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Vol. 2015. Núm. 88.
Páginas 75-90 (diciembre 2015)
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Tendencias recientes en los estudios de Geografía rural. Desarrollos teóricos y líneas de investigación en países de América Latina1
Recent trends in rural Geography studies. Theoretical developments and research areas in Latin America
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Héctor Ávila Sánchez
* Programa de Estudios Regionales, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), Universidad Nacional Autónoma de México, Av. Universidad s/n, Circuito 2, Col. Chamilpa, 62219, Cuernavaca, Morelos
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Resumen

En la presente contribución se hace un recorrido por las diversas rutas teóricas y metodológicas que sustentan a la Geografía rural, en sus modalidades actuales. Se hace especial énfasis en los aportes que establecen la geografía francesa y la anglosajona. En los inicios de la disciplina, a principios del siglo XX, destacaba la identificación y la descripción de los paisajes, influenciada por la importancia del discurso regionalista. Posteriormente, los estudios geográficos rurales se desarrollaron bajo la influencia de la Geografía económica, fundamentalmente la descripción de las grandes zonas de especialización agrícola a nivel mundial (zonas de producción de cereales, de agricultura mediterránea, etc.), para posteriormente, a partir de la década de los años ochenta, analizar la profundidad de las transformaciones territoriales que acontecen en el medio rural, producto de los cambios en el paradigma productivo fordista y posfordista, así como las modalidades derivadas de la globalización. Destaca la identificación del territorio como categoría conceptul para estudiar sus procesos y formas de aprehensión, así como los conceptos y las ideas vigentes en la construcción y la gestión territorial. Se destacan algunas tendencias y líneas de investigación prevalecientes en algunos países de América Latina, donde actualmene se analiza la ruralidad no solo desde el discurso geográfico, sino a través de diversas disciplinas sociales, abocadas al estudio de los territorios. Se enfatiza en el estudio de la dinámica urbano-rural, como una de las expresiones actuales de mayor trascendencia y en la que se expresan más vertiginosamente los cambios territoriales.

Palabras clave:
Geografía rural
ruralidad
territorio
agricultura
periurbanización
urbanización, transdisciplina
América Latina.
Abstract

In this paper it is made a tour through the various theoretical and methodological routes that support the Rural Geography, in its current forms. The article is part of a wider investigation into the trends and state of the art of rurality between the years 1990 and 2010, with emphasis on rural geography perspective and particularly on the contributions that establish French geography and Anglo- Saxon geography. It highlights how these influences have transcended national geographical schools in some countries of Latin America. At the beginning of the discipline in the early twentieth century, emphasizing the identification and description of landscapes, influenced by the importance of regionalist discourse. Subsequently, rural geographical studies developed under the influence of economic geography, mainly describing large areas of agricultural specialization worldwide (cereal production areas, or Mediterranean agriculture, etc.). Later, from the decade of the eighties, analyze the depth of the territorial changes that occur in rural areas, due to changes in the Fordist and post-Fordist production paradigm, and the arrangements resulting from globalization. Highlight Post-productivist trends, evident since the late eighties and during the nineties, represented by the functional diversification of rural areas. In these, have changed the traditional roles of rural spaces, in terms of food production and land use, with the growing presence of non-agricultural functions, such as residential, industrial, commercial, transport and recreation, gradually displacing agricultural activities, changing the face of traditional agricultural areas. Characterization and function of the field, start to differentiate. Cities grow, expand and modify their links with adjacent rural areas; in rural areas more and more housing developments. In the great world metropolis urbanization advances significantly in the occupation of rural areas, although in some countries, such progress is conducted under certain rules of land use, while others are made of chaotic way. However in both cases, are becoming more confusing the boundaries between city and countryside. The conditions of agricultural and livestock production have changed; the social composition of rural households has become the product of intense national and international migration as well as proliferation of new non-agricultural activities. Electronic communications and computing have entered the field, at different levels and this too has changed. The rural geography as a branch in the study of humanized spaces, analyzes the different ways in which they are spatially embodied such transformations. Precisely rural geography has been commissioned to give a space character to the territorial, economic and social changes that occur in the field, with an even greater than other disciplines such as rural sociology, anthropology or agricultural economics emphasis. Now from the decade of the eighties, rural geography gives particular attention to the residential function and social changes that are prevalent in peri-urban, favoring approaches to the employment and several third sector activities (services and leisure) who develope the new inhabitants. It is recognized that peri-urbanization has crossed the characterizations and typologies actually recognized. From disciplines such as rural sociology and social anthropology is discussed about the location of people in a given area: are they urban or rural? Different positions are presented and there is a need to review the relevance of the dichotomy and the hybrid character, intermediate between town and country. Finally, emphasizing the identification of territory as a conceptual category to study their processes and forms of apprehension, as well as the concepts and current ideas in construction and territorial management. Highlights some prevailing trends and lines of research in some countries of Latin America, where currently rurality is analyzed not only from the geographical discourse, but through various social disciplines devoted to the study of the territories. In this context, although the Rural Geography has contributed concepts and tools that enhance the perception of territorial expressions of economic and social processes relies increasingly greater extent, to linking with other social disciplines. It fulfills with its tasks of spatial analysis as a discipline.

Key words:
Rural Geography
rurality
territory
agriculture
peri-urbanization
urbanization
trans-discipline
Latin America.
Texto completo
Introducción

El estudio de la Geografía rural en diversos países de América Latina es muy heterogéneo y no siempre se le puede considerar con un carácter institucionalizado. Sin embargo, existen importantes avances durante los últimos veinte años, debido a la creciente tendencia a la transdisciplinariedad de los campos del conocimiento que se ocupan de lo rural, en los que destaca el territorio como unidad metodológica de análisis, que ha permitido ampliar, cada vez en mayor medida, el espectro de la investigación y la caracterización de fenómenos que anteriormente se consideraban de manera sectorializada, con enfoques netamente disciplinarios. En este contexto, la Geografía rural ha aportado conceptos y herramientas que amplían la percepción de las expresiones territoriales de los procesos económicos y sociales. Cumple así, con sus cometidos como disciplina del análisis espacial.

En este artículo se enfatiza en estos aspectos. Lo que aquí se presenta es parte de una investigación más amplia que se ha desarrollado durante 2012 y 2013, consistente en analizar las tendencias y el estado del arte de la ruralidad, con énfasis en la perspectiva de la Geografía rural, tanto en la literatura anglosajona como en la francesa y de cómo estas influencias han trascendido en las escuelas geográficas nacionales en algunos países de América Latina. Se estableció como periodicidad para el análisis, lo publicado en revistas electrónicas y en libros escritos entre 1990 y 2010. Tal corte temporal se estableció bajo la consideración que ya para entonces las publicaciones daban cuenta de las transformaciones territoriales derivadas del cambio del paradigma productivo de la globalización, en los espacios rurales de los países latinoamericanos. Asimismo, se identificó la manera en que dichos ámbitos se modificaron, además de las nuevas funciones que desempeñaban en un contexto donde las ciudades o los entramados urbano-metropolitanos han establecido las normas de operatividad en las jerarquías territoriales.

