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Investigaciones de Historia Económica - Economic History Research
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Vol. 8. Núm. 3.
Páginas 200-201 (octubre 2012)
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Vol. 8. Núm. 3.
Páginas 200-201 (octubre 2012)
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Bernardo Bátiz-Lazo, J. Carles Maixé-Altés y Paul Thomes (Eds.): Technological Innovation in Retail Finance. International Historical Perspectives. Nueva York, Routledge, 2011, 319 págs.
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José María Ortiz-Villajos
Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España
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Tras los trabajos seminales de Chandler y Cortada, otros muchos han ido ampliando el análisis del proceso de introducción de las nuevas tecnologías en el sistema financiero. Hacía falta reunir esos esfuerzos y presentarlos de forma conjunta y coherente, y esto es precisamente lo que logra este volumen, que supone una aportación importante a esta interesante línea de investigación. La obra analiza el proceso de mecanización e informatización del sector financiero minorista en Europa y Norteamérica durante el siglo xx a través del estudio de una variada gama de instituciones. Se estructura en 3 grandes partes según los tipos de instituciones, además de incluir una introducción y una conclusión. En el capítulo introductorio los editores sostienen que los intermediarios financieros no se limitaron a adoptar unas tecnologías dadas, sino que contribuyeron significativamente a desarrollar aplicaciones tecnológicas, tanto de propósito general como más específicamente financieras. La adopción de esas tecnologías tuvo, además, profundas implicaciones económicas, empresariales y sociales.

La parte sobre la «Digitalización de los bancos comerciales» (capítulos 2 al 5) la abre un trabajo de Hubert Bonin que traza las grandes líneas de la «prehistoria» de la mecanización de la gestión bancaria desde principios del siglo xx hasta la década de 1950, con especial atención al caso francés. El aumento del tamaño de los bancos hizo necesaria la mecanización, que se inició en Estados Unidos, se difundió por Europa, sobre todo a partir de la Primera Guerra Mundial, y fue pareja al proceso de «racionalización». Todo ello llevó a cambios drásticos en la organización de los bancos. Ian Martin cuenta la génesis de la primera central informática de la banca británica, instalada por Barclays en 1961, la cual supuso un avance notable en el tratamiento de la información y en la organización del banco, aunque creó algunas rigideces. Barclays aprovechó la instalación de este centro para promocionar una imagen de banco innovador. Joakim Appelquist presenta un estudio del cambio tecnológico y organizativo de la banca sueca desde 1975 a 2003. Entre 1975 y 1986, la adopción de sistemas informáticos centralizados mecanizó muchas tareas y mantuvo una organización de tipo taylorista. Los años 1986-1995 se caracterizaron por la difusión del ordenador personal, lo que generó una organización más descentralizada. Supuso el cambio hacia una organización postaylorista, que provocó un aumento de la cualificación del trabajo y una caída del empleo. La introducción de Internet, 1995-2003, llevó a la oferta de nuevos productos y servicios y a una mayor especialización del trabajo. Gustavo A. del Ángel muestra cómo el proceso de digitalización de los 2 grandes bancos comerciales mexicanos –Banamex y Bancomer– entre 1965 y 1990 dependió mucho de las iniciales estrategias de inversión. La expansión demográfica y económica de México a partir de los años cuarenta llevó a los bancos a mecanizarse, iniciando la informatización a partir de los sesenta. La gran extensión del país y las deficientes infraestructuras de comunicaciones determinaron la regionalización de ambos bancos, lo que dificultó la modernización tecnológica y la interconexión de servicios, problema que no se resolvería hasta los años noventa.

