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Inicio Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía Una teoría sobre el capitalismo global: producción, clase y Estado en un mundo...
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Vol. 2014. Núm. 84.
Páginas 115-119 (agosto 2014)
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Vol. 2014. Núm. 84.
Páginas 115-119 (agosto 2014)
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Una teoría sobre el capitalismo global: producción, clase y Estado en un mundo transnacional, Siglo xxi Editores, México, 246 p., isbn-13: 978-607-03-0517-7
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Gonzalo Hatch Kuri
Posgrado en Geografía Universidad Nacional Autónoma de México
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Desde finales de la década de 1970 a la fecha ha aparecido un sinnúmero de obras de múltiples autores discutiendo y debatiendo el proceso de la globalización mundial. Algunos de estos libros se han consolidado en verdaderos referentes mundiales sobre el tema, sin embargo, se puede afirmar que son escasos los análisis que se refieren a los acontecimientos mundiales más recientes que han venido definiendo el proceso de consolidación de un sistema global que opera en términos transnacionales y que se desdobla en todas las escalas posibles, abarcando de esa forma los diversos campos de la vida social.

La obra que se aborda aquí fue publicada originalmente en lengua inglesa hace diez años y fue hasta el año pasado que se logró traducir al español para su publicación posterior.1

William I. Robinson es originario de la ciudad de Nueva York y su formación académica es fundamentalmente en el campo de las ciencias sociales. Es egresado de la Universidad de Nuevo México donde cursó la Maestría en Estudios Latinoamericanos (1992) y posteriormente obtuvo el grado de Doctor en Sociología (1994); es autor de ocho libros y de más de 30 artículos académicos sobre la globalización, estudios latinoamericanos y sociología, que a su vez constituyen sus principales líneas de investigación. Actualmente se desempeña como profesor de los Departamentos de Sociología y de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de California en Santa Bárbara, Estados Unidos.2

La obra que aquí se reseña está conformada por cuatro capítulos, en los que el común denominador es la discusión teórica sobre la globalización y sus efectos en el campo de lo social, económico, político y cultural. Destaca así, el análisis de los principales componentes que interactúan en la formación de una clase capitalista transnacional mundial y el surgimiento de una nueva forma de concebir al aparato estatal más allá de sus tradicionales fronteras territoriales: el Estado transnacional.

Sin ahondar en los detalles de toda la formación histórica del capitalismo como sistema de reproducción de clase, el autor aborda en el primer capítulo intitulado “La globalización como cambios de época en el capitalismo mundial”, una breve discusión sobre la necesaria periodización del capitalismo reciente, es decir, en su fase moderna, pero sobre todo en lo que respecta a las características que definieron sus dinámicas internas en el transcurso del siglo pasado a la fecha. El autor afirma la necesidad de caracterizar el periodo anterior a la globalización del capital mundial como condición previa para el entendimiento de la formación de nuevas clases sociales que definen una nueva era de reproducción y acumulación capitalista. Precisamente aquí, es posible percibir que el pensamiento intelectual de Robinson tiene diversos entrecruzamientos con las ideas de geógrafos destacados tales como Milton Santos, Neil Smith y David Harvey, entre otros. Fundamentalmente, es la discusión que Harvey plantea sobre la periodización del capitalismo moderno y el proceso cíclico de sus crisis internas vertidas en La condición de la posmodernidad (Harvey, 2008) que Robinson recupera para explicar la formación del Estado de bienestar y las políticas desarrollistas de los países del Tercer Mundo durante el siglo pasado.3 En esa tesitura, Robinson enfatiza el proceso que encaminó la desestructuración de la antigua economía nacional, que se definía por las políticas fuertemente intervencionistas del Estado en la economía, que regulaban y estimulaban la formación de circuitos de producción nacionales controlados, a su vez, por elites que configuraban una clase dominante con fuertes matices nacionalistas. Esta configuración mundial prevaleció hasta 1970, momentos en los que se recrudecía la segunda crisis capitalista moderna.

