IX Jornadas Nacionales y V Internacionales de Educación en Fisioterapia / IX National and V International Conference on Physiotherapy Education
Más datosResumen: En la fisioterapia con frecuencia asumimos que sabemos de dónde venimos y por ello nuestra mirada como docentes parece que debe dirigirse únicamente hacia las tierras inexploradas, al futuro construido en los mapas de la investigación, la innovación y la transferencia hasta llegar a un Non Plus Ultra imaginario, donde los únicos retos plausibles son aquellos que aventuran el nuevo asentamiento de la profesión en más y mejores evidencias científicas. Sin embargo, con el paso de los años, la mejora en la educación, la investigación de vanguardia y el desarrollo de la(s) carrera(s) docente(s) no ha tenido el impacto esperado en cuanto a la disponibilidad de servicios de fisioterapia desde el sistema público de salud. Son necesarios vasos comunicantes en la fisioterapia, donde la investigación se articule en sinergia con una educación excelente que cuestione el statu quo, estimule el espíritu crítico y ponga en práctica metodologías educativas de impacto social. Los determinantes sociales y medioambientales en la salud, la digitalización, así como la diversidad cultural, étnica, sexual, lingüística, ideológica o religiosa, abren nuevos senderos en forma de preguntas, a fin de plantearnos no solo el qué o el cómo si no también el para qué. Las rutas marcadas pueden tornarse laberintos si como colectivo anteponemos los éxitos individuales al bien común que representa la fisioterapia. Es necesaria la historia y las historias, el relato contextualizado y más aún, el metarrelato de la fisioterapia, para aportar sentido, propósito y sueños posibles al reto apasionante de la educación en fisioterapia.
Puntos destacados
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Es necesario poner en valor el pasado histórico de la disciplina y la profesión, su relevancia para el desarrollo académico de la fisioterapia, los compromisos que ello conlleva, así como las implicaciones para la salud de la ciudadanía.
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Se requiere un esfuerzo sostenido, también desde la academia, que encamine una incidencia política avalada por estudios científicos, pero también sustentada en el debate sociohistórico, de género, cultural, entre otros, haciendo visibles otras narrativas de la fisioterapia.
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Llegados a este punto del camino, la práctica reflexiva en los diversos ámbitos que requiere la función docente e investigadora ha de permitirnos construir o apuntalar puentes sólidos que comuniquen la carrera académica con la función crítica y transformadora de la educación.
Referirnos a la educación en fisioterapia en la actualidad no es sencillo. Es por ello que este texto se hallará revestido de metáforas, analogías, metonimias y demás figuras literarias. Se encontrarán más preguntas que respuestas, más dudas que certezas, más camino que meta. Porque la fisioterapia es la matriz, la madre de todas las fisioterapias, porque no hay fisioterapia sin fisioterapeutas y porque el fin último de la educación es la transformación de aquello que es injusto, acercarnos a lo humano en nosotros y capacitarnos para ayudar o apoyar en mejores condiciones a quienes nos necesitan. La educación es proceso, y como tal aspira a un mundo mejor, más saludable, respetuoso e inclusivo.
En la fisioterapia con frecuencia asumimos que sabemos de dónde venimos, y por ello, cual exploradores de antaño, nuestra mirada como docentes parece que debe dirigirse únicamente hacia las tierras inexploradas, al futuro construido en los mapas de la investigación, la innovación y la transferencia hasta llegar a un Non Plus Ultra imaginario. También pareciera que, en estos tiempos modernos1, haciendo uso de la tecnología que atenúa las incertidumbres, con el mundo feliz2 que deriva de una fisioterapia distópica, los únicos retos plausibles son aquellos que aventuran el nuevo asentamiento de la profesión en más y mejores evidencias científicas.
Sí. Parecía que el problema era la falta de evidencias científicas. Ahora, las pruebas incontestables de la efectividad de la fisioterapia llenan las páginas de las mejores revistas científicas. Sin embargo, la limitación de fisioterapeutas en el/los sistema(s) público(s) de salud es alarmante. Lo dicen los números. Lo dice la vecina con quien te encuentras en el ascensor, el padre de un colega de trabajo, la mediadora intercultural de tu barrio, el mejor amigo del colegio de tu hija. Es decir, las evidencias narrativas. Porque este es el relato acuoso de la fisioterapia, una realidad que parece lejana porque no nos moja los pies si nos subimos al bote salvavidas del currículum académico.
El equilibro entre arte y ciencia se presenta tan frágil que ya no es infrecuente la anulación del primer término, como si la fisioterapia hubiera nacido en el mismo momento en que sus letras aparecieron sobre el papel. ¿Acaso ha surgido la fisioterapia del calendario novelado de 1984 gestado por Orwell3 y no tenemos opción de salir de la ruta marcada, vigilada? ¿Asumimos los caminos abiertos por otros porque, de alguna manera, nos presentan objetivos que poco a poco se tornarán alcanzables, sin cuestionarnos de qué o a quién dejamos en el camino? Escaladores de la carrera académica clavamos los pitones en la pared de nuestra montaña particular porque intuimos que del esfuerzo derivarán las recompensas. Pero quien desee entretenerse en mirar al pasado verá que ya hemos experimentado cómo la cumbre tiende a alejarse a medida que nos acercamos, que los instrumentos que forman parte de nuestro avituallamiento hoy es probable que no nos sirvan mañana. Así, la ruta marcada puede convertirse en un laberinto, un sálvese quien pueda, una avanzadilla en la tierra de nadie, una rendición sin bandera blanca.
