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Vol. 75. Núm. 297.
Páginas 3-72 (julio - septiembre 2016)
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ARTÍCULO PARA EL DEBATE CIENTÍFICO
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El mundo imaginado tres cuartos de siglo atrás
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Federico Novelo Urdanivia
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (uam-x, México)
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Cuadro 1. Algunos intercambios (trueques) internacionales de Alemania, cubiertos por el Plan Schacht
Cuadro 2. Principales diferencias entre los planes Keynes y White para la creación del fmi
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Resumen

El presente artículo aborda las razones por las que, a diferencia de lo que pasó durante la Primera Guerra Mundial, cuando las naciones involucradas anhelaban retornar a la situación previa, durante la Segunda Guerra Mundial nadie aspiraba a retornar a la situación de los años treinta, por lo que los diseñadores del futuro debieron realizar un intenso y creativo esfuerzo de imaginación, mediante el que se agiganta la figura de Lord John Maynard Keynes.

Palabras clave:
bancor
Bretton Woods
Fondo
Banco
Abstract

This article discusses the reasons why, unlike what happened during the First World War, when the nations involved wished to return to the previous situation, during the Second World War nobody aspired to return to the situation of the thirties, so the designers of the future had to make an intense and creative effort of imagination, by which the figure of Lord John Maynard Keynes was an exceptional one.

Keywords:
Bancor
Bretton Woods
Fund
Bank
Clasificación JEL:
B10
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Marlis Steinert, Hitler y el universo hitleriano, Barcelona, Ediciones B, S.A., 2004.

Robert Skidelsky, John Maynard Keynes, Barcelona, RBA Libros, S.A., 2013, p. 913.

“Durante la guerra se ha producido una expansión enorme de las capacidades manufactureras de Estados Unidos, y esta expansión se ha concentrado en gran medida en la industria pesada. Si no pueden encontrarse mercados extranjeros para los productos de la industria pesada norteamericana en el periodo inmediato, muchas industrias expandidas por la guerra se verán obligadas a reducir gravemente sus operaciones y a disminuir en consecuencia su empleo de mano de obra”. Leo Cowley, Foreing Relations of the United States, Departamento de Estado, vol. I, 1946, p. 1397, citado en Fred Block, Los orígenes del desorden económico internacional, México, Fondo de Cultura Económica (fce), 1980, p. 63 (n. al p.).

El proyecto completo se publicó en español en El Trimestre Económico, vol. X, abril de 1943, pp. 345-381.

Citado en Roy Harrod, La vida de John Maynard Keynes, México, fce, 1951, p. 605.

Después de la muerte de Keynes, Lionel Robins (libre de la menor sospecha de keynesianismo) escribió: “No siempre era un buen negociador (…). Pero como enviado era supremo. Ni siquiera Churchill podía defender a su país de forma más magnífica que Keynes en su máximo nivel de elocuencia”, citado en Robert Skidelsky, John Maynard Keynes, op. cit., pp. 854-855.

John Maynard Keynes, National Self Sufficiency, Yale Review, 22(4), 1933, pp. 755-769.

Henry Morgenthau III, Mostly Morgenthaus. A Family History, Nueva York, Ticknor & Fields, 1991, p. 316.

Leon Goldensohn, Las entrevistas de Núremberg, México, Taurus, 2005, p. 21.

Cfr. John K. Galbraith, El crac del 29, Barcelona, Ariel, 1983, p. 41.

Marlis Steinert, Hitler y el universo hitleriano, op. cit., pp. 265-266.

Marlis Steinert, Hitler y el universo hitleriano, op. cit., p. 266.

Jeffry A. Frieden, Capitalismo global. El trasfondo económico de la historia del siglo xx, Barcelona, Memoria Crítica, 2007, p. 331.

Liaquat Ahamed, Lords of Finance. The Bankers Who Broke the World, op. cit., p. 486.

Jacob Viner, The Customs Union Issue, Nueva York, Lancaster Press for Carnegie Endowment for International Peace, 1950.

El 3 de octubre de 1943 Keynes escribió a Sir Wilfrid Eady:

Como puede Usted suponer, hemos pasado mucho tiempo con Harry White. Las reservas que podamos tener acerca de él son un pálido reflejo de lo que sienten sus colegas. Es dominante, mal colega, siempre trata de quedar por encima de uno con su voz chillona y destemplada, es estéticamente opresivo en su forma de pensar y en sus modales; no tiene la menor idea sobre las normas del comportamiento civilizado. Al mismo tiempo, siento un gran respeto e incluso simpatía por él. Aquí es, en muchos aspectos, el mejor hombre: es un funcionario capaz y entregado a su tarea... su integridad es grande y desea sinceramente hacer cuanto de bueno pueda por el mundo. Citado en Luis Ángel Rojo, Keynes: su tiempo y el nuestro, Madrid, Alianza Universidad, 1984, p. 268.

