superficie y nos permite ver su esencia parcial o totalmente.76 En la coyuntura, el tiempo social se condensa, se compacta, y ocasionalmente se aceleran los ritmos de la profundidad, hasta empatarse con los tiempos cortos de la superficie. Este empate de ritmos, hace que las coyunturas sean realmente relevantes, porque adquieren un potencial para detonar transformaciones mayores, en uno u otro sentido.77

El análisis de la coyuntura suele dificultarse por el hecho de que durante un acontecimiento coyuntural los actores sociales suelen multiplicarse y mostrarnos facetas que no son “normales” ni mucho menos.78 Hay, por ese motivo, una mayor actividad en la superficie y ello nos puede llevar a confusiones; debido a que la atomización, superlativa, nos puede llevar a problemas para armar una visión de conjunto. En una coyuntura, los ejes de la realidad social suelen perderse de vista y el conjunto contradictorio de procesos nos puede impedir observar las esencias del proceso real.79 En ese sentido, se insiste, la coyuntura debe examinarse a la luz de los procesos estructurales. Cuando las fuerzas actúan con mayor intensidad, se puede generar un fenómeno de polarización que nos lleve a las visiones simplificadas.80

En las coyunturas sociales se suelen intensificar las acciones de lucha por el poder político. Esto es, los elementos económicos, culturales, históricos, se funden para conducirnos a un acontecimiento político.81 Por esa razón las fuerzas políticas tienden a crear coyunturas para establecer correlaciones de fuerza más favorables a sus intereses. Dicho de otra manera, las coyunturas no solamente se producen, sino que es posible generarlas para construir una nueva estructura social distinta. La mencionada apreciación de los fenómenos coyunturales se relaciona con la propuesta tutelar marxista de la lucha de las clases y de la revolución como consecuencia de la misma.82

En el esquema marxista, las relaciones de producción, que se traducen en modos de producción, como serían la comunidad primitiva, el esclavísimo, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo, suelen ser sacudidas por el ascenso de nuevas fuerzas. En el caso del feudalismo, las rebeliones de los siervos y de la naciente burguesía —como sucedió con la Revolución Francesa— dieron fin a las relaciones productivas señoriales y abrieron a la compra-venta de fuerza de trabajo.83 Sin embargo, debe enfa-tizarse, la Revolución Francesa se correspondió con la crisis del esquema señorial y el surgimiento, en varios cientos de años, de la clase burguesa.

Al convertirse en mercancía el trabajo, se dio paso a la aparición orgánica de una mercancía abstracta, que es el dinero. Ahora bien, estas sacudidas suelen ser acontecimientos que sumados a otras circunstancias conforman la coyuntura del paso del feudalismo al capitalismo y de ahí a la Revolución Industrial, que es un efecto y causa de la instauración definitiva de la economía de mercado y fabril. El capitalismo larvado ya existía y las distintas coyunturas y acontecimientos inscritos en el proceso de tiempo largo, lo consolidaron y lo expandieron.84

De todas maneras, la coyuntura es un fenómeno social y político al cual se le debe poner atención y se le debe examinar con detenimiento, aunque sin convertirla en lo que no es: es decir, en el único eje de la evolución humana.85 El estudio de la coyuntura debe convertirse en un elemento científico para conocer la realidad y alejarse de la propuesta ideológica del marxismo convertido en dogma de fe,86 que la limita a una oportunidad para la lucha de clases.87 En un momento propicio para nuevos 18 brumarios o para el esperado asalto a los, muy añorados, palacios de invierno.88 El estudio de la coyuntura no debe reducirse a lo que Marc Bloch determinó para “servir a la acción”, o para determinar que hay señales, históricas o teológicas, en el sentido de que “llegó el momento”;89 sino ampliar su contenido para entender mejor la complicada madeja humana.90

En resumen

La coyuntura es el tiempo y el espacio en el que los acontecimientos trascendentes coinciden. Es un espacio de dimensiones cortas, por lo menos generalmente, y de duraciones directas reducidas. Sin embargo, una coyuntura puede ser trascendente en el tiempo y en el espacio social. La coyuntura se relaciona con la estructura, con el tiempo largo, y puede, ocasionalmente, determinar cambios estructurales o ser un simple conjunto de acontecimientos, ruidosos o no, relacionados con determinados actores o protagonistas. Ahora bien, en el tema del tiempo, todo es relativo en cuanto al corto y largo plazos: lo importante, para citar a Gramsci, es encontrar la relación justa entre lo orgánico y lo ocasional. La coyuntura, siguiendo a Braudel, vale en la medida de su relación con el tiempo largo: con la trascendencia.

