El mito de la caverna como acercamiento a las necesidades de conocimiento e información
El mito de la caverna, que presenta Platón en uno de los diálogos del libro VII de La República, puede ser visto como una explicación metafísica de cómo se llega al conocimiento, a la verdad. Visto de esta forma el mito es una teoría acerca de cómo puede el hombre encontrar la verdad y por lo tanto el conocimiento de todas la cosas que le rodean y que se encuentran en el mundo. Describe cual sería el método que debe seguirse y cómo debe actuar el sujeto utilizando tal método ante sus congéneres para poder, primero, hacerles comprender que hay una verdad que no es la cotidiana, y segundo, que hay que recorrer un camino largo para llegar a ella, al conocimiento real de las cosas. Entonces, cabría establecer las cuestiones siguientes: ¿cuál sería la interpretación del mito de la caverna, es una interpretación epistemológica del cómo se conoce? ¿Qué método es el adecuado para alcanzar el conocimiento real de las cosas y que está plasmado de alguna forma en el mito de la caverna?
El mito de la caverna es expuesto por Sócrates a partir del fragmento 514a y hasta el 521a del diálogo; el lugar se puede describir como un espacio: […] subterráneo rectangular en que los espectadores están sentados de espaldas a la puerta y de cara a una pared. Detrás de ellos, a cierta distancia y en plano algo superior –pero dentro del local–, hay un fuego encendido, y entre el fuego y los espectadores corta transversalmente la sala un camino algo elevado al lado del cual – entre el camino y el público– discurre, también transversalmente, una mampara tan alta como un hombre. De este modo, al pasar personas cargadas por el camino, tan solo serán proyectadas por el fuego sobre la pared del fondo las sombras de las cargas que ellos transporten, pero no sus propias sombras. Además la pared del fondo tiene eco, de modo que las palabras pronunciadas por los porteadores parecen venir de ella […]1
A la anterior representación cabe añadir que a lo largo de la caverna y después del fuego se extiende una rampa que lleva a la salida de la caverna y a la luz del sol, como lo expresa el mismo texto: “[…] morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz”.2 Así, el mito cuenta con diferentes actores que representan la naturaleza de la educación y la falta de ella, refiriéndose al conocimiento que poseen los humanos con respecto a lo que les rodea y a su habilidad para aprender, para alcanzar el conocimiento que necesitan siguiendo un camino distinto al que actualmente llevan (en referencia a la sociedad griega de ese entonces, alrededor del 450 a. C).
Cada uno de los personajes y objetos que aparecen en el mito de la caverna pueden tener una interpretación, pero todos confuyen hacia el conocimiento. Así, los prisioneros que están encadenados “En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza”.3 Estos hombres no han visto la luz, sólo ven en las tinieblas los objetos que les son mostrados. Estos personajes son en realidad las personas que no tienen el conocimiento de las cosas y que se dejan guiar por la opinión y no por la razón.
Se tiene así la cuesta que lleva hacia la salida, hacia el sol fuera de la caverna. El ascenso desde donde están los hombres encadenados hacia la salida puede significar el largo camino que debe seguir el hombre, primero para quitarse las cadenas, después voltear el rostro y todo él mismo y, posteriormente, caminar con enorme esfuerzo cuesta arriba, hacia la salida, hacia la luz, hacia el verdadero conocimiento, hacia la Verdad. Esto se interpreta de la frase “[…] el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible”;4 el alma es la que verá la luz y comprenderá la verdad, que en las tinieblas en las que se encontraba no podía ver, pues ahí sólo veía un reflejo de las cosas: “¿Y qué los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?”.5 Los hombres sólo percibían la sombra de las cosas, no lo que son; necesitan del conocimiento para poder ver las cosas tal como son en realidad.
