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Vol. 2014. Núm. 59.
Páginas 99-128 (enero 2014)
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Vol. 2014. Núm. 59.
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Mapuche: resistiendo al capital y al Estado. El caso de la Coordinadora Arauco Malleco en Chile
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César Enrique Pineda
* Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-unam.
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Ciclos de acumulación en territorio mapuche y sus efectos socioterritoriales
Integración subordinante del pueblo mapuche
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El presente artículo tiene como objetivo caracterizar al movimiento mapuche en Chile, en especial a una de sus múltiples expresiones: la Coordinadora Arauco Malleco. Desde nuestra óptica, requerimos identificar los procesos objetivos de reproducción del capital y sus efectos socioterritoriales y socioproductivos como experiencias vividas y percibidas por sectores mapuches que subjetivan desde su cultura dichas condiciones —esto implica antagonismos esenciales y conflictos de intereses— creando entonces poderosas motivaciones para la movilización y la acción colectiva. La triada entre el pueblo mapuche subalternizado en abierto antagonismo y lucha contra el capital y el Estado es el centro de nuestro análisis

Palabras Clave:
Mapuche
Movimiento indígena
Coordinadora Arauco Malleco
Capital
Lucha por el territorio
Abstract

The present document is to characterize the Mapuche movement in Chile, especially one of its many forms: the Coordinadora Arauco Malleco. From our perspective, we need to identify the objective processes of reproduction of capital socio-territorial and socio-productive effects like lived experiences and perceived by sectors mapuche culture from these condition involving essential antagonisms and conflicts of interests creating powerful motivations for protest and collective action. The triad between the Mapuche people subaltern open antagonism and fight against capital and the state is the center of our analysis.

Keywords:
Mapuche
Indigenous Movement
Coordinadora Arauco Malleco
Capital
Fight for territory
Texto completo
El caso de la Coordinadora Arauco Malleco en Chile1El capital en el territorio mapuche: desposesión, mercantíficacíón y extractívísmo

Los mapuche (gente de la tierra en su idioma, mapudungun) protagonizan un largo conflicto etnoterritorial esencialmente en las regiones chilenas del Bio Bio, la Araucanía y los Lagos, en el sur de Chile, durante los últimos 35 años han sufrido una importante reconversión agroproductiva al transformarse en una de las principales zonas chilenas orientadas a los mercados de exportación. Dicha reconversión puede considerarse un nuevo ciclo de acumulación de capital, basado en los enclaves productivos atractivos para las inversiones transnacionales, concentradas en el sector forestal2 y en las industrias asociadas, sobre todo en la IX región de la Araucanía.3

Este ciclo de acumulación contemporáneo, diseñado y alentado desde las políticas económicas de la dictadura, es parte del conocido proceso de apertura económica y financiera impuesto por los sectores dominantes que determinó un modelo de desarrollo asociado al capital extranjero que podemos denominar como neoliberalismo. Ese ciclo de acumulación neoliberal consiste en toda América Latina pero también en Chile en

una gigantesca acción de despojo, de acaparamiento, apropiación y monopolización de la riqueza social […un proceso de] violencia de los grandes estados por abrir sociedades y territorios a la inversión y valorización del capital y continuar así el proceso multisecular de cercamiento (despojo, desposesión) y de conversión en mercancía de las dos fuentes de la riqueza: la naturaleza y el trabajo humano.4

Esta “apertura de sociedades y territorios” a procesos de mercantificación y de desposesión se vive en la Araucanía —IX región, territorio ancestral mapuche— como un compulsivo e incluso hipertrófico proceso de inversiones de la industria forestal —basada en el monocultivo extensivo de pino y eucalipto—5 y de la extracción minera, así como de las inversiones en infraestructura energética basada en los recursos hídricos y geotérmicos, aunada a las inversiones e infraestructura comunicacionales.6

En el marco de la mundialización financiera y de los mercados globales se ha acelerado el afán de explotar los bienes naturales debido a una lucha competitiva entre las distintas transnacionales, las cuales requieren fuerza de trabajo y materias primas baratas, aparte de “un complejísimo sistema de condiciones marco […] se trata de sistemas de provisión de energía y transportes, infraestructuras sociales y administrativas, fuerza de trabajo especialmente calificada, además de las correspondientes condiciones habitacionales y de vida acordes”.7 Ello explica la enorme presión sobre los bienes y territorios no sólo por su cualidad dotadora de materias primas, sino por la necesidad de crecimiento de las condiciones estructurales para la acumulación global. Esta presión hace evidente el escalamiento de conflictividad con poblaciones, comunidades y movimientos locales afectados por las necesidades incontenibles de crecimiento.8

La acumulación de capital requiere necesariamente —como una de sus posibles vías de crecimiento infinito— de mayor control espacial, territorial. La expansión geográfica según David Harvey es uno de los mecanismos por los que la acumulación penetra sociedades y territorios: en cuanto más se dificulta la intensificación [de capital] más importancia adquiere la expansión geográfica para sostener la acumulación.9

En esta forma de reproducción económica expansiva geográfica y territorialmente se producen dos contradicciones. Una de ellas es la tensión entre los ciclos de reproducción del capital y los ciclos de reproducción de la vida. Tal y como lo plantea Jorge Veraza: “los ciclos de reproducción de la naturaleza no son tan rápidos como el ciclo de rotación del capital […] estas diferencias suscitan necesariamente una contradicción entre el dominio del capital industrial y los ciclos biológicos del planeta”. 10

Otra contradicción se produce entre la lógica productiva que mercantiliza y cosifica la vida, como una materia prima, un bien de consumo; y por otro lado, los lenguajes de valoración11 de los pueblos que conciben a la tierra y a la naturaleza como un bien inconmensurable, que no tiene precio.

La contradicción de generar crecimiento infinito en territorios y bienes naturales limitados produce una crisis de relativa escasez (tanto por su acaparamiento y privatización como por su sobreexplotación, contaminación y agotamiento);12 provoca además un antagonismo con las racionalidades populares, ciudadanas y en este caso, de los pueblos originarios, que valorizan a la naturaleza por su condición de base material de reproducción social.13 En el caso chileno, este nuevo ciclo de acumulación caracterizado por un profunda extracción14 depredadora se suma a una historia de opresión, subordinación y discriminación étnica de largo aliento del Estado chileno sobre el pueblo mapuche.

Este reciente ciclo de acumulación y explotación voraz del territorio y de los bienes naturales en el espacio ancestral mapuche es en realidad continuidad y efecto de otros procesos de expansionismo agroterritorial y en especial del proceso de despojo del llamado Wallmapu, es decir, del territorio mapuche histórico, constituido por el Puelmapu y el Gulumapu15 en parte de los territorios actuales situados en Chile y Argentina. Los ciclos de acumulación previos del capital suman una historia que se refleja en las estructuras étnicas de la memoria colectiva e historia oral del pueblo mapuche. En especial, el despojo del territorio y el proceso de reducción en 5% del espacio original, a finales del siglo xix, sigue siendo recordado en las redes étnicas subalternas comunitarias.