La palabra coyuntura proviene del latín conjuntus, que significa unido. De ahí que la palabra se emplee también para designar las articulaciones entre un hueso y otro. En la Edad Media se utilizó para designar el tiempo en que podría alcanzarse la salvación eterna. El martes de Pentecostés, por ejemplo, será propicio para el ayuno y la abstinencia sexual. Para Napoleón I, la coyuntura era el inicio del alba, puesto que a esa hora los enemigos estaban semidormidos. Para la Real Academia de la Lengua, en su Diccionario de 2006, la coyuntura es una combinación de factores y circunstancias que crean un escenario especial en una sociedad.

Octavio Paz, Tiempo nublado. Obras Completas, tomo 9, México, Círculo de Lectores-Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 269. Cfr. Karel Kosik, Dialéctica de lo concreto, México, Editorial Grijalbo, 1981, p. 56.

Sergio Bagú, Tiempo, realidad social y conocimiento, México, Siglo XXI Editores, 1990, p. 25 y siguientes.

Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, México, Fondo de Cultura Económica, 2005, p. 320.

Octavio Paz, Tiempo nublado, op. cit., pp. 56-57.

Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo…, op. cit., pp. 330-331.

El ordenador que ahora conocemos es un instrumento que se deriva del ábaco chino. El cohete para enviar objetos fuera de la gravedad terrestre tiene su origen en el uso de la pólvora también en China. La genética actual no podría concebirse hoy si no fuese por los experimentos de Gregorio Mendel al finalizar el siglo XIX. Las matemáticas más avanzadas no serían viables sin la numeración arábiga. La filosofía occidental nace de las elucubraciones anteriores al imperio romano o de los pensadores griegos.

Fernand Braudel, “La larga duración”, en La historia y las ciencias sociales, México, Fondo de Cultura Económica, 1991, p. 6.

La palabra coyuntura se relaciona con las articulaciones en el plano de la anatomía; es decir, con unión, junta, juntura (Fernando Quiroz, Anatomía humana, México, Porrúa, 1993, p. 208). También con oportunidad, ocasión, pertinencia, congruencia, buen momento, pretexto y circunstancia. Diccionario Océano de Sinónimos y antónimos, Barcelona, Grupo Editorial Océano, 1990, p. 112. Para Gramsci, la coyuntura es una situación en la que existe una determinada correlación de fuerzas en un momento definido de la historia, y la historia es la lucha de clases. Cfr. Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, México, Folios Ediciones, 1985, p. 178. Para Portantiero, Gramsci es como un pionero en el examen de las coyunturas en el marco de la historia.

Octavio Paz, Tiempo nublado, op. cit., p. 270.

Hugo Zemelman, Conocimiento y sujetos sociales. Contribución al estudio del presente, México, El Colegio de México, 1987, p. 27.

El concepto de coyuntura proviene del marxismo y uno de los casos más citados es el del golpe de Estado de Luis Bonaparte. La coyuntura es “una situación aprovechable” para dar saltos en el proceso revolucionario. Es una oportunidad para que los trabajadores pasen a la rebelión definitiva. Sin embargo, también fue una oportunidad para las fuerzas que pretendían una regresión histórica. Karl Marx, “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, en Obras Escogidas, tomo 1, Moscú, Editorial Progreso, 1971, pp. 230 y siguientes.

Fernand Braudel, “La larga duración”, en Revista Académica de Relaciones Internacionales, núm. 5, México, UAM-AEDRI, 2005, p. 4. Un acontecimiento puede ser ruidoso como una explosión, es “…tronante y echa tanto humo que llena la conciencia de los contemporáneos; pero, apenas dura, apenas se advierte su llama”.

