Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son herramientas cotidianas en casi todo tipo de biblioteca. Su utilización ha permitido otros manejos y usos de la información gracias a la creciente generación de documentos digitales, del acceso a Internet y de la derivación de servicios agregados a los que ya se conocían en la biblioteca tradicional.
Si bien cuestiones como éstas son positivas existe un lado que no lo es tanto: el problema de seguridad en el uso de estas tecnologías de la información y la comunicación.
El trabajo que el bibliotecólogo desarrolla en cuestiones como la alfabetización del usuario, el desarrollo de bibliotecas tecnológicamente desarrolladas y la búsqueda de alternativas para la organización de la información digital, entre otras, lo ha absorbido y le ha impedido ver lo que ocurre en el manejo cotidiano de la información digital, y que en cierto sentido influye en el uso de los servicios y recursos digitales de la biblioteca.
¿Qué es lo que le corresponde al bibliotecario en este manejo de información del día a día? ¿Hasta dónde debemos responsabilizarnos en cuanto a la guía en el uso que se hace de las TIC?
De acuerdo con el estudio sobre los hábitos de usuarios de Internet en México, realizado por la Asociación Mexicana de Internet, hasta el 2008 en México había 27.6 millones de inter-nautas; de este universo, 22.7 millones tienen 6 años o más y se registra una tasa de penetración nacional de Internet en personas mayores de 6 años de 29.7%.1 Ello refleja un uso creciente de este medio entre niños y jóvenes mexicanos, aunque existe una situación similar en otras latitudes.
En un artículo publicado en BBC Online Network2 se menciona que en el Reino Unido el 70% de los menores usan Internet desde su casa, y de ellos más del 52% destina cada semana cinco horas como mínimo a navegar. El 80% de los padres, por su parte, no sabe cómo conseguir que sus hijos usen de forma segura Internet y, lo que es peor, muchos de ellos desconocen los riesgos que entraña la red.
La creciente población de usuarios de Internet y la WWW obliga a observar con detenimiento cuáles son los riesgos con los que se enfrenta el usuario en la consulta de estos medios. A nivel internacional existen estudios que dan a conocer los peligros a los que un niño o un joven se pueden enfrentar durante la navegación por la red y las herramientas de las que es posible echar mano para evitar dichos peligros.
En diciembre de 2008 el Berkman Center for Internet & Society de la Universidad de Harvard publicó el informe final del Internet Safety Technical Task Force —un grupo formado por 29 em-presas líderes en Internet, organizaciones no gubernamentales, representantes del mundo académico y empresas tecnológicas— en donde se menciona qué herramientas y tecnologías ayudan a crear un medio más seguro para los jóvenes que usan Internet.3
El informe contiene un análisis de los estudios realizados hasta la fecha en los Estados Unidos sobre los riesgos a los que se enfrentan los menores en Internet, así como algunas recomendaciones.
Entre las conclusiones que se señalan en este informe, destacan las siguientes:
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Los actos de depredación sexual hacia menores por parte de un adulto en línea siguen siendo motivo de preocupación. El Grupo de Trabajo afirma que es necesario investigar más sobre las actividades de los delincuentes sexuales en las redes sociales y otros entornos en línea. Además, los jóvenes reportan abusos de menores hacia menores cada vez con mayor frecuencia.
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También puede existir exposición a estas depredaciones a través de teléfonos celulares y otros dispositivos electrónicos.
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Los sitios sociales se utilizan con frecuencia también para el acoso entre compañeros o pares, probablemente porque es un medio ampliamente adoptado por los menores y porque se usan principalmente para reforzar las relaciones sociales preexistentes.
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La intimidación y el acoso en línea, la mayoría de las veces por sus pares, son las amenazas más frecuentes a las que tienen que enfrentarse los menores (cyberbullying).4
En relación con el cyberbullying hay que señalar que son pocos los autores que se centran en su estudio, pero se refieren al problema de diferentes formas: acoso virtual, network mobbing o ciber-intimidación son algunas maneras de hacer referencia a esta situación.
Aunque no todos los menores están expuestos al mismo tipo de riesgo, se dan diversas recomendaciones para evitar problemas, entre ellas se encuentran las siguientes:
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Los miembros de la comunidad de Internet deben seguir trabajando con los expertos en seguridad infantil, los especialistas en tecnología, los promotores de políticas públicas, entre otros actores, para desarrollar tecnologías que protejan a los menores de los peligros que existen en la red.