El creciente expansionismo territorial con distintos modelos, formas productivas y de acumulación significaron lo que Toledo Llancaqueo sistematiza como: a) procesos de pérdida de territorialidad política, soberanía y sometimiento colonial; b) desposesión y presión sobre las tierras indígenas para ampliar las fronteras agrícolas y ganaderas; c) presión extractiva sobre los recursos naturales; d) grandes obras e impactos negativos y sistémicos sobre el hábitat y e) presión sobre los sistemas de conocimientos tradicionales y biodiversidad.16

Por ello, a las contradicciones de las externalidades e impactos de la reproducción capitalista sin límites y al antagonismo producido por procesos culturales civilizatorios y lenguajes de significación, no basados en el valor de cambio17 que se enfrentan a la lógica del mercado, hay que agregar una tercera dimensión de conflictividad que es la historia y la memoria del agravio sufrido por el pueblo mapuche; sin embargo, también se recuerdan y mitifican los procesos de liderazgo, insubordinación, resistencia y lucha del pueblo, en ellos se reordena y resignifica la identidad étnica, por tanto los procesos de desposesión, mercantificación y extracción en el territorio del pueblo mapuche no son nuevos. Presentamos en el siguiente cuadro, una breve síntesis de los procesos cíclicos de acumulación y sus efectos socioterritoriales:

Ciclos de acumulación en territorio mapuche y sus efectos socioterritoriales

Ciclo de acumulación  Efectos en el pueblo mapuche  Efectos en el territorio 
Acumulación por desposesión (1861-1881-1927)  Desposesión de medios de reproducción social, tierras y ganado. Reducción, fragmentación de la sociedad mapuche. Conversión de sociedad “autosuficiente” en la sociedad dependiente de la economía regional. Desarticulación de economía ganadera  Reconversión del territorio controlado por una sociedad de economía de subsistencia a control estatal y privado. Incorporación del territorio a la economía nacional y a la economía-mundo. Penetración territorial militar, fundación de puntos de acceso a través de fuertes. 
Acumulación por colonización agrícola, expansión agroterritorial 1885-1930  Sostenimiento dependiente. Concentración de la tierra, conversión a economía campesina minifundista. Nueva pérdida de tierras por colonos y fraudes.  Crecimiento basado en sectores agrícolas de monocultivos, ganadería y explotación maderera. Urbanización, ramales ferrocarrileros. Agotamiento de suelos y destrucción de bosque nativo. 
Desaceleración y agotamiento productivo de la colonización agrícola.1940-1975 (estancamiento)  Pauperización de la economía mapuche. Inicio de la migración del campo a la ciudad. Comienzo de la insuficiencia de tierras para la reproducción social mapuche.  Degradación de suelos. Degradación de bosques nativos.Desertificación. Necesidad socioambiental de reforestaáón e inicio de la forestación industrial controlada por el Estado. 
Acumulación por capital forestal 1975-hasta la fecha (crecimiento y expansión industrial forestal para el mercado global)  Privatización de la industria forestal, desposesión a comunidades mapuches. Concentración de la propiedad de la tierra en manos privadas primero y luego en corporaciones forestales.Afectaciones a los medios de reproducción social mapuche por el agotamiento de agua (ganadería de consumo familiar, cultivos, hortalizas); afectación de las actividades de pequeña comercialización mapuche; afectación a la recolección de productos del bosque para consumo y venta.  Reconversión del control territorial a las corporaciones forestales. Destrucción del bosque nativo. Disminución de biodiversidad y de fuentes de aguas superficiales y subterráneas, contaminación de agua, degradación de suelos. Polución atmosférica de papeleras, partículas en suspensión por altos volúmenes de aserrín; desechos y descargas sólidos y líquidos. Penetración del territorio por nuevas vías de comunicación y de proyectos energéticos y extractivistas. 
Fuente: elaboración propia.18

Colonialismo interno e inclusión subordinada del Estado

Si los ciclos de acumulación y expansión territorial del capital en Chile son una continuación en procesos de desposesión, asfixia material agroproductiva y más recientemente una grave contaminación sobre los bienes naturales comunes, es importante señalar que la conformación del Estado chileno —como en buena parte de América Latina— se ha realizado bajo procesos etnocidas y de asimilación forzada, unidos en primer lugar a un proceso de subordinación y ataque a las formas de propiedad colectiva del pueblo mapuche, en segundo lugar, a un proceso de integración forzada a través de la deslegitimación de lengua y costumbres originarias así como la creación de numerosos dispositivos de integración a la nación chilena y en tercera instancia, a una política de desconocimiento y por tanto debilitamiento y desarticulación de las formas de organización social mapuche.

La conformación del moderno Estado-nación en Chile significó la negación de las formas tradicionales de organización social de los pueblos originarios,19 lo que se tradujo en un ataque a la demodiversidad que, en palabras de Boaventura de Sousa Santos, significa la coexistencia de diferentes modelos y prácticas democráticas,20 la cual impone una forma única de gestión gubernamental, una estructuración social con un enérgico rechazo de la pluralidad sociocultural. Todas estas características también pueden ser conceptualizadas como relaciones de “colonialismo interno”.21

El proceso histórico de conformación del Estado en Chile, su momento constitutivo en el siglo xix es precisamente la invasión del Estado liberal chileno a territorio de los pueblos originarios;22 desposesión que disocia la comunidad cultural mapuche de la soberanía territorial que hasta ese momento habían mantenido; dicha separación como sabemos “crea la base estructural de los procesos de exclusión, discriminación y explotación social que caracterizan a los regímenes de ocupación”.23 A partir de entonces, el Estado monoétnico negará las formas de reproducción social mapuche, al tratar de desarticular identidades, formas organizativas, espiritualidad, lengua y costumbres:

Integración subordinante del pueblo mapuche

Periodo  Subordinación o desconocimiento de sistemas o estructuras normativas socioculturales mapuches  Desarticulación de la colectividad y unidad territorial, reduccional y comunitaria  Integracionismo sociocultural 
1883-1930  Articulación de caciques indígenas al mando estatal. Pérdida del control sobre tierras de subsistencia que manejan autoridades tradicionales. Control territorial estatal (rutas y caminos) aislando y limitando a las autoridades indígenas al ámbito reduccional. Intervención estatal en ordenamiento y reglamentación de algunas prácticas rituales.  Leyes de radicación y colonización (1866-1874). Operación de la Comisión Ra-dicadora de indígenas (1883). Concepción y gestión “científica” occidental de la tierra y el territorio. Ley de división de comunidades de 1927. Juzgados ineficaces de indios.  Concepción colonial criolla-liberal de la relación con la sociedad mapuche. Apadrinamiento forzado de hijos de caciques hada la educación tradicional. Misiones religiosas (anglicanas y capuchinas) que se oponen a prácticas tradicionales mapuches.Sistemas de educación occidentales. 
1930-1973  Articulación partidaria subordinante de las comunidades mapuches.Ley 17729 que crea el Instituto de Desarrollo Indígena (IDI) en 1972 incorporando representantes mapuches pero electos no por usos y costumbres ni bajo su estructura tradicional sino por votación unipersonal.  Decreto Ley 4111 de 1931 de división de comunidades. Reforma agraria sin particularidad mapuche (1962-1973).  Políticas indigenistas integradoras de dasin.Visión campesinista y desarrollista de las políticas de los gobiernos de la Reforma Agraria. 
1973-1997  Conceptualización de “Áreas de desarrollo” ajena a la organización tradicional de las comunidades en la ley indígena de 1993 (19253). Artículos 9 y 10 de la Ley 19253 que desconocen formas y autoridades tradicionales y alientan la fragmentación comunitaria.Representatividad indígena en el Consejo Nacional de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) no bajo sistemas normativos ni organicidad mapuche propia sino a través de votación unipersonal.  Política de división comunitaria de la Dictadura. Ley 2568 de 1978. Se declaran inexistentes las comunidades. Cambios legales en la década de los ochenta sobre agua, minería y pesca que afecta la unidad de los recursos naturales e indirectamente su utilización por los mapuches. Conceptualización de tierras indígenas y no de territorios en la Ley 19253 de 1993. Violación del Artículo 13 de la Ley 19353 sobre permuta de tierras en el Caso Ralco y otras violaciones normativas.  Cierre del IDI en 1978, visión liberal sobre los mapuches como pequeños propietarios privados. 
1997-2012  Formación de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato sin consulta del pueblo mapuche.Negación en el año 2000 de la justicia chilena a la ratificación del convenio 169 de la OIT que estipula el derecho a la consulta sobre los territorios indígenas. Su ratificación se realizará de manera tardía varios años después. Falta de reconocimiento del Estado pluriétnico o plurinacional. Iniciativas de leyes monoétnicas.Limitada y restringida participación indígena en el diseño de los programas y políticas públicas, lo que genera dependencia, clientelismos y debilitamiento de las organizaciones y comunidades mapuches.  Violación flagrante de los derechos de los pueblos indígenas a la propiedad, uso y administración sobre los recursos naturales que se encuentran en su territorio. Reformas al Código de Aguas y a la Ley de propiedad industrial que afectan el control indígena sobre los recursos. Territorio entendido desde el Estado sólo como productor y no como espacio de etnosocialización Intentos sin fructificar de modificar leyes que protegen la tenencia de las tierras indígenas.  Políticas indigenistas que disocian los ámbitos cultural y económico.Políticas de “reconocimiento cultural” o de “servicios culturales” sin reconocimiento de derechos territoriales ni de sistemas normativos. 
Fuente: elaboración propia.24

El funcionamiento estatal crea entonces ciertos antagonismos esenciales y conflictos de intereses con el pueblo mapuche. El primero de ellos es que el Estado es el que articula los modos de propiedad y gestión de la tierra y territorio acordes para incentivar el funcionamiento del mercado en contradicción con las formas mapuches de reproducción social basadas en las economías de subsistencia. Por otro lado, desde el ámbito estatal se produce el desconocimiento de otras maneras de gestión y gobierno de lo común. Por último, la integración genera un proceso de desconocimiento, desprecio y olvido de otros elementos étnicos como la historia propia, los conocimientos, saberes tradicionales y populares, así como la propia identidad de pueblo.25

Estos enormes procesos de colonialismo interno y expansionismo territorial del mercado y control de tierra y bienes naturales fueron los ejes de la resistencia y lucha de un importante sector de organizaciones mapuches y, en especial, de la Coordinadora Arauco Malleco, que surgieron en la década de los noventa con radicales formas de acción colectiva y con reivindicaciones etnonacionales que cuestionaron al Estado chileno, a las inversiones capitalistas en el territorio originalmente mapuche y demandaron sus derechos como pueblo originario.

La acción colectiva de la Coordinadora Arauco Malleco

El movimiento mapuche contemporáneo surgido en las últimas dos décadas es un complejo conglomerado de procesos urbanos y rurales, comunitarios y organizativos, etnopolíticos y etnoculturales, representados en una amplia constelación de plataformas organizativas, coordinaciones, comunidades y proyectos mapuches. Sin ser exhaustivos, podemos decir que en el movimiento mapuche contemporáneo existen al menos seis procesos de expresión:

  • a)

    numerosos grupos estudiantiles representados en casas, organizaciones, federaciones y colectivos de estudiantes mapuches, especialmente en centros urbanos universitarios.

  • b)

    un diverso proceso asociativo local, etnocultural y agroproductivo rural.

  • c)

    un importante conglomerado de organizaciones mapuches urbanas con un fuerte contenido etnocultural; destaca a la vez en el sector mapuche urbano (hoy mayoritario al interior de dicho pueblo) la presencia y crecimiento de una intelectualidad étnica.

  • d)

    comunidades en resistencia al despojo y en defensa de la tierra, el territorio y los bienes naturales, opositoras a los efectos de megaproyectos de infraestructura, energéticos o contaminantes.

  • e)

    coordinaciones etnopolíticas, inter y supracomunitarias en demanda de reconocimiento multicultural y plurinacional.

  • f)

    comunidades en conflicto por territorios ancestrales, disputa de posesión, tenencia, gestión y propiedad de la tierra.26

Al interior de cada forma de expresión del movimiento mapuche podemos identificar una tensión entre demandas estrictamente etnoculturales y reivindicaciones etnonacionales27 que si bien no son mutuamente excluyentes, determinan la subjetivación e ideologización de sus formas de acción colectiva y su relación con el Estado chileno.

La Coordinadora Arauco Malleco reuniría características que la aproximan más a los últimos tres subconjuntos de expresiones de dicho movimiento, incorporando, además, un fuerte componente etnonacionalista.

El movimiento mapuche ha vivido en las últimas dos décadas varias fases de movilización. La primera de ellas parte del advenimiento a la democracia formal en Chile en 1989, periodo representado por el pacto realizado por numerosas organizaciones mapuches de distintas etnias con el candidato y luego presidente Patricio Aylwin; en este lapso destacan las movilizaciones de protesta por el quinto centenario del descubrimiento de América y el surgimiento de movilizaciones y organizaciones independientes del oficialismo como Aukiñ Wallmapu Ngulam o Consejo de Todas las Tierras28 que iniciaron las reivindicaciones etnonacionales así como la ocupación o recuperación de tierras de manera simbólica; en este periodo surge el emblemático conflicto por la construcción de la presa Ralco con la oposición de mapuches pehuenches a la hidroeléctrica.29

El movimiento mapuche tuvo un punto de inflexión radical desde 1997, con la quema de camiones de empresas forestales en la comuna de Lumaco30 en ese año, y con el surgimiento de la Coordinadora Arauco Malleco, con lo que hubo un periodo de ascenso,31 movilización y radicalización encabezada por dicha organización pero también con las luchas de otros procesos y movimientos (como el propio Consejo de Todas las Tierras o la Identidad Territorial Lafkenche, por citar algunos ejemplos).