Henry Morgenthau III, Mostly Morgenthaus. A Family History, Nueva York, Ticknor & Fields, 1991, p. 336.

Fred Block, Los orígenes del desorden económico internacional, op. cit., p. 72-73.

Charles H. Hession, Keynes, Buenos Aires, Argentina, Javier Vergara Editor, S.A., 1985, p. 344.

Citado en Fred Block, Los orígenes del desorden económico internacional, op. cit., pp. 75-76.

Ibid. pp. 77-78. El voto de un país en el fondo sería aproximadamente proporcional al monto de su cuota. Estados Unidos tendría cerca del 25% de los votos, aunque su cuota fuese mayor. Con esta capacidad de decisión, este país quedaba exento de cualquier decisión del resto que, en el mejor de los casos, dispondría sólo del 75% de los votos. Loc. Cit.

Roy Harrod, La vida de John Maynard Keynes, op. cit., pp. 644-645.

Jacques Attali, ¿Y después de la crisis qué…?, Barcelona, Gedisa editorial, 2009, pp. 32-33.

Citado en Michael Hudson, Superimperialism, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1972, p. 70.

Robert Skidelsky, John Maynard Keynes, op. cit., p. 855.

Fred Block, Los orígenes del desorden económico internacional, op. cit., p. 92.

El propio presidente Roosevelt muestra una simpatía por Stalin que trasciende, con mucho, a la retórica. Cfr. Susan Butler (compiladora), Querido Mr. Stalin. La correspondencia entre Franklin D. Roosevelt y Josef V. Stalin, Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 2007.

Henry Morgenthau III, Mostly Morgenthaus. A Family History, op. cit., p. 423.

Discurso de Keynes en la sesión de clausura de los trabajos de Bretton Woods, julio de 1944, citado en R. Harrod, La vida de John Maynard Keynes, op. cit., p. 669. Las cursivas son mías (FNU).

Discurso de John Maynard Keynes en la inauguración del fmi y del Banco Mundial en marzo de 1946, Savannah, Estados Unidos, cita en Roy F. Harrod, La vida de John Maynard Keynes, op. cit., pp. 724-726.

Citado en Robert Skidelsky, Keynes, Madrid, Economía Alianza Editorial, 1998, p. 25.

Roy Harrod, La vida de John Maynard Keynes, op. cit., p. 726.

Fred Block, Los orígenes del desorden económico internacional, op. cit., p. 116.

“No está claro quién introdujo la idea de Edad de Oro del capitalismo. Se mencionan, como los que la difundieron inicialmente, a Irma Adelman, notable economista de la Universidad de California, Berkeley; a Stephen Marglin y Juliet Schor, quienes editaron el libro Golden Age of Capitalism, Oxford University Press, 1992, y a Angus Maddison, que por ya muchos años ha sido reconocido como historiador del capitalismo”, Carlos Tello y Jorge Ibarra, La revolución de los ricos, México, Facultad de Economía, unam, 2012, p. 23 (n. al p.).

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal, Santiago, Chile). Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de la cepal. Todas las traducciones del inglés al castellano, así como los paréntesis en las citas, son del autor.

El testimonio y participación de Keynes en el Comité MacMillan es un fiel reflejo de sus dotes intelectuales (Keynes, 1981b).

La amargura también llegaría a White, luego de haber sido nombrado el primer director ejecutivo de Estados Unidos al Fondo Monetario Internacional (fmi) fue acusado de traicionar los intereses nacionales de Estados Unidos y ser un espía de la Unión Soviética durante y después de la guerra. Las acusaciones hacia White, que reflejaban el ambiente de la época, nunca fueron probadas. No obstante, esto le valió que no fuera nombrado primer director del fmi. White renunció a su cargo en 1947 (Skidelsky, 2000; Boughton, 2000; Steil, 2013).

Y no sólo para Estados Unidos o Gran Bretaña.

Esta postura no era inusual para la época y las circunstancias. De hecho, la mayor parte de los economistas de Chicago de esa época, incluyendo Jacob Viner, Frank Knight, Henry Simmons, Paul Douglas y Aaron Director, eran partidarios de una política fiscal expansiva. Véase Pérez Caldentey, 2003.