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Se deben fijar normas para el uso de tecnologías y el intercambio de datos e identificar y promover las mejores prácticas en la aplicación de tecnologías a medida que van surgiendo y evolucionando los problemas de seguridad.
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Los padres y profesores deben tener conocimiento sobre Internet y las formas en que niños y jóvenes la utilizan, así como sobre la tecnología en general; explorar y evaluar la eficacia de las herramientas tecnológicas disponibles; y ser conscientes de los riesgos comunes a los que los usuarios se enfrentan para poder así ayudar a niños y adolescentes a comprender las tecnologías y navegar por ellas de forma segura.
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Para complementar el uso de la tecnología se deberían asignar más recursos a las escuelas, bibliotecas y organizaciones comunitarias, para que éstas adopten medidas para enfrentarse a estos riesgos y para que haya más formación sobre temas de seguridad en línea.
Las posibilidades de aprender y de explorar en Internet son infinitas. Niños y jóvenes cuentan con las habilidades básicas para utilizar las computadoras prácticamente desde su nacimiento. Sin embargo aun siendo usuarios experimentados requieren de la información y orientación adecuadas para utilizar la red de manera segura, sobre todo en el contexto de la web 2.0 y los recursos que ésta ofrece, como las redes sociales.
Es importante señalar que de acuerdo con algunos estudios efectuados, uno de cada tres menores que utilizan habitualmente Internet tiene como objetivo principal la búsqueda de información. La mayor parte lo concibe como una herramienta de ocio: un 36% se conecta fundamentalmente para chatear, otro 17% para jugar y, finalmente, otro 13% para buscar música.
Frente al hecho de niños y adolescentes que acceden a Internet, ¿cómo podemos los bibliotecólogos intervenir para que se tenga un uso seguro de Internet?
Las bibliotecas como proveedores de infraestructura para el acceso a Internet participan en una arena en la que aún se debate sobre el acceso libre y confidencial. Frente a la preocupación por evitar el acceso a la pornografía, la incitación al odio y otras formas de “contenidos nocivos en Internet”, el bibliotecólogo debe estar alerta en su práctica y evitar que personas y organizaciones se filtren a través de spyware, cookies u otros canales, además de tratar de que el menor de edad conozca los riesgos a los que se expone en la Internet y de prevenirlos. Los dilemas que esto implica para el bibliotecario son numerosos, aunque la mayor parte del debate se centra sobre si es aconsejable o no el utilizar software de filtrado, ya que, en opinión de algunos, esto atenta contra la libertad de acceso.5
Sin embargo habrá que evaluar los daños que puede traer consigo el uso irrestricto de la red por parte de los menores. Este debate, más que dedicarse a los programas de filtrado, debería hacerse acerca de cómo crear usuarios responsables en el uso de las TIC, refriéndonos aquí tanto a padres como a hijos y profesores.
Al respecto, un estudio de la Universidad de Loughborough, Reino Unido —donde se analizó qué tan conscientes están los bibliotecarios sobre este papel en el entorno de las bibliotecas académicas y especializadas en Gran Bretaña— arrojó datos que dan indicios sobre el vacío que existe en la protección de la navegación en red, y la pobre preparación de los bibliotecarios para ofrecer esta protección. Entre otras cuestiones habrá que analizar lo que ocurre en México y, sobre todo, tomar acciones al respecto, por parte del profesional que está a cargo del manejo de la información. Georgina Araceli Torres Vargas
Estudio AMIPCI: hábitos de los usuarios de Internet en México. Resumen ejecutivo, mayo, 2009, disponible en: http://www.amipci.org.mx/estudios/temp/RESUMENEJECUTIVOEstudioAMIPCI2009UsuariosdeinternetFINAL-0334725001245691260OB.pdf
Se entiende como aquel daño intencional y reiterado, infligido mediante el uso de las TIC. Cfr. Sameer Hinduja, y Justin W. Patchin, Bullying. Beyond the Schoolyard, disponible en: http://www.cyberbullyingbook.com
Paul Sturges, “Remember the human: the first rule of netiquette, librarians and the Internet”, pp. 209-216, en Online Information Review, Vol. 26, Núm. 3 (2002), disponible en: http://www.emeraldinsight.com/Insight/ViewContentServlet?Filename=Published/EmeraldFullTextArticle/Articles/2640260306.html