La medición de la presión arterial con tensiómetros automáticos o aneroides es una práctica de rutina en los controles médicos habituales, y no es solo en las personas hipertensas. Es un método inocuo, y en condiciones normales seguro y que aporta información tanto en la consulta médica, como en el registro ambulatorio en las farmacias, en el hogar o en aquellos pacientes internados en hospitales o clínicas por cualquier tipo de enfermedad1.
La hipertensión es una preocupación creciente en todo el mundo y causa más de 10 millones de muertes cada año. La prevalencia de hipertensión arterial (HTA) en Argentina es del 36,3 y el 38% de ellos desconocen su enfermedad2.
En diferentes estudios se evidenció que los tensiómetros a través de sus brazaletes pueden ser reservorio y/o trasmisores de microorganismos como bacterias o virus siendo esto un gran riesgo en la propagación de diferentes enfermedades1,3.
En un estudio danés se demostró que cada año, aproximadamente uno de cada 10 pacientes contrae una infección por bacterias patógenas asociada a la consulta médica. La colonización bacteriana a menudo ocurre debido a la transmisión indirecta de paciente a paciente, causada por el bajo cumplimiento de la higiene. Este estudio analizó el nivel de contaminación en manguitos de presión arterial en las ambulancias. Observaron que en los tensiómetros que se consideraban limpios estaban con bacterias Staphylococcus aureus y Enterococcus en los brazaletes4.
La transmisión de los microorganismos potencialmente patógenos puede ocurrir por contacto directo del paciente con un objeto inanimado contaminado o por las manos que han estado en contacto con entes infectados. Estas situaciones incluyen a los médicos y a otros profesionales de la salud, y a diferentes dispositivos como tensiómetros, termómetros y estetoscopios3,5.
El brazalete o manguito del tensiómetro es fundamental en el registro de la presión arterial, y podría ser un intermediario que, si se contamina con algún patógeno viable, tal como bacterias o virus, sería capaz de transferir dicha infección de un individuo a otro.
Las evidencias demuestran que en estos casos la higiene es la base de la prevención de diferentes enfermedades, y la COVID-19 (SARS-CoV-2) no es la excepción. Según estudios ya publicados de las infecciones en China y también en Italia, resulta evidente que los pacientes con enfermedades cardiovasculares y/o diabetes tienen un riesgo significativamente mayor de formas severas en la evolución de la infección por COVID-19 y mortalidad. A este grupo de riesgo de infección por COVID-19 se suman los pacientes con enfermedades respiratorias, las embarazadas y los inmunocomprometidos, por lo cual debemos extremar las medidas de higiene y precaución al momento de evaluar a todos estos pacientes6,7.
Se recomienda- 1.
La higiene de los brazaletes de los equipos de registro de presión arterial luego del uso con cada paciente, con un desinfectante a base de etanol (alcohol medicinal) o al 70% en ambos lados del manguito. Esta es una medida de prevención sencilla destinada a reducir la trasmisión potencial de enfermedades infecciosas8.
- 2.
Utilizar barbijo si atiende a alguien de quien se sospecha la infección por COVID-19. Recuerde que los barbijos solo son eficaces si se combinan con el lavado frecuente de manos con una solución hidroalcohólica o con agua y jabón, OMS 20209.
- 3.
Se recomienda diferentes procedimientos de limpieza in situ (consultorios, ambulancias), y probar el efecto de diferentes intervenciones de limpieza mediante diseños intervencionistas4.
- 4.
Se sugiere realizar los registros de toma de presión arterial acorde a las normativas de sociedades científicas reconocidas2,10.