Igualmente, se encontraron posturas diversas en cuanto a las metodologías para la investigación. Como un hallazgo principal, se reconoció un deslinde de los enfoques basados en la descripción de los procesos rurales sectoriales (fenómeno ampliamente enraizado en América Latina), para fortalecer los estudios más vinculados a una perspectiva analítica territorial, lo que necesariamente fortaleció la vinculación transdisciplinaria, principalmente en las ciencias sociales, en las que la geografía ha participado de manera destacada.

Asimismo, se percibe en la literatura, sobre todo, en la de corte latinoamericano, el tratamiento de nuevas modalidades territoriales en el medio rural (sistemas agroalimentarios localizados, agricultura familiar, cadenas de valor, entre otras), como un requerimiento para apuntalar la investigación en cuanto a las políticas públicas para el desarrollo rural, que incidan en el estudio de tales fenómenos en el espacio rural; en el caso de América Latina se han constituido como una prioridad, a fin de involucrar a los científicos sociales en análisis cada vez más precisos acerca de los procesos territoriales rurales, donde la marginación y la pobreza continúan como una constante.

La geografía y los estudios rurales

Los estudios sobre el campo, esto es, del espacio que tradicionalmente se localiza a partir de los confines de las ciudades, ha sido siempre un importante objeto de conocimiento en los estudios geográficos, por ser el ámbito tradicional para el desarrollo de las actividades como la producción de alimentos, la cría de ganado, la pesca o bien la explotación de los bosques; recientemente se han desarrollado actividades en el medio rural, vinculadas con el ocio, el descanso y el contacto con la naturaleza. Dicha valoración ha estado presente en los estudios geográficos, aunque se ha modificado a lo largo del tiempo.

Durante el siglo XX, la caracterización y las funciones del campo comienzan a diferenciarse. Las ciudades han ido creciendo, se han expandido y modificaron sus vínculos con las áreas rurales adyacentes; cambió la imagen que tradicionalmente se tenía de este medio rural. Hoy, en el campo, hay cada vez más conjuntos habitacionales, de menor y de mayor tamaño. En gran parte de las ciudades del mundo están confusos los límites entre la ciudad y el campo. Hoy en el medio rural el tipo y las condiciones de la producción agrícola y ganadera han cambiado. Inclusive, la composición social de las familias rurales se ha transformado, producto de las intensas migraciones hacia las ciudades y hacia otros países, así como por la proliferación de nuevas actividades no agrícolas. Las comunicaciones electrónicas y la informática han incursionado en el campo, en diferentes niveles, y esto también lo ha modificado. La Geografía rural, como una rama en el estudio de los espacios humanizados, analiza las distintas formas en que se han plasmado espacialmente tales transformaciones. Precisamente la Geografía rural se ha encargado de darle un carácter espacial a las transformaciones territoriales, económicas y sociales que ocurren en el campo, con un énfasis aún mayor al de otras disciplinas como la sociología rural, la antropología o la economía agrícola (Ávila, 2010).

Desde mediados de los años ochenta, los estudios de Geografía rural prestan particular atención a la función residencial y a las mutaciones sociales que prevalecen en el periurbano, privilegiando los enfoques en torno al empleo y las diversas actividades (servicios y ocio) que desarrollan los nuevos habitantes. Desde la óptica de los estudios de Geografía urbana, se han explicado las causas de la expansión de las ciudades en el periurbano, a partir del atractivo que representan las áreas rurales y también por los efectos de exclusión, debido a las diferencias de los costos inmobiliarios en las ciudades y las políticas de acceso a la propiedad. En torno a la Geografía rural, el reconocimiento de la periurbanización ha llevado a traspasar las caracterizaciones y las tipologías hasta hoy reconocidas. La cuestión gira en torno a la ubicación de los habitantes en un determinado ámbito: ¿son urbanos o rurales? Hay quien define su pertenencia al mundo rural (Kayser), o bien quien plantea la necesidad de revisar la dicotomía y el carácter híbrido, intermedio entre campo y ciudad; o bien de apoyarse en herramientas estadísticas (Vanier) para la delimitación y la descripción de este tercer espacio (Bonerandi y Deslondes, 2008).

A lo largo del tiempo, la orientación teórica y el sentido de las investigaciones sobre los espacios rurales registraron diversas tendencias, incluso unas antagónicas de las otras. Por ejemplo, en la década de los años sesenta comienzan a tener relevancia los enfoques cuantitativos (basados en el análisis factorial, la programación lineal y las regresiones), así como también los análisis bajo un amplio sustento teórico del estructuralismo y del marxismo. Se pretendía evidenciar los mecanismos mediante los cuales el modo de producción capitalista agudizaba las condiciones de marginación en las áreas rurales de los países pobres, además de acelerar la proletarización de los campesinos. Una y otra posiciones contaron con adeptos frente a los esquemas de estudio de la Geografía rural, provenientes de la Geografía regional francesa, descriptiva, con su particular desarrollo metodológico. A partir de los años ochenta y hacia fines del siglo XX, estas tendencias se mantenían y se registraba un mayor esfuerzo metodológico, así como el fortalecimiento de diversas disciplinas sociales (interdisciplina), que ubicaron al territorio como su categoría central de análisis (García et al., 1995:12-15).

La evolución en teorías y metodologías en geografía rural

El estudio de la Geografía rural como parte de la vertiente humana y económico-social de la disciplina, está determinado por su evolución en cuanto a teorías y metodologías, así como también por los cambios desarrollados en sus grandes ejes teóricos.

En las escuelas geográficas de los distintos países de América Latina ha sido decisiva la influencia de la Geografía regional francesa, y las ideas de Vidal de La Blache, Pierre George, Daniel Faucher, Bernard Kayser, Claude Bataillon, Michael Phillipponaeu y otros, en la formación de los geógrafos sociales.

Igualmente importantes son los aportes de la Geografía anglosajona. En los países latinoamericanos adquieren cada vez más importancia las caracterizaciones de los entornos rurales, provenientes de la geografía norteamericana y canadiense, así como de la británica. Tienen amplia difusión los numerosos trabajos de Paul Cloke y Terry Mardsen, así como también los de Hugh Clouth, Michael Woods, Jo Little, Keith Halfcraft, Phillipe Martin entre otros.

En América Latina, la Geografía rural ha estado vinculada a líneas de investigación de la sociología rural, la economía agrícola y la antropología social, fundamentalmente. Otras disciplinas como el derecho agrario adquirieron presencia, en la medida que las cuestiones referidas a la propiedad de la tierra ocuparon un lugar central en los procesos territoriales rurales.