Entonces, ¿hemos avanzado tanto como para desdeñar la utopía con que se asentó la educación en fisioterapia en nuestras universidades, como para considerar aquel sueño como algo caduco, apenas unos temas en un currículum centrado en formar a los y las mejores fisioterapeutas que, sin embargo, desarrollarán su acción terapéutica en un sistema sanitario no accesible para muchas personas? ¿Podemos permitirnos la deriva actual donde una fisioterapia de excelencia mundial abraza un modelo biomédico, y se cuestiona cada vez menos en qué manera está contribuyendo a aumentar las desigualdades en salud? ¿Conviene como docentes desvincular nuestra carrera académica de la función crítica y transformadora de la educación, como si fueran las dos riberas de un mismo río que nunca llegan a tocarse? ¿En qué medida está el colectivo docente preparado para asumir en el debate educativo en fisioterapia el impacto de los determinantes sociales y medioambientales de la salud, la digitalización, así como la diversidad cultural, étnica, sexual, lingüística, ideológica o religiosa, entre otras?
Son necesarios vasos comunicantes en la fisioterapia, donde la investigación de frontera se articule en sinergia con una educación excelente que cuestione el statu quo, estimule el espíritu crítico, ponga en práctica metodologías de impacto social y acompañe a nuestros estudiantes en las rutas que ellos y ellas han de abrir por su propia supervivencia, por la fisioterapia. No nos engañemos, no es un bocado agradable, tiene el regusto amargo del coste de oportunidad, que nada tiene que ver con las mieles del éxito que depara la carrera académica de causa y efecto. ¿Se requiere una mayor autocrítica en el colectivo docente de fisioterapia? Es posible. Pero quizás no sea suficiente. ¿Cómo desplegar la acción política o tal vez, cómo incrementar su huella? ¿En qué manera los requerimientos profesionales pueden facilitar la coherencia entre el objeto de la educación, la metodología desplegada, y la evaluación del impacto de la misma? Es crucial abrir la mirada al enorme potencial que tenemos en nuestras aulas, a la confianza en que los cambios son posibles y, sobre todo, a la consideración de que vale la pena intentarlo, porque no es un camino solitario. Quienes aman la escalada agradecen en cada avance a aquellas personas que ascendieron con anterioridad las mismas paredes para poner los anclajes en las entrañas de la roca.
Quizá es un buen momento para abrir nuevas rutas desde el presente hacia el pasado, para buscar nuestros puntos de anclaje. Todavía hay margen para salirse del camino único, para escoger la ruta pedregosa, la reflexión en la práctica que, sin embargo, pueda llevar a la fisioterapia a una cima más alta, con mejores vistas.
Pero no todo es nuestra responsabilidad. Sabemos que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. No hace falta ser una persona experta en fisioterapia para asumir posiciones valientes y ubicar a esta profesión al servicio de la ciudadanía en todas sus facetas de intervención sociosanitaria, educativa y comunitaria con criterios de equidad. En un sistema sanitario donde el interfaz público-privado es innegable, se requiere equilibrar una balanza que ahora mismo yace escorada como el buque sobre la playa tras la tormenta. Solo hay dos maneras de sacar el pecio de la arena: esperando a que suba la marea a niveles nunca vistos, o hacer un esfuerzo sostenido, también desde la academia, fomentando una incidencia política sustentada en estudios científicos, pero además, en el debate socio-histórico, de género, cultural, etc. Un debate que incorpore la cuestión de la formación clínica del colectivo de estudiantes universitarios de fisioterapia en el sistema público de salud como un eje prioritario. Que reconozca y visibilice las prácticas innovadoras, genuinas, transformadoras que actualmente se están desarrollando en tantas universidades, en las sociedades científicas y las organizaciones profesionales.
Es tiempo también de celebración. De alegrarnos por las metas alcanzadas, las etapas conseguidas. De ponernos el maillot amarillo con orgullo, sabiendo que habrá que ceder el testigo a otras generaciones de fisioterapeutas, de docentes y de estudiantes, de ciudanía. Celebrar los aprendizajes adquiridos en este camino es abrir los barrotes de las cárceles que elegimos4 y es el punto germinal para recuperar la pedagogía de los sueños posibles5. Retomando el discurso de Paulo Freire, es tiempo de reinventarnos. ¿Pero quiénes somos nosotros? ¿Quiénes son ellos?
En el campo de la fisioterapia, tendemos a maravillarnos con las flores magníficas que posan entre las ramas verdes. Pero estas flores se marchitarán. Por las raíces se alimenta y se comunica el árbol. Más que nunca, es necesaria la historia y las historias, el relato contextualizado y más aún, el metarrelato de la fisioterapia. Por todo ello estamos, sin duda, ante un reto apasionante para la educación en fisioterapia.
Bibliografía
1. Chaplin Ch. Tiempos modernos (película); 1936.
2. Huxley A. Un mundo feliz. Barcelona: DeBolsillo; 2003.
3. Orwell G. 1984. Alba Editorial, 2021.
4. Lessing D. Las cárceles que elegimos. Barcelona: Lumen; 2018.
5. Freire P. Pedagogía de los sueños posibles. Buenos Aires: Siglo XXI Argentina; 2015.
Palabras clave: Educación; Fisioterapia; Competencia profesional
Keywords:Education; Physical Therapy Specialty; Professional competence