El 24 de mayo de 2011 falleció Luis Ángel Rojo Duque a la edad de 77 años. El profesor Ángel Rojo había nacido en Madrid en 1934. Los estudios universitarios superiores los inició en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en 1955; años más tarde comenzó la licenciatura de Ciencias Económicas y Empresariales en la misma Universidad, terminándola en 1961. A continuación realizó su tesis doctoral bajo la dirección del profesor José Castañeda Chornet sobre comercio internacional, que presentó con el título de «Un examen crítico de la denominada hipótesis Heckscher-Ohlin».
Su actividad profesional como economista comenzó en 1957 tras su ingreso en el Cuerpo de técnicos comerciales del Estado, una vez superadas las correspondientes oposiciones que ganó con el número uno. Su primer destino fue la Secretaría General Técnica del Ministerio de Comercio, que dirigía Manuel Varela Parache. La carrera docente la inició en 1959 en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense, en la Cátedra de teoría económica, junto con los profesores José Castañeda y Juan Sardá. Poco después, en 1961, obtuvo una beca del Gobierno de los Estados Unidos para ampliar estudios posgraduados en la «London School of Economics». A su regreso a España en 1964 accedió por oposición a la plaza de profesor adjunto de teoría económica y en 1966 —también por oposición ante un tribunal presidido por el profesor Castañeda— a la Cátedra de teoría económica, que hasta entonces había ocupado el profesor Valentín Andrés Álvarez. Al ocupar la plaza, solicitó la excedencia en el Ministerio de Comercio, para dedicarse en exclusiva a la enseñanza.
En 1971 los responsables del Banco de España solicitaron su colaboración, proponiéndole la Dirección General de Estudios del instituto emisor. Aceptó, pero continuó desempeñando sus labores universitarias en la Universidad Complutense, hasta 1985 cuando se le forzó a abandonar por orden del Ministerio de Administraciones Públicas, que declaró incompatible su cargo en el instituto emisor con su trabajo en la Facultad. Se quebraron de esta manera tan brusca e incomprensible veinticinco años de vida universitaria. La profesión de economista-asesor la continuó en el Banco de España: en el Servicio de Estudios hasta julio de 1988; después como subgobernador hasta 1992 y luego como gobernador, hasta julio de 2000.
Durante sus largos años de dedicación a la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense, Rojo formó uno de los mejores departamentos de teoría económica del país, con economistas que luego han ocupado a su vez relevantes cargos en la Universidad, en la Administración Pública y en las empresas. Fueron muchas las generaciones de estudiantes que pasaron por sus clases, imbuyéndose de los principios fundamentales de teoría macroeconómica y comercio internacional. Rojo quiso —como escribió en el prólogo de su primer libro, Keynes y el pensamiento macroeconómico actual, publicado en 1965 (Rojo Duque, 1965)— que los asistentes a sus clases y seminarios concibiesen la teoría económica como una ciencia empírica, donde toda hipótesis fuese susceptible de contrastación con los hechos; y segundo, que abordasen el estudio de la ciencia económica con una clara conciencia de su importancia y, al mismo tiempo, de sus limitaciones como instrumento interpretativo de la realidad social. Como investigador, Rojo ha realizado una notable contribución al conocimiento y difusión de la teoría macroeconómica en nuestro país, en particular a la introducción del pensamiento keynesiano a través de ocho libros e innumerables artículos y ensayos en revistas españolas y extranjeras. En cierto modo, hablar de Rojo es hablar de keynesianismo y de la figura de Keynes, puesto que desde la Universidad y el Servicio de Estudios ha propagado más que nadie la doctrina y el modo de pensar del genial pensador de Cambridge.