Este ascenso de la movilización terminó en el año 2003, con un agresivo ciclo represivo del Estado chileno que significó una contracción y reflujo de la movilización mapuche con la persecución y criminalización de cientos de activistas, muchos de ellos integrantes de la Coordinadora.32 Este proceso culminó en 2009 cuando los principales dirigentes de la cam fueron encarcelados. En dicha fase se realizaron largos procesos judiciales así como prolongadas huelgas de hambre de presos mapuches considerados presos políticos.

En los últimos años se han multiplicado los procesos de resistencia a proyectos mineros, de represas y de infraestructura que despojan de tierras o que tienen impactos ambientales severos. El surgimiento de nuevas coordinaciones intercomunitarias, como la Alianza Territorial Mapuche y otros actores mapuches, en especial comunidades como Temuicuicui y Wente Winkul Mapu, por mencionar algunas, han reorientado la lucha en defensa del territorio, sin llegar a los niveles de movilización que se vivieron en la fase encabezada por la cam.

Surgida formalmente en 1998,33 la Coordinadora Arauco Malleco agrupó, en su momento, a integrantes de entre 3034 y 50 comunidades mapuches. Sus antecedentes se remontan a la actividad de numerosos activistas mapuches y a liderazgos locales comunitarios (algunos lonkos35 y werken36), quienes se aglutinaron en dicha agrupación representando en algunos casos a numerosas comunidades en conflicto por tierras ancestrales.

El protagonismo de la Coordinadora en la fase de ascenso entre 1997 y 2003 es indiscutible,37 debido a dos dimensiones de esta organización dentro de la diversidad de expresiones del movimiento mapuche. La primera de ellas es la forma de movilización y acción colectiva que podemos denominar como un “movimiento mapuche de recuperación de tierras”, Si bien a finales de la década de los sesenta, en el gobierno de Salvador Allende surgió una fuerte oleada de recuperaciones38 agrarias39 impulsadas por organizaciones mapuches y estructuras partidarias de izquierda, que serían desarticuladas posteriormente por la dictadura, el resurgimiento de un movimiento de recuperación de tierras en la década de los noventa estuvo encabezado —aunque no de manera exclusiva— por la cam, con una clara identidad étnica que fue mucho más allá de demandas campesinistas o agraristas, identificándose con reivindicaciones etnonacionalitarias.

Este movimiento impulsó una particular forma de acción al reivindicar cuatro ejes definidos de actuación:

  • 1.

    Recuperación de tierras ancestrales en manos de poderosas corporaciones forestales y propietarios privados terratenientes de corte latifundista.

  • 2.

    Defensa comunitaria de las tierras recuperadas —que resistió de manera organizada a la acción violenta de los cuerpos policiacos para desalojarlos de dichas tierras— y cuyo resultado en su momento fue una serie de numerosos enfrentamientos comunitarios con las fuerzas del orden.

  • 3.

    Acciones incendiarias y otras formas de destrucción de maquinaria, insumos, infraestructura y transporte de corporaciones forestales y propietarios privados por ciertos grupos y activistas, presuntamente miembros de la Coordinadora.

  • 4.

    Incipientes procesos denominados “recuperaciones productivas” que tratan de reorganizar la productividad agraria destinada por las corporaciones al mercado de exportación y la máxima ganancia, hacia la economía de subsistencia controlada por los mapuches en un proceso ascendente que denominan “control territorial”.

El “movimiento mapuche de recuperación de tierras” fue mucho más amplio, como hemos dicho, que la Coordinadora Arauco Malleco. Otras organizaciones supra e intercomunitarias como el Consejo de Todas las Tierras y la Identidad Territorial Lafkenche, además de numerosas comunidades que no participan en procesos de coordinación, utilizaron la recuperación de tierras como táctica de lucha. Sin embargo son las comunidades ligadas al proceso organizativo de la cam las que sostuvieron largos, intensos y polarizados conflictos en el tiempo frente a las forestales y son estos conflictos, en los cuales la acción colectiva mapuche combinó la coordinación intercomunitaria, la recuperación de tierras y su defensa, así como las acciones incendiarias contra la industria. Es por ello que estos procesos de conflictividad tuvieron mayor resonancia, visibilidad e importancia. De alrededor de cincuenta comunidades mapuches en conflicto, la mayoría de ellas, además de la disputa contra latifundistas, se enfrentaron a la concentración y explotación de la tierra y los bosques por Forestal Mininco, Volterra y Bosques Arauco40 entre otras corporaciones e industrias forestales. Los conflictos por la tierra—después del periodo de ascenso— se extendieron con diversas salidas y soluciones hasta finales de la primera década del siglo XX entre los años 2008 y 2010, aunque algunos de ellos se mantienen latentes. El debilitamiento creciente de la Coordinadora fue ahogando las posibilidades de sostener el movimiento de recuperaciones.

Sin embargo, si todas estas características de acción colectiva identifican un papel sobresaliente de la cam, fue su sofisticada interpretación antisistémica sobre la condición de dominación en su pueblo, aunada a radicales formas de conflicto por la tierra, lo que hizo de la Coordinadora un actor insoslayable en el proceso de movilización del pueblo mapuche en las décadas recientes. Los procesos de dominación estatales y de expansión de la acumulación, que hemos descrito previamente, fueron cuestionados por los militantes de la Coordinadora, diseñando entonces una propuesta radical representada en su consigna de “liberación nacional mapuche”.