Esto implica que el movimiento y dirección de los términos de intercambio no puede predecirse ex ante.

De acuerdo a sus escritos, se podría suponer que él pensaba que existe una jerarquía entre los distintos tipos de controles: la mejor opción es evitar controles y cuando hay que aplicarlos es mejor aplicar controles de tipo de cambio que controles sobre las importaciones.

Boughton interpreta el término “control inteligente de capital” como una forma de canalizar los flujos financieros más que una forma de frenarlos. Véase Boughton, 2002, p. 9.

Keynes también menciona al reinado de Alejandro Magno.

Un pilar central de la propuesta de Keynes es que parte del ajuste debe recaer en el acreedor.

El plan de Keynes eliminaba los intercambios de trueque y las barreras al comercio (evidente a partir del segundo borrador de su plan en 1942) (p.e.Keynes, 1980a, pp. 51 y 121). Asimismo, Keynes se manifestó en varias ocasiones en contra del bilateralismo para preservar el papel de Londres como centro financiero (Keynes, 1980a, p. 94; Flanders, 1989, pp. 198-201). Esto también se refleja en el carácter esencialmente autónomo de la Unión de Compensación Multilateral.

De hecho, en 1943, Keynes menciona este punto como una fuente de confusión en el plan de White. Véase Keynes, 1980a, p. 368.

Véase también Vines, 2003, p. 346.

Nótese que Keynes no veía la inflación como un factor de demanda, sino de oferta. Antes de elaborar su plan, Keynes mencionó en enero de 1942 los controles de precios para el control de la inflación. “Evitar las condiciones inflacionarias en el periodo de la posguerra inmediato debe ser proporcionado (…) no por la deflación del crédito o presiones monetarias, sino por la continuidad de controles sobre las materias primas y otros productos” (Keynes, 1980a, p. 105). Su esquema de control de las materias primas, ya incorporado en su plan para la posguerra, cumplía también una función de control de precios.

En 1946 todos los países de América Latina, excepto Haití, se incorporaron a las instituciones de Bretton Woods.

La entrevista está en Snowdon y Vane (2005). Lo que Lucas dice es: “(…) la influencia de las ideas teóricas de Keynes en la forma en que hacemos economía es (…) hoy muy pequeña. ¿Deberían todavía los estudiantes de macroeconomía leer a Keynes? No”. (p. 276).

Es curioso que Keynes, que escribió un prólogo para la edición alemana de la Teoría General, hasta donde estoy enterado, prácticamente no se refirió a la política expansionista de la Alemania de Hitler. En cambio, Kalecki (1935), en uno de sus primeros trabajos, escribió un excelente artículo corto, utilizando ya su propia versión de la teoría de la demanda efectiva, y dio cuenta de los aspectos más relevantes de aquella experiencia.

Recordemos, en este contexto, que las políticas de demanda no eran totalmente nuevas en el capitalismo avanzado. Además de la Alemania de Hitler, se habían aplicado al menos en los ee.uu., en el Reino Unido y en Francia, así como en Italia y en Japón. Lo que realmente cambió después de la Segunda Guerra Mundial fue la decisión con que esas políticas se aplicaron.

Quizá valga la pena mencionar que Kalecki, el otro fundador del principio de la demanda efectiva, proponía políticas mucho más radicales. En un artículo que escribió para un grupo socialista de Inglaterra, señalaba las condiciones mínimas indispensables para una planificación eficiente en una economía mixta (no socialista). Estas condiciones incluían “el control público global de los bancos y las finanzas, la inversión y el comercio exterior, y posiblemente la asignación de las materias primas y los bienes de uso generalizado” (Kalecki, 1942, p. 272). Nada que ver con la visión de Keynes.

Kalecki veía con muchos mejores ojos que Keynes las alzas salariales. En uno de sus artículos más famosos, Kalecki (1944) señalaba que la redistribución del ingreso a favor de los trabajadores por medio de las alzas salariales son una vía adecuada para elevar la demanda agregada y abatir el desempleo (las otras vías son la redistribución por medio de gasto público financiado con impuestos a las ganancias, así como el déficit presupuestario). Más tarde, y ya casi al final de su vida, en un trabajo que desgraciadamente está perdido, resumió así los “requisitos mínimos para la planificación no socialista (…): control de la inversión; control de los precios, pero no de los salarios; control del comercio exterior” (Osiatinsky, 1993, p. 183).