Destacan en este sentido los desarrollos logrados en México, Brasil y Argentina, donde la vertiginosa difusión de procesos socio productivos en el campo (las disputas por la tierra, el apuntalamiento del agrobussines, la difusión de la agricultura urbana y periurbana, entre otros), impulsó el desarrollo de líneas de investigación precisas para conocer ampliamente la expresión territorial de los procesos y sus rápidos cambios. Igualmente, ha tenido alguna trascendencia la influencia de geógrafos de países socialistas, fundamentalmente de la escuela soviética (principalmente desde la Geografía regional), así como la que desarrollaron los geógrafos polacos. La escuela francesa fortaleció su discurso a través de sus sólidos vínculos con la Geografía regional, apuntalando el carácter decisivo de la acción humana y los procesos sociales en la construcción territorial. Pero a partir de la década de los setenta, soplaban ya los aires de renovación y autonomía, ligados a los fenómenos sociopolíticos existentes en el mundo, sobre todo los movimientos de liberación (mayo francés, revolución cubana, socialismo chileno, reformas agrarias en América Latina, movimientos independentistas en el sudeste asiático y en África). En América del Sur, fundamentalmente, los trabajos sobre el análisis de los espacios rurales se centraban más en aspectos como las reformas agrarias y las luchas por la tierra, bajo metodologías y conceptos estructuralistas, aunque proliferaban ya enfoques de corte cuantitativo. Esa tendencia continúo durante la década de los ochenta y se extendió a los años noventa, toda vez que las expresiones espaciales desarrolladas por la penetración y/o expansión de las formas de producción capitalistas agudizaban la pobreza y la marginalidad en la población rural, principalmente en los grupos campesinos e indígenas.

En esta época tomó fuerza una corriente impregnada por los principios ambientalistas y éticoreflexivos, sobre todo a partir de aquellas posiciones que concebían lo rural en términos de posturas y formas de asumir compromisos y actitudes, en un planeta con una destrucción acelerada de su entorno material. Se reflexionaba sobre las formas de vida, las prácticas y actitudes que tenían en el centro del discurso las tendencias y la dinámica de las sociedades contemporáneas acerca de la destrucción paulatina como algo inherente al modo de vida. Proliferaron los discursos existencialistas y de modo de vida, así como otros que destacaban la imperiosa necesidad de volver a la naturaleza. Enfatizaban también en la construcción de alternativas para los gobiernos nacionales y los organismos internacionales, en busca de modificar los tipos de explotación y mejorar las condiciones de vida en el medio rural (Paniagua, 2006).

Desde finales de los ochenta y durante los noventa se comienzan a manifestar las tendencias posproductivistas, representadas por la diversificación funcional de las áreas rurales. Éstas han modificado su rol tradicional de grandes productores de alimentos y de explotación de la tierra, ante la presencia creciente de funciones no agrícolas, como las residenciales, industriales, comerciales, de transportes o de recreo, que desplazaban paulatinamente a las actividades agrícolas, cambiando la fisonomía de los espacios agrarios tradicionales (Menor, 2000). El concepto, surgido en la Gran Bretaña, ha sido definido como la desintensificación de la producción, la dispersión de las explotaciones y la diversificación productiva; representa una transición entre dos modos de producción distintos del sector agrario. Así, en la actualidad, la Geografía rural continúa analizando las transformaciones que en el ámbito rural plasma el desarrollo de las sociedades post-industriales, fundamentalmente en los países desarrollados y la revalorización que han otorgado al uso del espacio, en términos ambientales, culturales y paisajísticos. Temas de gran vigencia en esta vertiente lo constituyen el trabajo femenino en el medio rural y la industrialización del campo, así como el desarrollo y profusión de las agroindustrias (espacios naturales y de producción intensiva). Las investigaciones actuales en torno a la Geografía rural parten de analizar los procesos del campo, desde una perspectiva interdisciplinaria, sobre todo desde ámbitos teóricos que convergen en el territorio, como expresión de la apropiación y uso de los espacios, así como la formación de redes de actores, por parte de las comunidades sociales (García et al., 1995:14-18).

Desde una perspectiva política y económica, el postproductivismo en el campo implica un profundo cambio rural y un fuerte reajuste socioeconómico. Se ha sugerido también el concepto de agricultura de regímenes multifuncionales, como un término más apropiado para conceptuar a la gama de fuerzas que forman los espacios rurales en transición al postproductivismo (Roche, 2002). En resumen, este concepto caracteriza las modalidades actuales del cambio agrario; integra a la agricultura a mercados capitalistas, al tiempo que se considera como parte de un movimiento hacia la modernización ecológica, como un sinónimo de administración ambiental estratégica.

Otra vertiente, desarrollada principalmente en países anglosajones, ha sido identificada como postmodernista y ha abordado estudios un tanto novedosos del espacio rural, en temas escasamente tratados: las relaciones de género, relaciones de edad, geografía de las enfermedades, los ghettos gay y lésbicos; los estilos de vida de los itinerantes (viajeros mayores, gitanos, etc.); los conflictos sociales entre poblaciones no agrícolas en el medio rural; la división entre espacios públicos y privados en áreas rurales. Son aspectos a integrarse por completo en la planeación del medio rural y el desarrollo de políticas públicas (Murdoch y Pratt, 1993; Cloke, 1987). Se percibe un fortalecimiento del enfoque multidisciplinario a partir de conceptos y herramientas de las ciencias sociales (Ibid.).

Los estudios alternativos del desarrollo rural, principalmente en los países británicos y en Francia, enfatizan en el rol de los estudios de género en el trabajo agrícola, en la ecología política como forma postcolonialista y las formas comunitarias de resistencia, enfocando los reclamos sobre una verdadera políticas de sustentabilidad (movimientos antitransgénicos, Vía Campesina, mecanismos regulatorios y de consumo en el sistema alimentario, etc.). Otras perspectivas en los estudios rurales destacan el estudio de la juventud rural, las nuevas geografías de la agricultura campesina y la de exportación, así como la construcción del espacio rural en el contexto de los nexos producción-consumo (Roche, 2003).

La tradición rural francesa

En los países mediterráneos europeos persiste el sendero teórico marcado por la geografía rural francesa. Esta disciplina, que inicialmente se ocupó de interpretar y valorar las estructuras rurales, ha dejado atrás el carácter descriptivo que entrañaban los paisajes agrarios, para pasar a una fase donde se analizan las interrelaciones de los procesos rurales y las tendencias que expresan la evolución de las economías, a escala global, regional y local en las distintas naciones.

La Geografía francesa, en la tradición de la Geografía humana y regional, fundamentalmente la influencia de los estudios Vidalianos, ha nutrido el pensamiento geográfico en América Latina y ha marcado en forma relevante el devenir de los estudios rurales. Hacia finales de los años cincuenta, los dos grandes ejes en los estudios geográficos rurales se sustentaban en la distribución y el tipo de la propiedad agraria; destacaba aun la valoración de los paisajes, así como la relación entre los componentes de la agricultura con la dinámica demográfica y la influencia del ambiente físico. El Tratado de Geografía Rural de Pierre George (1974) enfatizaba en las condiciones naturales de la agricultura, las formas del hábitat rural y los grandes tipos de agricultura en el mundo. Otros autores como Dollfus (1976) incorporaron una perspectiva histórico-cultural, al dar relevancia al concepto de terroir, como expresión de la relevancia de la identidad en la ocupación del territorio por una colectividad determinada. También han tenido importancia los estudios sobre la colonización de las tierras, tema en el que destacan los trabajos de Albert Demangeon, Max Sorré, Marc Bloch y Roger Musset, así como los de Daniel Faucher y Pierre Birot en la década de los años cuarenta (citados en Soto y Fuentes, 1994:156).