Subalternidad, antagonismo y emancipación41en el pensamiento de la Coordinadora Arauco Malleco

La subjetivación política de la Coordinadora42 es quizá una de las más sofisticadas interpretaciones dentro del movimiento mapuche (sin contar a su sector intelectual), sobre su propia condición de dominados. Nos ha interesado narrar en la primera sección de este texto las condiciones centenarias de dominación tanto del capital como del Estado, para comprender la ideologización que elaboran la Coordinadora y sus militantes como parte de su acción política y el movimiento que encabezan, que —aunque debilitado— hoy sigue teniendo reverberaciones y ecos dentro del movimiento mapuche en su conjunto. El primer elemento interpretativo es su condición subalterna, de pueblo sojuzgado, dominado. Héctor Llaitul, uno de sus principales líderes, encarcelado desde 2009, analiza al respecto:

La relación del Estado opresor y el Pueblo Nación Mapuche la caracterizamos de “dominación” con un permanente proceso de desestructuración del mundo mapuche en todos sus aspectos. Básicamente la imposición de una cultura dominante, winka, occidental, capitalista, en donde las ideas, los valores, la actitud penetran nuestra realidad y la distorsionan, lo cual resulta funcional para mantener intactos los intereses del sistema, donde la apropiación de las riquezas del territorio mapuche es la consecuencia, Frente a esto, levantamos la idea y la práctica de reconstruir nuestro mundo confrontándolo a la dominación.43

En sus numerosos documentos y manifiestos, la Coordinadora reitera este carácter de pueblo oprimido y de territorio ocupado. El despojo sufrido por los mapuches es recordado y funge, también, como ordenador de la legitimidad/ilegitimidad de las relaciones de propiedad de la tierra, de los cuestionamientos al Estado y al funcionamiento de las corporaciones forestales. Sin embargo, su carácter antagónico con el Estado y el capital derivado de una fuerte ideologización en torno de la ilegitimidad del Estado nacional chileno así como de la reproducción depredadora territorial de las inversiones del mercado es un punto decisivo para su estrategia de acción y su visión emancipadora. En el caso del Estado, Pedro Cayuqueo. en su momento dirigente de la Coordinadora,44 despliega su explicación:

La causa principal de nuestra postración como personas y como colectividad se debe a la dominación que el Estado ejerce sobre nosotros, negándonos el legítimo derecho a habitar un territorio, a practicar y desarrollar nuestra cultura y a decidir por nosotros mismos el tipo de gobierno que rija nuestro destino. Es decir, la negación de nuestro derecho a la autodeterminación como pueblo.45

La perspectiva de desvinculación del territorio es significada como gran catástrofe en sentido cultural y, también, como constitución de relación opresiva. Y es que la memoria de la ocupación en el siglo xix sigue presente en franjas importantes del pueblo mapuche, como se ha señalado en varias investigaciones y como lo señalan jóvenes mapuches,46 integrantes de la Coordinadora (weychafes), quienes han participado en las acciones de autodefensa comunitaria contra forestales y explican claramente este tema:

[…] el hecho de que hace 140 años se hubiera acabado con esto de manera tan brutal no significa que ese proceso hubiera pasado al desplante de los recuerdos (por decirlo así), sino que es historia viva, la cicatriz está todavía viva […], por ejemplo, mi abuelo nació […] no sé puh, alrededor de 1925, por ahí, eso implica que su papá habría ya nacido cuando inició el avance último47 […] eso significa que mi bisabuelo vivió todo ese proceso, de hecho mi bisabuelo, decía mi abuelo, que él le contaba cuando los winkas salían a correr los cercos y ellos salían con su papá a caballo a correrlos, a pelear, y peleaban y. de repente volvía un peñi muerto, volvían baleados y, en definitiva, era una situación de violencia que a él se le transmitía no […] —insisto— no como un pasado remoto, sino como una historia viva, como una cuestión que él respiraba […] entonces, de esa misma manera, él [nos] transmitía a nosotros […].48

Si el Estado chileno así como la ocupación de su territorio en el pensamiento de los integrantes de la Coordinadora implican relaciones de negación, dominación y opresión, la conceptualizatión que se hace del mercado es igual de antagónica. En sus documentos, la cam denuncia y explica: “Las inversiones forestales, energéticas, turísticas no tendrán contemplación de nuestras formas de vida. […] Dichos procesos aumentarán toda vez que la globalización de la economía obliga a las clases dominantes a refundarse. El exterminio de nuestro Pueblo es un hecho si no luchamos”.49

Con esta ideologización podemos analizar cómo se interpreta el proceso de acumulación e inversiones descrito con anterioridad y puede explicarse entonces la radicalidad de la acción colectiva basada en las acciones incendiarias contra la industria forestal. Por otro lado, el proceso que se denominó como “colonial”, y el balance del peligro de desarticulación y desaparición étnica, se refirió a la necesidad de reconstrucción nacionalitaria basada en la recuperación territorial que es su objetivo y demanda, Héctor Llaitul puntualiza sobre dicho proceso: “Nuestra propuesta es un proceso de liberación del hombre, de restitución de la justicia para un pueblo pero con base en su propia concepción de hombre. Nosotros somos mapuche y nos queremos liberar como mapuche y eso significa rescatar restituir y recomponer lo propio”.50

Si, como hemos visto hasta ahora, frente al proceso de opresión y desarticulación étnica la Coordinadora opone una línea de resistencia, por el otro lado plantea un interesante movimiento de reconstitución como pueblo que es la contracara de la resistencia. No basta resistir según su opinión sino buscar su “liberación”. Para ello, se plantea un proceso de reconstitución nacionalitaria:

La segunda línea que planteamos es la reconstrucción del pueblo nación mapuche. Se plantea esta reconstrucción con un carácter autónomo política y territorialmente, en donde la rearticulación de comunidades, permitirá mayores grados de organización […]. El concepto de Pueblo y Nación es incorporado por la dirigencia de las comunidades en conflicto, quienes ven en la defensa de sus tierras la defensa de un espacio territorial más amplio. […] Más aún, el mayor grado de conciencia se expresa en el derecho al territorio. Aquí el uso del concepto de territorio está por sobre el de tierra, ya que en nuestra concepción “territorio” es el espacio vital de donde se proviene, se vive y se proyecta todo lo mapuche.51

A pesar de que en el discurso de la Coordinadora existen algunos elementos etnocéntricos o de ciertos esencialismos etnicistas, de ninguna manera se le puede caracterizar como de fundamentalismo étnico ya que la cam orienta su discurso más que a la negación de “el otro chileno”, o “el otro blanco”, a la negación e insubordinación de las relaciones de opresión y dominación del Estado y del capital. No hay entonces una “fetichización” sobre la población chilena como enemiga, sino un discurso antagónico con las relaciones estatales y de mercado. Así, el discurso etnicista puede explicarse más como un mecanismo defensivo por la amenaza sobre su existencia y continuidad étnica que como un proceso discursivo de odio racial.

