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Vol. 2014. Núm. 33.
Páginas 199-203 (septiembre - diciembre 2014)
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Adriana del Rosario Báez Carlos*
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Las transformaciones políticas que viene registrando México desde las últimas décadas del siglo pasado, y que aún hoy se manifiesen reacomodos formales e informales continuos, proporcionan a la Ciencia Política un objeto de estudio fascinante: la política, entendida como “politics (proceso), polity (forma) y policy (contenido) asume dinámicas, formas y productos sin precedente en el país.

Así, analizar un fenómeno político arroja resultados ricos y variados. El libro Contienda electoral y rendimiento democrático en México 2012, coordinado por Héctor Zamitiz Gamboa, incluye nueve capítulos en los que el proceso electoral federal 2012, particularmente el presidencial, es abordado desde los procesos internos de selección de candidatos que registraron los contendientes más relevantes: los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD),y las coaliciones electorales Compromiso por México (PRI/ PVEM/PANAL), de alcance parcial; y Movimiento Progresista (PRD/MC/PT), total.

El libro se centra en los efectos que la vida interna de los partidos políticos tuvo en la contienda electoral y en el sistema de partidos, aunque también abarca temas poco explorados y actores externos a los institutos políticos, como la interrelación entre candidatos y empresarios, la postura y ubicación de la Iglesia Católica, el contexto económico de los comicios y su desarrollo desde la mirada de la opinión pública internacional.

El tema de la democracia en los partidos, y dentro de éste, el de la selección de candidatos ha cobrado creciente interés dentro de la ciencia política, aunque por falta de democracia interna los partidos políticos son motivo de crítica, pues se cree que los avances que se han logrado en la democratización de las sociedades y de sus sistemas políticos tienen rezagos precisamente en los partidos políticos por su falta de representatividad, así como en sus procesos internos de toma de decisiones,

señala Héctor Zamitiz.

Se afirma que

la falta de participación al interior de los partidos políticos reduce la capacidad de la sociedad de participar en la definición de la agenda pública, disminuye los niveles de empoderamiento, limita la capacidad de formar y fortalecer el capital social e impide el fortalecimiento de los niveles de confianza entre la sociedad y sus instituciones.

A nivel internacional, los partidos políticos fueron caracterizados por su carácter oligárquico (Robert Michels), no obstante ser los principales impulsores de las políticas democráticas.

Se señala que la descentralización de los métodos de selección de candidatos tiene efectos en la cohesión interna de los partidos políticos, en sus posibilidades de éxito electoral, en la calidad de los candidatos, en el empoderamiento de las bases y en la representación de las minorías en los procesos de toma de decisiones.

Durante las siete décadas que duró el autoritarismo mexicano, todos los procesos políticos fueron centralizados bajo el liderazgo del partido hegemónico, y los métodos de selección de candidatos en el PRI de aquellos años no fueron la excepción. De hecho, el artículo clásico de Jeffrey Weldon describe con toda claridad cómo la centralización, inducida por la prohibición nacional a las primarias intra-partidistas y a la reelección inmediata de los legisladores, y otras normas internas del partido, constituyeron los pilares del antiguo sistema político: las bases que garantizaron su férrea disciplina.

La transición a la democracia ha contribuido a descentralizar los procesos políticos, y la presión para que así suceda también al interior de los partidos ha centrado, en los últimos años, la atención de varios analistas en los procesos de selección de candidatos a las legislaturas.

En el capítulo dedicado al PRI, Marcela Bravo Ahuja analiza el proceso federal en su conjunto y las elecciones estatales concurrentes que lo acompañaron, desde la perspectiva de la teoría del realineamiento electoral.

Las elecciones de 2012 dejan como resultado una redistribución del poder distinta entre los partidos políticos del país marcada, fundamentalmente, uno por la caída del Partido Acción Nacional y dos por el regreso del Partido Revolucionario Institucional al poder federal. Por lo que toca al Partido de la Revolución Democrática, pese a la debilidad que en un momento dado lo caracterizó luego de que quedó en 2006 a menos de un punto de ganar la elección presidencial, logró no sólo su sobrevivencia sino también ganar los gobiernos de algunas entidades importantes y hacer crecer su presencia en Congreso, aunque posteriormente registró la fractura que impulsó la constitución del partido Morena.

En opinión de Marcela, el PRI regresó a Los Pinos por una combinación de factores en los que destacó el desgaste del PAN a lo largo de 12 años de gobiernos con resultados cuestionados. Con ello, el PRI resultó beneficiado, a la vez que a su favor jugó la fuerza de su presencia territorial (mantenía el poder en 20 de las 32 entidades federativas), y la de su maquinaria para asegurarse el voto. Ayudaron también su flexibilidad ideológica y cómoda posición de centro, su experiencia y la calificación de sus cuadros.

La debilidad que le produjo gobernar 70 años el país, se pensaba aminoraba el cambio generacional de los votantes hasta la emergencia del movimiento Yo soy 132, y de la inestabilidad de su unidad interna, esta última resultado de que al perder el poder federal en 2000, sin una cabeza clara como era la figura del Presidente de la República, el PRI se balcanizó de tal forma que en 2006 no pudo resolver bien una candidatura que lo llevara de nuevo a gobernar el país.