Las distintas caracterizaciones y los desarrollos teóricos que nutrieron a la Geografía rural consolidaron al concepto de territorio como paradigma prevaleciente en las últimas décadas, en la identificación de las manifestaciones de las estrategias que despliegan los actores al utilizar los recursos disponibles, pero también como un espacio en el que se construyen los vínculos sociales y las identidades individuales y colectivas. En este planteamiento tuvo una gran influencia la idea del espacio vivido (Frémont, 1976), que reforzó la conceptualización del territorio como el ámbito donde los habitantes lo viven y se lo apropian, al tiempo que lo asumen como patrimonio.

Otros estudiosos de la ruralidad han dado cuerpo a contenidos teóricos, que analizan procesos actuales en el espacio rural. Muy importante han sido los aportes de Bernard Kayser (1982), en torno a los espacios rurales cercanos o bajo la influencia de los centros urbanos; su definición de las coronas periurbanas, como el ámbito territorial conformado a partir de la deslocalización de la población y las actividades productivas, desde las áreas centrales hacia las periferias e incluso los espacios rurales. De igual trascendencia es el concepto de renacimiento rural (Kayser, 1993), que en una tendencia paralela a la contraurbanización, desarrolló la idea en torno al regreso al campo, sobre todo en lo referente al mejoramiento en las condiciones de vida, el contacto con la naturaleza y el ocio (Ibid.).

Actualmente y desde la década de los noventa, la Geografía rural francesa ha incursionado en el paradigma del desarrollo durable (sustentable), con la intención de reorientar las viejas temáticas bajo el ropaje de la sustentabilidad de los procesos en el espacio rural, en sus dimensiones social, económica y natural. Desde ahí se han fijado posturas en campos específicos como la agricultura sostenible, e incluso la cuestión de las ciudades sostenibles, en términos de las relaciones que se establecen en las jerarquías territoriales contemporáneas. Ha enfatizado en el análisis de las espacialidades y temporalidades que transcurren en el espacio rural, bajo una perspectiva cada vez más interdisciplinaria. Pretende, así, arribar a una más amplia conceptualización del Desarrollo Sustentable, sólidamente articulado con sus entornos social y natural (Mathieu, 2006). Dicha discusión ha generado un debate que ha penetrado profundamente la Asociación de Ruralistas Franceses, al lado de sociólogos, economistas, historiadores, antropólogos, agrónomos. Ha derivado en posturas o procesos precisos; por un lado, se busca adecuar el discurso como una moda (agricultura durable; biodiversidad; territorios durables, etc.), o por otra parte, incidir por caminos interdisciplinarios, ante la emergencia de esta noción política para el establecimiento de políticas públicas (Ibid.).

La vertiente de los estudios urbano-rurales ocupa una buena parte de los análisis sobre la ruralidad y la territorialidad. En Francia y otros países francófonos se realiza una discusión permanente en cuanto a los procesos que ocurren en el periurbano, indistintamente caracterizado como rurubano. En primera instancia, existe un consenso en que tal fenómeno se ha constituido en una forma o modo de vida. En la identificación del proceso se ha reconocido la importancia de algunos factores fundamentales en la dinámica periurbana: la movilidad poblacional, la accesibilidad a los centros urbanos, la densidad y expansión de la infraestructura del transporte urbano y suburbano, la elección del lugar, la renta de la tierra y las condiciones del mercado inmobiliario (Banzo, 2005:207-213).

Una perspectiva que proviene desde la Geografía rural francesa, es la que discute hasta qué grado la citada urbanización del campo ha sido contrastada con la ruralización de la ciudad (Mathieu, 2006). Se identifica a esta cuestión bajo el concepto de la urbanidad rural. Se reconoce sin embargo, la amplia y creciente preferencia del modo de vida de la población urbana con el modelo de la vida rural y con su solidaridad comunitaria, lo que tiende a reflejarse cada vez más en el ordenamiento territorial (amenagément du territoire). En este contexto, los migrantes urbanos desarrollan un rol trascendental, toda vez que inciden en la mentalidad y la identidad rural. De ahí que se entrelacen ideas y formas de vida urbanas como la centralidad, la conveniencia y la diversidad, con los ideales rurales como la solidaridad, la tranquilidad y la vida comunal. Tal circunstancia deriva en la condición de reurbanidad, en la que las formas y normas de vida urbana se reinventan y llevan al abandono de las dicotomías tradicionales de lo rural y lo urbano, en la búsqueda de nuevos patrones socio-espaciales (Woods, 2009:853).

En una focalización más desde lo urbano, dicha temática ha tomado auge, toda vez que se ha enfatizado en el rol decisivo de los espacios periféricos de las ciudades, que son actualmente los territorios en los que se expresan dinámicas tan importantes como las que en su momento incidieron en la conformación de las ciudades centrales entre 1960 y 1990. “Las periferias son los laboratorios de lo urbano, en las que se desarrolla la ciudad del mañana. Las periferias urbanas son la nueva frontera de la investigación” (Dumont y Hellier, 2010:11). Ligado a la cuestión del modo de vida, se ha definido también el término los cautivos del periurbano, a aquellos que llevados por la movilidad laboral, ocuparon una periferia alejada de la ciudad sin sus “ventajas” (habitacionales, de ocio, de disponibilidad de servicios, etc.) situación que se ha modificado al paso del tiempo. En ese sentido, la proliferación de la vivienda (sobre todo la casa individual), se ha convertido en el arquetipo del imaginario periurbano. A eso han contribuido las políticas públicas territoriales en las grandes ciudades francesas, que han favorecido el acceso a la propiedad y en consecuencia la expansión urbana (Ibid.).

Los estudios geográficos rurales anglosajones

En Gran Bretaña, los estudios de Geografía rural han tenido un amplio desarrollo. M. Pacione (1983) señalaba que los estudios británicos sobre el medio rural habían tenido una larga tradición, pero no es sino hasta la década de los años sesenta en que se enfatiza en el análisis histórico, las descripciones de los asentamientos y los patrones de uso del suelo en el campo. En el periodo de los años setenta a los ochenta, los estudios de Geografía rural enfatizaron en el estudio de la transportación, el empleo y la vivienda rurales; de los alcances de las políticas de desarrollo en esas áreas, así como fuertes intentos de desarrollar la teoría y la metodología en los estudios rurales (Ibid.). Esa gran tradición proviene del hecho de que tales países han experimentado todos los procesos de transformación rural a consecuencia del desarrollo urbano-industrial (Sabaté, 1988:185).

En términos territoriales, en la Gran Bretaña se evolucionaba ya hacia una sociedad post-industrial hacia fines de la década de los años sesenta; una de las principales expresiones lo constituía la contraurbanización y los estudios sobre los espacios rurales ya identificaban claramente la delimitación de los espacios rurales y la franja periurbana alrededor de las ciudades. Como tendencia paralela, crecía el uso del espacio rural con fines recreativos y de mayor contacto con la naturaleza; el cambio en los patrones del ocio, la preferencia de los entornos naturales (el bosque, las costas y las praderas en lugar de las ciudades). Un sector muy importante de la Geografía rural de los años ochenta y principios de los noventa, se enfocó a la consolidación de la agroindustria (agribussiness), como forma predominante de explotación en la Gran Bretaña y en la mayoría de los países europeos. Se analizó sobre todo lo referente a la difusión de las innovaciones en el medio rural y a la alta concentración de capital y tecnología en la producción agropecuaria (Ibid.:190-194).