Salir de la caverna y enfrentarse a la luz del sol y ver lo que en realidad existe es conseguir el conocimiento. El sol y la luz darán al alma de los hombres el conocimiento de las cosas, no la opinión, sino lo que son en realidad: […] en el alma de cada uno, hay el poder de aprender y el órgano para ello, y que, así como el ojo no puede volverse hacia la luz y dejar las tinieblas si no gira todo el cuerpo, del mismo modo hay que volverse desde lo que tiene génesis con toda el alma, hasta que llegue a ser capaz de soportar la contemplación de lo que es, y lo más luminoso de lo que es, que es lo que llamamos el Bien.6
Los hombres que salen de la caverna y ven la luz por primera vez quedan cegados, por lo tanto, primero hay que acostumbrarse a ella, es decir, ver las cosas reales que les rodean y que no son las mismas que veían en las tinieblas de la caverna, ya que sólo veían sus sombras; posteriormente, esos hombres que se han librado de las cadenas y han salido a la luz deben regresar con los que se quedaron en la caverna y llevarlos cuesta arriba para que ellos también vean la luz, la realidad de la cosas, y se alejen de la opinión y caminen hacia la razón y el conocimiento.
Una vez emprendido el camino hacia los hombres atrapados en la caverna, ¿cómo podrán romper las cadenas de sus compañeros que aún ven las sombras en las tinieblas? Los hombres que van a liberar de la opinión a los otros lo pueden lograr a través de la dialéctica, la cual sería el camino apropiado para ello: […] el método dialéctico es el único que marca, cancelando los supuestos, hasta el principio mismo, a fin de consolidarse allí. Y dicho método empuja poco a poco al ojo del alma, cuando está sumergido realmente en el fango de la ignorancia, y lo eleva a las alturas, utilizando como asistentes y auxiliares para esta conversión a las artes que hemos descrito.7
La dialéctica permite ayudar a los hombres, pero también lo que ayuda a unos hombres a llevar a otros cuesta arriba a través de la caverna dirigiéndose hacia la luz es la necesidad de conocimiento que tienen en su alma y en su razón, ya que el camino de ascenso satisface la necesidad de conocimiento que algunos hombres tienen por comprender la realidad de las cosas. Entonces, se puede decir que hay personas encargadas de desencadenar a los demás y llevarlos a la luz, al conocimiento, para que vean las cosas en la realidad.
El mito de la caverna que expone Sócrates, tomando en cuenta que “[…] la condición en la que se encuentran los cautivos, en relación con el conocimiento es la de que toman como fuente de cognición a las sombras, que los liga a un mínimo de realidad”,8 expresa cómo el conocimiento puede ser alcanzado y satisfecho con la ayuda de los que ya han visto la luz y se acercan a la realidad de las cosas, los que salvaguardan o conservan el conocimiento y los que pueden hacerlo accesible a los demás. Asimismo, son ellos los que tienen la forma, el camino (método) para poder llevar a los demás hacia el conocimiento; son los que pueden cambiar las condiciones en las que se encuentran los cautivos en relación con él.
Sócrates no sólo presenta, a través del mito de la caverna, las condiciones en las cuales se encuentran los hombres alejados del conocimiento, sino que también propone a la dialéctica como el camino seguro a seguir para dirigirse hacia el conocimiento, hacia el Bien, hacia la Verdad.
La descripción y explicación del mito de la caverna es epistemológica, pues trata de cómo se conoce y cómo debería de conocerse el mundo y las cosas que en él existen; de cómo encontrar la satisfacción a las necesidades humanas de conocimiento y, por tanto, hablando en términos actuales, de la información que permita tener el conocimiento de las cosas que existen en el universo. Juan José Calva González
Platón, La República, introducción de Manuel Fernández-Galiano, trad. de José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano, 9ª reimp., Madrid, Alianza Editorial, 2011, p. 405. Véase la nota 1 del libro VII.
Ibid., pp. 242-243, 533d. Por las artes que ha descrito se refere a la aritmética, la geometría plana, la geometría sólida, la astronomía y la armonía. Véase Conrado Eggers Lan, El Sol, la línea y la caverna, Buenos Aires, Ediciones Colihue, 2000, pp. 43-60.