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Inicio Investigación en Educación Médica De estudiante a especialista: ¿salto cuántico o paso de tortuga?
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Vol. 4. Núm. 14.
Páginas 53-54 (abril - junio 2015)
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De estudiante a especialista: ¿salto cuántico o paso de tortuga?
From student to specialist: quantum leap or turtle's pace?
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Melchor Sánchez-Mendiola
Autor para correspondencia
melchorsm@gmail.com

Correspondencia: Secretaría de Educación Médica, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México. Edif. B, 3er piso, Av. Universidad 3000, Circuito escolar CU, México D.F., 04510, México. Teléfonos: (5255) 5623 2448 y 5623 2449.
Facultad de Medicina, UNAM, México
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“La variedad es la sazón de la vida, que le da todo su sabor”.

William Cowper

A lo largo de mi trayectoria clínica y académica, he tenido la fortuna de vivir intensamente las diferentes etapas del proceso clínico, educativo y de investigación, y a estas alturas de la vida (con la magia del “retroscopio”, que generalmente nos da una perspectiva de entendimiento difícil de lograr en el momento agudo) me he puesto a pensar sobre lo terriblemente complejo que es integrar todos los elementos que confluyen en el profesional de la salud ideal: clínico, investigador, docente (y discente vitalicio). En la pared de mi oficina tengo una imagen de Sir William Osler estudiando, con un escritorio y varias sillas saturados de libros abiertos, él tiene las mangas remangadas, en una actitud de intensa concentración que sinceramente da envidia, desde nuestra perspectiva actual en que tenemos distracciones continuas de los dispositivos tecnológicos que nos rodean (le apuesto al lector doble contra sencillo que en el tiempo que le toma leer esta Editorial recibirá por lo menos un correo electrónico, un mensaje de texto, un Twitter o un WhatsApp, si no es que una llamada a su celular). A Osler se atribuye la creación del concepto (ejemplificado por él mismo) del médico “triple”, un clínico extraordinario, a la vez que habilidoso educador e investigador. En la época actual esta categoría de médico es una especie en extinción, debido a la multitud de tareas disímbolas a las que se enfrenta el profesional de la salud en el contexto de los sistemas sanitarios y educativos del siglo xxi, así como al gigantesco crecimiento del conocimiento en las tres áreas mencionadas.

Aunado a la reflexión arriba descrita, actualmente vivo (y disfruto, ¡aunque ocasionalmente dan ganas de saltar por la ventana!) la experiencia educativa de interactuar con estudiantes y docentes de pregrado, posgrado (residencias médicas y maestrías en ciencias) y educación continua con especialistas en la práctica. Soy testigo de las virtudes y áreas de oportunidad de las diferentes cohortes de estudiantes y profesionistas con los que convivo en la cotidianeidad académica. La imagen gestáltica de estas experiencias recientes generó en mi mente el título de esta Editorial, ya que en algunas cuestiones hemos dado un proverbial salto cuántico comparado con mis recuerdos de hace tres décadas (como la disponibilidad de acceso a la literatura científica, el entendimiento molecular de nuestros organismos y su respuesta a la enfermedad, los dispositivos tecnológicos de que disponemos en los hospitales), y en otros aspectos hemos andado a paso de tortuga (como podría ser en el uso de algunos métodos de enseñanza tradicional, nuestras estrategias de estudio, la distorsión del proceso educativo por los exámenes sumativos de alto impacto, la “deshumanización” de la medicina, la ineficiencia e inequidad de los sistemas de salud, entre otros).

Los retos abundan. Algunos de nosotros, en la inmediatez obligada de la sociedad moderna, queremos tener los menos problemas posibles, recibir el máximo beneficio con el menor esfuerzo, minimizar los riesgos, y tener gratificación inmediata como consecuencia de nuestras acciones. El aspirante a ingresar a la escuela de medicina puede tener una visión totalmente romántica (y poco realista) de lo que es practicar la profesión actualmente; el estudiante de medicina con frecuencia tiene su mirada en terminar la carrera para poder ingresar a una especialidad (con las recompensas e incentivos que ello implica); el residente a veces cansado, con síndrome de burnout y fatiga crónica, económicamente limitado, desea tomar su lugar en la sociedad como reconocido especialista y cosechar al fin los frutos de tan prolongado esfuerzo; y aquel que ingresa a un posgrado en ciencias también puede tener una visión distorsionada de los retos a los que se enfrentará en el camino (como terminar un doctorado e ingresar al Sistema Nacional de Investigadores, ¿y luego qué?).