Para el autor es muy importante el análisis de esta periodización, dado que si la obra intenta responder a la formulación seria y rigurosa sobre la globalización como un proceso mundial, no sería posible hacerlo sin el abordaje de las características inherentes a dicho proceso. Así, afirma que la solución a la crisis capitalista de la década de 1970 fue la superación de las economías nacionales a través de la integración y emergencia de un cuadro transnacional en el que la economía y las elites quedaran integradas a los grandes circuitos de producción globales de acumulación. Eso solo pudo ser posible por el desmantelamiento de los antiguos modelos fordistas y keynesianos en los países desarrollados y en los subdesarrollados los modelos desarrollistas.4 Cabe señalar además, que en este mismo capítulo el autor hace un esfuerzo pormenorizado para evidenciar con datos “duros” y estadísticas relativas al tema, el proceso de la construcción de una economía mundial en la que predominan los flujos comerciales globales y una nueva cultura capitalista global. De entre las fuentes bibliográficas que utilizó para ello, destacan los reportes mundiales de inversiones extranjeras realizados por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo de 1983 al 2001 y las fuentes estadísticas oficiales de la Organización Mundial para el Comercio (omc) del 2002 a la fecha, entre otras. En un nivel teórico, no deja de mencionar por ejemplo, la teoría del Sistemamundo de Immanuel Wallerstein, la Economía Global de Peter Dicken y el concepto de Poder y Mercado de Max Weber entre otros, sin embargo, hace una crítica a sus obras, observando que se privilegia un abordaje en el que predomina la idea de una relación de intercambio entre los diferentes actores involucrados en dicho proceso, mientras que opta por partir de la idea de una relación de producción fundamentada en los escritos marxistas del siglo xix. Esta divergencia teórica le permite asumir que es de suma importancia encarar el proceso de la globalización como un proceso de lucha de clases, así como de emergencia y definición de nuevos actores y poderes que rebasan las esferas, límites y jurisdicciones tradicionales de actuación de los estados nacionales. Todo esto supone, además, asumir que estos actores le apuestan a una integración económica mundial en donde, incluso, están siendo rebasados los actuales bloques económicos regionales, como la Unión Europea, el Mercado Común del Sur o el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Precisamente, es en el segundo capítulo denominado “Formación de clase global y surgimiento de una clase capitalista transnacional”, donde el autor construye un modelo argumentativo sobre la formación de una nueva clase capitalista global, ubicando dicho proceso desde tres dimensiones concretas: la producción transnacional e integración del capital; el resquebrajamiento de la clase capitalista nacional y los conceptos gramscianos de hegemonía y bloque histórico. Se puede considerar este capítulo clave en la discusión de la agenda de la Geografía Política contemporánea, toda vez que retoma el papel de las clases dominantes nacionales en la coyuntura del neoliberalismo y la apertura al capital transnacional por parte de los aparatos estatales del mundo. En el mismo sentido en que el autor explica la transición de una economía nacional hacia una transnacional, defiende también la tesis de los cambios internos que han sufrido las burguesías nacionales al calor de los cambios que ha impuesto la internacionalización del capital. Esta tesis es de suma importancia para la Geografía Política, dado que el estudio de la producción de los espacios de poder en una escala nacional en los recientes años, debe de explicarse desde las transformaciones internas que han estado sufriendo las clases dominantes consideradas “tradicionales”.