Su temprana aportación Keynes y el pensamiento macroeconómico actual es el primer manual que se dispone en lengua castellana del modelo macroeconómico básico que formulara el economista inglés treinta años antes en la «Teoría General». En ese libro construido sobre la base de las tres demandas del modelo de determinación de la renta, consumo, inversión y dinero, Rojo exponía lo que en aquel momento creía ser el paradigma teórico dominante que «ofrecía una teoría verdaderamente general de la renta y el empleo en una economía monetaria moderna»; en aquella obra Rojo defendía que la teoría keynesiana, a pesar de las críticas neoclásicas y monetaristas en alza, continuaba siendo el mejor esquema interpretativo de la realidad económica, útil como base de una política económica activa. Keynesianos fueron también los «apuntes» de su curso teoría económica III, del año 1969-70. Aquí aparecen todos los ingredientes del modelo de determinación de la renta de una economía monetaria cerrada y abierta; a lo que se añadía un completo estudio del proceso de creación de dinero. Después apareció, en 1975, Renta, precios y balanza de pagos (Rojo Duque, 1975), un libro que examinaba el comportamiento a corto plazo de una economía desarrollada y que incorporaba los últimos avances en el campo de la macroeconomía moderna; seguía siendo keynesiano en su médula, presentando un modelo en el que era posible una situación de equilibrio de producción y renta con paro involuntario. Se leía, además, como un texto de política económica, pues en cada capítulo explicaba su manejo y el poder diferencial de cada uno de sus instrumentos en la búsqueda de objetivos a corto plazo. Como el propio autor se encargó de señalar, «Keynes aportaba un paradigma teórico distinto del neoclásico que, junto con un conjunto de intuiciones sobre el funcionamiento y las relaciones agregadas básicas de la economía y unas actitudes respecto de la aproximación a los problemas socioeconómicos, ofrecían el fundamento de una política económica innovadora de estabilización de la demanda».
Y diez años más tarde, en 1984, nos llegó Keynes, su tiempo y el nuestro (Rojo Duque, 1984), una de sus contribuciones más notables y que logra conjugar cuatro disciplinas de conocimiento: la biografía, la historia económica, la historia del pensamiento económico y la teoría monetaria. La admiración por Keynes continuaba, pero el keynesianismo de Rojo se había quebrado. En su prólogo declaraba: «el autor, como casi todos los economistas de su generación, se educó en una firme ortodoxia keynesiana en la que estuvo instalado mucho tiempo; pero ha procurado no ignorar las críticas a esa ortodoxia ni cerrar los ojos a la erosión que iba produciendo en ella la experiencia acumulada». No obstante, añadía: «el éxito científico de la teoría keynesiana ha consistido en su capacidad de inspirar investigaciones empíricas que han ido poniendo al descubierto sus limitaciones en la interpretación de la realidad».
Luis Ángel Rojo también ha sido uno de los introductores del moderno monetarismo en España. En 1971 apareció un ensayo con el título El nuevo monetarismo (Rojo Duque, 1971), donde resumía las principales aportaciones de esta corriente del pensamiento económico. Luego en 1976 publicó Inflación y crisis en la economía mundial (Rojo Duque, 1976), un texto en el que presentaba una revisión de tres decenios de ortodoxia keynesiana y donde destilaba una notable crítica de los excesos a los que había conducido la política económica inspirada en la «Teoría General»; en este mismo libro incluyó un ensayo sobre el auge del monetarismo y su capacidad heurística e interpretativa de una realidad cada vez más sombría con altos e incorregibles niveles de paro e inflación. En esta línea debe incluirse el excelente opúsculo La política monetaria en España: objetivos e instrumentos, que Rojo publicó con José Pérez en la colección de «Estudios Económicos» del Banco de España (Rojo Duque y Pérez Fernández, 1977); en este trabajo la conclusión era contundente: «una inflación no puede mantenerse indefinidamente sin un ritmo adecuado de expansión monetaria que la financie ni puede ser dominada sin una desaceleración monetaria más o menos intensa». Para entonces Rojo y sus discípulos habían abandonado el keynesianismo y desde el Servicio de Estudios habían logrado que el instituto emisor colocara la cantidad de dinero como objetivo intermedio de la política monetaria española.
