El escritor y fotógrafo B. Traven, presentado en una exposición de la Ciudad de México,1 es motivo de atención en este editorial de Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía de la UNAM. La muestra se integró por numerosos materiales procedentes del acervo personal, abierto por primera vez por su hijastra Malú Montes de Oca Luján de Heyman en el Museo de Arte Moderno de Chapultepec. La propuesta, bajo la curaduría de Natalia de la Rosa, se presentó como una “deconstrucción del modelo creativo de Traven, a partir de tres momentos clave de un mismo autor”. Los libros del escritor ocuparon la posición central en cada época y dieron orden a los muros y vitrinas de la sala.
La muestra preparaba al visitante al inicio, un gran muro con los instrumentos de trabajo de campo del escritor: las botas, las cajas, el sombrero, la cámara fotográfica y la máquina de escribir (Figura 1), todo esto adelantaba el perfil de un personaje curioso y abierto al nuevo país de llegada en los años veinte, donde aún había posibilidades de emprender la aventura y las exploraciones por tierras desconocidas y llenas de una vida social antigua y vibrante. Los orígenes de Traven se remiten, al inicio del siglo XX, a un actor y militante anarquista por varias ciudades alemanas: Essen, Chemnitz, Prusia del Este, Danzig, Dusseldorf y Múnich. Luego de su participación en el “efímero golpe revolucionario en Baviera” de finales de 1918 e inicios de 1919, con obreros, campesinos y soldados en el “Consejo de Baviera”, esta primera parte de su vida europea terminó en “condena a muerte, huida y clandestinidad”, por lo que tiene que viajar entre Alemania y Austria, hasta 1923, antes de abandonar Europa.
Traven llegó a México en el verano de 1924, adonde se quedó los siguientes 45 años de su vida (Guthke, 2001:272). El pasaporte de Traven, expuesto en la primera vitrina, lo describía así: estatura: 1.68 mts; color: blanco; ojos: azules; fecha de nacimiento: 3 de mayo de 1890; ocupación: fruticultor; estado civil: soltero. (B. Traven Estate). Instalado en los alrededores de Tampico, una cabaña rentada le sirvió de “base de operaciones a Traven durante los seis o siete años siguientes” (Guthke, 2001:278). De la casa indicó: “se encuentra completamente sola en esta parte del monte [y cercana a los campos de algodón y petroleros]. Hacía cincuenta minutos a caballo hasta la casa de mi vecino más cercano. [...] vivía ahí completamente solo. Las noches son largas; a las siete de la noche, incluso en pleno verano, reina una oscuridad total. Tampoco hay luz eléctrica, e incluso escasea el agua para beber, cocinar y lavar” (Ibidem:280). En una carta, a un año de su llegada, Traven contaba su situación: Tenía yo muchos manuscritos semiterminados en una caja que usaba como portafolios, manuscritos que había escrito durante largos periodos de tiempo de desempleo para que no me importunara continuamente un estómago vacío, para no tener que recordar 60 veces por hora que ni el desempleo ni unas tripas vacías pueden curarse mediante una firme fe en Dios, ni cantando himnos a un sistema económico capitalista [...] me senté inmediatamente y reescribí el manuscrito de Das Totenschiff [El barco de la muerte] en alemán” (Baumann, 1985:38).
Era el inicio de un autor desconocido en Europa; con este libro llamó la atención de manera positiva en la crítica literaria. Los siguientes libros enviados a su editor Preczang “llegaron a ser enormemente populares” (Ibidem.:39). En la segunda vitrina había varias ediciones alemanas de El barco de la muerte y Los pizcadores de algodón, mientras que en la siguiente vitrina fragmentos mecanografiados de esta novela, con una profusa intervención de la mano de Traven a la versión en inglés, así como de otra más: Caoba. Se consolidaba poco después con: Der Schatz der Sierra Madre (1927), la vitrina cuatro exhibía las ediciones de 1934 (Londres), México (1946), Estocolmo y España (1953). A partir de ahí, las obras de Traven se tradujeron a 15 idiomas y se vendieron por millones en Europa (Zogbaum, 1992).2
La exposición dio un giro con la salida de Traven de Tampico y su viaje a Chiapas. En la segunda parte, el escritor participó en una “Expedición al sureste de México”. En las vitrinas, de la cinco a la ocho, se presentaba al escritor como fotógrafo del registro arqueológico, de la fiesta de San Juan Chamula y autor de álbumes fotográficos del estado de Chiapas. El 1° de mayo de 1926, Traven (Traven Torsvan) se incorporaba a la Comisión Científica Exploradora del Sureste de México y República de Guatemala, dependiente de la Junta Nacional Directora de la Campaña contra la Langosta, de la Secretaría de Agricultura y Fomento. El objetivo de dicha comisión, por acuerdo del presidente Calles, era hacer un “estudio completo de la cuenca del Río Usumacinta y de las regiones poco conocidas de Tabasco, Chiapas y Guatemala” para la localización y combate del insecto. La lista de objetos para el trabajo de campo era personal: cajas de metal, sábanas, cobijas, toallas, “bastante ropa interior”, “camisas gruesas de drill”, manga de hule, casco tropical, reloj, navaja, lámpara, libretas para apuntes, ánfora para café o té, “revolver para protección personal”, escopeta o carabina, morral, papel y sobres para cartas y papel toilette. Con tales pertrechos, llevó a cabo el “registro fotográfico, fílmico y escrito” de la región, los resultados se integraron en el libro En los confines de la selva lacandona (1926) publicado por Enrique Juan Palacios.
Los libros de Traven, en la tercera y última parte de la muestra, dieron origen a producciones cinematográficas de Hollywood; en los muros de la sala se proyectaron fragmentos de algunas cintas como El tesoro de la Sierra Madre (1948) y Macario (1959). La exposición, bajo un orden geográfico, destacaba el principio de movilidad de Traven y, por tanto, la experiencia de viaje por México. Los “paisajes, paraderos y poblados”, donde el escritor vivió, eran la base de la “percepción del territorio mexicano”. Al respecto, opinaba: “El relato de una historia tiene más valor cuando ésta ha sido vivida por uno mismo” (1930). Traven era uno de los escritores que hilvanaron, a través de las palabras y de las imágenes, los episodios más dramáticos de una geografía humana en la primera mitad del siglo XX mexicano.
La exposición coincide con el Año Dual Alemania- México 2016-2017, organizado por la República Federal de Alemania.
Las traducciones autorizadas por Traven, para México, las realizó Esperanza López Mateos, quien ocupó un lugar clave en la vida del autor, entre 1941 y 1951 y siguieron este orden: Puente en la selva (1941), El tesoro de la Sierra Madre y Una canasta de cuentos mexicanos (1946), La carreta (1949), La rebelión de los colgados y El barco de la muerte (1950), Gobierno y La rosa blanca (1951) (Zogbaum, 1992:234; Guthke, 2001:510).