Este libro reúne catorce trabajos que se relacionan con el paisaje; los autores son destacados especialistas en el tema y sus aportaciones se presentan en tres apartados, el primero contiene tres capítulos, en el segundo son seis y en el tercer apartado hay cinco capítulos. En ellos se exhiben diversos enfoques sobre el paisaje, La introducción de Sunyer brinda un panorama general de la obra y señala el concepto inicial, mencionando que [El paisaje] “está en el centro de la indagación del Geógrafo y es producto de la dialéctica entre la naturaleza, la cultura y la sociedad [ya que] las huellas del actuar humano1 en el territorio se revelan en el paisaje, [por lo cual] paisaje, territorio y sociedad conforman una tríada que debería ser indisoluble” (Sunyer, 2014:12).
El primer apartado se titula “El paisaje desde la Geografía”, Nicolás Ortega, autor del primero de los tres capítulos que integran esta parte, define el concepto de paisaje para la geografía moderna, señalando que el paisaje es una imagen de la naturaleza en donde los hechos históricos, las estructuras sociales y los aspectos culturales han dejado su huella. Menciona que la “experiencia viajera” de Humboldt, Reclús, Vidal de la Blache y De Martonne les permitió integrar lo natural y lo cultural, a partir de su interpretación geográfica. Para Rafael Mata del Olmo, autor del segundo capítulo, una fortaleza del geógrafo es su mirada geográfica del paisaje, y su interés por descifrarlo, narrarlo y explicarlo constituye una propuesta integradora; refiere que en el Convenio Europeo del Paisaje (CEP) se señala al paisaje como un elemento importante para la calidad de vida, la formación de las culturas locales, el bienestar del ser humano y la consolidación de su identidad, y es necesario conocerlo y valorarlo para educar y sensibilizar a la población, Mata propone una interesante metodología y la aplica a las vegas de algunos ríos en España, a los huertos de Murcia y a los molinos de campo de Criptana, relacionados con Don Quijote de la Mancha. Finalmente, para saber qué es un geosistema, geofacia, geotopo y otros, es importante revisar el capítulo de Arturo García Romero, quien define características de estos términos relacionados con el paisaje, además de presentar diferentes enfoques para su análisis y perspectivas para su estudio, como son las dinámicas relacionadas con la estructura del paisaje.
El segundo apartado “Miradas del paisaje desde otras geografías”, contiene seis capítulos, en el de Perla Zusman se menciona a la Pampa Argentina y, a través de la literatura como en la novela Martín Fierro, se resalta la figura del gaucho como su principal protagonista, quien se ha convertido en el elemento identitario de Argentina; reflexiona sobre la percepción de la Pampa, como una zona desértica, analiza su uso ganadero y las propuestas e intentos políticos para transformarla en región agrícola. María Teresa González Linaje, con su trabajo, permite conocer el concepto del paisaje en la antigua China, la cercanía entre el hombre y la naturaleza, el misticismo que acompaña la visión de los artistas del paisaje, así como la espiritualidad de la relación del hombre con el paisaje. Martín Manuel Checa-Artasu define los paisajes extremos y la imagen hostil y temible que de ellos se tenía, así como su domesticación hecha por el ser humano; narra, en el caso de los polos, las exploraciones científicas que han permitido su conocimiento, así como las diferentes percepciones de estas regiones, por un lado, la gris y monótona de algunos exploradores del siglo XIX y, por otro, la visión plena de color de otros que observaron las auroras boreales. En su capítulo Paula Soto Villagrán y Nicolás Gissi Barvieri, aportan interesantes reflexiones acerca de las consecuencias que para el paisaje tuvo el terremoto de 8.8°, que destruyó parte de la zona metropolitana de la Gran Concepción en Chile, en la región de Bío Bío, en febrero de 2010. El texto de Armando García Chiang permite aprender a apreciar y sentir un paisaje real a través de los paisajes ficticios descritos por Tolkien en El Señor de los Anillos y, mediante ejemplos muy puntuales, relaciona la esencia de la Geografía con la Literatura. Y en el último capítulo Liliana López Levi y Blanca Rebeca Ramírez deliberan acerca de las relaciones entre el arte del paisaje y la geografía, su significado en Europa y sus representantes más reconocidos.
El tercer apartado se titula “El paisaje en México”, y contiene cinco capítulos, inicia con el de José de Jesús Hernández López, quien analiza los cambios ocurridos en el paisaje de huertos frutales de Atotonilco el Alto, Jalisco, incluido en las lista de Paisajes Culturales Patrimoniales. Luis Felipe Cabrales critica la banalización del paisaje agavero de Jalisco y sus alrededores, analizando las causas del aumento de los conflictos sociales en Jalisco después del Reconocimiento de la Denominación de Origen del Tequila. Saúl Alcántara Onofre y Salvador Aceves García, señalan la complejidad de la recuperación de un sitio patrimonial, y comparan las labores y gestiones para recuperar la fortaleza de San Juan de Ulúa en Veracruz, el antiguo convento franciscano de Santa Ana en Tzintzuntzan, Michoacán y el espacio germinal de Tenochtitlan, que es el espacio en que se fundó la Ciudad de México. Los cambios al paisaje habitado en las barrancas de Belén de las Flores en Tacubaya, al poniente de la Ciudad de México, son analizados por Luis Llanos Hernández y Martha Elena Bañuelos, autores que, además, dan a conocer cómo eran las cuevas civilizadas propuestas por el arquitecto Carlos Lazo, quien durante su gestión como funcionario gubernamental las presentó como solución a una problemática social en Belén de las Flores. Y en el último capítulo, Martín Manuel Checa-Artasu diserta acerca de la presencia del paisaje en la pintura y la literatura, y analiza las causas de la escasa cultura del paisaje en México.
Un paisaje cultural manifiesta la interacción entre el ser hombre y su entorno natural (Villaseñor et al., 2012:67).