De hecho, en la visión ortodoxa del comercio y las finanzas internacionales, se supone que los desequilibrios activos o pasivos de la balanza comercial provocan cambios en los valores relativos de las monedas (devaluación o revaluación), lo que, a su vez, lleva a la corrección de los desequilibrios de comercio originales. Es por ello que en esta visión no se requiere tomar medidas específicas para asegurar el buen funcionamiento de la economía internacional.

Una cercana colaboradora de Keynes puso esta cuestión como sigue: “la regla básica del sistema de patrón oro, o de cualquier sistema de comercio multilateral, con tipos de cambio estables, es que el país con un excedente de su balanza de cuenta corriente debe hacer préstamos internacionales a largo plazo por un monto aproximadamente equivalente; alternativamente, un país cuyos nacionales, y cuyo gobierno no están preparados para hacer préstamos internacionales, no debería tener un superávit en su cuenta corriente (Robinson, 1943, p. 161).

Kalecki y Schumacher (1943) sugirieron una modificación importante a la propuesta de Keynes. Propusieron, en primer lugar, eliminar cualquier penalización hacia los países con superávit en la balanza comercial, pero a condición de que esos excedentes se pusieran a disposición de la comunidad internacional. En segundo lugar, plantearon que se debería anexar a la Unión de Compensación Internacional de Keynes una Junta Internacional de Inversión, que se encargaría de prestar a largo plazo esos excedentes a países atrasados con necesidades de recursos para su desarrollo, los saldos de los países superavitarios. Finalmente, señalaron que los países receptores de esos préstamos deberían gastarlos en países avanzados con tendencia deficitaria en su comercio, con lo cual estos últimos podrían corregir sus déficit.

Thomas Balogh, uno de los más destacados críticos de los acuerdos de Bretton Woods, dice: “Keynes se vio entrampado en esos acuerdos, y en cada etapa de las negociaciones consintió en que se le empujara más y más por detrás del esquema original (…). Aún así, continuó en otorgarle beneficios a un acuerdo cada vez más limitado (…). Su actitud era difícil de entender e imposible de perdonar” (Balogh, 1963, p. 9).

El monto total de la ayuda del Plan Marshall, que operó entre 1947 y 1951, fue equivalente a alrededor de 1.5% del PIB de ee.uu. en cada uno de los años en que estuvo vigente. Este fue ciertamente un acto de gran generosidad del gobierno y del pueblo norteamericano. Sin embargo, por otra parte, los dólares cedidos a los otros países avanzados tenían como uno de sus propósitos el ayudarles a luchar contra “el peligro comunista”. Además, esos dólares se gastaban sobre todo en productos norteamericanos, añadiendo demanda externa que ampliaba la demanda efectiva y las ganancias privadas en ese país.

En la muy completa biografía que hace de Raúl Prebisch, Edgar J. Dosman reitera constantemente las debilidades, pusilanimidad e inseguridades teóricas y profesionales del biografiado (Dosman, 2008). Se afirma que el coordinador de la representación mexicana en Bretton Woods, Francisco Suárez, intercedió exitosamente ante Keynes para que el Banco Internacional de Reconstrucción también lo fuera de Fomento (birf). Cfr. Jesús Silva Herzog, Una vida en la vida de México, México, Siglo xxi Editores, 1972.

Resulta curioso, por el título del ensayo citado, el parecido con el término “Victoria mutilada”, que acuñó en 1919 el poeta proto-fascista Gabriele D’Anunzio, por la derrota de Italia en su reclamo —como parte de las fuerzas aliadas en la Gran Guerra— del puerto de Fiume (Kershaw, 2016, p. 175).

“Cuando el precio de mercado de la mano de obra es superior al natural, la situación del trabajador es floreciente y próspera, pues puede disponer de mayor cantidad de artículos de primera necesidad y de satisfacciones y, por tanto, mantener una familia numerosa. Sin embargo, cuando, debido al estímulo que los salarios elevados proporcionan para el incremento de la población, aumenta el número de trabajadores, los salarios vuelven a su precio natural y a veces hasta bajan más, en virtud de una reacción” (Ricardo, 1973 [1817], capítulo V, p. 98).

“(…) partiendo de su condición de oruga de los estudios de la moral y de crisálida de historiador, pudo finalmente extender las alas de su pensamiento y estudiar el mundo como economista” (Keynes, 1933, p. 177).

I=m(C1+A) – nK. En Kalecky la inversión es resultado de una función positiva del gasto de los capitalistas y de una función negativa del stock de capital existente. Ambas funciones tendrán efectos sobre la expectativa de beneficios; igual que en Keynes. Ni modo.

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