El pasado 27 de marzo nos asaltó la noticia del fallecimiento de Miguel Pérez-Mateo, que no por esperada dejó de ser un fuerte golpe para todos los que tuvimos el placer de trabajar y aprender con él. El Prof. Miguel Pérez-Mateo era jefe del servicio de Medicina Interna y Aparato Digestivo del Hospital General Universitario de Alicante y catedrático de Medicina de la Universidad Miguel Hernández. Miguel estudió medicina en la Universidad de Valencia, donde realizó su tesina de licenciatura con un trabajo sobre la epidemia de cólera que atacó la ciudad de Alicante en el año 1854. Posteriormente realizó su residencia en el Hospital de Sant Pau de Barcelona, en el servicio de Medicina Interna y Aparato Digestivo del Prof. Vilardell, entre octubre de 1971 y junio de 1976. Allí realizó su tesis doctoral a la edad de 27 años (1975), titulada «Influencia de diversos estados patológicos sobre la fijación de fármacos a proteínas plasmáticas». Posteriormente realizó una estancia en París, en el Hospital Beaujon, en el servicio de Digestivo del Prof. Benhamou, dirigida a profundizar en el estudio de las enfermedades intestinales y hepáticas de origen vascular.
Tras este periplo volvió a Alicante, inicialmente al servicio de Medicina Interna del Hospital General y posteriormente como jefe de sección de Medicina en el Hospital General de Elche, donde se dedicó de manera más directa a lo que era su principal área de conocimiento, las enfermedades del aparato digestivo. Al mismo tiempo desarrolló una brillante carrera académica, participando activamente en el crecimiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alicante, en la que ejerció como profesor titular y vicedecano, y posteriormente en el paso de esta facultad a la Universidad Miguel Hernández, donde ejerció ya como catedrático de Medicina. Miguel era un profesor brillante, dotado de una capacidad docente que le permitía transmitir con facilidad sus muchos conocimientos de medicina en un lenguaje y expresividad fácilmente asimilables por sus alumnos. La docencia era una de sus pasiones, preparaba sus clases con el esmero de otra época, pensando siempre en cuál sería la mejor manera de transmitir sus enseñanzas.
Durante su estancia en el Hospital General de Elche desarrolló el área de Aparato Digestivo e inició su focalización hacia el estudio de las enfermedades pancreáticas, espacio en el que es considerado una de las principales referencias nacionales. La labor investigadora fue uno de los principales empeños de su carrera, transmitió a sus compañeros y posteriormente a sus residentes la necesidad de trasladar los conceptos y observaciones de la práctica clínica al campo de la experimentación; en este sentido fue autor de más de 150 artículos, la mayoría de ellos en revistas internacionales. Sus primeros trabajos datan del año 1977, y durante toda su carrera tuvo en mente la necesidad de que su trabajo fuera más allá del ámbito asistencial y transmitió este empeño de la importancia del desarrollo científico traslacional en los servicios en que trabajó. Dirigió más de 50 tesis doctorales con varios premios extraordinarios de doctorado. Sus estudios siempre tuvieron una clara aplicabilidad clínica, pues este era el objetivo final de todo su desarrollo científico. Fue sin duda un paradigma en nuestro medio del médico-científico que con base en unos sólidos conocimientos clínicos y fisiopatológicos pretendía trasladar su experimentación a la mejora de los procesos diagnósticos y terapéuticos en su especialidad.
En el año 1992 fue nombrado jefe del servicio de Medicina Interna del Hospital General Universitario de Alicante, en el que desempeñó una importante labor clínica e investigadora, centrado principalmente en el desarrollo del área de Aparato Digestivo. Bajo su dirección el servicio de digestivo desarrolló diversas líneas de investigación que le han llevado a ser uno de los grupos más punteros del país en este ámbito. El desarrollo de su servicio fue una de sus obsesiones. Miguel siempre tenía en mente nuevas maneras de fomentar el crecimiento de su gente, tanto en el aspecto asistencial como científico. En este sentido fue un jefe ejemplar, a él acudíamos en momentos de duda, y siempre encontramos un consejo o una acción con la que resolver nuestros problemas. Con él todo eran facilidades para el que quería crecer profesionalmente y no dudaba en ocuparse personalmente de todas las gestiones que fueran precisas para el desarrollo del servicio o de sus adjuntos. Era un jefe sabio, también desde el punto de vista asistencial. Tenía un fino olfato clínico que le hacía adelantarse al diagnóstico más problemático, que llegó por desgracia hasta la sospecha de la propia enfermedad que ha acabado con su vida. Su calidad como médico era reconocida por todos los que le rodeaban y, especialmente, por sus pacientes, que sentían y sienten por él auténtica veneración. Era todo lo que un médico debe ser: inteligente, perspicaz, estudioso, educado, afable y con un magnífico trato personal.
Entre los años 1999-2004 fue el primer presidente electo de la Asociación Española de Gastroenterología (AEG) y allí también dejó huella de su personalidad. Bajo su mandato la AEG inició el desarrollo que le ha llevado ha convertirse en una de las sociedades científicas más importantes y dinámicas del país. Su prudencia, inteligencia, y su magnífica mano izquierda para la resolución de problemas fueron conocidas por los principales colegas gastroenterólogos del país durante este periodo de tiempo. Su pérdida será sin duda muy sentida en la AEG, pero nos queda el recuerdo imborrable de un gran amigo y compañero. Con su marcha se va una importante figura de esta especialidad a nivel nacional.
Como decíamos al principio, los que hemos tenido la suerte de trabajar, aprender y crecer a su lado siempre le tendremos como una referencia en nuestras carreras y en nuestras vidas. Haberle conocido y haber compartido tantos momentos con él siempre nos permitirá decir en momentos de duda: ¿qué hubiera hecho Miguel? Seguro que de su recuerdo encontraremos muchas soluciones. Su mujer Loli, su hermano José Luis y sus hijas han perdido un ser muy querido, pero todos los que le hemos tenido como un referente humano y profesional también hemos quedado de alguna manera un poco huérfanos.
Hasta siempre Miguel
Junta Directiva de la Asociación Española de Gastroenterología
Patronato de la Fundación Española de Gastroenterología