La Coordinadora entiende como imposible la reconstrucción de su pueblo sin el territorio, sin el control territorial. Debemos recordar que en el pensamiento de la cam, la memoria del agravio hace legítima su visión de despojo y el reconocimiento que, en su momento, los mapuches tuvieron, que implicó delimitaciones fronterizas, territorio independiente y organización social propia. Por otro lado, debemos recordar los largos ciclos de reconfiguración territorial que se vivieron a partir de la ocupación de la Araucanía y que tuvieron efectos decisivos en el proceso de reproducción sociocultural mapuche. El control territorial parecería ser la base material pero también simbólica de la posibilidad de la continuidad étnica y de la reconstitución de la nación. Control territorial es posibilidad de sobrevivencia material pero también de reconstrucción cultural y, en especial, de estructuras políticas propias. En sus propias palabras, la cam sostiene que:

El territorio ancestral mapuche es la plataforma básica, absolutamente esencial para la reconstrucción de la Nación Mapuche. La no existencia de un territorio propio lo único que generaría sería el logro de autonomías relativas, de tipo simbólicas culturales e inclusive folclóricas que resultan funcionales al sistema de dominación que a la larga condena a la desaparición física e ideológica. Sin una base territorial y sin los derechos políticos inherentes es imposible la autonomía y se imposibilita el desarrollo de una política de Liberación Nacional.52

No sin ciertas idealizaciones, aunque consciente de sus contradicciones, la dirección de la Coordinadora empuja hacia la reconstitución de un sistema de reproducción social como el mapuche, sobre el cual queda la memoria de un funcionamiento realmente más equilibrado:53

[…] nosotros tenemos mucho cuidado en por qué la importancia de restituir y retrotraernos hacia un pasado que era justo, a lo mejor alguien puede preguntar “¿Habrá sido tan justo?”, pero por lo menos era sano, por este tema de la complementariedad, por este tema de la reciprocidad, del equilibrio y de la armonía. Debió haber sido sano, porque vivir en función de los demás elementos y en respeto de los demás elementos, no con esa mirada etnocéntrica del hombre como el centro del mundo, todo a su servicio, si no “yo parte de/con la biodiversidad” en donde yo tengo que respetar, animales, plantas, río, aire, no contaminarlos, no explotarlos, no depredarlos —que ya es increíble este tema de la depredación— es ser sano, no solamente en cuerpo y alma, si no ser una sociedad sana. Y yo creo mucho en eso de la sociedad mapuche, yo soy un convencido de la sociedad mapuche.54

Como sucede con muchas luchas indígenas, su referente es precisamente el mismo de otros pueblos originarios:

Porque eso nos lleva a poder reconstruir una sociedad más justa y más humana verdaderamente, y más solidaria y que puede irradiar; a lo mejor y todas las luchas de los pueblos originarios tienen esas características, por eso nosotros somos más indianistas los de la CAM que de izquierda o socialistas. Somos más indianistas porque pensamos que los pueblos originarios tienen más de eso, y pensamos que la izquierda ha cometido grandes errores que quieren que nosotros aprendamos de ellos y la izquierda tiene que aprender más de los pueblos originarios; hay un cambio ahí que debe hacerse: mirar un poco a los pueblos originarios, en su realidad más profunda.55

Son incisivos en su opinión crítica sobre la economía de mercado y sobre la planificación estatal:

[…] nosotros no queremos una sociedad mapuche “Mapuchilandia” capitalista, no queremos una sociedad bajo planificación socialista tampoco, en que digamos “estos cerros los vamos a explotar y los vamos después a distribuir bajo una concepción socialista de distribución desde el Estado y por eso tampoco está la idea de Estado entre nosotros, por ahora. Nunca hubo una concepción de Estado entre los mapuche, lo cual te indica que éramos bárbaros y todo lo demás, pero no, no es así, es que la idea de reciprocidad que existía antes permitía que nuestros antiguos vivieran en una sociedad más sana, más justa, más equilibrada […].56

La reconstitución del territorio ancestral (wallmapu) es a la vez la reconstitución del pueblo mapuche. Territorio y pueblo mapuches están así intrínsecamente enlazados tanto en una visión del pasado como en una ruta emancipadora, liberadora hacia el futuro. Liberarse es reconstituirse como nación, como pueblo, pero en especial como sujeto político con capacidad propia, como sujeto no dependiente de la “sociedad mayor” como los integrantes de la cam denominan a la sociedad chilena; sujeto entonces que sale de las relaciones de opresión o dominación, que las elimina para reconstruir relaciones de reproducción etnocultural como pueblo. La liberación para ellos es la posibilidad de darse su propia figura, la capacidad de decidir su destino, la reconstrucción de estructuras propias para autogobernarse. Por ello descolonización significa no sólo desarticular relaciones de dominio que los convierte en sujetos subalternos sino en la capacidad de construir de manera autónoma estructuras etnopolíticas que les permitan no seguir siendo subordinados por el Estado chileno y por las relaciones económicas depredadoras del capital.

Conclusiones

El pensamiento de la Coordinadora Arauco Malleco se enmarca en un proceso de largo aliento de reconstitución y resurgimiento de las identidades étnicas, como defensa y preservación ante procesos de desestructuración materiales e inmateriales de las condiciones de reproducción socioculturales provocados en una historia larga de expansión económica y relaciones opresivas de construcción del Estado-nación.

La acción de la Coordinadora se enmarca a la vez en procesos de movilización de los pueblos originarios en resistencia a nuevos ciclos y procesos territoriales de desposesión de la tierra y los bienes naturales (posesión, propiedad, gestión y regulación de tierra, bosques, agua); la tensión antagónica por la redistribución material de los excedentes de la explotación de dichos bienes y, de manera enfática, la lucha respecto a quién debe asumir los costos ambientales que implica dicha explotación (contaminación, agotamiento y otros perjuicios). Se explica además por una larga historia de dominación y exclusión étnica en la conformación de los estados nacionales en América Latina y a la vez en las tendencias de los movimientos campesino-indígenas que buscan una redistribución de la tierra desde procesos de reforma agraria de base que tiene como principal táctica la ocupación directa para asegurar el sustento colectivo. La Coordinadora Arauco Malleco, su acción y su pensamiento son parte de un ciclo ascendente del movimiento indígena continental que se vivió entre 1992 y 2005, que reivindicó e hizo visibles demandas etnonacionales, ancladas en múltiples expresiones de pluriculturalidad, autonomía o autodeterminación. A pesar de que hoy la Coordinadora prácticamente se encuentra desarticulada, su influencia e historia han marcado al movimiento mapuche en su conjunto en las últimas décadas; conocer su desarrollo nos permite ubicar algunas de las coordenadas para comprender la lucha de los pueblos originarios en Chile, su situación actual y también los límites de las transformaciones del Estado en la etapa contemporánea.

Fuentes

El presente texto es parte de la investigación de maestría: “Marrichiweu: antagonismo e insubordinación por la tierra y la autonomía en el pueblo mapuche: el caso de la Coordinadora Arauco Malleco”, investigación del Posgrado de Estudios Latinoamericanos de la UNAM concluida en 2013.

En Chile, la frontera forestal se extiende cada año cerca de 50 mil hectáreas. En ese país, sólo 7.5% de las plantaciones forestales está en manos de pequeños propietarios, en tanto 66% pertenece a grandes capitalistas. Sólo el grupo Angelini tiene 756 mil hectáreas, mientras el grupo Matte supera el medio millón. Raúl Zibechi, Autonomías y emancipaciones. América Latina en movimiento, México, Bajo Tierra Ediciones, 2008, p. 121.