Por ello, en el proceso interno de selección de su candidato presidencial en 2012, el PRI volvió a las candidaturas de unidad, eliminando cualquier disputa en aras de mantenerse cohesionado rumbo de la carrera presidencial, señala Héctor Zamitiz.

En un capítulo dedicado a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, Rosendo Bolívar Meza realiza una minuciosa descripción de los procesos políticos que condujeron al PRD, al PT y al MC, que conformaron la coalición de izquierda Movimiento Progresista, a respaldar su postulación para la jefatura del Poder Ejecutivo Federal.

El recuento inicia desde que Andrés Manuel comenzó a construir, fuera del PRD, su candidatura a la Presidencia de la República para el 2012, una vez que se oficializaron los resultados de la elección presidencial del 2006, en la que quedó en segundo lugar.

Bolívar Meza toca los distanciamientos de López Obrador con la dirigencia del PRD, encabezada por la corriente Nueva Izquierda (NI), y su acercamiento con el Partido del Trabajo y Convergencia; el momento en que legisladores de NI y otras corrientes perredistas respaldaron la reforma electoral que rechazó las coaliciones entre partidos, y cuando la dirigencia del partido rehusó sumarse al movimiento de López Obrador y al Frente Amplio Progresista (FAP)en defensa del petróleo; así como el reencuentro que registraron los tres partidos para formar el frente político electoral Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA),con vistas a las elecciones estatales de 2010 y para construir el programa con el que competirían en 2012.

La narrativa pasa por el desencuentro entre Andrés Manuel López Obrador y la dirigencia del DIA, a raíz de las alianzas estatales con el PAN en un frente anti PRI en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, y la negativa de López Obrador a que se concretara una coalición similar en el Estado de México en 2011. Además, toca la transformación de Convergencia en Movimiento Ciudadano, y la constitución formal de MORENA como asociación civil el 2 de octubre de 2011,

El PRD, PT, MC y MORENA decidieron seleccionar al candidato presidencial de las izquierdas mediante el método de encuesta, que favoreció a López Obrador, y formaron la coalición Movimiento Progresista, que sustituyó al DIA, y que abarcó además las candidaturas a las 64 senadurías y las 300 diputaciones federales por mayoría relativa.

La decisión de recurrir a las encuestas para la definición de todos sus candidatos fue en contra de la democracia partidista, pero evitó un nuevo conflicto interno.

El proceso de selección del candidato presidencial del PAN fue analizado por Francisco Reveles. A diferencia de lo que ocurrió en el PRI y el PRD, en Acción Nacional se dispuso realizar elecciones internas para tratar de sumar seis años más de gobiernos federales.

El PAN es un partido de cuadros; en su estructura, el Comité Ejecutivo Nacional cuenta con amplias facultades para influir en la designación de sus candidatos. Cuenta con miembros activos y adherentes, pero solamente los primeros pueden acceder a los cargos y a las candidaturas.

En el año 2012, la dirigencia panista optó por las primarias cerradas, es decir, por utilizar el voto directo de miembros activos y adherentes, en un contexto marcado por la fuerte competencia con el PRI. El CEN se reservó el 80 por ciento de los candidatos al Senado, y casi la mitad de los aspirantes a un lugar en la Cámara de Diputados; sin embargo, ante la impugnación de varios de ellos ante el TEPJF, tuvo que restringir las designaciones a 46 por ciento de los candidatos a diputados por mayoría relativa y 25 por ciento de los candidatos uninominales al Senado.

Lograron registrarse como precandidatos a la Presidencia: el ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero —cercano al presidente Felipe Calderón—, Josefina Vázquez Mota, ex secretaria de Desarrollo Social y de Educación Pública, y Santiago Creel Miranda, ex secretario de Gobernación y adversario de Calderón en las internas de 2005. En la elección del 5 de febrero, Vázquez Mota obtuvo una mayoría del 54 por ciento, que evitó al partido irse a una segunda ronda electoral, pero el proceso produjo un notorio desgaste entre los panistas,que se vio reflejado en las encuestas de preferencias rumbo a las presidenciales.

El centralismo del partido en la postulación de candidatos, la frustrada pretensión del Presidente de influir decisivamente en la definición de la candidatura presidencial y su posterior desgano por empujar a una abanderada diferente de quien había apoyado inicialmente, la poca cohesión entre las corrientes (principalmente en el ámbito local), la falta de recursos y la carencia de una oferta electoral alternativa fueron claves en el revés electoral del panismo en el 2012,

concluye Reveles.

Bibliografía
[Michels, 1972]
Robert. Michels.
Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas en la democracia moderna,
[Weldon, 2002]
Jeffrey. Weldon.
Las fuentes políticas del presidencialismo mexicano.
Presidencialismo y democracia en América Latina, pp. 175-211
[Zamitiz, 2014]
Contienda electoral y rendimiento democrático en México 2012,

Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Profesora adscrita al Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.

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