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Vol. 74. Núm. 293.
Páginas 171-176 (julio - septiembre 2015)
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Vol. 74. Núm. 293.
Páginas 171-176 (julio - septiembre 2015)
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Contending Perspectives in Economics: A Guide to Contemporary Schools of Thought por John T. Harvey
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Jorge Ibarra Consejo
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(Estados Unidos de América: Editorial Edward Elgar, 2015)

En las últimas cuatro décadas, comenzando a partir de finales de la década de los setenta, se dieron transformaciones fundamentales caracterizadas por la amplia- ción del radio de acción de las soluciones de mercado en las economías de los diferentes países. La teoría económica neoclásica también evolucionó y fungió como uno de los soportes intelectuales de dichos cambios. Siendo ya la corriente dominante desde tiempo atrás, su posición se consolidó como prácticamente exclusiva en los programas de estudio de la mayor parte de las universidades del mundo. Ello ocurrió en un ámbito de organización académica que fue limitando o excluyendo la presencia de enfoques alternativos. Incluso los propios cursos de historia del pensamiento económico tomaron un lugar secundario en los programas o simplemente desaparecieron.

El acontecer económico de este periodo histórico, junto con la aparición de fenómenos inéditos, ha repetido la ancestral sucesión de expansiones y rece- siones en la actividad productiva, pero con resultados más insatisfactorios en materia de tasas de crecimiento, niveles de desempleo y equidad distributiva, si lo comparamos con lo registrado en la llamada edad de oro del capitalismo. Este desempeño, además, desembocó en la severa y aún no remontada crisis económica de los últimos tiempos, situación que muchos economistas connotados afirmaron que ya no habría de ocurrir. Tal acontecer económico fue generando desde años atrás críticas recurrentes frente a los desarrollos de la teoría económica convencional y hacia las políticas que en ella se sustentaban. En particular, fueron apareciendo muestras de inconformidad muy difundidas con el contenido de los programas de estudio de economía predominantes en las universidades.

En este contexto, a lo largo de los años han surgido llamados repetidos para mirar con la atención debida las aportaciones de los enfoques alternativos al de la escuela neoclásica, que durante años han contribuido con señalamientos pertinentes sobre la configuración de la problemática económica de nuestro tiempo, así como con llamados de alerta sobre sus posibles consecuencias. De ahí se han desprendido, además, demandas de estudiantes y profesores para enseñar la ciencia económica en un marco de recobrada pluralidad, que permita confrontar las explicaciones de la corriente predominante con las de escuelas de pensamiento alternativas, hoy llamadas heterodoxas, muchas de los cuales tienen una larga existencia y se han seguido cultivando con gran vigor aunque en espacios académicos de menor presencia.

En este escenario han surgido numerosos artículos y libros que argumentan a favor de la pluralidad en la enseñanza de la economía y que se proponen ex- plicar las características distintivas de la elaboración científica de los enfoques heterodoxos para realizar un contraste con la corriente neoclásica. Un impor- tante trabajo de este tipo, del que aquí nos ocupamos, es el libro de J.T. Harvey, profesor de la Texas Christian University en los Estados Unidos y quién dirigió durante seis años la Confederación de Asociaciones para el Pluralismo en la Economía (ICAPE por sus siglas en inglés).

En este libro el autor realiza un recorrido breve por diferentes escuelas de pensamiento económico, con la intención de invitarnos a conocer y profundizar en el estudio de corrientes alternativas a aquella en la que inicialmente nos haya- mos formado, que con alta probabilidad para una gran mayoría de economistas en todo el mundo en tiempos recientes, ha sido la neoclásica. Así, en sucesivos capítulos Harvey nos lleva a visitar siete escuelas de pensamiento: la neoclásica, la marxista, la austriaca, la poskeynesiana, el institucionalismo y el nuevo institu- cionalismo y, para finalizar, la economía feminista.

En el libro Harvey argumenta a favor de exponer a los economistas en forma- ción a una pluralidad de enfoques. Estudiar más de una escuela de pensamiento, nos dice, es un ejercicio sumamente formativo. Nos permite conocer mejor la corriente que nos parezca más relevante o en la que nos hayamos formado inicialmente. También asumirla con cautela y actitud crítica, sabiendo lo que nos ofrecen explicaciones alternativas a las que utilizamos habitualmente a partir de nuestra formación. Incluso, con las limitaciones del caso, conocer más de una escuela de pensamiento nos permite utilizar una mayor variedad de recursos analíticos para estudiar temas complejos. Harvey sostiene que la formación plural debería conducir a los estudiosos de la economía a debatir con mayor conocimiento de causa, rigor y respeto mutuo, aspectos que han estado rela- tivamente ausentes en tiempos recientes y que deben imperar entre quienes realizan un trabajo científico.