Unidad de Análisis Político, Cómo hacer un análisis de coyuntura, Guatemala, 2002, pp. 7-8. Estos eventos deben estar articulados y ser concurrentes.

David Thomson, Historia mundial de 1914 a 1968, México, FCE, 1980, pp. 69 y ss.

Para algunos autores, la historia es el reino de lo irrepetible y no hay una lógica de largo plazo. Todo es coyuntural. Por ejemplo, Francisco Murillo Ferrol, Prólogo al libro de Rafael del Águila, Manual de Ciencia Política.

Ver por ejemplo Enciclopedia Autodidáctica Océano, Barcelona, Editorial Océano, 1996, pp. 1967-1969. El escenario para la guerra mundial estaba puesto desde los finales del siglo XIX. La cuenta larga comprendía desde la crisis de los grandes imperios y el ascenso de las particularidades nacionalistas o religiosas. Hasta entonces, los cambios se habían evitado merced al poderío militar de un lado y a la debilidad y dispersión de las fuerzas que se les oponían. En este marco, hubo dos bloques: los imperios centrales de Alemania y el de Austria-Hungría y, por otro, el de las potencias aliadas, Gran Bretaña, Francia y Rusia.

Unidad de Análisis Político, Cómo hacer un análisis de coyuntura, op. cit., p. 11.

Enrique Valencia, Metodología del análisis de coyuntura, México, Universidad Iberoamericana, 1989, p. 95.

Marc Bloch, Introducción a la historia, México, FCE, 1974, pp. 32-33.

Carl Sagan, Cosmos, Madrid, Planeta, 1992, pp. 3 y ss.

Pierre Vilar, Iniciación al vocabulario del análisis histórico, Madrid, Editorial Crítica, 1980, pp. 80-81.

Octavio Paz, Tiempo nublado, op. cit., pp. 8-9. Para el poeta mexicano, el tiempo corto se inscribe en el tiempo largo, pero es evidente que el tiempo largo, el trasfondo, es ahora más visible debido a la crudeza de los acontecimientos de hoy.

En la línea de los ejemplos, el asteroide pudo haber determinado la extinción de las especies del Jurásico. Sin embargo, la desaparición de los dinosaurios dio paso, en una evolución de miles de años, al surgimiento de los mamíferos de cuyos cambios, seguramente, provienen los seres humanos.

La idea se inspira en la obra Cosmos de Carl Sagan, ya citada, y en algunas películas de ciencia ficción. El asunto no es solamente imaginario, debido a que durante miles de millones de años el sistema solar ha sido sometido a un bombardeo permanente de cuerpos provenientes del exterior. Incluso hay un cinturón de asteroides cuyo comportamiento a veces se torna imprevisible.

Erwin Rodríguez, “Una aproximación de emergencia al Islam. Notas para la clase de Taller de Análisis de Coyuntura”, septiembre de 2001. El borrador está disponible. Este texto hace referencia a la naturaleza violenta de la cultura teológica islámica; sobre todo en la corriente chiita, justamente la que comenzaba a predominar en los finales del siglo XX. Los chiitas confían en que el Mahdí, volverá más pronto, en la medida en que se venza a los musulmanes tibios que conviven con Occidente e impiden el inicio de la “guerra santa”, que terminará, finalmente, con los infieles que se niega a aceptar a la deidad islámica como única. Irán hoy es un país protagonista de una coyuntura planetaria, tal como lo apuntó hace algunos años Samuel Huntington.

El siglo XX fue una centuria de dictaduras en América Latina. Particularmente a partir de la “guerra fría”. También hubo gobiernos autoritarios en prácticamente toda Europa, Asia y Africa. Parecía que la democracia había llegado a su fin y que ese proceso sería irreversible. Sin embargo, las dictaduras terminaron por colapsarse o evolucionar hacia formas menos autoritarias y aún democráticas. Entre 1980 y el año 2000 se produjo, en distintos continentes, lo que Samuel Huntington llamó “La tercera ola de la democracia”. Para este asunto ver, por ejemplo, Antonio Garretón, Del autoritarismo a la democracia. ¿Una transición a reinventar?, Santiago de Chile, FLACSO, 1990, pp. 5 y ss. También el clásico de O’Donnell y Schmitter, Transisciones desde un gobierno autoritario, vol. 4, Buenos Aires, Paidós, 1988, pp. 19 y ss. Thomas Carothers, El fin del paradigma de la transición, México, s.p.i., 2002, pp. 1-3. Para México, ver José Woldenberg y Pedro Salazar, La mecánica del cambio político en México, México, Cal y Arena, 2002. Sobre todo, la introducción y el ensayo de Salazar.

