A Luisa Guarner se la conocía bajo dos aspectos, uno como profesional de la medicina y otro como persona entrañable. Luisa falleció el pasado 30 de julio a la edad de 63 años, en su domicilio de Sant Gervasi, poco más de un año después de descubrírsele su enfermedad. Durante este tiempo ha sido un ejemplo de optimismo, virtud a la que nos tenía acostumbrados.
Cursó sus estudios de Medicina en la Universidad de Barcelona y después de realizar la residencia en el Hospital Clínic se incorporó al Servicio de Gastroenterología de la en aquel entonces Ciudad Sanitaria de la Seguridad Social Valle de Hebron de Barcelona. Rápidamente se aficionó a la patología pancreática leyendo, en 1984, su tesis doctoral “Tripsina inmunorreactiva y lipasa séricas: Utilidad en el diagnóstico de enfermedad pancreática”. Algunos años mas tarde, en 1989, fue cofundadora de la Asociación Nacional para el Estudio del Páncreas (ANEP), posteriormente convertida en Club Español de Páncreas (CEP), participando siempre activamente con comunicaciones y comentarios en las reuniones bianuales. También era miembro activo de la Asociación Española de Gastroenterología desde su fundación en 1999 y de la Sociedad Española de Enfermedades Digestivas. En 2002 fue uno de los editores del primer “Tratado de páncreas exocrino” publicado en España. Este 2012, cuando su enfermedad estaba en avanzada evolución, participó activamente como miembro fundador de la recientemente constituida Societat Catalana de Pàncrees. Participó también asiduamente en las reuniones del European Pancreatic Club en donde tenía, como no, muchos y buenos amigos.
Pero desde el punto de vista profesional también se distinguía por su buen hacer. Tenía una capacidad de resolución enorme. Con ella los problemas dejaban de serlo. Su trato con los enfermos era exquisito, no sólo por su capacidad de decisión, sino porque sabía escuchar al paciente, virtud fundamental en cualquier médico pero que no siempre se sabe aplicar.
Formaba parte de una gran familia. Era la mayor de ocho hermanos y como tal había ejercido, dando consejo y ayuda adecuada al que lo necesitaba. Cuidó y luchó por sus hijas, Luisi, Sara y Nuria que, junto a su esposo Eduardo, mantendrán siempre un profundo, feliz y alegre recuerdo de ella. En su vida personal transfería alegría, optimismo, valentía, siempre veía el lado positivo de las cosas. Era una persona con una gran capacidad de trabajo, gran aficionada a la lectura y a la música, pero también sabía disfrutar de los viajes, de los amigos y, como no, del mar. Este mar Mediterráneo que para ella era fundamental poder vivirlo, sentirlo y, sobre todo, compartirlo. Era una gran amiga de sus amigos y los que aún no lo eran no podían resistirse a su simpatía.
Luisa ha dejado un gran vacío no sólo entre sus familiares y amigos, sino también entre sus pacientes que la encontrarán a faltar en su cariñoso trato personal. La Gastroenterología y, especialmente, la Pancreatología españolas han perdido uno de sus miembros más activos.
Luisa, todos te recordaremos siempre, de esto no cabe ninguna duda, el recuerdo es lo que mantiene vivas a las personas queridas. Recordaremos tu andar, tu sonrisa, tu alegría,…. Adiós Luisa, amiga de siempre y para siempre.
Luis Aparisi, Gonzalo de las Heras, Antonio Farré, Laureano Fernández-Cruz, Félix Lluis y Salvador Navarro, en representación de la Junta Directiva de AEG