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Vol. 2016. Núm. 90.
Páginas 198-201 (agosto 2016)
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Virginie Thiébaut
Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales Universidad Veracruzana
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Amaya Larrucea Garritz es arquitecta paisajista, doctora en arquitectura y maestra en arquitectura con especialidad en restauración de monumentos. Forma parte de la planta docente de la Unidad Académica de Arquitectura de Paisaje, y es investigadora de tiempo completo de la Coordinación de Investigación en Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, donde trabaja en la línea de arquitectura de paisaje y naturaleza. El libro País y paisaje. Dos invenciones del siglo XIX mexicano es una versión de su tesis doctoral defendida en el año 2013, en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Es importante mencionar que el jurado de esta tesis lo formaron dos arquitectas (Geneviève Lucet y Catherine Ettinger) y un geógrafo (Omar Moncada), y que contó con la lectura de un historiador (Javier Sánchiz), lo que sin duda orientó a la autora hacia un acercamiento multidisciplinar a los paisajes, el cual caracteriza la obra.

A partir de que existen pocas reflexiones sobre los paisajes en México, en especial sobre la génesis de la idea de paisaje -al contrario de lo que pasa en otros países, por ejemplo España- Amaya La- rrucea Garritz se dedicó a investigar cómo nació la idea de país y de paisaje en México y cómo se fue desarrollando en el siglo XIX. La originalidad y el principal aporte de su trabajo consisten en estudiar el nacimiento del paisaje a partir de tres enfoques: el racional-cuantitativo, representado por la cartografía, el estético, a través de las pinturas paisajísticas, y el poético. Si cada uno de estos enfoques ya ha sido estudiado desde distintas disciplinas, como la geografía, las artes y la literatura, el hecho de reunirlos en una misma obra y de explicar cómo cada uno contribuyó a un objetivo común ofrece una perspectiva distinta y completa, que se revela imprescindible para entender en su conjunto y complejidad la génesis de los paisajes mexicanos. La autora relaciona la construcción de la idea de paisaje con el contexto histórico del siglo XIX de formación y consolidación de una nueva nación, mediante la búsqueda de una identidad propia, común a todos los mexicanos. Destaca en este proceso la importancia de las representaciones y de los imaginarios, transmitidos tanto por los mapas realizados en la época como por el arte pictórico y la poesía romántica.

Después de una introducción que nos explica la importancia que tuvo del paisaje como parte de los imaginarios formativos de la nación, el libro se divide de manera lógica en tres capítulos, correspondiendo a cada uno de los enfoques que permitieron el nacimiento de la idea de paisaje en México.

El primero, titulado “El territorio como un bien limitado”, se refiere a la cartografía. Explica en primer lugar cómo los mapas son una representación e interpretación del territorio y una construcción cultural y cómo, por lo tanto, “representan las preocupaciones de un momento histórico” (p. 32). La autora describe los mapas realizados antes de la época de estudio, para aportar antecedentes sobre la manera de representar el territorio, insistiendo en la ausencia de demarcaciones o en su representación de manera muy vaga. Presta una atención especial a los trabajos realizados por Alejandro de Humboldt, considerados como punto de partida para la cartografía del nuevo país independiente. Los volcanes que rodean el altiplano, así como otros elementos característicos de la nación (plantas, rocas, etc.), fueron representados por el científico alemán y retomados en innumerables ocasiones en las décadas siguientes como puntos de referencia para la creación del imaginario de los paisajes de la nación mexicana. El Atlas, las Tablas estadísticas, elEnsayo político, que resaltan la grandeza de la patria, sus riquezas naturales y su posición estratégica, forman parte de una obra científica extensa, ampliamente difundida y discutida dentro de México como en Europa.

