Las metástasis hepáticas quísticas han sido previamente descritas en pacientes con antecedentes de carcinoma escamoso de cuello uterino y de amígdalas1–4, sin embargo hasta donde conocemos, no existen comunicaciones previas de metástasis quísticas en hígado con un origen primario anorrectal. Teniendo en cuenta lo infrecuente de estas lesiones y las dificultades clínicas y/o radiológicas que conllevan presentamos un caso reciente de carcinoma cloacogénico anorrectal con quiste hepático. Se trata de un varón de 55años de edad que acude a consulta por antecedentes de rectorragia de un mes de evolución. La colonoscopia detecta una masa tumoral en la región anorrectal que se biopsia y se informa un diagnóstico en anatomía patológica de carcinoma basalioide cloacogénico anorrectal. Los estudios de extensión radiológicos (tomografía computarizada [TC] y resonancia magnética [RM] abdominopélvica) no detectaron lesiones metastásicas a distancia (fig. 1A). El paciente fue tratado inicialmente con un régimen de quimio-radioterapia (5-fluorouracilo y mitomicina), observándose una marcada reducción de la masa tumoral que se confirmó en la RM pélvica. En el estudio de seguimiento realizado a los 8meses se detectó en la TC abdominal una masa quística de grandes dimensiones en el lóbulo hepático derecho, con el aspecto clínico y radiológico de quiste simple hepático benigno (fig. 1B). Considerando los datos clínicos y el resultado de la TC se realizó un drenaje del quiste mediante punción percutánea guiada por ecografía. El estudio citológico del líquido extraído fue negativo para células malignas. La aspiración percutánea del quiste y la aplicación de 6sesiones de escleroterapia redujeron considerablemente el tamaño de la lesión. Sin embargo, en los estudios de seguimiento realizados 4meses después se detectó en la exploración por TC abdominal que la lesión quística hepática había empeorado y que en ese momento no solo se observaba una lesión quística, sino numerosas lesiones sólido-quísticas en el lóbulo derecho con bordes irregulares y de carácter infiltrativo muy indicativo de lesión maligna (fig. 1C). Considerando los hallazgos radiológicos y la ausencia de lesiones malignas en otra localización se decide realizar una laparotomía exploratoria donde se detecta en el lóbulo hepático derecho una masa tumoral sólido-quística. Se realiza biopsia transoperatoria que informa metástasis hepática por carcinoma cloacogénico (fig. 1D-F). Se prescribe tratamiento quimioterápico con cisplatino y 5-fluorouracilo y actualmente el paciente se encuentra en seguimiento oncológico.
A) TC abdominal inicial donde no se detectaron lesiones hepáticas. B) Estudio de seguimiento por TC realizado a los 8 meses en el que se observa una masa quística de grandes dimensiones en el lóbulo hepático derecho. C) Estudio por TC, 4 meses después, en que se detecta un empeoramiento de la lesión quística hepática con la aparición de múltiples lesiones sólido-quísticas de bordes irregulares y aspecto infiltrativo. D) Parénquima hepático normal y nidos tumorales infiltrativos. E) Patrón de crecimiento basalioide en carcinoma cloacogénico. F) Zonas de necrosis.
El presente caso nos demuestra que las metástasis deben ser consideradas en el diagnóstico diferencial de lesiones quísticas hepáticas solitarias, sobre todo cuando exista una historia previa de un tumor maligno primario en otra localización1. Particularmente los carcinomas escamosos, incluida la variante basalioide pueden presentar extensa necrosis dando la apariencia radiológica de una lesión quística. Adicionalmente, uno o incluso varios estudios citológicos negativos no excluyen la posibilidad de una metástasis quística teniendo en cuenta que existe un porcentaje no insignificante de resultados falsos negativos cuando se estudian los quistes solamente con métodos citológicos.
En el caso actual se consideró la posibilidad de una metástasis hepática quística pero los estudios citológicos negativos y el aspecto benigno de las imágenes radiológicas en los estudios iniciales proporcionaron una falsa apariencia de la lesión. No obstante, la historia previa de un carcinoma cloacogénico anorrectal y la presencia de un estudio radiológico normal antes de aparecer la lesión quística inicial apoyaban la posibilidad de una metástasis hepática. El estudio histopatológico de la pared del quiste es fundamental y generalmente es la forma más adecuada para detectar metástasis quísticas1–4.
En conclusión, el diagnóstico definitivo de las metástasis hepáticas quísticas en la práctica diaria requiere una integración clínica, radiológica, quirúrgica y patológica que permita un diagnóstico certero y el tratamiento adecuado para el paciente.