Cfr. Luis Maira, “El Estado de seguridad nacional en América Latina”, en Pablo González Casanova (coordinador), El Estado en América Latina. Teoría y práctica, México, Siglo XXI Editores, Universidad de las Naciones Unidas, 1990, pp. 109 y siguientes.

A partir de la “guerra fría” se agudizó la militarización del continente latinoamericano sobre todo a partir del triunfo de la Revolución Cubana. Bajo la inspiración cubana, surgieron en América Latina diferentes expresiones revolucionarias. Este proceso generó una actitud defensiva de Estados Unidos y surgieron acuerdos que fortalecieron la presencia de los militares. En ese escenario, el triunfo de la Unidad Popular fue considerado como una amenaza a la “seguridad hemisférica”, de la misma manera que lo fue el triunfo de la Revolución Cubana. Ante tal amenaza, se desarrolló toda una ofensiva en de los sectores de la derecha chilena, las grandes empresas transnacionales como la ITT y la CIA.

Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, op. cit., p. 182. Cfr. Jaime Osorio, El análisis de coyuntura, op. cit., pp. 31 -32.

La simple descomposición de los factores no es suficiente. Se corre el riesgo de aislar los elementos y convertirlos en fenómenos sin ninguna conexión con otros que se dan en las distintas realidades. Por ejemplo, no se puede entender lo que sucede en un país determinado con la simple lectura de los periódicos o de los análisis de corto plazo. Seguramente el futbol se relaciona con el país, pero no se puede entender al país si solamente se examina un torneo de futbol en ese espacio.

Jaime Osorio, Fundamentos de análisis social, México, Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 6 y ss.

Fernand Braudel, “La larga duración”, op. cit., pp. 2-3. Las leyes y principios se pueden establecer en el análisis de largo plazo, dado que en el corto los hechos y las circunstancias son generalmente impredecibles y por eso mismo difíciles de ordenar en una propuesta reflexiva.

El término estructura no es correcto para el cristianismo, ya que la religión sería solamente una forma ideológica de mantener el estado de cosas, el “opio del pueblo”, en la sociedad esclavista, feudal y capitalista. Esto es, solamente sería un mecanismo de enajenación, para que las clases explotadas no vean la explotación y no puedan convertirse en clases para sí. El cristianismo sería superestructura!, aun como fenómeno de largo plazo. Karl Manheim, en Bárbara Goodwin, El uso de las ideas políticas, Barcelona, Ed. Península, 1988, p. 31.

Lo estructural corresponde a las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Es decir, a la conformación económica que es la esencia de la sociedad. Para los marxistas, el hombre, antes de hacer arte, religión, ideología, política, etcétera, hace economía para sobrevivir. Podrá vivir sin religión, sin arte, sin gobierno, pero no sin alimentos.

K. Marx, Obras Completas, tomo III, México, Ed. Progreso, 1946, p. 917. Para Marx, la estructura económica puede tener presentaciones variadas debido a las circunstancias.

Cfr. Unidad de Análisis Político, Cómo hacer un análisis de coyuntura, op. cit., p. 8.

Nicos Poulantzas, Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, México, Siglo XXI Editores, 1975, p. 110. La coyuntura es “el momento actual”. El objeto específico de la práctica política. Es la acción política sobre el Estado capitalista —por supuesto— para superarlo y establecer un Estado con un gobierno dirigido por los obreros y los campesinos. Una situación coyuntural puede ser una crisis del capitalismo, que agudice las contradicciones sociales y permita que la clase trabajadora tome conciencia de su realidad y se convierta en revolucionaria de hecho. En este caso, la coyuntura de la toma de conciencia de clase y el asalto al poder generarían un cambio en la estructura. En la verdadera estructura, la base de la sociedad, según el marxismo.

