“No llores porque ya terminó, sonríe porque sucedió”. Gabriel García Márquez
En las actividades cotidianas de cada uno de nosotros se mezclan, como en un caleidoscopio, las vivencias de nuestras facetas personales y profesionales, a pesar de que tradicionalmente se nos enseña a mantenerlas separadas. ¿Cómo distinguir el impacto afectivo e intelectual que tienen en el médico las presiones sociales, económicas y familiares que afectan a todo ser humano (exacerbadas por las largas jornadas de los profesionales de la salud, en ocasiones en dos o tres entornos laborales), del que tienen las responsabilidades y tensiones de los problemas clínicos de nuestros pacientes (y de nuestros educandos)? invito a nuestros amables lectores a reflexionar sobre la vorágine de experiencias que tuvieron en el último año, y en cómo éstas han matizado nuestras memorias y percepciones, afectando de manera sutil o palpable nuestra personalidad y la forma como nos enfrentamos a los nuevos y los viejos retos, tanto en la práctica de la medicina como en la docencia.
A pesar de que este número de la revista aparecerá en el mes de marzo, escribo esta Editorial en el mes de enero del 2013, con esa sensación de renovado optimismo y reflexión que gozamos y padecemos cada vez que inicia un año (calendario, gregoriano, sideral, etc.). En el caso de la revista investigación en Educación Médica, estamos en el segundo año de actividades, y nos damos cuenta de que cada nuevo número es el final y el principio de una etapa de la “carrera de relevos”, que es el proceso editorial y creativo de una publicación periódica. Sonreímos y lloramos, con cada manuscrito aceptado, modificado o rechazado. Nos congratulamos de participar en esta excitante aventura, agradeciendo el esfuerzo de académicos y autoridades de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a los educadores que nos han honrado con el envío de sus manuscritos, y a los árbitros que han participado en el proceso de revisión y mejora de calidad de los citados artículos. Estamos convencidos de que este segundo año de labores será aún mejor que el anterior.
En este número de la revista podemos encontrar un fascinante caleidoscopio de visiones de la educación en ciencias de la salud, que con diferentes ópticas permiten aproximarse a los retos que enfrentamos en el proceso de enseñanza-aprendizaje-evaluación. Tenemos cinco trabajos de investigación originales, sobre temas tan variados como las estrategias docentes y el aprovechamiento académico en estudiantes de medicina, hasta el enorme reto de la apertura de escuelas de medicina alineadas con las necesidades de la población y el sistema de salud. Como ejemplo de estas aportaciones, el trabajo de la Dra. Gatica y cols. sobre la presencia de las ciencias básicas en la evaluación sumativa, que se aplica a los médicos que desean realizar una especialización en México, enfatiza la necesidad de no perder de vista la importancia creciente de las llamadas “ciencias básicas” en la práctica médica, incluyendo la formación de especialistas y la educación médica continua. El conocimiento de todas las ciencias que tienen que ver con la atención de la salud, rebasa con mucho el potencial del individuo de asimilarlo en su totalidad, por lo que el gran reto de qué incluir en el currículo de la carrera de medicina y cómo enseñarlo/evaluarlo, se hace cada día más complejo. Las separaciones un tanto artificiales (pregrado, posgrado, especialidades, educación continua) que nos vemos obligados a delimitar en el espectro continuo de la educación médica, forzadas por las realidades de los ciclos temporales, organizacionales y humanos de las instituciones académicas, educativas y gubernamentales, deben motivarnos a continuar luchando por establecer líneas de comunicación e integración entre las diversas disciplinas, para establecer metas realistas sobre lo que debe saber y saber hacer el egresado de cada una de estas etapas de formación.
Los demás artículos originales tocan los siguientes temas: el impacto de las estrategias de los profesores en el desempeño académico de estudiantes de medicina; el complejo y a veces esquizofrénico entorno en donde se abren nuevas escuelas de medicina, en ocasiones sin una reflexión colectiva de evaluación de necesidades, con múltiples consecuencias esperadas e inesperadas; el uso de la educación en línea por médicos residentes de Psiquiatría; y el impacto de actividades pedagógicas reme-diales en el desempeño de los estudiantes. Estos trabajos constituyen un verdadero “conjunto diverso y cambiante” de escenarios en educación en ciencias de la salud, reflejando el título de esta Editorial.
Tenemos la fortuna de contar con un artículo de revisión sobre uno de los temas más complejos e interesantes de la ciencia moderna, la llamada “cienciometría”, escrito por la Dra. layla Michán del laboratorio de Cienciometría, información e informática Biológica, de la Facultad de Ciencias de la UNAM. la mayoría de los profesionales de la salud no tuvimos la suerte de ser entrenados en esta fascinante temática, de particular importancia para aquellos que participamos en actividades académicas formales. invito al lector a explorar estos conceptos en el blog de la autora: http://laylamichanunam.blogspot.mx, en donde podrán encontrar múltiples ligas, presentaciones, eventos y comentarios sobre el amplio mundo de la cienciometría.
En la sección de Metodología, la Dra. Lucy Reidl revisa el tema de la confiabilidad en las mediciones, de especial relevancia para la evaluación del aprendizaje en ciencias de la salud. Finaliza el número con la aportación de Tania Vives y Margarita Varela a la sección de Pautas, con una serie de recomendaciones para dar realimentación efectiva, tan necesaria en la formación de los profesionales de la salud.
Si de algo podemos estar seguros, estimados lectores, es que la única constante en el mundo moderno es el cambio, y que los retos educativos en ciencias de la salud, que parecen no tener fin, deben enfrentarse con la sonrisa de la satisfacción de las tareas cumplidas y del optimismo ante los retos por venir.