México es un ejemplo interesante en ese sentido, incluso lo utiliza el propio autor para explicar esta transición, –no solo en términos económicos, sino políticos–, pues el antiguo régimen priista que había favorecido fuertemente a través de las políticas desarrollistas (modelo de sustitución de importaciones) a un sector de la burguesía mexicana, tuvo que dar un viraje a su política de fomento económico con la imposición de las política neoliberales en la década de 1982. Una nueva fracción tecnócrata mexicana logró controlar el aparato estatal y con ello abrir los mercados, siendo el tlcan uno de los principales mecanismos para ello. De esta forma, la burguesía nacional se vio de repente inmersa en la competencia internacional, obligándose a formar nuevas alianzas de clase (tema muy bien tratado por Harvey en la segunda parte de Espacios del Capital), y obligada, –bajo el auspicio de un estado neodarwinista–, a sobrevivir redirigiendo su producción a los grandes circuitos de producción globales o, de lo contrario, estaba destinada a desaparecer. En efecto, éste es un tema que debería de ser tratado con sumo cuidado en las investigaciones de los geógrafos interesados en la formación de los nuevos conflictos políticos y económicos, pues es evidente que hay una reconfiguración espacial del poder de las elites nacionales, –a la sazón transnacionales–, y por ende, de la construcción de una gran clase capitalista transnacional. En ese mismo sentido, debería examinarse la Geografía Económica actual, pues si la tesis de Robinson es correcta, se tendrían que problematizar y revelar las implicaciones que han tenido los redireccionamientos de los viejos circuitos de producción nacionales hacía los globales.5 Concluye entonces así el autor este capítulo, definiendo la formación de un bloque hegemónico capitalista global (por medio de la conceptualización de Gramsci) que ha irrumpido en la formación de las economías nacionales, pero sobre todo formando, a su vez, grandes monopolios empresariales que encabezan hoy las listas de los más ricos e influyentes del mundo. Es de sorprenderse la capacidad de investigación y síntesis que representó respaldar dicha argumentación a través de la exposición de datos duros provenientes de la onu, la omc y el Banco Mundial para señalar cuáles son los monopolios más poderosos e influyentes de la economía mundial actual.

El tercer capítulo denominado “El estado transnacional” (etn) es el más amplio y denso de toda la obra, pero es aquí donde se puede evidenciar una de las principales aportaciones del autor, la cual es el debate teórico sobre la formación de un Estado transnacional, a más de treinta años de distancia del neoliberalismo en el mundo. El debate teórico que sustenta la tesis de etn tendría que superar las lecturas de lo político y lo económico a través del enfoque de un sistema internacional conformado por Estados-nación “discretos en tanto unidades interactuantes”, afirma el autor. Si para explicar el proceso de globalización se parte de la idea de que tanto las economías nacionales como el sistema Estado-nación están siendo trascendidas por las fuerzas transnacionales, es necesario rebasar la lectura tanto de los sistemas inter-Estado, como del Estado-nación-centrista, señala Robinson. Para ello, se posiciona frente a las posturas de autores como Anthony Giddens y Roland Robertson para considerar que la actual figura del Estado-nación está en proceso de reemplazamiento por una nueva forma de Estado, que es el etn, lo cual no significa la desaparición del Estado-nación en sí, sino una readecuación del mismo a las formas necesarias para la operación del etn emergente. Aquí en este punto, él mismo se inserta en el debate dual que discurre entre aquellos autores que hablan de una disolución paulatina del Estado frente al proceso neoliberal y globalizador y aquellos que defienden la tesis del “Estado fuerte”, que supone todo lo contrario. Así, se posiciona y recupera la idea de Estado desde la idea de Marx, definiendo a éste como un producto histórico de las relaciones sociales entre la lucha de clases, el poder político y la territorialidad. Para Robinson es un Estado que representa la arena de disputa entre las clases y el proyecto capitalista histórico.6

De esta forma la clase capitalista transnacional puede operar a través del control de las organizaciones supranacionales (económicas, políticas, formales e informales) tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco para los Asentamientos Territoriales, la omc, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Grupo de los 8 (G-8), las Naciones Unidas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (ocde), la Unión Europea, el tlcan, entre otros. Con el ejercicio del poder, peso e influencia de dichas instancias, el Estado-nación ha tenido que transformarse en la medida en que se adecua para aplicar las recomendaciones, sugerencias o exigencias de dichos organismos en una escala nacional, lo cual hace que éstos se perfilen como parte del etn, no como un ente externo.