Tendencias recientes en la geografía británica plantean fuertes críticas a la manera en que se enfoca, en la mayoría de los estudios, lo rural y sus transformaciones en el contexto de la globalización. Se señala que, en la espacialización de los procesos rurales, existe un fuerte sesgo espacial urbano, debido a que sus expresiones son más visibles desde ese ámbito (cultura, economía, transformaciones políticas o ideológicas). Sin embargo, se ha fortalecido la percepción de la globalización en el campo a partir de la identificación de las cadenas globales de productos básicos (commodities). Woods (2007) incorpora el concepto de la commodificación de los recursos naturales, así como el crecimiento en cuanto a la producción de paisajes naturales para el desarrollo de amenidades. Esta tendencia plantea una nueva forma de analizar los procesos que tienen lugar en el espacio rural. Se destaca el concepto de hibridación, como un proceso central en la reconstitución del espacio rural (Ibid.).

La idea del campo global como un híbrido había sido ya planteada con anterioridad; se le consideraba como un entramado permanente de vínculos e interacciones contrapuestas; de lo social y lo natural, lo humano y lo social, lo rural y lo no rural, lo local y lo global, etc. (Murdoch et al., 2003). El campo global se caracteriza por localidades que se transforman por nuevas conexiones y con redes globales, construidas por actores y sus procesos; no se desarrollarían sin la participación de los actores locales y las instituciones. Por tanto, las relaciones políticas en el campo globalizado, más que ocurrir a través de políticas de dominación y subordinación, tienen lugar a través de micropolíticas de negociación e hibridación (Ibid.).

Pese al señalamiento inicial, para Woods (2009) existe una nueva geografía en torno al campo globalizado; lo considera un rural constituido y modificado por redes de gran dinamismo, vinculadas entre sí y con su entorno urbano; se trata de profundas interconexiones que distribuyen poder y oportunidades a través del espacio urbano con el que el campo se vincula. A partir de esta idea, plantea el concepto de campo global, en contraposición a la idea de la ciudad global, bajo la que se ha desarrollado ampliamente la cuestión de las expresiones territoriales de la globalización. Así, el campo global es un espacio hipotético que corresponde a una condición de interconectividad global e interdependencia entre las localidades rurales (Woods, 2011).

Otros autores anglosajones otorgan un peso importante a los nuevos sentidos y usos del espacio rural; Phillips (1998) da una importante relevancia a la idea del imaginario social, presente en la geografía desde las caracterizaciones iniciales de la ruralidad. Considera al imaginario social como la construcción del espacio rural a partir de las relaciones comunitarias y sociales de sus habitantes. Posiciona a la geografía en el ámbito de los estudios sociales y culturales.

Para otros (McCarthy, 2008), en la Geografía rural se ha desarrollado una terminología diferente como el nuevo campo, el campo global, el ámbito gentrificado y la urbanización de lo rural o ruralización de lo urbano. En prácticamente todo el mundo, las zonas rurales están siendo rápidamente transformadas debido al acelerado crecimiento urbano, el desarrollo exurbano, el crecimiento del área periurbana, así como la urbanización de las áreas rurales; todos estos procesos describen los cambios que tienen lugar en el paisaje.

Si bien existe un creciente fenómeno de migración a ciertos tipos de áreas rurales y la proliferación de desarrollos periurbanos, esta transformación está ocurriendo en muchos lugares del mundo, principalmente en países en desarrollo, donde las áreas rurales para el ocio y el disfrute de la naturaleza, están en constante revaloración. Se reconoce la tendencia de utilizar el espacio rural como una especie de retiro, desde donde se puede trabajar a distancia, con un confort diferente al de la ciudad; la economía local se ve beneficiada por cuestiones como el crecimiento de los ingresos de ciertas clases de profesionistas urbanos, el descenso de restricciones para la propiedad extranjera en muchos países, el desarrollo del transporte y las tecnologías de la comunicación. Engloba estos aspectos en lo que denomina el idílico rural (Idyllic), (Ibid.)

El Handbook of Rural Studies (Cloke et al., 2006) es una de las obras que ha tenido una amplia repercusión en los estudios rurales contemporáneos. Ahí se aborda la situación de la Geografía rural anglosajona y su evolución durante los últimos veinte años. En el amplio contexto de la obra, se hace manifiesto el peso de la urbanización en la organización u ordenamiento de los espacios y/o territorios, con lo que pasó a un segundo término el estudio de las áreas rurales per se. Tal desvalorización de los estudios rurales repercutió en la discriminación de su ámbito de estudio y por tanto, la Geografía rural fue considerada como una subdisciplina que establecía un diálogo casi nulo con otros cientistas sociales; es por ello que, entre sus objetivos, el Handbook …, se constituyó en un intento de contribuir al desarrollo de una verdadera reflexión acerca de los alcances y las innovaciones teóricas desplegados en los estudios rurales, enfocados desde diversas ciencias desde la década de los noventa (vida rural, paisaje, trabajo y ocio). Se involucraron ahí posturas teóricas que iban desde posicionamientos a partir de la economía política, el análisis del poder, el denominado giro cultural en las ciencias sociales y los procesos de cambio, que han “reproducido y re- culturizado” las áreas rurales en los años recientes (Ibid.:XI). Por tanto, esta obra enfatizó en el reforzamiento de los lineamientos teórico-metodológicos (en los que destacaban las aproximaciones teóricas que transitaban entre la modernización y la post-modernización). Además, incorporó un amplio número de estudios de caso en ámbitos claves de investigación, importantes en ese momento y para el futuro: representaciones culturales y sociales, naturaleza, sustentabilidad, nuevos procesos económicos, relaciones de poder, nuevos patrones de consumo, identidad y exclusión.

La geografía rural en américa latina

En los países latinoamericanos, los estudios de Geografía rural priorizan el análisis de las transformaciones de la agricultura y los cambios en los sistemas de producción (cambio tecnológico, biotecnología, holdings agroalimentarios), así como lo referente a la integración comercial en las cadenas regionales y globales. Al tiempo, se refuerza la tendencia al estudio de un tema vital: el problema de la alimentación y el hambre, en sus diferentes escalas.

Un sesgo muy importante desarrollado en los últimos treinta años, es el que se deriva de las interacciones urbano-rurales, es decir, fenómenos y procesos que tienen lugar cuando la ciudad se expande sobre las áreas rurales inmediatas o las que se encuentran a una distancia considerable para el movimiento cotidiano de personas y mercancías.

