El desarrollo del llamado Estado Moderno es uno de los temas que tradicionalmente ha atraído la atención de los historiadores. Según la visión más difundida, al menos hasta hace unas décadas, las transformaciones en la tecnología militar de los siglos xv y xvi provocaron el incremento de los gastos militares de las Monarquías europeas. Esto forzó a los Estados del continente a maximizar sus ingresos fiscales, lo que pronto planteó un problema: en algunos casos, el afán por elevar los ingresos de los monarcas absolutos impulsó la adopción de conductas depredadoras que perjudicaron el avance de los mercados, como sucedió en Francia, si bien en otros, el crecimiento del llamado «Estado fiscal» provocó la introducción de limitaciones al absolutismo (cuando no su derrota) que se convirtieron en la principal causa del avance del mercado y de la prosperidad económica a través del respeto a los derechos de propiedad, como ocurrió en Holanda y sobre todo Inglaterra tras 1688.
El caso español tradicionalmente se ha considerado como una extensión del francés, y el objetivo del libro de Regina Grafe es ofrecer una nueva visión sobre el papel económico del Estado en España a lo largo de la Edad Moderna a partir del análisis de los precios del bacalao en Pamplona, Bilbao, Sahagún, Madrid, Toledo, Albacete, Cádiz, Sevilla y Barcelona entre 1650 y 1800.
La tesis de la autora se presenta en la introducción y en el capítulo 1: a diferencia de lo sostenido tradicionalmente, el deseo de maximizar sus ingresos estuvo lejos de ser el objetivo principal de la Monarquía Hispana. Como es natural, esta siempre procuró recaudar los recursos precisos para financiar su política exterior, pero al mismo tiempo también buscó compatibilizar el objetivo anterior con la preservación de la fidelidad de sus súbditos, incluso aunque para ello tuviera que admitir un descenso de sus ingresos y la pervivencia de la tradicional fragmentación jurisdiccional en territorios forales y ciudades. Esta actitud permitió obtener la colaboración de las élites locales (y bien podría considerarse como la causa de la remarcable estabilidad de la sociedad hispana en los siglos de la Edad Moderna), pero a un precio: como resultado de la fragmentación jurisdiccional, el avance del mercado entre 1650 y 1800 fue muy lento, y aquí, más que en la presencia de un hipotético Estado depredador (sobre la que Regina Grafe muestra sus reservas), residió el auténtico talón de Aquiles de la economía española entre 1650 y 1800.
A fin de verificar en qué medida la fragmentación jurisdiccional contribuyó al lento avance de los mercados en la España moderna, la autora ha optado por realizar un análisis de los precios del bacalao en Pamplona, Bilbao, Sahagún, Madrid, Toledo, Albacete, Cádiz, Sevilla y Barcelona entre 1650 y 1800. Los motivos de la elección de este producto en vez de otros habitualmente usados en este tipo de trabajos, como el trigo, se explican en el capítulo 2. Sin duda el principal es que el bacalao estaba gravado en las ciudades españolas de la época por numerosos tributos reales y municipales. Por este motivo, el uso de este pescado, cuyo consumo se difundió desde mediados del siglo xvi a causa de su baratura entre las clases populares del país (capítulo 3), permite medir las consecuencias de la política fiscal de la Corona y de las ciudades sobre la integración de los mercados en la España moderna.
Los capítulos 4, 5 y 6 constituyen el núcleo del libro y en ellos Regina Grafe analiza de qué modo avanzó la integración del mercado del bacalao en España, tanto con el extranjero como en el interior del propio país (capítulo 4), y cuáles fueron las causas que determinaron la evolución del mercado de este producto (capítulos 5 y 6).
Del capítulo 4 se desprende que a lo largo del período analizado el mercado español del bacalao tendió a estar cada vez más integrado con el extranjero, siendo digno de relieve que la integración de los mercados domésticos avanzó con mucha mayor lentitud, estando presidida, además, por importantes contrastes regionales.
¿Cuáles fueron los motivos de la lenta integración del mercado del bacalao en nuestro país entre 1650 y 1800? En opinión de la autora, esta lentitud fue el resultado de la fragmentación jurisdiccional del país, reflejada en la supervivencia de los territorios forales (provincias vascas, Navarra y los reinos de la Corona de Aragón) y de los privilegios urbanos. Tal supervivencia resultaba del predominio de una concepción muy tradicional del poder, compartida incluso por los funcionarios de mayor rango al servicio de la Monarquía, en virtud de la cual la esencia del gobierno real era el respeto a los privilegios de los territorios forales y las ciudades. El deseo de elevar los ingresos tributarios se debía de equilibrar, por tanto, con la preservación de los privilegios forales y urbanos, y explica que se llegara a un resultado que, al menos desde el punto de vista de la Corona, se podría calificar de subóptimo: la Monarquía recaudó menos ingresos de los que hubiese podido obtener de haber seguido una política más agresiva, aunque así se garantizó la cooperación de las Provincias Exentas, los reinos de la Corona de Aragón y las ciudades. Sin embargo, este compromiso tuvo un precio, porque la fragmentación jurisdiccional, que sobrevivió a la política centralizadora de los Borbones, impidió los progresos en la integración del mercado. En uso de sus facultades, las ciudades del período recaudaron cuantiosos tributos municipales sobre el bacalao (que se añadían a los ya percibidos por la Real Hacienda), y la variedad en los tipos impositivos cobrados por cada ayuntamiento sobre este producto podría ayudar a explicar, señala la autora en el capítulo 6, las diferencias entre los precios del bacalao en las ciudades de su muestra.
El libro de Regina Grafe aporta elementos para una nueva visión del significado económico del Estado en la España Moderna que se aleja de las teorías más tradicionales y pone en cuestión la tesis según la cual la Monarquía Hispana constituye, junto con la de Francia, uno de los mejores ejemplos de Estado depredador en la Edad Moderna. Más que la presencia de un Estado central todopoderoso, capaz de extraer inagotables recursos fiscales para financiar su ambiciosa política exterior, el problema parece haber sido su ausencia, que condujo al mantenimiento de la fragmentación jurisdiccional. Tal mantenimiento puede interpretarse como el precio que la Monarquía estuvo dispuesta a pagar para ganar la colaboración de las élites locales y regionales, al precio de crear graves problemas de coordinación que impidieron el desarrollo del mercado interno. Constituye un mérito de la autora el haber llamado la atención sobre este problema, en un lenguaje que, además, permite establecer interesantes comparaciones con la situación actual de nuestro país; buena prueba de la inagotable capacidad de la historia para ayudarnos a entender un poco mejor nuestro presente.