Arratsalde on adiskide agurgarriak. Buenas tardes queridos amigos/as.
Hace cinco años la Sociedad Bilbaína y la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao instituyeron los premios que hoy vamos a repartir y que llevan el nombre y el apellido de los primeros presidentes de ambas instituciones: Máximo de Aguirre y José Carrasco respectivamente.
El galardón que hoy entregaremos es una pieza escultórica de David Tazueco, del estudio creativo D.T. Me consta que los que ya lo han recibido están muy orgullosos de poseerlo porque, indudablemente, se sienten reconocidos por su labor o por su trayectoria ejemplar.
La Academia de Ciencias Médicas y la Sociedad Bilbaína, dignamente representadas hoy, aquí, por sus presidentes: el Dr. Juan Ignacio Goiria Ormazabal y D. Germán Barbier, han decidido que los merecedores del premio en su 5a edición sean: los Ilustres Colegios Oficiales de Farmacéuticos y de Médicos de Bizkaia (fig. 1).
(de izquierda a derecha): Dr. Juan Ignacio Goiria, Presidente de ACMB, Dña. Ana Aliaga, Secretaria del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, Dr. Cosme Naveda, Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Bizkaia, Dña. Virginia Cortina, Presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Bizkaia, Dr. Rafael Bengoa, Consejero de Sanidad y Consumo del Gobierno Vasco, D. Germán Barbier, Presidente de la Sociedad Bilbaína y Dr. Ricardo Franco, Secretario General de la ACMB.
Les doy de antemano las gracias por acompañarnos, deseando que pasen una grata velada. Ezkerrik asko guztioi.
También quiero agradecer especialmente a la Dra. Carmen Duque, al Dr. Rafael Olalde y al Dr. Juan del Arco, la información facilitada para construir la presentación de este evento.
Los médicos y los farmacéuticos siempre hemos ido de la mano. Hubiese sido imposible entender el desarrollo de la historia de la salud sin este binomio.
Ambas profesiones tienen un origen común. Como señalaba Ernesto Marco Cañizares, ex presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España: A los farmacéuticos, como a los médicos, no los inventó nadie. Nacieron de la necesidad de componer el desarreglo del dolor, que los hizo buscar en los secretos y misterios de la naturaleza, las fórmulas de una esperanza terrenal que hicieran más apacible y llevadera la sed de eternidad de los hombres.
En la segunda edición de Historia de la Farmacia (Madrid 1957), de Folch-Jou, hay un pasaje que refrenda nuestra unidad original: El instinto indicó al hombre los primeros remedios para sus males; el empirismo y la magia, llegando tras él, supieron aprovechar el camino trazado y alcanzaron éxitos que les dieron vida durante siglos.
El origen de estas dos profesiones es imposible fijarlo. Se pierde en la inmensidad del tiempo. Hace unos veinte mil años ya existían magos-sacerdotes que se vestían de forma fantástica, utilizando un disfraz formado por partes de distintos animales, cuernos de ciervo, reno, orejas y garras del oso, cola de caballo, etc.
En la cueva de los tres hermanos de Ariège, se encontró la representación más antigua de un mago: una pintura realizada por el hombre de Cro-Magnon.
A este hechicero de Cro-Magnon tenemos que considerarlo como el primer precursor del médico y del farmacéutico. Sería él el que cuidaría a los enfermos de la tribu, les proporcionaría medicamentos, amuletos y rezos, y el pueblo, agradecido, no pudiendo escribir sus hazañas por no conocer la escritura, en una de las paredes de la cueva que habitaba grabó su efigie que, perdurando a través de los siglos, constituye hoy, no solo una joya histórica, sino un canto en honor de aquellos que dedicaron su vida a aliviar el dolor de la Humanidad.
Farmacia y Medicina aparecen, pues, unidas en tiempos remotos y fueron antaño una misma ciencia y una misma profesión.
Aunque pudiera hacerlo, por mi bien y por el de ustedes, no les quiero abrumar con el devenir histórico de las Ciencias Médicas, o mejor llamarlas: Ciencias de la Salud. Decir simplemente que cada época ha tenido sus creencias, sus métodos y sus remedios; momentos de esplendor y de sombras.
Hemos sido brujos, supersticiosos, magos, alquimistas, sangradores, cirujanos barberos, etc. Nos han querido y nos han odiado, y muchos de nuestros colegas médicos y farmacéuticos, en determinadas épocas, acabaron en la pira purificadora, en la hoguera.