En el contexto político agitado del siglo XIX, y más aún después de las intervenciones extranjeras, la prioridad fue dada a la aportación de conocimientos nuevos, mediante mediciones y compilación de informaciones anteriores, a manera de asegurar una mejor defensa de los territorios. El mayor logro de la segunda mitad del siglo lo aportó la obra de Antonio García Cubas, descrita con mucho detalle por la autora, con base en múltiples imágenes. Sus mapas temáticos, rodeados por viñetas que representaban paisajes diversos, cambiaron definitivamente la relación de los mexicanos con su territorio. Por primera vez la representación de la nación se hacía desde adentro, y con base en un imaginario nuevo. Las viñetas, elementos pictóricos-estéticos-simbólicos que subrayaban el interés del mapa -considerado por García Cubas como demasiado abstracto- ilustraban la diversidad del país, tanto en sus formas topográficas e hidrográficas como con las múltiples huellas de su pasado prehispánico, su riqueza agrícola y minera y sus tradiciones. Pero al mismo tiempo, las imágenes del Atlas pintoresco e histórico de los Estados Unidos Mexicanos (1885), al destacar la grandeza de los paisajes comunes, afianzaban un imaginario de la nación que fomentaba el sentimiento de nacionalidad. Permitieron un acercamiento abstracto al territorio y crearon un nuevo imaginario en cuanto a la nación.

El segundo capítulo, titulado “La realización del territorio como belleza paisajística”, fuertemente relacionado con las viñetas paisajísticas descritas al final del capítulo anterior, está dedicado a los paisajes pictóricos, con especial énfasis a las pinturas del artista mexicano José María Velasco. La autora comienza el capítulo con una rápida revisión etimológica de las raíces de la palabra paisaje, que le permite precisar que este existe solamente a través del significado que los seres humanos le dan al mirarlo (pp.120-121), justificando así el papel fundamental de las pinturas paisajísticas. El mejor conocimiento físico de los paisajes, su representación por pintores nacionales y la cada vez mayor difusión que tuvieron sus obras, fueron elementos clave que contribuyeron a la creación de una idea nueva del paisaje nacional. El pintor representativo de los paisajistas mexicanos es, por supuesto, José María Velasco, que fue alumno del pintor italiano Eugenio Landesio y al cual la autora dedica la mayor parte del capítulo. Velasco logró enriquecer la mirada científica, muy en boga con la influencia del positivismo, con la visión contemplativa y estética de los paisajes. Sus representaciones del valle de México, que se volvieron emblemáticas de la nación, son paisajes perfectos, idealizados, mitificados, fundamentales en el nacimiento de la conciencia de ser mexicano.

Finalmente, el tercer capítulo “La poesía del paisaje mexicano”, explica cómo las referencias a dicho paisaje, que aparecieron inicialmente en la poesía durante la primera mitad del siglo XIX, fueron la base de su apreciación posterior en la pintura. Fue en especial a través del romanticismo que se enaltecieron las bellezas de los paisajes, movimiento que estuvo muy presente en las tertulias y en las revistas -sobre todo femeninas- de la época. La exaltación de las bellezas de la naturaleza en distintos poemas fue lo que fomentó, en este caso, “la construcción del imaginario a través del vínculo emocional” (p. 196).

Si los tres capítulos que constituyen el libro están articulados de manera congruente en función de los tres enfoques que permitieron la construcción de la noción de paisaje, es importante señalar que presentan cierto desequilibrio entre sí. Los dos primeros tienen mayor extensión y desarrollo, y exponen un análisis mucho más detallado que el tercero, el cual se apoya principalmente -como lo explica la autora- en dos obras, un ensayo de Alfonso Reyes sobre la poesía mexicana de 1911 y un libro contemporáneo de Montserrat Galí Boadella que trata del romanticismo en México. Lamentamos que no se hayan incluido en este capítulo obras de otros géneros literarios. En efecto, las descripciones y el enaltecimiento de la naturaleza están presentes no solamente en poemas sino también en distintas novelas de la época, como El Zarco de Ignacio Manuel Altamirano (1999), Los bandidos del Río frio y El hombre de la situación de Manuel Payno (2011; 2008), por citar las obras más conocidas, y en relatos de viaje, en especial redactados por viajeros extranjeros, dentro de los cuales La vida en México durante una residencia de dos años en ese país, de Madame de Calderón de la Barca (2006) es, sin duda, el más representativo. Presentar estas y otras obras y multiplicar así el estudio de las descripciones de paisajes mexicanos habría permitido, sin duda, profundizar más el análisis y asegurar así un mejor equilibrio entre los capítulos y los enfoques tratados.