Lejos de aceptar que el estudio de diferentes escuelas pudiera crear confusión entre los estudiantes, el autor argumenta que la economía como objeto de estu- dio en realidad se torna más interesante y atractiva, dada la importancia de los asuntos económicos del mundo real en la vida diaria. El autor hace referencia a estudios conducidos entre estudiantes para sostener esta posición.

Harvey nos advierte que su libro no trata de ofrecer una presentación extensa y detallada de las escuelas tratadas. La extensión del trabajo es breve y solamente se propone destacar los rasgos fundamentales de cada escuela de pensamiento y sugerir fuentes para profundizar en su estudio. En este sentido, el autor nos indica que distintos conocedores siempre podrán juzgar si la exposición en cada caso está bien lograda o no. Siendo consistente con su posición a favor de la pluralidad, Harvey se compromete a tratar cada escuela con imparcialidad y con el máximo rigor. Con tal propósito solicitó al editor que los revisores de cada capítulo fueran economistas inscritos dentro de cada escuela de pensamiento para tomar en cuenta sus observaciones. Asimismo, Harvey se reserva revelar hasta el último capítulo la escuela de pensamiento dentro de la cual se inscribe su propio trabajo profesional.

Este libro constituye una lectura muy conveniente, tanto para quienes inician su formación de economistas como para aquellos que, teniendo ya un cierto avance bajo el predominio de alguna corriente en particular, quieran confrontar lo que han aprendido con lo que plantean otros enfoques. Desde luego que tam- bién resulta útil para aquellos estudiantes de otras disciplinas que en su formación llevan uno o más cursos básicos de economía. Me atrevería a decir que, aunque no es necesariamente un libro sencillo, es también útil para el lector culto que ha sido expuesto a la economía por un conjunto de libros de divulgación muy exitosos de los últimos tiempos que han recurrido al enfoque neoclásico como si éste fuera el único que utiliza la ciencia económica.

Sin demérito de su intención de exponer cada escuela de pensamiento con imparcialidad, en la exposición de Harvey aparece una posición crítica frente a las prácticas académicas de la comunidad de economistas neoclásicos. Pero ésta se finca no en el contenido de la teoría, respecto de la cual el autor presenta en el capítulo correspondiente una exposición rigurosa, poniendo de relieve su pertinencia para tratar diferentes aspectos del funcionamiento de la economía. La posición crítica surge del hecho de que la escuela neoclásica haya alcanzado una posición predominante, no a partir de una superioridad científica categó- ricamente demostrada frente a las demás corrientes, sino de factores sociales y políticos que han condicionado y reproducido la organización académica que ha conducido a dicho predominio.

Como se ha dicho, Harvey se ocupa en capítulos separados de cada escuela de pensamiento. Para ello previamente diserta de manera breve sobre la naturaleza del trabajo científico con el propósito de dejar establecidos tres términos de referencia que utilizará para estudiar las distintas escuelas y establecer puntos de contraste entre ellas:

  • 1.

    Estructura analítica formal, que comprende los siguientes aspectos:

    • i.

      Visión del mundo: perspectiva ideológica o filosófica a través de la cual se contempla el mundo real.

    • ii.

      Axiomas: supuestos no cuestionados/no cuestionables.

    • iii.

      Métodos: como se debe estudiar a la economía.

    • iv.

      Explicaciones provisionales: teorías y modelos.

  • 2.

    Aplicaciones recomendadas de sus investigaciones o políticas.

  • 3.

    Estándares de comportamiento en la esfera académica que los miembros de una escuela deben observar para mantener su posición dentro de la comunidad a la que pertenecen.

Al hablar de los estándares de conducta profesional que imperan en las comu- nidades académicas, Harvey se refiere no solamente al debido apego al marco conceptual y a los métodos y procedimientos de análisis que imperan en cada escuela, sino también a la manera en la que se instruye a los economistas, las pautas que debe seguir su trabajo a lo largo de los diferentes niveles de su forma- ción y la manera en que un conjunto de prácticas se reproducen en un entorno académico determinado. Harvey distingue entre estándares primarios, que son aquellos que no se pueden violar, de los estándares secundarios. Dentro de estos últimos aparecen aquellos grados de libertad que se pueden tomar sin abandonar una escuela de pensamiento y que nos explican las diferencias y los disensos entre economistas que comparten un conjunto de principios básicos.

Una sección muy importante del libro de Harvey, antes de tratar cada escuela por separado, contiene un análisis general de los estándares más extendidos que rigen el trabajo académico de gran parte de los economistas hoy en día, domi- nados por la influencia de la escuela neoclásica. Harvey argumenta en torno a cómo algunos de estos estándares de comportamiento y demás prácticas orga- nizativas han conducido a un camino contrario a la pluralidad en la discusión científica y en el contenido de la formación de economistas.

