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Investigaciones de Historia Económica - Economic History Research
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Vol. 8. Núm. 2.
Páginas 131-132 (junio 2012)
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Vol. 8. Núm. 2.
Páginas 131-132 (junio 2012)
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Angelo Alves Carrara (Org.): À vista ou a prazo: comércio e crédito nas Minas setecentistas. Brasil, Editora da Universidade Federal de Juiz de Fora, Juiz de Fora-Minas Gerais, 2010, 156 págs.
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Eduardo Flores Clair
Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, México D.F
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Este libro es un ejemplo que nos ayuda a comprender que el sistema de crédito en una sociedad trasciende su sentido económico y se encuentra íntimamente vinculado con una amplia gama de prácticas sociales. Los 7 ensayos que forman este importante trabajo dan cuenta, de manera pormenorizada, del amplio abanico de formas que adquirió el crédito en relación con el comercio, teniendo como marco histórico una sociedad minera dedicada a la explotación de oro y diamantes a lo largo del siglo xviii en la Capitanía de Minas Gerais en Brasil. Es un conjunto de ensayos que se distingue por sus valiosos aportes; cada una de sus contribuciones plantea una serie de interrogantes que se van resolviendo a través de una documentada argumentación y en forma paralela sirve como una invitación a la reflexión sobre las relaciones de interdependencia en la vida colonial de las sociedades hispanas.

Angelo Alves, coordinador del libro y reconocido por sus trabajos de historia económica de Minas Gerais, con el fin de proporcionarnos un contexto general, debate las ideas «circulacionistas» de 2 importantes historiadores económicos, Rugiero Romano y Carlos Sempat Assadourian. Teniendo en cuenta esta base teórica, hace un recuento de los principales factores de la estructura económica. Entre otros se menciona el sistema monetario, la formación de los mercados y circuitos mercantiles, la escala de los almacenes y tiendas de ventas, así como la mano de obra, aunque se nota la ausencia de algunos mecanismos de la producción minera, y sobre todo las demandas que reclamaba el sistema de financiamiento y crédito.

Maximiliano M. Menz expone, en forma introductoria, los principales problemas a que se enfrentaba el crédito en la sociedad colonial. En general nos brinda un panorama de las condiciones de las letras de cambio, las tasas de interés, la acumulación de capital y la usura entre otros. En esta participación, destacamos especialmente la idea del sentido social de los negocios, que van más allá de la racionalidad económica, como se trata en algunos de los trabajos del libro.

Alexandra María Pereira participa con una doble contribución. Por una parte, hace una investigación sobre la contabilidad de una tienda en Vila Rica de 1737 a 1738. Y, en un segundo trabajo, aborda la formación de los circuitos y agentes mercantiles de la Vila Rica y Cerro Frío. Ambos trabajos se distinguen por su rigor, plantean nuevas preguntas y estimulan nuevas investigaciones. En el primer caso se estudia con detenimiento una amplia y heterogénea clientela de una casa comercial. Según explica la autora, las Casas de Comercio tienen importancia por la capacidad de construir una amplia red compradores, pero también por la naturaleza y cantidades de bienes negociados y los ingresos de las ventas totales. En la clasificación de las mercancías ofertadas se notan ciertas imprecisiones respecto al género que le correspondería a cada una de ellas, aunque no estamos seguros de que la corrección nos llevara a una modificación de la tendencia general. Respecto a la naturaleza de las mercancías, se podría aprovechar este estudio para abrir un amplio debate en torno al «lujo». ¿Cuáles son sus significados sociales, quienes lo demandan y consumen? Solo por citar un ejemplo, podemos decir que en las minas novohispanas, sobre todos los barreteros, encargados del tumbe del mineral en las profundidades de las vetas, eran quienes demandaban este tipo de productos para brillar el día de raya por todo el pueblo y el lunes depositar esas ricas prendas en las casas de empeño.

En el segundo trabajo dedicado a los circuitos mercantiles, Pereira nos sorprende con un estudio sugerente sobre el perfil de los agentes comerciales. Destaca la participación de las mujeres, tanto en calidad de propietarias como por ser encargadas de diversos negocios. Queda pendiente de saber con mayor detalle cuáles eran las diferencias de aquellos establecimientos donde las mujeres eran propietarias frente a los de los varones, quienes eran mejores administradores o quienes consiguieron más altas ganancias.