El libro está en general bien documentado; la autora ha consultado una bibliografía variada, así como fuentes hemerográficas y pictóricas. La bibliografía corresponde a las distintas disciplinas relacionadas con el tema -geografía, historia, historia del arte, literatura, botánica, arquitectura del paisaje, arqueología- e incluye tanto obras “clásicas”, como la del historiador Edmundo O’Gorman, como publicaciones más recientes, como por ejemplo el libro del historiador Carlos Herrejón Peredo La formación geográfica de México (2011). Casi toda la bibliografía mencionada está en español, de autores mexicanos y españoles, y con algunos artículos y libros traducidos del alemán, del inglés y del francés.

Nos pareció, sin embargo, desafortunada la ausencia en esta bibliografía de varios trabajos del inicio de la década del 2010, que habrían podido enriquecer el libro de manera incuestionable. Sobre la cartografía del siglo XIX, no se mencionan por ejemplo dos obras que habrían podido contribuir al conocimiento más completo de la cartografía del siglo XIX, fundamento de la idea de paisaje en la nueva nación. El primero es el libro muy bien documentado de Raquel Urroz Kanán (2012) titulado Mapas de México, contextos e historiografía moderna y contemporánea, resultado de un importante esfuerzo en cuanto a la revisión de la historiografía de la cartografía mexicana. El segundo, México cartográfico. Una historia de límites fijos y paisajes fugitivos, de Raymond B. Craib (2013), publicado originalmente en inglés en 2004, se refiere a la construcción del espacio mediante las imágenes gráficas y explica el papel de los diferentes actores en la elaboración de la cartografía: los agrimensores, los cartógrafos, los ingenieros, pero también el Estado que mandó a hacer los trabajos y los habitantes de las localidades, que participaron en su elaboración.

Sobre las obras pictóricas, y en especial la obra de José María Velasco, se omite la obra maestra de Elías Trabulse (2012) titulada José María Velasco. Un paisaje de ciencia en México, que aborda la importancia de la ciencia en las pinturas del maestro y sus técnicas ilustrativas. Tampoco se citan autores como el reconocido historiador del arte Peter Krieger (2012), el cual ha trabajado sobre las transformaciones del paisaje en el valle de México a través de las artes, ni la fundamental obra colectiva Los pinceles de la historia. La fabricación del Estado 1864-1910, publicada en 2003 por el Museo Nacional de Arte, el INBA, CONACULTA y la UNAM, que relaciona la demanda de pinturas paisajísticas con la “fabricación” de un Estado-nación moderno.

El hecho de que la mayoría de estas publicaciones sean recientes o muy recientes, que el libro sea la versión posterior de una tesis de doctorado -resultado sin duda de largos años de trabajo- y que el enfoque multidisciplinar elegido por la autora no le permita abordar a profundidad todos los temas, no le exenta de no haber actualizado sus fuentes al momento de transformar la tesis en libro, dejando a un lado obras tan importantes y vinculadas tan de cerca con el tema de estudio.

Es importante resaltar, por otro lado, la muy buena calidad de reproducción de los mapas y pinturas, en toda la obra, representados a color y con buena resolución. Las pinturas de José María Velasco y los mapas con las viñetas de Antonio García Cubas se aprecian en todo su esplendor, ya que se representan a una escala que permite su valoración y se les dedica un buen número de páginas, en las cuales se intercalan de manera hábil y pertinente con el texto. Si todos los documentos aparecen acompañados con su referencia y año de publicación, habría sido útil precisar además el lugar de procedencia, en especial en el caso de las obras de Velasco (museo, colección, etc.).

El libro de Amaya Larrucea Garritz es el fruto de una reflexión que, como lo hemos mencionado, es un aporte esencial para los estudios de paisajes. Se integra a una serie de libros recientes, resultados de un esfuerzo de reflexión sobre la génesis de la idea de paisaje por parte de varios especialistas del tema, como Javier Maderuelo (2005), Alain Roger (2007), Nicolás Ortega Cantero (2002, 2010), Joan Nogué (2007), Alain Corbin (2001) y John Wylie (2007). Sumar un trabajo particular y específico sobre los paisajes mexicanos a los esfuerzos de estos especialistas europeos -historiadores, filósofos, geógrafos, arquitectos del paisaje- es especialmente significativo, en un contexto de escasas publicaciones sobre el tema del paisaje.1