Diversas son las prácticas y modalidades territoriales que se desarrollan en la periferia de las capitales latinoamericanas, sin embargo, se presentan con mayor recurrencia expresiones territoriales derivadas de las prácticas agropecuarias y forestales (agricultura urbana y periurbana), así como también la conformación de unidades y/o conjuntos habitacionales de alta densidad, segunda residencia, o espacios con amenidades para el ocio, en terrenos anteriormente agrícolas. El fenómeno no es ya privativo de las grandes metrópolis, pues al menos en Brasil, Argentina, México, Chile y Colombia, se expresa cada vez con mayor frecuencia en las ciudades intermedias latinoamericanas, también reconocidas como acrópolis o ciudades rurales, a partir de haber establecido una relación de dependencia recíproca con su hinterland agrícola.

En los diferentes países del subcontinente existen marcadas tendencias o líneas de investigación muy definidas acerca de la ruralidad y sus expresiones territoriales. En Argentina, por ejemplo, destaca la profusión de estudios que abordan el fenómeno de la producción agrícola en zonas urbanas y sobre todo periurbanas (conurbano); otros temas involucrados o destacados en las investigaciones urbano-rurales son los referidos a los mercados de tierras generados en este ámbito; igualmente, se estudian los encadenamientos productivos, las organizaciones sociales de vecinos, así como de productores; las relaciones interculturales que se establecen entre éstos; las migraciones del campo hacia las ciudades; la cuestión de las identidades étnicas de migrantes indígenas desde países vecinos (Bolivia y Paraguay principalmente); cuestiones de vulnerabilidad y riesgo. Otro tema que ocupa ampliamente la atención de los estudiosos se refiere a la segregación social, a partir de la existencia de los cada vez más numerosos barrios privados de las periferias urbano-rurales (countries); otros temas de gran interés y vigencia lo son la gestión y el uso de las aguas. Se plantean incluso conceptos como el de la intermediación, para referirse a la rápida difusión de los procesos y fenómenos de la interfase urbano-rural en las ciudades medias (intermedias) argentinas (Ávila, 2013a).

En Brasil, los estudios que se ocupan de los fenómenos de la interfase urbano-rural se enfocan tanto desde el campo del urbanismo, como de las disciplinas que se ocupan de la ruralidad, fundamentalmente desde la geografía (Geografía agraria), la sociología rural y la antropología. Existe otra vertiente a partir de la cual se analiza la dinámica urbano-rural en la literatura brasileña; con un sesgo mayor desde la ruralidad, se materializa a través del análisis de las disputas agrarias y/o la lucha por la tierra, destacando además la creciente degradación ambiental del medio rural ocasionada por la ocupación urbana de los espacios (en la que destaca la desforestación acelerada), así como la contaminación derivada del modelo productivista agrícola (agrobussiness), (Ibid.).

Los principales problemas asociados a la existencia del periurbano brasileño se expresan en los conflictos sobre la propiedad de la tierra, la urbanización y los fraccionamientos ilegales, la especulación informal, los sistemas duales en el mercado de las tierras y las formas particulares en cuanto a la propiedad y las edificaciones. Dada su irregular conformación y su falta de regulación territorial, por lo general afectan a las estructuras ambientales (Ribeiro da Gusmao, 2011:160-162).

En otros países como Chile, Colombia, Venezuela, la tendencia en el análisis de los espacios rurales se ubica en un amplio abanico que considera los fenómenos como la precariedad urbana, la urbanización periférica y la agro-urbanización; en el caso de países con una mayor diversificación agraria, como Colombia y Chile, se presentan sólidas líneas de investigación en torno a la Nueva Ruralidad, el desarrollo de espacialidades mixtas, las urbanizaciones privadas, las desigualdades territoriales y la agricultura urbana y periurbana. Se analizan también las explotaciones de la producción vinícola y del café.

Desde la Geografía rural se ha abordado el estudio de la agricultura urbana y periurbana, como una práctica sistemática y con normativas, programas y considerada en las políticas públicas de desarrollo rural. Ha adquirido un rol importante en algunos países latinoamericanos, entre otros Cuba, Perú, Argentina, Bolivia, Ecuador. No existe ámbito urbano en las principales capitales de América Latina, en el que no se manifieste la actividad agropecuaria en grado diverso.

Las interacciones urbano-rurales constituyen fenómenos de gran trascendencia que marcan la pauta de la reestructuración territorial y constituyen expresiones con procesos socio-territoriales y ambientales de gran complejidad. Sus ámbitos de expresión ocupan espacios, temporalidades y escalas diferenciadas que deben ser estudiadas a plenitud, a fin de incidir en la gestión territorial democrática y con equidad para los distintos actores sociales e institucionales que ahí participan. Es debido a las crecientes expresiones territoriales en las periferias de las grandes metrópolis y las ciudades medias latinoamericanas, que la Geografía rural las incorpora en su ámbito de estudio.

El planteamiento de las iniciativas locales y el desarrollo endógeno ha tomado cierto auge en América Latina, como un planteamiento alternativo frente a los desequilibrios ocasionados por las relaciones capitalistas en el medio rural. Esta corriente está impregnada de un fuerte sesgo ambiental (desarrollo sustentable), que en los países pobres toma cuerpo en el llamado Desarrollo Rural Territorial (DTR). Se trata de un paradigma impulsado desde las agencias internacionales para el desarrollo, como estrategia para enfrentar la marginación en los países pobres, por lo menos desde hace tres décadas (Schejtman y Berdegué, 2003:i).

Si bien no existen aún líneas de investigación definidas por la Geografía rural en este ámbito preciso, el abordaje interdisciplinario involucra en gran medida la participación de los geógrafos, que imprimen el énfasis territorial, en las propuestas de políticas públicas para los espacios rurales. Asimismo, dicha temática se incorpora cada vez en mayor medida en los diferentes posgrados que se ocupan del estudio de los territorios rurales.

Otros enfoques en torno a la ruralidad latinoamericana

Hoy en día, en el estudio de la ruralidad latinoamericana, han ganado un lugar los enfoques donde la dinámica y organización social, productiva y cultural está mediada por la dinámica territorial; donde los procesos productivos consideran una participación más vinculante de los productores menores, en su intento de incorporarse de manera más directa a los circuitos de la comercialización. Este tipo de prácticas incorpora sobre todo a productores vinculados con los mercados urbanos, como el rasgo distintivo de su actividad. Se identifican fundamentalmente en prácticas como los Sistemas Agroalimentarios Localizados (SIAL) y en la Agricultura Familiar. Se consideran también procesos territoriales inherentes a estas modalidades como las cadenas de valor y los circuitos cortos de producción y consumo.

Desde principios del siglo XXI, el enfoque SIAL se ha difundido ampliamente a nivel internacional como metodología para el análisis de los procesos territoriales rurales. Inicialmente como un elemento analítico, pretende incidir en la activación de recursos en el combate a la pobreza. La referencia al territorio y a las culturas alimentarias locales constituye un elemento central de este enfoque, basado en el estudio de las relaciones hombre-productoterritorio. En el surgimiento y proliferación de los SIAL en los estudios rurales han sido importantes los estudios de la agricultura urbana y periurbana, así como los esquemas rururbanos de producción y comercialización, entre otros.

Los enfoques a partir de la metodología SIAL, además de otros como la gobernanza territorial, los circuitos cortos de la comercialización y los estudios de proximidad territorial, se encuentran cada vez con mayor frecuencia en los estudios sobre la ruralidad mexicana; sin embargo, su estudio desde la Geografía rural mexicana es aún poco profuso.