El golpe “blanquista”, por lo de Louis Blanc, podría conducir a un gobierno de los trabajadores o al fortalecimiento de la dictadura o el absolutismo. Podría ser un regreso.

Cfr. Enciclopedia Autodidáctica Océano, op. cit., p. 1930. Al ser vencido el papado se dio paso a nuevas formas de gobierno, con menos influencia religiosas y con posibilidades de una mejor convivencia, al menos comercial y de culturas no religiosas, entre el Occidente y los países islámicos.

El cristianismo también fue un factor cultural, junto al germanismo y la influencia de la antigüedad, de la edad media. También lo fue del Renaciomiento, puesto que los temas renacentistas y las luchas religiosas en Europa y de este continente contra el Islam tienen motivaciones religiosas muy demostradas.

Ver Enciclopedia Autodidáctica Océano, op. cit., pp. 1927-1931.

David Bermúdez, Metodología para el análisis de coyuntura, Panamá, Centro de Estudios Estratégicos, 2001, p. 1. Cfr. Unidad de Análisis Político, Cómo hacer un análisis de coyuntura, op. cit., p. 14.

Ibid., p. 3.

La coyuntura es también una suma de eventos, pero con actores definidos. En este caso serían los criollos, especialmente en la Nueva España. Terminada la circunstancia del liberalismo hispano, con la Constitución de Cádiz, el agua volvió a sus niveles anteriores.

Jaime Osorio, La realidad social y el conocimiento, op. cit., p. 28.

El cuantismo se ha vuelto a poner de moda, ahora con el uso de las encuestas y otras modalidades en el sondeo de opinión. De los tiempos de Mills a la actualidad, se ha evolucionado en el uso de las técnicas de medición y los resultados han llegado a resultados aceptables y constituyen un ingrediente esencial de la politología y la sociología contemporáneas.

Para el empirismo, las bases del conocimiento son la experiencia y la percepción que se basa en los sentidos. Para el empirismo, solamente es válido lo que se ve o se siente. Lo que puede medirse o contarse.

Para los críticos del empirismo, C.W. Mills por ejemplo, el número de ovejas negras es bueno para el comerciante de lana o el carnicero, pero no es definitivo para el científico. Para explicar el número de ovejas negras se requiere de la mente del científico y del laboratorio. Se requiere de una ciencia, la genética, y la posibilidad de construir leyes derivadas de la observación y de la experimentación. Mills llegó a decir que el empirismo era una sociología apropiada para vender medias o licuadoras, más no para entender las complicadas madejas de una sociedad determinada. Seguramente estas críticas se derivaban de las pobres formas para medir el sentir social y de cuantificar los resultados. Seguramente Mills reconsideraría hoy sus juicios sobre las estadísticas y otras formas de cuantificación.

Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, op. cit., pp. 178-179.

Para Braudel, el tiempo se mueve a diferente velocidad si se compara con la historia; el tiempo lento, con la estructura; el tiempo medio, y el de los acontecimientos, sería el tiempo rápido. Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo, op. cit., pp. 22 y ss.

Cfr. Jaime Osorio, El análisis de coyuntura, México, CIDAMO, 1987, pp.15-16. Otros autores consideran que el esencialismo dejaría a un lado los hechos coyunturales. De alguna manera, hay una similitud con el marxismo, que tiende a convertir a la estructura social y su desarrollo en la base de la historia. Para los seguidores del marxismo, lo importante es la historia, que es un recuento de la lucha de clases, en tanto que los hechos históricos, los acontecimientos que no sean una revolución, constituyen meros movimientos superestructurales, que pronto serán arrojados al basurero tutelar.

Unidad de Análisis Político, Cómo hacer un análisis de coyuntura, op. cit., p. 11.

Parafraseando un poco a Marx, los hombres hacen la coyunturas, pero no las hacen como ellos quisieran, sino según los ingredientes a largo plazo del proceso humano. Un individuo, en una circunstancia coyuntural, porta los elementos de una formación social determinada. Enrique Valencia, Metodología del análisis de coyuntura, op. cit., pp. 95-96.

Por supuesto, no todo asunto temporal es una coyuntura. Para que tenga este rango, es necesario que haya hechos trascendentes. Es decir, que afecten al conjunto aun cuando esta afectación sea de mediano o largo alcance.