Consideramos por lo tanto que se trata de una obra de gran interés para los estudios de paisajes en México, que utiliza además una metodología original basada en un acercamiento multidisciplinar. La autora demuestra, como arquitecta del paisaje, su capacidad a integrar y utilizar otras miradas para entender de manera integral y exhaustiva el concepto y el nacimiento de la idea de paisaje en México. Justifica por lo tanto la importancia de estudiar el paisaje desde varios enfoques y que el paisaje sea objeto de estudio para los especialistas de disciplinas variadas. Su planteamiento de la construcción de la idea de nación y de la identidad mexicana, vinculada al paisaje magnificado en la cartografía, el arte y la poesía, complementa de manera útil los estudios anteriores.

Referencias
[Altamirano, 1999]
I.M. Altamirano.
El Zarco.
Editorial Océano, (1999),
[Calderón de la Barca, 2006]
M. Calderón de la Barca.
La vida en México durante una residencia de dos años en ese país.
Editorial Porrúa, (2006),
[Checa Artasu et al., 2014]
M. Checa Artasu, A. García Chiang, P. Soto Villagrán, P. Sunyer, Martín.
Paisaje y territorio. Articulaciones teóricas y empíricas.
UAM Iztapalapa, (2014),
[Colectivo, 2003]
Colectivo.
Los pinceles de la historia.
La fabricación del Estado 1864-1910, Museo Nacional de Arte, INBA, CONACULTA, UNAM, México.inpress, (2003),
[Corbin, 2001]
A. Corbin.
Lhommedans le paysage.
París, (2001),
[Craib, 2014]
R.B. Craib.
México cartográfico. Una historia de límites fijos y paisajes fugitivos.
UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, (2014),
[Krieger, 2012]
P. Krieger.
Transformaciones del paisaje urbano: representación y registro visual.
El Viso, MUNAL, ICA, (2012),
[Maderuelo, 2005]
J. Maderuelo.
El paisaje génesis de un concepto.
Abada Editores, (2005),
[Nogué, 2007]
J. Nogué.
La construcción socialdelpaisaje Paisaje y Teoría.
Biblioteca Nueva, (2007),
[Ortega Cantero et al., 2010]
N.J. Ortega Cantero, M. García Álvarez, Ruiz-Gómez Mollá.
Lenguajes y visiones del paisajes y del territorio, Colección de Estudios, UAM Ediciones, Universidad Carlos III de Madrid.
Asociación de Geógrafos Españoles, (2010),
[Ortega Cantero, 2002]
N. Ortega Cantero.
Estudios sobre historia del paisaje español Ediciones.
Universidad Autónoma de Madrid, (2002),
[Payno, 2011]
M. Payno.
Los bandidos del Río frio.
Editorial Porrúa, (2011),
[Payno, 2008]
M. Payno.
El hombre de la situación.
Universidad Veracruzana, (2008),
[Roger, 2007]
A. Roger.
Breve tratado del paisaje, Edición de Javier Maderuelo Paisaje y teoría.
Biblioteca Nueva, (2007),
[Ruiz Medrano et al., 2014]
C.R. Ruiz Medrano, C.A. Roque Puente, L.E. Coronado Güel.
Paisajes culturales y patrimonio en el Centro-Norte de México, siglos XVII alXX.
El Colegio de San Luis, (2014),
[Trabulse, 2012]
E. Trabulse.
José María Velasco. Un paisaje de ciencia en México.
Secretaría de Educación, CEAPE, UAEM, Ayuntamiento de Toluca, (2012),
[Urroz Kanán, 2012]
R. Urroz Kanán.
Mapas de México, contextos e historiografía moderna y contemporánea IVEC.
Gobierno del Estado, Gobierno Federal, CONACULTA, (2012),
[Wylie, 2007]
J. Wylie.
Landscape.
Routledge Taylor & Francis Group, Londres, (2007),

En los últimos años, las principales obras sobre paisajefueron las de Martín Checa Artasu et al. (2014) y de Carlos Rubén Ruiz Medrano et al. (2014).

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