Esta es una de las aportaciones fundamentales de esta obra, pues al hablar sobre un emergente etn, el autor se obligó a recuperar el análisis de evidencias empíricas y de estudios de caso de los últimos veinte años, sobre la forma en cómo el neoliberalismo ha actuado como una especie de “lubricante” que ha permitido que se inserten los cambios necesarios para cambiar de un régimen económico nacional a uno internacional-global.7 Concluye este capítulo el autor, diciendo que el etn aún no constituye un Estado global centralizado, sino que la autoridad política formal permanece fragmentada en correlación de fuerzas entre Estados desarrollados y subdesarrollados, y sobre éstos el peso de las grandes organizaciones supranacionales.

Finalmente, el último capítulo “Las contribuciones del capitalismo global y el futuro de la sociedad global” proyecta las reflexiones sobre los grandes problemas que enfrenta hoy la sociedad en el contexto de la globalización, a saber: la nueva polarización social y la crisis de la reproducción social; un nuevo orden de guerra; la formación de bloques de resistencia social, y deja una pregunta abierta para el debate y la discusión ¿la solución será un nuevo neokeynesianismo global? Este capítulo evoca la estructura final del libro de David Harvey –Espacios de Esperanza–, pues Robinson discute el peso de los movimientos sociales en la construcción de grandes bloques de resistencia que son producto de la imposición de las políticas neoliberales que ha tenido efectos en las clases sociales medias y las clases trabajadoras8 y su descomposición dentro del tejido social (Milton Santos hablaría de nuevas reconfiguraciones socioespaciales para explicar dicho proceso). La emergencia de nuevas clases sociales proletarizadas que han sido moldeadas por las políticas neoliberales y la globalización, sobre todo en lo que respecta a la reproducción de su vida colectiva (educación, salud, empleo, vejez) y que se han visto encarecidas por los procesos de privatización, reflejan que esta nueva era de acumulación capitalista viene a desposeer y a polarizar cada vez más a la sociedad.

En vista de ello, Robinson recupera y analiza el significado y el mensaje de las diversas reuniones del Foro Mundial Social, el movimiento Zapatista y los movimientos indígenas de América Latina, como ejemplos de resistencia social, frente a un nuevo proceso globalizador. La pobreza y la marginación, dice el autor, ya no solo son propias de las grandes ciudades de los países subdesarrollados, sino que también se hacen evidentes en las periferias de las grandes ciudades de países desarrollados. De esta manera, ciudades como Los Ángeles y la Ciudad da México tendrán que compartir hoy más similitudes que diferencias sobre ese tema. La acumulación del capital actual despoja a millones de lo que antes habían ganado como grandes conquistas sociales propias del Estado benefactor, hoy son desmanteladas y entonces se visualiza un panorama de incertidumbre global donde el enemigo es difuso. Frente a ello, el Estado-nación se fortalece en el sentido policial y militar para mostrar una cara represiva y necesaria para aplacar los descontentos sociales, una especie de “fascismo amistoso” se lee en el intento estatal por controlar a todos aquellos que se rebelan por el respeto a sus derechos. Finaliza el autor, llamando a la necesidad de explorar nuevos caminos en los que se reposicione a la sociedad como un actor fundamental para la reestructuración socioespacial en su conjunto, pero sobre todo a través de un nuevo proyecto democratizador y socialista.

Como es visible, esta obra coloca en cuestión muchos debates, pero sobre todo se muestra verdaderamente geográfica al hablar de temas tan tradicionales como el poder, el Estado y una nueva reconfiguración socioespacial dentro del contexto del neoliberalismo y la globalización, lo que seguro la posicionará como una obra de referencia mundial en breve.