En aquellos estudios donde se han incorporado los enfoques señalados, se percibe un tratamiento transdisciplinario, donde se incorporan puntos de vista o postulados de diversas disciplinas, a partir del reconocimiento del territorio como categoría metodológica, lo que ha dado la pauta a la compatibilidad teórica desde los estudios geográficos. Estos enfoques provienen fundamentalmente desde la perspectiva pluridisciplinaria territorial francesa (geografía, economía, sociología, antropología, principalmente), donde ha adquirido trascendencia el concepto de la proximidad territorial, ampliamente vinculado a los cada vez más difusos estudios en torno al carácter territorial de la rurbanización, en la que se enfatiza el sesgo de las nuevas modalidades de la dinámica de los territorios rurales, intensamente vinculados a la vida urbana. Entre los autores más representativos se encuentran Torre y Beuret (2012), Requier-Desjardins (2010); Boucher (1998); Courlet (2002); Muchnik et al. (2008); Torres et al. (2010).

Pero también existen importantes desarrollos en investigaciones de la geografía anglosajona; se reagrupan en torno a la escuela denominada “Alternative Food Geographies Literature”, en las que se estudian principalmente los sistemas caracterizados por las “racionalidades críticas”, a partir de las certificaciones de calidad y origen en los productos alimenticios (Agricultura Biológica y Producción Integrada). En los trabajos derivados de dicha escuela se tratan, por lo general, las relaciones entre los alimentos y los territorios, casi exclusivamente en términos del territorio como soporte de la producción; también se interesan cada vez más en la gobernanza de los sistemas productivos locales, fundamentalmente desde el punto de vista de la gobernanza local de la rama productiva (cadenas de valor) y de las economías de aglomeración que se generan (Muchnik et al., 2008:516).

En México, el tema ha sido trabajado con cierta profusión, sobre todo desde la Economía Agrícola y la Sociología Rural. Destacan a este respecto, los trabajos compilados por Torres y Larroa (2012); Torres et al. (2011).

En cuanto al estudio de la agricultura familiar, esta corriente ha adquirido vigencia debido al reconocimiento de los organismos internacionales (la FAO y el IICA principalmente), en torno a la persistencia de la agricultura campesina. El desarrollo de los análisis continúa en ascenso, sobre todo que en 2014, la FAO ha instituido el año de la Agricultura Familiar. En términos generales, consiste en una forma de producción y de vida, con una amplia presencia en los países latinoamericanos. Se refiere a las unidades agropecuarias que incorporan fundamentalmente mano de obra familiar y viven casi exclusivamente de la actividad agrícola y la cría de animales en pequeña escala. Tal es su importancia en América Latina, que en la mayoría de sus países, se ubica bajo este concepto a 75% del total de las unidades productivas. En algunos países (Brasil, Argentina y Uruguay), el desarrollo de la Agricultura Familiar cruza transversalmente las políticas de desarrollo territorial, seguridad alimentaria y lucha contra la pobreza, para instaurarse como políticas centrales del Estado (Sabourin et al., 2014).

En teoría, la agricultura familiar es una actividad clave en la reactivación de las economías rurales, con la que se pretende generar estabilidad y arraigo social y nuevos horizontes de desarrollo, sobre todo para la juventud rural. Destacan también las formas en que los agricultores familiares tienen acceso a mercados y cadenas de valor, para tener mejores oportunidades de comercializar sus productos (Salcedo y Guzmán, 2014:4-5).

Muy ligados a las prácticas de la agricultura familiar, se ha vinculado el concepto de las cadenas de valor o agrocadenas. Según este enfoque, cuyos planteamientos contienen numerosos componentes empresariales y productivistas, si el productor familiar pretende una inserción efectiva en los mercados, no puede actuar como un sujeto aislado, sino como un agente activo inserto en un sistema más integral y complejo, la agrocadena, donde se relaciona con otros actores, desarrollando vínculos horizontales y verticales en busca de promover equilibrios económicos eficientes e idealmente justos. Desde ahí se posibilita la canalización de la asistencia técnica. Al estar integrado en un contexto más sinérgico, el agricultor familiar tiene acceso a bienes y servicios e información que le permitirá tomar decisiones más informadas para maximizar sus beneficios o minimizar sus pérdidas. En resumen, el enfoque de agrocadenas analiza las opciones estratégicas para responder a las demandas de mercado, fomentando la asociatividad y la coordinación vertical para canalizar bienes, servicios, información y asistencia técnica al productor familiar (Gálvez, et al., 2014:389-409).

Algunos estudios de geografía rural en méxico

La Geografía rural ha enfrentado procesos y fenómenos comunes de cualquier realidad, como por ejemplo, la dificultad de encontrar ejes o hilos conductores en el desarrollo de la disciplina, debido fundamentalmente a la superposición de escuelas de pensamiento y la dificultad de ubicar conceptos comunes (Paniagua, 2006). Por ello, se ha señalado la imposibilidad de identificar como tal, una escuela institucionalizada de la Geografía rural, como rama de la geografía mexicana, especializada en el estudio de los espacios rurales. No obstante, se tiene registro de importantes investigaciones sobre aspectos específicos como la producción agrícola, las regiones agrícolas, la estructura agraria, las organizaciones campesinas, entre otros. La característica de estos estudios ha sido su carácter multidisciplinario, que reafirma en definitiva al territorio, como unidad de análisis; de ahí, su fortalecimiento metodológico (Ávila, 2010).

En cuanto a estudios desde nuestra disciplina, algunos geógrafos mexicanos han analizado los procesos que tienen lugar en el espacio rural. Soto y Fuentes (1994:156) los abordaron desde el concepto de la Geografía agraria, que engloba la producción, la comercialización, el hábitat, el paisaje, las relaciones entre el campo y la ciudad, así como la morfología, la estructura agraria y las formas de utilización del suelo agrícola. El análisis integral de estos elementos permite la identificación y el estudio de las regiones agrícolas.

El profesor Ángel Bassols, en su vasta obra sobre las regiones de México, dio un lugar central al estudio del campo y la ruralidad. No está por demás señalar que en el conocimiento del México rural fueron fundamentales las vivencias del profesor con los pueblos yaquis de Sonora, así como en el conocimiento directo de la ruralidad en las regiones más atrasadas de México (Chiapas, Tehuantepec). De cómo las modalidades de la producción en el capitalismo generaban situaciones de desigualdad y pobreza, a partir de la existencia de vicios estructurales propios del subdesarrollo y específicamente de México. Bassols estudió la ruralidad en el contexto de su principal aportación metodológica, la existencia objetiva de las regiones, conformadas por geosistemas donde se expresan constantes, variables e influencias en los procesos regionales. Esta vertiente metodológica se encuentra presente en todos sus trabajos, pero está ampliamente expuesta en sus dos obras centrales, las que contienen la esencia de su pensamiento regionalista y en las que convergen una buena parte de su obra científica: La división económica regional de México y también México: Formación de regiones económicas. Otras obras de carácter general, pero también de gran importancia en el estudio de los espacios rurales son Recursos naturales de México y Geografía Económica de México (Ávila, 2013b).