Anne Laure Szary, “Regiones ganadoras y regiones perdedoras en el retorno de la democracia en Chile: poderes locales y desequilibrios territoriales”, en EURE, Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales, vol. XXIII, núm. 70, Santiago, Universidad Católica de Chile, 1997, pp. 59-79.

Adolfo Gilly, Raquel Gutiérrez Aguilar, Rhina Roux, “América Latina: mutación epocal y mundos de la vida”, en Eduardo Basualdo y Enrique Arceo [comp.], Neoliberalismo y sectores dominantes. Tendencias globales y experiencias nacionales, Buenos Aires, Clacso, 2006, p. 111.

Para 2009, en Chile existían plantaciones forestales en 6.5 millones de hectáreas a lo largo del país. De este total, más de la mitad eran explotadas en el territorio ancestral mapuche. El negocio forestal tenía ganancias de cerca de 4 500 millones de dólares. La Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC) del grupo Matte, cabeza de serie de las forestales de este consorcio, tuvo ingresos de 1 170 millones de dólares durante el primer semestre de ese año y Celulosa Arauco de Angelini presentó ingresos por más de 1 500 millones de dólares. “Angelini y Matte, dueños de la Araucanía”, en Punto Final, núm. 692, 21 de agosto-3 de septiembre, 2009.

Véase César Enrique Pineda, “La dimensión socioambiental del movimiento mapuche”, en Revista OSAL, núm. 32, Clacso, noviembre de 2012.

Joachim Hirsch, El Estado nacional de competencia. Estado, democracia y politica en el capitalismo global, México, uam-Xochimilco, 2001, p. 143.

Mina Navarro y César Enrique Pineda, Luchas socioambientales en América Latina y México: en defensa de la tierra, el territorio, los bienes naturales, Berlín, Editorial Académica Española, 2011, p. 10.

David Harvey, Espacios del capital, Madrid, Akal, 2001, p. 260.

Jorge Veraza, Leer El capital hoy. Pasajes selectos y problemas decisivos, México, Itaca, 2007, p. 25.

Véase Joan Martínez Alier, El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración, Barcelona, Icaria, 2005.

Jorge Veraza, Los peligros de comer en el capitalismo, México, Itaca, 2007, p. 21.

Entendemos aquí reproducción social, desde la perspectiva de Bolívar Echeverría, como “un proceso de modificación de la figura de la socialidad mediante la producción y el consumo de objetos prácticos: de bienes producidos, de productos útiles o con valor de uso. El proceso de reproducción social sería así un proceso a través del cual el sujeto social se hace a sí mismo, se da a sí mismo una determinada figura, una mismidad o identidad”.

Según Gudynas: “el actual capitalismo globalizado se ha reconfigurado como un elemento clave en el desarrollo actual latinoamericano. El extractivismo se define aquí como actividades por la extracción de enormes volúmenes de recursos naturales, y cuyo destino principal es la exportación. El volumen apropiado incluye tanto el recurso final comercializado como otros materiales perdidos o afectados en esa extracción (de esta manera se suma la “mochila ecológica” al producto final; por ejemplo, por cada tonelada de cobre obtenida, en promedio se deben remover 500 toneladas de materia). El consumo interno es pequeño, y por lo menos el 50% es exportado.”

Territorio mapuche histórico, constituido por el Puelmapu y el Gulumapu. El primero, corresponde geográficamente al espacio ubicado desde el oriente de la cordillera de los Andes hasta el océano Atlántico. El Gulumapu comprende la parte oeste del territorio mapuche, localizada desde el océano Pacífico hasta la cordillera.

Víctor Toledo Llancaqueo, “¿Las fronteras indígenas de la globalización?”, en Pablo Dávalos [comp.], Pueblos indígenas, estado y democracia, Buenos Aires, Clacso, 2004, p. 84.

Véase Alvaro García Linera, Forma valor y forma comunidad. Aproximación teórica abstracta a los fundamentos civilizatorios que preceden al Ayllu Universal, La Paz, Clacso/Muela del diablo, 2009.

Con base en René Montalbay Noelia Carrasco, “¿Desarrollo sostenible o eco-etnicidio? El proceso de expansión forestal en territorio mapuche-nalche de Chile”, en AGER. Revista de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo Rural, núm. 4, Universidad de Zaragoza, 2005; Nancy Yáñez y José Aylwin, El gobierno de Lagos, los pueblos indígenas y el “nuevo trato”. Las paradojas de la democracia chilena, Santiago, lom Ediciones, 2007, Florencia Mallon, La sangre del Copibue. La comunidad Mapuche de Nicolás Ailio y el Estado Chileno 1906-2001, Santiago, lom Ediciones, 2005; Martín Correa y Eduardo Mella, Las razones del “illkun”/enojo, Santiago, LOM Ediciones, 2010; Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas, Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas, Santigo, Pehuén, 2008; Jorge Pinto, La formación del Estado y la nación, y el pueblo mapuche. De la inclusión a la exclusión, Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2003; Pablo Camus, Ambiente, bosques y gestión forestal en Chile. 1541-2005, Santiago, Centro de Investigciones Diego Barros Arana, 2006; Alfredo Seguel, Radiografía al conflicto forestal en el Gumulamapu; Rodrigo Catalán y Ruperto Ramos Antiqueo, Pueblo Mapuche, bosque nativo y plantaciones forestales: las causas subyacentes de la deforestación en el sur de Chile, Santiago, Centro de Desarrollo Sustentable, 1999.

Véase Héctor Díaz Polanco, Autonomía regional. La autodeterminación de los pueblos indios, México, Siglo xxi, 1996.

Véase Santos Boaventura De Sousa, Democratizar la democracia. Los caminos de la democracia participativa, México, fce, 2002.

Definido por Pablo González Casanova como “la heterogeneidad cultural que históricamente produce la conquista de unos pueblos por otros […] como diferencias de civilización”.

René Zavaleta, La autodeterminación de las masas, Bogotá, Siglo del Hombre Editores/Clacso, 2009.

Alvaro García Linera, “Autonomías indígenas”, en Fabiola Escárzaga y Raquel Gutiérrez [coords.], Movimiento indígena en América Latina: resistencia y proyecto alternativo, México, buap, 2005, p. 276.

En la sistematización de estos ejemplos nos basamos en Pablo Marimán, /.. .Escucha winka..! Cuatro Ensayos de historia nacional Mapuche y un epilogo sobre el futuro Santiago, lom Ediciones, 2006; José Bengoa, Historia de un conflicto. Los mapuches y el Estado nacional durante el siglo xx, Santiago, Planeta, 2007, e Historia del pueblo mapuche. Siglos xix y xx, Santiago, lom Ediciones, 2000; Bernardo Muñoz, Derechos de propiedad y pueblos indígenas en Chile, Santiago de Chile, Naciones Unidas/ Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 1999; Augusto Samaniego, “Mentalidades políticas winkas ante la comunidad agraria inalienable y el pueblo mapuche. (De Ibáñez a Ibáñez, 1927-1958)”, en Revista de historia social y de las mentalidades, vol. 1, núm xi, 2007, pp. 141-165; Martín Correa, La Reforma agraria y las tierras mapuche. Chile 1962-1975, Santiago, lom Ediciones, 2005.