Por otra parte, los que ya estamos “del otro lado”, en la mitad final de nuestra carrera académica y profesional, recordamos con nostalgia, ironía y fuerte dosis de humor, nuestras “andanzas de estudiantes” y nos dedicamos al trabajo y a la familia (frecuentemente en ese orden). ¿En qué momento hacemos una pausa para voltear y reflexionar sobre el camino andado, en qué instante requerimos de una brújula para tomar el sendero correcto? La práctica y enseñanza de la medicina están llenas de dicotomías poco susceptibles de estudiar con el análisis de decisiones, requerimos de metacognición y “reflexión crónica intermitente” para avanzar de manera eficaz y satisfactoria en el laberinto de nuestras vidas, donde convergen y divergen nuestras vivencias clínicas, educativas y personales.

Si releemos la cita con que inicié esta Editorial, debemos dar gracias por la fortuna de vivir la amplia variedad de experiencias formativas que implica estudiar alguna de las profesiones de la salud, y en consecuencia hacer un esfuerzo por seguir dando saltos cuánticos en las dimensiones necesarias para lograr un balance apropiado entre la ciencia y el arte de nuestra profesión, entre lo “cuanti” y lo “cuali”, entre lo personal y lo institucional. La educación médica ofrece un espacio perfecto para continuar en el sendero del desarrollo profesional continuo, independientemente de la etapa cronológica de la vida en que cada uno de nosotros se encuentre.

Este número de la revista refleja de manera digna el amplísimo espectro de actividades de la educación médica moderna. Desde un trabajo sobre autodirección en estudiantes de medicina de pregrado, otro de construcción de mallas de competencias en un curso de Fisiología, pasando por un artículo sobre la opinión de médicos internos sobre el desempeño docente de los médicos residentes, otro del desempeño histórico de egresados de una escuela de medicina en el examen para ingresar a las residencias, hasta un trabajo sobre el pase de visita estructurado en médicos residentes, para finalizar en el continuo educativo con un curso en línea de informática médica para profesionales de la salud. La rica variedad de contextos en los que fueron generados estos trabajos, es un ejemplo fiel del filón de oportunidad en investigación que representan las actividades de enseñanza, aprendizaje y evaluación que ocurren todos los días en nuestras instituciones. No dejemos de aprovechar las oportunidades de desarrollo académico que implica el analizar de manera rigurosa y con metodología apropiada nuestras experiencias educativas.

Es importante hacer notar que, por primera vez desde que inició esta publicación periódica, tenemos cinco artículos originales en lugar de los cuatro que habíamos venido publicando en números anteriores. Es una señal del crecimiento y desarrollo de la revista que contamos con una fuente nutrida y constante de manuscritos de diversas instituciones de nuestro país y del extranjero.

El artículo de revisión de este número aborda el fascinante y elusivo constructo del liderazgo en medicina, así como sus implicaciones en la enseñanza y evaluación de la formación de pregrado, posgrado y educación continua. A pesar de todos los avances en las ciencias, nunca como ahora nos hemos sentido tan hambrientos de líderes transformacionales en los diferentes nichos del quehacer humano, incluyendo el educativo y el de atención de la salud. Es necesario incluir el liderazgo de forma académica en nuestras actividades de formación y desarrollo.

Para finalizar este número, hemos incluido los resúmenes de trabajos aceptados en un importante e innovador congreso sobre la educación en las residencias médicas, LACRE 2015 (Congreso Latinoamericano en Educación de Residentes), organizado por la Pontificia Universidad Católica de Chile y el Royal College of Physicians and Surgeons de Canadá. Este evento es único en su tipo en Latinoamérica, y aborda una de las áreas más exigentes y excitantes de la educación médica moderna: la formación de especialistas durante las residencias médicas. El congreso tendrá lugar en la ciudad de Santiago, Chile, del 15 al 17 de abril de este año, y seguramente será un éxito como el evento anterior realizado en 2014, en donde se reunieron cientos de profesores y estudiantes a analizar la problemática, retos educativos y propuestas de soluciones sobre la formación de especialistas en Latinoamérica. Invitamos al lector a explorar la página de Internet del congreso en: http://www.lacre.cl/

Es un hecho que gradualmente el campo de estudio de la educación médica se está profesionalizando a nivel global y, en particular, en los países latinoamericanos. Acompañemos este optimismo realista con el denodado esfuerzo que se requiere, para que la educación médica adquiera el lugar que merece en la constelación de las actividades académicas de ciencias de la salud.

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