La historia como thriller
Entre muchos profesionales de la Historia Económica y la Contemporánea, miles de profesores de Secundaria, los mejores medios y la gente culta, Josep Fontana es tenido por el más comprometido e interesante historiador español actual. Su trayectoria ejemplar, de guía laboriosísimo de estudios pioneros, escritor y editor de docenas de magníficos libros, profesor, conferenciante, impulsor del Institut Vicens Vives y de su fabulosa biblioteca, culmina con la publicación de un libro monumental, documentadísimo y lleno de noticias incógnitas sobre nuestro mundo y sus vísperas, guía de referencia para todo el que pretenda estudiar, divulgar, entender nuestro tiempo a escala planetaria.
Fontana recuerda la célebre Carta del Atlántico suscrita en 1941, y que 70 años después, «lejos de la prosperidad global que se nos anunciaba, vivimos en un mundo más desigual, puesto que la divergencia entre los niveles de vida de los países desarrollados y los de aquellos que se acostumbraba a denominar «en vías de desarrollo», lo cual parece hoy un sarcasmo, no solo es mayor ahora que en 1945, sino que sigue aumentando día a día». Se siente engañado, y con derecho a preguntar por las causas de este fracaso. El libro le ha llevado 15 años de trabajo y lo considera «un intento prematuro». Porque, explica, un proyecto tan ambicioso no podía ser, por sus dimensiones, una obra de investigación, pero tampoco un manual con todo lo «importante». Y, hurgando en materiales hasta hace poco desconocidos o secretos, intenta entender cuanto no encajaba en las explicaciones y relatos tradicionales.
Aun así, sorprende este libro apasionante: «Por el bien del Imperio» se concentra en la historia del mundo vista desde los Estados Unidos, sus miles de intervenciones, sobre todo en Asia, África y América Latina. Un enfoque concreto y especial, la historia del horror generado desde la enorme trastienda que son la Casa Blanca o el Pentágono, más que de las esperanzas: por eso no se mira tanto a Allende cuanto a la ferocidad de Pinochet; y aunque bien enfocados, se desdibujan el giro a la izquierda en Brasil, pequeños avances, la lucha por los derechos humanos en Estados Unidos, las primaveras truncadas en Praga y Budapest, las revoluciones culturales.
A los millones de muertos en la Guerra Mundial, que reconsidera muy al alza y añade los de tantas hambrunas, se irán sumando los grandes errores de la posguerra, las atrocidades del macartismo, y las de un criminal Stalin, «en plena decadencia física y mental»; la guerra de Corea; la nueva Europa y el Plan Marshall; la «guerra fría» (un instrumento de control social) y el bloque soviético (curioso tratamiento de Jrushchof); la emergencia de la nueva China (tras «el fracaso de la utopía maoísta») y las dificultades de India y Pakistán.
Un mundo abordado con profundidad y prudencia es el Islam, y su evolución en las últimas décadas: la revolución iraní, las guerras afganas, las de Irak. Hay asuntos magníficamente descritos y analizados, como la guerra de Vietnam, la destrucción de Yugoslavia, los atentados del 11 de septiembre, la contrarrevolución conservadora, Obama, la primavera árabe, o la actual crisis mundial.
Por su control de fuentes documentales, biográficas, interpretativas, sobre la Unión Soviética («un atajo frustrado» hacia una sociedad más igualitaria y más libre) y los países comunistas en general, su autoridad es máxima, por cuanto se posiciona cerca, sobria, lúcida y austeramente, de ese mundo utópico, y se duele de los muchos errores cometidos, y explica mejor que ellos –propaganda– y sus enemigos –odio ciego, temor– sus dificultades. Hasta llegar al fin del «socialismo realmente existente», la nueva Rusia y las repúblicas postsoviéticas.
Mundos apenas estudiados en historias occidentales (Indonesia, Malasia, Irán), o muy escuetamente contados, como las disidencias en el bloque comunista (Hungría y Checoslovaquia), el conflicto árabe-israelí, la crisis de Suez, la Cuba castrista, Centroamérica, el auge del Japón y de los «tigres». Un mundo complejo y confuso a primera vista, es magistralmente tratado con una información exhaustiva: el África negra, inmensa tragedia de corrupción y guerras feroces, fracaso en casi todos los intentos de mejora económica y democratización, a pesar de los apoyos de la «Internacional solidaria».
El «protagonista» indiscutible de esta historia es la clase dirigente de los Estados Unidos, una comedida pero repugnante galería de presidentes, secretarios de Estado, senadores, diputados, gobernadores, etc. Y junto a grises y canallas, estúpidos y codiciosos, de Nixon a Bush Jr., se tambalean mitos como el de Kennedy, durante cuyo breve mandato 6 gobiernos latinoamericanos fueron derribados por golpes militares. Afloran asesinatos directamente perpetrados por agentes de la CIA, golpes de estado favorecidos, inducidos: «En el entorno radical de Reagan […] más allá de los asesinatos a sueldo y de las operaciones encubiertas hay, además, todo un amplio repertorio de actuaciones de terrorismo de estado». Sin olvidar que nunca faltan sicarios dispuestos a colaborar, de las más altas a las más bajas magistraturas, dirigentes vitalicios e incluso hereditarios, asesinos de millones de personas.
El libro es como una enorme «Wikileaks» del pasado reciente. Nada es suposición o suspicacia: se justifica todo, se documenta, se toman frases y expresiones en su mayor crudeza. El cuadro resultante es una pintura negra goyesca, una novela de Le Carré, describiendo sistemas de propaganda, de captación de espías informantes, crueldad, engaños, traiciones, casi todas las transgresiones y vilezas imaginables, y también errores, infinidad de errores gravísimos. Pero, por desgracia, todo esto es verdad.
Saben a poco las incursiones en el mundo cultural, tan penetrantes. No parece haber sitio para los anestésicos factores religiosos, salvo el Islam. Hay las alusiones justas a los grandes hechos económicos, quizá porque todo es economía, intereses, poder militar, supremacía económica. Turbios negocios, a cuyo éxito se destina toda ignominia.
También se pasa de puntillas por la desencantada Europa (salvo los imperios y colonias cesantes).Y en una historia editada en España, no hay apenas alusiones a este país, que tanto ha tenido que ver con el Imperio, la ayuda a Franco (viaje de Eisenhower, acuerdos y bases, relaciones comerciales, culturales, políticas, visita de Kissinger la víspera del asesinato de Carrero, inhibición ostentosa cuando el golpe del 23-F: «una cuestión interna» según el embajador de Washington). Pintamos poco, pero quizá no tan marginalmente. Quizá no están documentadas muchas intrusiones… ¿Y si se traduce este libro?
Una excelente escritura: Fontana posee una inmensa cultura, cuida el lenguaje porque es sabedor de la importancia de una transmisión limpia, clara, contundente. Alguna vez, como ocurre cuando se le escucha dar una conferencia, desliza frases irónicas y aun sarcásticas, por la desesperación que le producen tantas tropelías.
Son utilísimas –impresionantes– las miles de «notas bibliográficas». No ha regateado lecturas, frases, ideas, opiniones, de miles de autores de todo signo, los más fiables y honrados, o, por el contrario, los más cínicos, citados textualmente. Un libro del que sería suicida, en adelante, prescindir al abordar la época y los países estudiados a fondo.
Un último acuerdo: «El incumplimiento más escandaloso de las promesas de 1945 es sin duda el que se refiere a la eliminación de la pobreza en el mundo». Y la violencia que comporta.