Santos Boaventura de Sousa llama a esto olvidos histórico, ontológico y epistemológico.

A diferencia de las clasificaciones realizadas por Rolf Foerster o Jorge Iván Vergara con base en los proyectos ideológicos del movimiento mapuche, hemos agregado las variables de la forma organizativa y de la acción colectiva para describir estas seis expresiones del movimiento.

Las reivindicaciones etnoculturales pueden ser fácilmente asimilables a las políticas multiculturales, dejando de lado las diferencias económicas y sociopolíticas y por supuesto sin priorizar los etnocentrismos o nacionalismos subalternos que exigen control territorial y su reconocimiento como nación.

Véase Fernando Pairicán, “Sembrando ideología: el Aukiñ Wallmapu Ngulam en la transición de Aylwin (1990-1994)”, en Revista Sudhistoria. El conflicto mapuche en los tiempos de la concertación, núm. 4, enero-junio de 2012. En www.sudhistoria.cl.

Domingo Namuncura, Raleo: represa o pobreza, Santiago, lom Ediciones, 1999.

Véase Tito Tricot, “Lumako: punto de inflexión en el desarrollo del nuevo movimiento mapuche”, en Revista haol Historia Actual Online, núm. 19, primavera de 2009, pp. 77-96.

Véase Víctor Toledo Llancaqueo, “Prima Ratio, Movilización mapuche y política penal. Los marcos de la política indígena en Chile 1990-2007”, en Revista OSAL, año VIII, núm, 22, Buenos Aires, Clacso, septiembre de 2007.

Véase Eduardo Mella Seguel, Los mapuche frente a la justicia. La criminalización de la protesta indígena en Chile, Santiago, lom Ediciones, 2007.

Coordinadora Arauco Malleco, El pueblo mapuche y su larga lucha. En www.nodo50.org/weftun.

Nuestras investigaciones han podido comprobar vínculos, influencia o militancia de la Coordinadora en cerca de 36 comunidades mapuches en la VIII y IX región, localizadas en las comunas de Contulmo, Los Alamos, Lleu Lleu, Tirúa, Cañete, Ercilla, Collipulli, Purén, Traiguén, Lumaco, Temuco, Padre de las Casas, entre otras. En sus comunicados y declaraciones de prensa, la Coordinadora habla de la participación activa de 50 comunidades. Hasta ahora no hemos podido confirmar dicha cifra. Cabe señalar que, por la agresiva estrategia de criminalización impulsada desde el Estado chileno, se eleva la complejidad y dificultad para definir las comunidades que, en su momento, participaron en el proceso de coordinación de la CAM.

Lonko en mapudungun significa “cabeza”, el lonko es la principal autoridad socio-política del Lof, es decir de la unidad comunitaria mapuche, que es a la vez red de parentesco y territorio natural.

Autoridad tradicional mapuche que cumple función de portavoz comunitario y de enlace con otras comunidades.

Compartimos la tesis del protagonismo central de la Coordinadora en el movimiento contemporáneo mapuche, defendida por Fernando Pairicán y Rolando Alvarez, “La nueva Guerra de Arauco. La Coordinadora Arauco-Malleco y los nuevos movimientos de resistencia mapuche en el Chile de la Concertación (1997-2009)”, en Julián Rebón y Massimo Modonesi [comps.], Una década en movimiento: luchas populares en América Latina en el amanecer del siglo xxi, Buenos Aires, Clacso/Prometeo Libros, 2011.

Recuperación y no toma, debido a que la mayoría de los conflictos son por tierras ancestrales en disputa, es decir, por tierras que antiguamente fueron propiedad reconocida de los mapuches. Se recuperan entonces tierras que ya habían pertenecido a los núcleos reduccionales mapuches.

Véase M. Correa, R. Molina, N. Yáñez, Reforma agraria y las tierras mapuches, Santiago, LOM ediciones, 2005.

Véase Alfredo Seguel, Radiografía al conflicto forestal en el Gumulamapu. En www.ambiente-ecologico.com.

Tomamos la triada conceptual propuesta y desarrollada por Massimo Modonesi.

Durante esta investigación efectuada entre 2010 y 2103 realizamos 15 entrevistas a profundidad y efectuamos historias de vida de tres líderes de la Coordinadora Arauco Malleco: Héctor Llaitul, Ramón Llanquileo y José Huenuche, presos en la cárcel de Angol. De igual manera, entrevistas a profundidad con cuatro militantes de base o de apoyo de la Coordinadora: Jonathan Huillical, también preso, dos weicbafes (guerreros) y un peñi (hermano varón, en mapudungun). Realizamos además observación en numerosas reuniones de la Coordinadora, así como en rituales comunales.

Coordinadora Arauco Malleco, Planteamiento político-estratégico de la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco Malleco. En http://www.nodo50.org/weftun/.

Pedro Cayuqueo se separó de la Coordinadora poco después de su papel como dirigente alrededor de los años 1999-2000.

Pedro Cayuqueo, La autodeterminación mapuche en el marco de un Estado Multinacional. En www.mapuche.info.

Por razones de seguridad, hemos omitido sus nombres, llamando a nuestros informantes simplemente weicbafes, es decir, “guerreros”.

Se refiere a la ocupación militar final de la Araucanía, que tuvo lugar entre 1881 y 1883.

Entrevista a weicbafes. Conversando sobre tierras, recuperaciones y la disposición a luchar, 7 de marzo, 2012. En algún lugar de la Araucanía.

Coordinadora Arauco Malleco, Planteamiento político-estratégico de la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco Malleco. En http://www.nodo50.org/weftun/.

Entrevista a Héctor Llaitul en la Cárcel de Angol, “Diálogo sobre el proyecto emancipatorio de la CAM”, 29 de febrero, 2012.

Coordinadora Arauco Malleco, Planteamiento político…

Coordinadora Arauco Malleco, Liberación Nacional Mapuche: El pensamiento nacionalitario y autonómico. En www.nodo50.org/weftun/.

Autores como Bengoa sostienen que el equilibrio de la sociedad mapuche es digno de resaltar tanto en su esfera política como en la de su relación con la naturaleza. Véase José Bengoa, Historia de los antiguos mapuches del sur. Desde antes de la llegada de los españoles basta las paces de Quilín, Santiago, Catalonia, 2007.

Entrevista a Héctor Llaitul en la Cárcel de Angol, “Conversando sobre antagonismo y lucha mapuche”, 25 de enero, 2012.

Loc. cit.

Loc. cit.

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