Las microcalcificaciones mamarias se pueden definir como pequeños depósitos de calcio (parecidos a granos de sal) en los distintos componentes tisulares de la mama. Su importancia radica en que a veces pueden indicar la presencia de un cáncer de mama en estadio temprano.
El mejor método diagnóstico para visualizar las microcalcificaciones es la mamografía, aunque últimamente también pueden identificarse en ecografías de alta resolución. Es un tipo de lesión no palpable y a veces están asociadas a nódulos o asimetrías mamarias. Dependiendo del modo en el que estén agrupadas, de su morfología, tamaño y número, se definen varias categorías que van desde la de «benignidad», «sospecha intermedia», y «altamente sospechosas»1.
En los estudios mamográficos a veces existen imágenes que sugieren hallazgos patológicos de la mama y que realmente no lo son. Coloquialmente conocidas como «imágenes trampa», pueden tener un origen intramamario o extramamario según sean secundarias a componentes de la propia mama o a elementos externos.
Existen varias causas que pueden dar lugar a «imágenes trampa» en la mamografía. Las de origen intramamario están causadas por alteraciones en la propia anatomía de la mama y anejos (pezones retraídos, asimetrías de tejido mamario, lesiones cutáneas, cicatrices, etc.) y las extramamarias por los llamados propiamente «artefactos» (polvos y cremas cosméticas, desodorantes, cuerpos extraños, postprocesado de la imagen, etc.)2–4.
También se podría incluir como causa las originadas por una deficiente técnica mamográfica (visualización de estructuras óseas, superposición de cabellos, pezones mal posicionados que simulan nódulos, etc.).
El caso que se presenta es una combinación de «imagen trampa» de origen intra y extramamario. Se trata de una verruga que mamográficamente se proyecta como una imagen nodular y a la vez, debido al depósito de sustancias cosméticas en las criptas de la misma, da como resultado una imagen nodular con probables microcalcificaciones simulando una lesión con criterios radiológicos de sospecha (BI-RADS4) (figs. 1 y 2).
Dada la posibilidad de que dicha imagen se correspondiera a la lesión cutánea y no a un verdadero nódulo, y que las supuestas microcalcificaciones fueran artefactos en las criptas de la verruga, se citó nuevamente a la paciente para complementar el estudio con nuevas proyecciones, evitando aplicar ningún tipo de cosmético una semana antes de la exploración.
El resultado fue que las microcalcificaciones habían desaparecido y que el nódulo sospechado se correspondía clínicamente con la lesión cutánea (fig. 3).
Como conclusión, y con el fin de evitar este tipo de «imágenes trampa» que pueden simular hallazgos patológicos, se aconseja siempre a las pacientes que no utilicen cremas, polvos ni desodorantes el mismo día de la prueba, anotar siempre cualquier lesión cutánea y aplicar una buena técnica en el estudio radiológico.
Al Dr. C.J. Llambías por enseñarme, animarme, supervisar y corregir este caso.