Antonio Gramsci, en Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, op. cit., pp. 183-184.

Unidad de Análisis Político, Cómo hacer un análisis de coyuntura, op. cit., p. 13.

La economía, al parecer, no funciona sobre la base del trabajo colectivo y la creación de riquezas. Tal como lo apuntaban los economistas a partir de Adam Smith, se relaciona con la búsqueda de la ganancia individual y la explotación de una clase por otra. Por lo demás, el esquema económico soviético tenía mucho de simulación y la burocracia se había convertido en una nueva clase dominante.

Cfr. Edit Antal, Crónica de una desintegración, México, UNAM, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 1990, pp. 89 y ss. El desgaste de la economía soviética, el advenimiento de las identidades nacionales en la URSS y el fin de la guerra fría, el elemento ideológico por excelencia, determinó el ascenso se los movimientos opositores al socialismo realmente existente, a cuya cabeza estaba la Unión Soviética.

No debemos olvidar, por lo demás, que las asignaciones numéricas a los años son arbitrarias. Así, hay un año nuevo chino, romano, árabe, judío, etcétera. El tiempo social, por el contrario, es menos complicados para determinarlo. Aunque suele variar de un lugar a otro. Por ejemplo, hay una edad media en España y otra en Italia. Ambas en distintos años.

Por supuesto, el tiempo lineal es más propicio para identificar o estudiar las coyunturas, porque se trata de discontinuidades en una línea continua. Es decir, de interrupciones o aceleramientos de temporalidad relativamente corta.

F. Braudel, “La larga duración”, en La historia y las ciencias sociales, op. cit., pp. 3-7.

Ibid., p. 75. Ver Jaime Osorio, La realidad social y el conocimiento, op. cit., p. 27.

Braudel se relaciona, en términos del enfoque sobre el tiempo, con Marc Bloch, Lucien Febvre y Henri Pirenne, que abordaron temas históricos relacionando las etapas específicas de la historia, la Edad Media por ejemplo, con el proceso de largo plazo.

Fernand Braudel, El mediterráneo y el mundo…, op. cit., pp. 320-322.

Federico Engels, introducción a “La guerra civil en Francia”, K. Marx, Obras Escogidas, tomo 1, op. cit., p. 453. La coyuntura sería ver, de manera directa, los acontecimientos que tienen un impacto decisivo sobre el conjunto histórico. Engels, sin embargo, se refiere a los “grandes acontecimientos”.

La historia es selectiva en cuanto al peso específico de los protagonistas: No fue lo mismo el asesinato de J. F. Kennedy, que el de Carlos Castillo Armas, aun cuando ambos eran presidentes, uno de Estados Unidos y el otro de Guatemala. También es selectiva en cuanto a los espacios. El espacio Comunidad Europea tiene un mayor peso que el Pacto Andino, aún cuando el segundo sea de mayor tamaño que el primero. Cuenta el tamaño del espacio, el tiempo histórico y la calidad de los protagonistas.

La idea se desprende de Jaime Osorio, Fundamentos de análisis social, op. cit., p. 11.

Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo…, op. cit., pp. 330-331.

Ramón Sánchez, El análisis marxista de coyuntura, San Cristóbal, Universidad Bolivariana de Venezuela, 2007, pp. 12-13. Este autor aporta la idea en el sentido de que es importante incluir al factor sicológico entre los elementos de una coyuntura. Es lo que el marxismo relaciona con las condiciones subjetivas. Es el ánimo social.

Cfr. Carlos Pereyra, “El determinismo histórico”, en Carlos Pereyra, Filosofía, historia y política, México, UNAM-FCE, 2010, pp. 141 y ss.

En este caso, lo “coyuntural” sería la invasión napoleónica, debido a que se trata de un acontecimiento que generó efectos en las relaciones metrópoli-colonias, que condujeron a un debilitamiento de la Corona en todos los sentidos y la oportunidad para los sectores secesionistas.

Ver mi trabajo sobre Octavio Paz. Sobre todo el capítulo relativo a la Independencia. Tiempo fechado. Historia y política en Octavio Paz (en dictamen para publicación), 2012.