Luis Ángel Rojo pilotó la nave del Servicio durante diecisiete años, un tiempo durante el cual han desfilado por la silla del gobernador cuatro personas distintas, siete por la del subgobernador, nada menos que ¡nueve ministros! por la cartera de Hacienda y cuatro por la vicepresidencia económica del Gobierno. A todos ellos sobrevivió, por utilizar un término lo suficientemente gráfico para dar idea de que estamos ante un superviviente de la vida política española. Cuando Rojo llegó al Banco de España el régimen franquista estaba dando sus últimos y terribles estertores, mientras que la economía entraba en una fase de aguda crisis que no haría sino agravarse durante toda la década. Los golpes secos y contundentes que propinaron en 1973-74 las alzas meteóricas de los precios del petróleo y de las materias primas sobre una estructura industrial protegida y poco competitiva internacionalmente inauguraron una etapa de estancamiento e inflación que se desenvolvió con el trasfondo de una complicada transición política. Rojo y sus economistas montaron un sofisticado dispositivo de control monetario para que la economía mantuviera, dentro de lo posible, los mayores grados de estabilidad, aminorando con ello los efectos más perniciosos de la crisis. El Servicio de Estudios también colaboró activamente en 1977 en la formulación y en el éxito de los Pactos de la Moncloa, cuyo programa corrigió una parte de los graves desequilibrios que padecía la economía española. Después, su denodada campaña en favor de la estabilidad macroeconómica ha sido una de las claves esenciales de la progresiva integración de nuestro país en la Unión Europea, uno de cuyos jalones, la incorporación de la peseta al Sistema Monetario Europeo en 1989, sirvió de piedra de toque del grado de madurez de nuestro instituto emisor.
Tras su dilatada labor de asesoramiento desde el Servicio de Estudios del Banco de España, Rojo pasó a dirigir de manera personal y directa la política monetaria española, primero como subgobernador, puesto para el que fue nombrado en julio de 1988 y cuatro años después como gobernador, cargo que ocupó hasta julio de 2000. En esta última etapa como servidor público se produjeron acontecimientos económicos de gran trascendencia y en todos ellos participó activamente el profesor Rojo. Primero la integración de la peseta en el Sistema Monetario Europeo en 1989, luego la firma del Tratado de Maastricht en 1992 que contemplaba la creación de un Banco Central Europeo, que se constituyó en 1998, y en un futuro no lejano la constitución de una Unión Económica y Monetaria en torno a una moneda única, que se materializó con el euro en 1999. Entre medias, en 1994, se aprobó la ley de Autonomía del Banco de España. Durante la larga década que Rojo dirigió el Banco de España, la economía española registró una profunda transformación, abriéndose al exterior, aumentando su capacidad competitiva y alcanzando niveles de estabilidad envidiables. Quizá no haya tarea más atractiva para un economista monetario que ser gobernador de un banco central. También es una de las tareas más difíciles, pues nuestro dinero lleva su firma y el valor de los billetes depende en buena medida de lo que haga y diga. Hoy sabemos que Rojo aertó apostando por la autonomía de instituto emisor, acertó integrándolo en el Instituto Monetario Europeo del que fue vicepresidente, y acertó asimismo sumando nuestro destino al del Banco Central Europeo, del que fue consejero, y al de la Unión Económica y Monetaria.
Cuando en el año 2000 Luis Angel Rojo dejó el Banco de España fue nombrado, por el Ecofin, miembro del «Group of Wise Men», encargado del asesoramiento a las autoridades económicas europeas. También volvió a la Facultad de Ciencia Económicas de la Universidad Complutense, donde nuevos alumnos tuvieron la suerte de disfrutar de sus lecciones y pudo ocuparse tanto como quiso de sus tareas en la Real Academia Española, institución en la que ingresó en el año 2003 con un precioso discurso titulado «La sociedad madrileña en Galdós».
En reconocimiento de su labor universitaria y profesional, Luis Angel Rojo ha recibido prestigiosos premios y distinguidos galardones. Destacamos el I Premio de Economía Rey Juan Carlos (1986), el Premio Tiépolo de la Cámara de Comercio e Industria Italiana para España (1998), XIV Premio de la CEOE de las Ciencias (2000), el Premio Infanta Cristina de Economía de la Junta de Castilla y León (2001) y la Gran Cruz de Isabel la Católica (2001). Académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas desde 1984 y, como se acaba de señalar, de la Real Academia Española desde 2003, Rojo es también Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alcalá (1995) y por la Universidad de Alicante (1998).
Nota final: El lector interesado puede encontrar breves semblanzas del profesor Luis Ángel Rojo en Pablo Martín-Aceña «Los estudios de macroeconomía en España: las enseñanzas del profesor Rojo», Martín-Aceña, 2002; y en el artículo García Delgado y Jiménez, «Luis Ángel Rojo y la integración en el euro»,(García Delgado y Jiménez, 2003). Una relación completa de sus publicaciones en Economía y cambio histórico. Estudios en Homenaje a Luis Ángel Rojo (Pérez Fernández et al., 2004) y una selección escogida de su obra en Luis Ángel Rojo, Ensayos de economía y pensamiento económico, (Rojo Duque, 2004).