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Vol. 44. Núm. 7.
Páginas 537-538 (agosto - septiembre 2021)
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In Memoriam
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«In Memoriam» Ricardo Sáinz Samitier
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Angel Lanas Arbeloa
Servicio de Aparato Digestivo. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Universidad de Zaragoza, Zaragoza, España
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El pasado 24 de abril falleció en Zaragoza el Profesor Ricardo Sáinz Samitier. El fallecimiento tuvo lugar un día después del día de San Jorge, patrón de Aragón, del que Ricardo se sentía tan orgulloso. Aragón, por otra parte, debe a Ricardo toda una vida dedicada a la práctica de la Medicina y a su enseñanza en la Universidad de Zaragoza, dando unos frutos que pocas personas pueden alcanzar.

En 1967, Ricardo Sáinz Samitier obtuvo el título de licenciatura en Medicina y Cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela. Desde ahí se desplazó a Barcelona donde, siete años más tarde, obtuvo el título de especialista en Enfermedades de Aparato Digestivo por la escuela oficial de Patología Digestiva en el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, de la mano del Profesor Francisco Vilardell, persona a la que Ricardo siempre admiró y respetó. Posteriormente se desplazó a París como médico asistente extranjero en los hospitales de París. Ahí formó parte del Servicio de Gastroenterología del Hospital Bichat donde realizó trabajos de investigación en motilidad gástrica y defendió su tesis doctoral.

Sus movimientos posteriores lo llevaron ya a Zaragoza, concretamente a la cátedra de Patología General con el Profesor Gabriel Guillén, y al recientemente inaugurado Hospital Clínico Universitario donde entró a formar parte del Servicio de Aparato Digestivo. Fue entonces cuando, siendo alumno de tercero de Medicina, conocí, sin saberlo, al que años más tarde sería mi jefe, mi maestro y mi amigo. Asistía por primera vez, en prácticas, a una sesión clínica muy concurrida de la Cátedra de Patología General. De todo lo que aconteció en aquella sesión me sorprendió la intervención de una persona en la discusión del caso. Me pareció que lo que esa persona decía era lo más brillante y sensato que había escuchado en toda sesión. Esa persona era Ricardo, aunque yo entonces ni sabía quién era, ni me quedé con su nombre, pero sí con su cara.

Un par de años más tarde quiso el destino que entrase como estudiante interno honorario en la Cátedra de Patología Médica B donde me destinaron al Servicio de Digestivo del Hospital Clínico Universitario con Ricardo. Mi vida profesional ya no se desligó de la de Ricardo Sáinz. La razón fundamental es que Ricardo tenía una capacidad de atracción tremenda dado su don de gentes, su amabilidad, su formación como especialista, que claramente destacaba sobre los demás, y sobre todo su humanidad que hacía que hasta el estudiante más joven se sintiera cómodo con él. Esta experiencia que describo es probablemente la misma que hizo que personas como Fernando Gomollón, Miguel Montoro, Eduardo Bajador, Julio Ducons y otros muchos nos formáramos con él, eligiéramos ser especialistas de digestivo y siguiéramos su estela dejando globalmente una huella notable no solo en Aragón sino a nivel nacional e internacional dentro de nuestra especialidad.

Durante los casi 30 años que Ricardo fue Jefe de Servicio de Digestivo del Hospital Clínico, el Servicio creció progresivamente como uno de los mejores a nivel nacional y sentó las bases de lo que es ahora. En este sentido quiero destacar la apuesta de Ricardo por la investigación dentro de los servicios hospitalarios. La situación de la investigación en la mayor parte de los hospitales de España en aquellos años era no solo tremendamente deficitaria, sino que me atrevería a decir que mal vista por parte de las direcciones e incluso por parte del personal facultativo. Ricardo no solo nos animó a hacer investigación, sino que nos defendió ante todas las instancias y nos protegió de presiones externas. Los frutos obviamente llegaron más tarde, pero llegaron, y desde hace años nuestro Servicio es referente al mismo nivel que los mejores Servicios del país. Igualmente, Ricardo nos inculcó la necesidad de salir del cascarón local, experiencia que algunos hemos seguido y que como a él, nos ha servido para ampliar nuestros horizontes, nuestra red de contactos y en definitiva la calidad de nuestra actividad profesional. Una de las «debilidades» de Ricardo fueron siempre los residentes, a los que mimó y cuido como un padre, preocupándose no solo por su bienestar profesional sino también por su bienestar personal.

Otra de las facetas en las que Ricardo Sáinz destacó y dejó huella fue en el ámbito más estrictamente universitario. Durante muchos años fue profesor de la Universidad, primero como Profesor no Numerario, luego ya como Titular y finalmente como Catedrático de Medicina. Ricardo era muy apreciado por los alumnos de Medicina, con quienes ejercía y desplegaba sus cualidades como extraordinario docente. Su amabilidad, su respeto por el alumnado y al mismo tiempo su cercanía a ellos hacía que obtuviera siempre las mejores notas otorgadas por los alumnos a los profesores. Como no podía ser de otra forma, Ricardo era y ha sido muy querido por el resto de los profesores de la Facultad y la Universidad de Zaragoza. Con muchos de ellos colaboró y trabajó duramente, comportándose siempre como un caballero, aún en situaciones complicadas que siempre se dan a lo largo de una dilatada carrera. Ricardo era también una persona fiel y agradecida. Fruto de ello, no se olvidó de su maestro, el Profesor Vilardell, al que promocionó como Profesor «Honoris Causa» por la Universidad de Zaragoza.

Finalmente, otro aspecto a destacar tiene que ver con la Asociación Española de Gastroenterología (AEG). Ricardo, como persona influyente en el ámbito de nuestra especialidad en los tiempos que nació la AEG, junto con personas de la talla de Gonzalo Miño, Julio Ponce, José María Piqué o Miguel Peréz Mateo entre otros, fue determinante en su génesis y desarrollo. Ricardo apoyó sin ningún tipo de dudas el proyecto desde su inicio, pues la AEG reflejaba su idea de la especialidad. Posteriormente continuó presentado sus trabajos científicos en los congresos de la AEG y asistiendo a los mismos, año tras año, hasta su jubilación. Su determinación arrastró a otros muchos gastroenterólogos del país que podían ver el proyecto con alguna reticencia. La AEG supo reconocer su labor otorgándole una distinción a su trayectoria y contribución a la Asociación, junto a Julio Ponce y José María Piqué en la XX Reunión de la Asociación en 2017.

No quiero terminar este documento en memoria de Ricardo sin señalar que todo lo que acabo de describir de él a nivel profesional, queda empequeñecido cuando hablamos de Ricardo en su entorno familiar. Luisa, su mujer, y sus hijos Jorge, Juan y Ana, eran su debilidad y su cara resplandecía cuando hablaba de ellos. Esto entra ya en el ámbito más personal e íntimo, y como tal solo deseo hacerlo constar para completar el perfil de Ricardo como una persona íntegra en todos los ámbitos de la vida.

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