Agradecemos los aportes en relación con nuestra publicación1. El objetivo del artículo «Enfoque clínico del síndrome febril agudo en Colombia»1 fue el de considerar los posibles diagnósticos etiológicos que se enmarquen dentro de la definición de la duración de la fiebre en el tiempo, definiendo como aguda aquella que tiene una duración de hasta 7 días. Sin embargo, el cuadro de Chagas agudo incluye en su definición de caso probable «Fiebre continua o prolongada mayor de 7 días, acompañado o no de alguno de los siguientes síntomas…»2. Este criterio ha sido utilizado en los estudios de brotes referenciados en Colombia3,4. Por esta razón, no fue incluido como parte de la revisión. Sin embargo, como se anota, dada la creciente frecuencia de la presentación aguda del Chagas en adultos, sería importante incluirlo en el diagnóstico diferencial de pacientes con síndrome febril agudo no especificado prolongado (más de 7 días). Un resumen presentado en el XXV Congreso Colombiano de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, realizado en marzo de 2014 en Medellín, recopiló información de 56 pacientes en 8 brotes en Colombia entre los años 2008 y 2010, mostrando la creciente frecuencia de este tipo de eventos5. Estos hallazgos sugieren que los brotes de Chagas oral pueden ser una forma relativamente frecuente de presentación que se encuentra subestimada en nuestro medio, y cuyo diagnóstico debe considerarse en el paciente que persiste con fiebre más allá de 7 días, escapando el enfoque presentado en el artículo.
Por otro lado, aunque existe consenso en el uso de doxiciclina como tratamiento de primera línea en pacientes con rickettsiosis, no lo hay en relación a una posible segunda línea. La razón es que probablemente se requiere individualizar el diagnóstico de la especie de Rickettsia para realizar una recomendación. La excelente revisión citada en la carta6 incluye varias opciones de segunda línea para el tratamiento de diferentes enfermedades producidas por Rickettsia que incluyen aminoglucósidos (josamicina), quinolonas, macrólidos (especialmente en niños) y cloranfenicol. El uso de fluoroquinolonas y claritromicina para el tratamiento de las fiebres manchadas es controvertido7. Además, Parola et al.8 ofrecen una aproximación de tratamientos según diferentes condiciones como el embarazo y los niños, y adicionalmente presenta las propuestas terapéuticas según los causantes de las fiebres manchadas.
Como se anota, en casos de R. conorii y Orientia tsutsugamushi hay reportes de fallos, sin embargo su frecuencia en el país no ha sido reportada9. Para el caso de R. typhi, sí reportada en el país10, se han reportado potenciales susceptibilidades in vitro a las quinolonas pefloxacina, ofloxacina y ciprofloxacina11. Estamos de acuerdo en que dada la relativa alta frecuencia como etiología del síndrome febril agudo en el país, debe investigarse más al respecto de la epidemiología y alternativas de tratamiento.