En su recorrido, Harvey se ocupa para comenzar de lo que podríamos llamar la visión pre-analítica de cada escuela de pensamiento, anotando cual es su con- cepción de la naturaleza humana y el tratamiento que se le da a la interacción entre el individuo y la sociedad. La visión pre-analítica se extiende al considerar las opciones de política que cada escuela recomienda. Las prescripciones de política no surgen únicamente de su caracterización del funcionamiento de la economía y de la explicación sobre el origen de sus problemas, sino que en ellas se hace presente el sentido de lo correcto y de lo justo que prevalece en cada escuela.

Una vez establecida la visión pre-analítica Harvey nos explica, como elemento central, las características del marco conceptual y del método de análisis de cada escuela. A partir de ello el lector puede establecer algunas afinidades y comple- mentariedades, como las que se dan entre los poskeynesianos, los economistas del viejo estructuralismo y algunas posiciones marxistas, o las que se presentan entre la escuela neoclásica y la austriaca. Pero lo más importante es establecer las diferencias fundamentales. Sólo por dar un ejemplo de entre todo lo que se destaca en el libro, se puede citar la diferencia básica que emerge entre la cons- trucción apriorística del marco conceptual de las escuelas neoclásica y austriaca frente a la construcción conceptual basada en observaciones de los hechos rea- les, compartida por las escuelas poskeynesiana y estructuralista. Otra diferencia importante es la que se da entre el individualismo metodológico seguido por las escuelas neoclásica y austriaca, por un lado, frente a la idea del condicionamiento social del comportamiento individual asumido por las demás corrientes. Asi- mismo, podemos señalar como notable la discrepancia en torno al tratamiento de la configuración de expectativas entre los agentes económicos que se da en torno a la escuela neoclásica y la austriaca, tan afines en otros aspectos. Desde luego que también resulta fundamental establecer el alcance y la importancia que en cada corriente se le otorga a la modelación formal y cuáles son sus criterios de validación empírica. Finalmente, de la exposición del contenido de las diferentes escuelas resulta de la mayor importancia la contrastación de las implicaciones de política que se derivan en cada caso, así como el papel que se le asigna al Estado.

Para concluir, al terminar la exposición del abordaje científico que realiza cada escuela, que es el aspecto más importante, Harvey hace referencia, tal vez demasiado breve, a las críticas más recurrentes que se le hacen, así como una réplica desde la escuela en cuestión hacia dichas críticas.

Como parte de su recorrido, el autor también nos refiere a las principales re- vistas científicas que representan a cada escuela de pensamiento y sus criterios más importantes para la aceptación de trabajos. También nos da cuenta de cuáles son sus asociaciones profesionales más representativas y de algunos de los momentos de reunión (congresos, conferencias) más importantes que se realizan en cada caso. Por último, al término de cada capítulo el lector encuentra algunas referencias bibliográficas que le pueden permitir acercarse a una exposición más detallada de la escuela de pensamiento tratada.

Las escuelas de pensamiento económico nos ofrecen formas diferentes y esencialmente incompatibles de abordar el estudio de los fenómenos de los que se ocupan. Cada estudioso de la economía adopta el enfoque que le parece más pertinente, y en esta elección confluyen distintos factores tanto subjetivos como objetivos. Como apunta Harvey, citando al famoso economista sueco Gunnard Myrdal: no se puede emitir un juicio sobre algo si no es desde un cierto punto de vista. No puede existir un economista que pertenezca a todo un conjunto de escuelas al mismo tiempo, aunque ciertamente existen márgenes para combinar en algunos casos aportaciones de corrientes diferentes. Tampoco hay una escuela que nos ofrezca la verdad absoluta y definitiva. El poder contemplar la pluralidad en el estudio de la economía es perfectamente compatible con la adhesión a una determinada escuela de pensamiento. No sólo es compatible, sino conveniente. El beneficio de contar con una formación plural reside en que nos permite tener conciencia de los aspectos distintivos, las fortalezas y las debilidades de nuestra posición, y de que otras propuestas también pueden generar discusiones rigu- rosas sobre distintos aspectos. La pluralidad sustenta de mejor manera nuestro propio convencimiento de que una escuela de pensamiento determinada nos ofrece en lo fundamental la mejor forma de abordar nuestro campo de estudio. Ese es, a nuestro parecer, el mensaje principal del libro de Harvey.

Respetando su posición inicial, dejamos que el lector del libro se entere hasta el último párrafo del capítulo final de conclusiones a que escuela de pen- samiento el autor declara pertenecer.

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