Referencias
[Gasca Zamora, 2002]
J. Gasca Zamora.
Espacios transnacionales, interacción, integración y fragmentación en la frontera México-Estados Unidos, unam-Porrúa, (2002),
[Harvey, 2007]
D. Harvey.
Espacios del Capital, Akal, (2007),
[Harvey, 2008]
D. Harvey.
La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los origenes del cambio cultural, Amorrortu Editores, (2008),
[Harvey, 2011]
D. Harvey.
Breve historia del Neoliberalismo, Akal, (2011),
[Harvey, 2012]
D. Harvey.
Espacios de Esperanza, Akal, (2012),
[Messias Da Costa, 2008]
W. Messias Da Costa.
Geografía Política e Geopolítica, edusp, (2008),
[Petras, 2009]
J. Petras.
Economía política del imperialismo contemporáneo, Maia Ediciones, (2009),

La presentación de este libro se llevó a cabo el día 31 de enero del año en curso en las instalaciones de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. El propio Dr. Robinson estuvo presente en la presentación de su libro, el cual fue comentado por los académicos Enrique Dussel, Pablo González Casanova y Juan Manuel Sandoval Palacios. Diversos medios de comunicación cubrieron el evento, sin embargo, destacó la cobertura que publicó el diario La Jornada con fecha de 2 de febrero en su sección de “Cultura”. Asimismo, ese mismo diario entrevistó al Dr. Robinson con más detalle sobre sus ideas, proyectos académicos y políticos, entre otros, y la entrevista fue publicada el día 31 de enero.

Para mayor información sobre su currículo académico, sus publicaciones y su trayectoria profesional y social véase la página web personal del autor disponible en la siguiente dirección http://www.soc.ucsb.edu/faculty/robinson/index.shtml

Incluso, Harvey es citado en gran parte del cuerpo de la obra y en lo que refiere a la definición de este periodo, ambos autores convergen en que la influencia que han tenido las grandes crisis económicas mundiales tanto la del año de 1929, como la registrada a finales de la década de 1970, son parte fundamental de los grandes ciclos de acumulación y estancamiento de la circulación del capital mundial.

Este tema también ha sido objeto de una minuciosa revisión por parte de David Harvey, básicamente en tres obras: (Harvey, Espacios del Capital, 2007), (Harvey, Breve historia del Neoliberalismo, 2011) y como se mencionó anteriormente, (Harvey, La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los origenes del cambio cultural, 2008).

Es posible mencionar la obra de Gasca Zamora (2002) quien explora la reconfiguración de la frontera norte de México, como producto de su integración a la economía regional y mundial y sus consecuencias en el tejido político y económico de la nación.

Precisamente, esta postura coincide con la de (Messias Da Costa, 2008) quien afirma que es necesario que la Geografía Política, si no se decide por definir una gran teoría del Estado, sí es necesario reconocer que la idea tradicional del Estado como una “cosa” o “ente” del cual emana todo poder, debe de ser superada en breve, esto porque las circunstancias así lo demandan, pero sobre todo porque esa postura permitiría insertar a la Geografía Política dentro del debate contemporáneo de las ciencias sociales.

Estos temas han sido ya tratados por un sinnúmero de especialistas (por ejemplo, todo el conjunto de mecanismos que han impulsado el desmantelamiento del antiguo Estado benefactor), pero lo importante es que el autor los recupera y evidencia que los gobiernos nacionales sirven como una especie de correas de transmisión y filtros para la imposición de la agenda transnacional, siendo este punto donde toma forma la figura de un etn impulsado a su vez por una “fracción de clase” hegemónica (piénsese en las cien familias más ricas del mundo y el dominio que ejercen sobre las corporaciones transnacionales).

Ese tema también es muy bien tratado por Petras (2009) quien en lugar de hablar de globalización le llama “imperialismo”, sin embargo, al final de la obra el autor sociólogo al igual que Robinson, también se encamina a la reflexión del proceso de destrucción de las clases sociales más golpeadas por el neoliberalismo y la formación de grandes bloques de resistencia.

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