Jaime Osorio, Fundamentos de análisis social, op. cit., p. 23.

Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo…, op. cit., p. 331.

Fernand Braudel, “La larga duración”, op. cit., p. 7.

Fernand Braudel, La historia y las ciencias…, op. cit., p. 70.

Sonia Corcuera, “Más cerca de las ciencias sociales”, en Voces y silencios en la historia. Siglos XIX y XX, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, pp. 184-185.

Otra diferencia entre la “normalidad” y la coyuntura es la rapidez de los hechos.

Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo…, op. cit., pp. 336-337.

Es necesario tomar en cuenta la advertencia de Braudel sobre el acontecimiento, que propicia relatos precipitados, violentos y de corto alcance. Que hacen mucho humo.

Una lucha por el poder entre una fuerza socio-política y otra sería solamente coyuntural, a no ser que el triunfo de uno genere un cambio de largo plazo en la estructura de la sociedad. Por ejemplo, el triunfo de los chiitas sobre el Sha en Irán.

Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, op. cit., p. 180.

La compra-venta de fuerza de trabajo y de mercancías solamente puede hacerse, así lo afirmaban Karl Marx y Friedrich Engels, entre hombres libres e iguales. Para llegar a estas relaciones de producción, hubo diversos eventos y acontecimientos. Hubo diferentes hechos que consolidaron el poder de la nueva clase: la propietaria indiscutible de los medios de producción. El asunto es diferenciar las coyunturas del proceso de largo plazo, que es la evolución económica de los seres humanos y sus posibles saltos históricos. Por cierto, en el campo de la economía es menos complicado el estudio de las coyunturas y hay hasta varias teorías sobre los ciclos económicos.

Una de las síntesis del acercamiento marxista al desarrollo histórico del capitalismo puede ser el “Prólogo a la primera edición alemana de El capital…”, en Obras Escogidas, tomo 1, op. cit., pp. 429 y ss.

Cfr. Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, op. cit., pp. 179-180. “…Si Gramsci puede ser calificado como ‘teórico de la coyuntura’, el título lo deriva no tanto de sus trabajos puntuales sobre episodios históricos… sino porque en el núcleo de su discurso instala el problema de las relaciones… entre ‘estructura’ y ‘superestructura… en una de las notas críticas sobre el manual de Bujarin’, escribe: ‘No está tratado este punto fundamental: cómo nace el movimiento histórico sobre la base de la estructura… éste es, en definitiva, el punto crucial de todos los problemas en torno a la filosofía de la praxis…”. Cfr. Jaime Osorio, La realidad social y el conocimiento, op. cit., p. 30.

Marc Bloch, Introducción a la historia, op. cit., pp. 12-13. Las tesis de Bloch nos indican que las reflexión solamente como el inicio de las acciones equivaldría a mutilar el pensamiento humano. En el otro extremo, Jaime Osorio, El análisis de coyuntura, op. cit., pp. 50-51. Para Lenin, la política, la acción, es la expresión concentrada de la economía. La gestión de clases en los diversos planos de la sociedad es “lo político”. “Desde esta perspectiva, los estudios de coyuntura son los estudios fundamentales para operar sobre la realidad. Para ‘hacer política’…”

Hay un número abundante de acontecimientos y de situaciones que requieren de la reflexión. Es necesario conocer el ahora y el aquí. También es importante estudiar la coyuntura, sobre todo por la cada vez mayor interrelación de los acontecimientos y circunstancias globales. Ver Fernand Braudel, La historia y las ciencias sociales, op. cit., pp. 65 y ss.

Ver Jaime Osorio, El análisis de coyuntura, op. cit., p. 51. Cfr. Pierre Vilar, Iniciación al vocabulario…, op. cit., pp. 81-82.

Cfr. Ramón Sánchez, El análisis marxista de la coyuntura, op. cit., p. 13. Este es un caso típico de la investigación panfletaria o de programa político. Para este autor, el estudio de la coyuntura debe ser un ingrediente para definir momentos políticos, en el marco de la lucha de clases. Otro ejemplo es el de Nicos Poulantzas, Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, op. cit., pp. 12-14.

Unidad de Análisis Político, Cómo hacer un análisis de coyuntura, op. cit., p. 9.

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