La parte siguiente –«Digitalización de la banca estatal, cajas de ahorros y cooperativas» (capítulos 6 al 9)– se inicia con un trabajo de Paul Thomes sobre el proceso de digitalización de las 2 principales cajas de ahorros alemanas entre 1900 y 1970. Según el autor, el adelanto y peculiaridad del proceso de mecanización de la banca alemana se debió a 3 factores: el liderazgo de las cajas de ahorros en el sistema financiero, la antigua tradición alemana en el uso del giro bancario, y los elevados costes laborales del país. Bernardo Bátiz-Lazo y J. Carles Maixé-Altés presentan un estudio comparado de los efectos de la informatización en la organización de las cajas de ahorros británicas y españolas, iniciada con retraso respecto a otras instituciones financieras. En el caso español, las nuevas tecnologías llevaron a una clara mejora organizativa, facilitada por un fuerte asociacionismo entre las cajas. En cambio, en el británico, la digitalización se orientó más al logro de economías de escala, sin que provocara importantes cambios organizativos. El resultado fue que en España las cajas de ahorros fueron cobrando un creciente protagonismo en el sector, mientras que en Gran Bretaña acabaron fusionándose en 1986 y convirtiéndose de hecho en bancos comerciales. Alan Booth y Mark Billings analizan la creación del servicio nacional de giro postal en el Reino Unido. Como sucedió en otros países, el Estado británico se implicó en el apoyo a la industria nacional (neomercantilismo del siglo xx), especialmente la de alta tecnología («tecnonacionalismo»). La creación del servicio nacional de giro obedeció a 2 motivaciones: ofrecer un sistema de transferencia de dinero a nivel nacional alternativo al de la banca privada, y ayudar al desarrollo de los fabricantes nacionales de ordenadores a través de las compras gubernamentales. Aunque estas fueron importantes, no pudieron evitar que las compañías estadounidenses siguieran incrementando su cuota de mercado. Además, el National Giro fue privatizado en 1990 sin haber logrado la brillante ejecutoria pensada por los tecnonacionalistas. Joke Mooij presenta el exitoso caso de Rabobank. Siguiendo la estela de Raiffeisen, las cooperativas de crédito agrícola surgieron en los Países Bajos a finales del siglo xix y llegaron a superar el millar en la segunda década del xx. Aunque cada cooperativa era independiente y actuaba localmente, se asociaron en 2 grupos para crear sendos bancos centrales, que actuaban como bancos de bancos y como supervisores de las cooperativas locales. Los 2 acabaron fusionándose en 1972 para crear Rabobank, que se convirtió en el principal y más innovador banco del país sin perder su carácter cooperativo. Durante los 2 primeros tercios del siglo xx, las cooperativas mecanizaron poco su gestión debido a su pequeño tamaño. Cuando la digitalización se hizo necesaria, los 2 bancos centrales instalaron servicios informáticos centralizados, pero en 1977 Rabobank decidió descentralizar la digitalización, estrategia acertada que favoreció la innovación tanto técnica como en el servicio al cliente.

La última parte incluye 3 trabajos sobre «Aspectos sociohistóricos de la digitalización» (capítulos 10 al 12). Juan Pablo Pardo-Guerra estudia el proceso de digitalización de la Bolsa de Londres entre 1955 y 1990, mostrando que las tecnologías no son un simple input externo, sino que requieren una adaptación a las necesidades del servicio y una relación estrecha entre cliente y fabricante, que la digitalización cambió profundamente la organización de las instituciones, y que el cambio tecnológico no es un proceso lineal, sino producto de muchas variables que lo hacen impredecible. Martha Poon analiza la invención y desarrollo del primer sistema computacional de cálculo del riesgo de impago («scorecard»), ideado por la firma californiana Fair Isaac en 1957. La observación de los métodos «manuales» de evaluación del riesgo en las instituciones financieras llevó a la firma a idear un algoritmo estadístico y un mecanismo digital para facilitar ese proceso. Esta interesante historia muestra cómo los sistemas organizativos influyen en el diseño y desarrollo gradual de la tecnología, que a su vez genera cambios organizativos. David Stearns cierra esta parte con la apasionante historia de los orígenes del sistema electrónico de pago conocido como VISA. La primera tarjeta de crédito bancaria de éxito fue la BankAmericard, creada en 1958 por el Bank of America. Por problemas operacionales y organizativos, el sistema se situó al borde del colapso en 1968. Entonces, los bancos participantes crearon un comité dirigido por Dee Ward Hock, que advirtió que la clave estaba en pasar de la organización jerárquica y rígida dirigida por Bank of America a una organización que calificó de «chaordic», una mezcla entre caos y orden, único modo de que una red de bancos que competían entre sí pudieran ponerse de acuerdo. Nacía así en 1970 una nueva corporación llamada National BankAmericard Inc., VISA desde 1976. Posteriormente se creó un sistema electrónico de autorización y de compensación, que hizo de VISA una organización fiable y eficaz que la llevó al éxito.

En el último capítulo, Lars Heide describe las 3 grandes etapas en la evolución de la mecanización del sector financiero a lo largo del siglo xx –máquinas de teclado; tecnologías para procesar lotes de datos; ordenadores e Internet– y da una visión general de la dinámica de dicha mecanización y su relación con los cambios organizativos y laborales en el sector a partir de las aportaciones del libro.

El extraordinario nivel de desarrollo del sistema financiero que hoy conocemos y disfrutamos habría sido impensable sin las tecnologías de procesado y transferencia de información. Pero el camino ha sido largo, complicado e influido por variables económicas, sociales, institucionales y tecnológicas, y por personas que en momentos determinados supieron ver soluciones que nadie podía imaginar. La variedad de enfoques, amplitud geográfica y tipos de instituciones presentados en los 13 capítulos de este volumen, elaborados por un competente grupo de especialistas, muestra la enorme riqueza de un proceso histórico que es necesario conocer para comprender el profundo y amplio efecto de las nuevas tecnologías de la información en la economía, la empresa y la sociedad. Por ello, el libro es de gran interés no solo para los especialistas en historia financiera, empresarial y de la técnica, sino para cualquiera que desee comprender hasta qué punto la tecnología digital ha sido capaz de configurar muchos aspectos de la sociedad actual.

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