Rafael Freites Santos indaga sobre el universo de las prácticas crediticias y hace una lectura antropológica de las fuentes documentales económicas. El crédito se estudia a partir de su dimensión social y no solo en su sentido estrictamente económico; se podría discurrir que, en un préstamo, importaba más la confianza que se adquiría que la capacidad de pago. Partiendo de estas ideas, Freites abre una nueva línea de investigación para plantear no solo las tasas de interés y la acumulación de riqueza, sino las muy diversas interacciones de la sociedad colonial. La reputación del acreedor tenía un alto valor que se veía incrementado con su capacidad de reembolsar los préstamos otorgados. En este tipo de negocios, la honestidad jugaba un papel decisivo para que un individuo se mantuviera en buenos términos sociales con sus vecinos y fuera aceptado por los mercados de los créditos. Resulta sumamente interesante que los propios esclavos tenían la oportunidad de acceder al crédito e incluso con el objetivo de comprar su libertad. De hecho, el crédito era un cohesionador social que abarcaba a todos los grupos sociales y les permitía construir vínculos; en algún caso, los prestamistas sabían de antemano que no se les iba a devolver su dinero, pero a pesar de ello otorgaban el préstamo. Para llevar a cabo este trabajo, Freites consultó una abundante documentación, tanto testamentos como escrituras públicas, con el objetivo de encontrar esas pequeñas pistas que le permitieron reconstruir una filiación muy precisa de los esclavos, pero también de la acumulación de objetos personales de una red social muy importante, con lo que es factible edificar una historia más completa de la sociedad colonial.

Felipe Rodríguez de Oliveira abre la segunda parte el libro, con un trabajo sobre los flujos mercantiles de Minas Gerais en relación al registro de Caminho Novo para el periodo 1720-1783. Una de sus principales preocupaciones es la manera en que se llevaban a cabo las transacciones económicas entre los comerciantes de los pueblos mineros y el pago de mercancías importadas desde Rio de Janeiro. La forma de cubrir los adeudos es uno de los principales problemas a los que se enfrentaron tanto mineros como comerciantes novohispanos, pues en las zonas mineras existía una amplia circulación y sobre todo aceptación del mineral precioso en pasta o polvo. Rodríguez de Oliveira encuentra que era más fácil cubrir los adeudos a través de oro en polvo que en moneda acuñada. En general compartimos esta idea, pero por la documentación que existe sobre las minas novohispanas, detectamos que esta no era una práctica universal y que la naturaleza de las mismas mercancías determinaba el tipo de «moneda», la forma de pago y hasta los plazos. También nos hace reflexionar sobre el precio del oro a lo largo del año, el cual debido a su ciclo es posible que sufriera alteraciones. De manera muy importante, Rodríguez de Oliveira reconstruye la geografía de los circuitos comerciales. Localiza 5 regiones diferenciadas siguiendo el destino de las mercancías y tomando en consideración el valor de cada uno de los embarques. Esto le permite indagar aún más sobre los comerciantes y conocer los mecanismos utilizados para asociarse, controlar los mercados e imponer su hegemonía en una amplia región. Pero sin perder de vista que existía una masa considerable de pequeños comerciantes y viandantes.

Luis Antonio Silva Araújo estudia la formación de la fabulosa fortuna y quiebra de Joao de Souza Lisboa, un comerciante que diversificó sus inversiones en forma muy productiva. Al parecer su mayor negocio era participar en la subasta de diezmos y otros impuestos de la Corona Portuguesa. Es bien conocido que la administración de los impuestos se les concesionaba a los particulares, como también sucedía en Nueva España, lo que evitaba contar con un aparato administrativo muy grande, pero esta práctica también acarreaba una serie de problemas y sobre todo una considerable evasión de los recursos reales. Silva Araújo, teniendo como base la contabilidad de la Casa Comercial de Souza, hace un seguimiento de los negocios, encontrando créditos por cifras muy altas; para la obtención de los diezmos, algunas veces se asociaba con otros comerciantes o actuaba en solitario. Sus intereses se fueron colocando en distintas áreas económicas, poseía casas habitación que arrendaba, disfrutaba de tierras de labor, lo mismo que se dedicaba a la ganadería o la explotación de oro y diamantes. Uno de los problemas más importantes que se destaca de este trabajo es el de investigar la relación que existe entre la economía y el poder. Es evidente en este caso que el poder político actuaba como un elemento que facilitaba las operaciones; a Souza Lisboa le ayudó a realizar los grandes negocios, es decir, el comerciante vivía cobijado por la protección de la Corona y cualquier cambio en las relaciones de poder afectaban de manera considerable la marcha de la Casa Comercial. En otras palabras, los grandes negocios y la más alta rentabilidad estaban en los negocios con el gobierno –esa va a ser una constante con nuestras economías coloniales, que quizá se prolongue hasta hoy– pero esta situación exigía una enorme acumulación y, en muchos casos, los comerciantes-empresarios fueron incapaces de contar con la solvencia suficiente y se presentaron las bancarrotas, como en este caso.

Resta decir, que este es un libro de gran trascendencia. Es bien sabido que el oro y la plata americana contribuyeron a transformar el sistema monetario y comercial en las 4 partes del mundo. Generaron la primera globalización y su influencia alcanzó los más remotos confines del orbe. Los metales preciosos americanos fueron el vehículo para que las mercancías circularan a distancias inimaginables y, debido a ello, las mujeres de Minas Gerais podían embellecerse, aún más, con el agua de la reina de Hungría.

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