Otro estudio importante que consideró a los espacios rurales mexicanos, fue el realizado por Claude Bataillon en su investigación Las regiones geográficas de México (1969). Bataillon estudió la conformación de las distintas regiones que integran al país, en su historia, en su poblamiento y analizó aspectos como el agrarismo y los recursos naturales, para dar un panorama del México rural. No se trata precisamente de un estudio de Geografía rural, pero considera a las actividades de ese ámbito como parte fundamental de la dinámica regional, desde las prácticas de susbsistencia, hasta las de agricultura moderna, que describe ampliamente.

En su obra ¿es México un país agrícola?, Atlántida Coll-Hurtado (1982) realizó un acercamiento detallado a la Geografía rural en México. Analizó los problemas que obstaculizaban el desarrollo de la agricultura mexicana hacia mediados de la década de los años ochenta. Identificó entre los principales problemas, el agotamiento de los suelos, los patrones de tenencia de la tierra, la pobreza de los campesinos, la migración rural, la presencia creciente del capital transnacional, etc. Considerando el rico bagaje de la tradición geográfica francesa, la autora identificaba el papel fundamental que tenían las sociedades rurales sobre su entorno. Para el caso de México, se cuestionaba sí el país era verdaderamente un país agrícola, interrogante que sirvió a la vez como la hipótesis central de su estudio. Para fundamentarlo, se apoyó en variables como la dispersión de la población rural, la posición de la población nacional con respecto a la PEA agrícola, las calidades de la tierra cultivable, el capital en la agricultura, la productividad, la dinámica demográfica. Al final de su profuso y documentado estudio, estableció un panorama regional de la actividad agrícola hacia mediados de la década de los ochenta y distinguió como principal rasgo, la escasa capacidad del sector en el contexto de la economía nacional, en una profunda crisis que persistiría por largo tiempo. Concluyó que el agro mexicano estaba en esa época profundamente desequilibrado, por lo que consideraba que México no era un país agrícola, mientras subsistieran las condiciones que habían posibilitado la concentración de la tierra y al tiempo, de una enorme cantidad de campesinos pobres y desarraigados, que abandonaban sus tierras (Ibid.).

¿Qué perspectivas para la geografía en el estudio de la ruralidad?

En primer lugar, habría que reconocer el aporte que la Geografía rural incorpora a las caracterizaciones actuales de los territorios, a partir de la diversidad de expresiones que ocurren en la recomposición y la reestructuración territorial.

Hoy en día, la disciplina ha dejado en un segundo plano el carácter descriptivo que la caracterizó durante una buena parte de su existencia. Su vinculación interdisciplinaria con otros campos del conocimiento le ha abierto múltiples posibilidades de interacción para el análisis y la intervención directa en los procesos del ordenamiento territorial. Este último aspecto se convierte en condición fundamental para atender importante problemáticas territoriales, derivadas de las rápidas mutaciones que acontecen en los ámbitos rurales, así como en aquellos que vinculados a las interacciones con los entornos urbanos, que ocasionan profundas modificaciones en las economías y las sociedades locales.

Por tanto, es imperativo reconocer la importancia que adquiere el impulso para vincular la investigación con las propuestas para la implementación de políticas públicas, sobre todo en ámbitos que parecen ser nodales en la resolución de aspectos prioritarios como la pobreza y la desigualdad social. De ahí la necesidad de elevar a un nivel prioritario la construcción de las políticas públicas para el medio rural, con un enfoque territorializado, Se requiere de una práctica que se introduzca en los aspectos más intrínsecos de las dinámicas territoriales y que dé pauta al desarrollo de verdaderos procesos endógenos, cuya acción posibilite la puesta en marcha de acciones, donde se fortalezca o consolide una gestión territorial con la total participación de los actores en su expresión económica, política y cultural. Es una tarea en la que puede participar la Geografía rural, en la organización y gestión de los territorios rurales latinoamericanos.

Por tanto, en este ámbito se reivindica el carácter transdisciplinario en el que se involucra cada vez más la geografía en el análisis de los espacios rurales. La recurrencia a los métodos y los ejes teóricos de otras disciplinas permite ampliar la visión sobre la conformación y desarrollo de los territorios rurales. No se considera la idea sobre el desfase de la Geografía rural para analizar la ruralidad. Más bien, nuestra disciplina reactiva sus métodos (por ejemplo, la georreferenciación espacial) y sus perspectivas teóricas, junto a los de otras disciplinas que abordan más plenamente los roles y los procesos de los actores sociales en la construcción de los territorios. Esto reafirma el lugar de la geografía y específicamente de la Geografía rural en el ámbito de las ciencias sociales.

En este sentido es importante fortalecer este ámbito de investigaciones en México, donde la Geografía rural ha permanecido un tanto rezagada, pese a los importantes aportes de los autores ya señalados. En la actualidad, la dinámica territorial en el contexto de la globalización ha derivado en una intensa transformación territorial, con procesos cuya expresión espacial es diversa, diferenciada y a las que aún hace falta abundar en su análisis. La agenda de temas sobre la ruralidad es amplia, pero algunos de los principales se agrupan en torno a los siguientes:

  • 1.

    La periurbanización, como uno de los fenómenos de mayor envergadura en cuanto a la transformación territorial en los distintos países, sea cual sea su nivel de desarrollo. En este ámbito está presente una amplia discusión respecto al carácter de este espacio de transición: ¿rural?, ¿urbano?, ¿espacio simbiótico?, ¿único?

  • 2.

    La profusión del modelo tecnológico agropecuario basado en el agrobussiness, pese a los costos adversos en cuanto a la permanencia de las sociedades campesinas, así como en lo referente al alto costo para los ecosistemas locales. En este ámbito se ubica igualmente el paulatino avance de la biotecnología en la producción agrícola.

  • 3.

    Temas como la identidad territorial en los espacios rurales, sobre todo por los procesos reinvindicatorios que se viven a nivel mundial (en cuanto a la gestión territorial por parte de los grupos campesinos y/o indígenas y su difícil lucha por conservar el control de los mismos).

  • 4.

    La difícil implementación de las políticas rurales sustentables, considerando el gran poder político y económico del que gozan las transnacionales agrícolas en la construcción de las políticas públicas para el desarrollo rural.

  • 5.

    Las dificultades para conformar y/o fortalecer la gobernanza territorial en sociedades con vicios estructurales enraizados (concentración de la tierra, segregación social y marginalidad de las sociedades rurales, corrupción, etc.). Tal situación obstaculiza de manera notable las posibilidades para la implementación de programas y políticas territoriales sustentables, sobre todo en territorios con poblaciones de alta marginación.

En fin, la agenda de investigación es amplia, con tareas importantes, no solo para los geógrafos, sino para los estudiosos de la ruralidad en general.

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Se deriva de la investigación “Teoías y desarrollos metoológicos sobre la ruralidad y los territoris rurales. Estado del arte 1990-2010: aplicaciones en la docencia y la investigación”, proyecto PAPIME, clave PE 301712, financiado por la DGAPAUNAM.

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