Hubo que esperar al siglo XIX, con la irrupción de las ciencias experimentales, para adquirir la condición de profesiones científicas y desarrollarse cada una de ellas –Medicina y Farmacia- en sus contenidos específicos.
Como señala Claude Bernard: Cuando el clínico clasifica y reúne a los enfermos que va a investigar, cuando les somete a un determinado tratamiento y comprueba sus resultados, está desarrollando una actividad que, ciertamente, es parte del arte de la medicina y de la farmacia, pero es también ciencia investigadora pues precisa del sentimiento, la razón y la experiencia como elementos fundamentales del método científico.
Tan unidos hemos estado a lo largo de la historia que, incluso, hemos tenido los mismos santos patrones. Los médicos, cirujanos y boticarios de Bilbao crearon la Hermandad de los Santos Cosme y Damián a mediados del siglo XVII. En la parroquia de San Antón pueden contemplar ustedes las tallas de nuestros patrones, obra de Antonio Alloytiz (1664).
El evolucionismo profesional condujo insensiblemente a la especialización. Bajo el impulso de la Ilustración ambas profesiones se constituyeron en corporaciones tratando de superar el sistema de aprendizaje tradicional y establecer programas de enseñanza teórica.
El doblemente doctor Antonio Villanueva Edo, médico, historiador y magnífico escritor, recoge la historia del asociacionismo profesional de las clases médicas y farmacéuticas en los siglos XVIII y XIX. Fruto de ese vínculo nació el 19 de enero de 1895 la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao y en 1899, por un Real Decreto del 12 de abril, se separan los médicos de los farmacéuticos para tener cada uno su propio Colegio.
En los primeros días de 1918, la candidatura encabezada por el Dr. Enrique Areilza Arregui salió triunfante, erigiéndose como primer presidente del Colegio Oficial de Médicos de Bizkaia.
D. Diego Espada (1898-1902) fue el primer Presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Bizkaia y D. Nicolás María Rivero (1918-1922), el mandatario que ocupó la presidencia a partir de la fecha de la Colegiación obligatoria.
Entre el Dr. Areilza y el Dr. Cosme Naveda, actual presidente del Colegio Oficial de Médicos de Bizkaia, y entre D. Diego Espada y Dña. Virginia Cortina, mandataria en este momento del Colegio Oficial de Farmacéuticos de nuestra provincia, media más de un siglo.
Un siglo en el que han ocurrido muchas cosas: se ha modificado sustancialmente el panorama geopolítico del Estado y se han producido gigantescos avances científicos que han repercutido favorablemente en el progreso de ambas profesiones.
No puedo dejar en el tintero algo adicional muy importante: la imparable feminización de ambas profesiones, fenómeno en el que aventaja la de Farmacia.
No tengo criterio suficiente ni una bola de cristal que me haga ver el futuro y comprobar si esta nueva sociología, este novedoso escenario para ambas profesiones, tendrá consecuencias en alguna dirección.
Sin embargo, pienso que todo lo que las mujeres han hecho a lo largo de la historia de la Humanidad siempre ha sido bueno porque poseen cualidades innatas para el trabajo abnegado. Tengamos en cuenta que ambas profesiones pertenecen a la categoría de extremadamente vocacionales y cuando una mujer las escoge el compromiso con su quehacer es especialmente intenso.
Ayer como hoy, la Colegiación sigue teniendo como fin primordial la regulación de la práctica profesional, el establecimiento de una normativa ética, el fomento del estudio y el aprendizaje, la defensa ante el intrusismo y el apoyo mutuo ante la enfermedad, la viudedad y la orfandad.
Llevar a cabo estas tareas no es nada fácil. Además, hoy exigen una estructura y una metodología empresarial. De su labor altruista nos beneficiamos todos, y es de bien nacidos ser agradecidos. Por ello la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao y la Sociedad Bilbaína no han dudado en distinguir a ambos Colegios profesionales con los premios José Carrasco/Máximo Aguirre.
Quiero acabar con una frase de Ibnabdum que afirma lo siguiente: Nada más necesario en el mundo que un CADÍ justiciero, un NOTARIO fidedigno, un buen CALAFATE, un MÉDICO con conciencia y un BOTICARIO experto.
Nada más, señoras y señores, Paz y Salud para todos.
Gala Sociedad Bilbaína. Sociedad Bilbaína, viernes, 11 de marzo de 2011.