Desde su aparición en la ciudad de Wuhan de los primeros casos de infección por el coronavirus denominado SARS-CoV-2, la enfermedad ha adquirido características de pandemia. En España, según la actualización con fecha 14 de mayo de 2020 del Ministerio de Sanidad, se han producido 228.540 casos, con un total de 27.321 fallecidos.
Aunque la gravedad de la infección viene determinada sobre todo por la aparición de neumonía grave y distress respiratorio agudo, se han descrito otras afectaciones en distintos aparatos y sistemas. A nivel del aparato digestivo son frecuentes la aparición de vómitos, diarrea y dolor abdominal1. También es común la afectación hepática1. Comentamos un caso de pancreatitis aguda que podría estar relacionado con la infección por COVID-19.
Mujer de 76años, exfumadora, con consumo de alcohol de bajo riesgo (10g de alcohol puro, un día a la semana). Antecedentes personales de hipercolesterolemia y reflujo gastroesofágico. Tratamiento crónico con omeprazol (20mg/día) desde hacía más de 10años, que tomaba a demanda. La paciente había tomado, 24 días antes del ingreso hospitalario, 3 comprimidos de azitromicina de 500mg por un cuadro de sinusitis aguda. Acudió al hospital por un cuadro de 8h de evolución de dolor epigástrico, irradiado a ambos hipocondrios, acompañado de vómitos. Orientado como posible pancreatitis aguda, se confirmó por elevación de la amilasa plasmática (3.568UI/L) y ecografía abdominal compatible, sin litiasis biliar. El resto de parámetros analíticos fueron normales, excepto una discreta elevación de los neutrófilos (84%) y de la proteína C reactiva (1,9mg/dL). Se practicó un TC abdominal que confirmó el diagnóstico y lo catalogó como pancreatitis edematosa intersticial. Un TC posterior y una colangiorresonancia mostraron hallazgos similares y volvieron a descartar patología biliar. La PCR fue positiva para COVID-19, con clínica de diarreas y febrícula. La radiografía de tórax fue normal. Se inició tratamiento con hidroxicloroquina, azitromicina y lopinavir más ritonavir, con buena respuesta. Asimismo, la pancreatitis evolucionó favorablemente con tratamiento conservador.
Pensamos que la ausencia de consumo alcohólico de riesgo y de patología litiásica, principales causas de pancreatitis aguda, orientan hacia una posible causa infecciosa por COVID-19. No creemos que el antecedente de la toma de azitromicina más de 3 semanas antes tenga relación con la pancreatitis, que además no empeoró con la reintroducción del tratamiento con dicho fármaco. En este sentido, se ha descrito un posible caso de pancreatitis por azitromicina en nuestro medio, aunque los propios autores manifestaron que se trataba de una relación difícil de demostrar2. Tampoco creemos que la toma de omeprazol sea la causa, ya que aunque se han descrito casos3, es poco probable tras 10años de consumo. Tanto con la azitromicina como con el omeprazol, la atribución de causalidad es dudosa con el algoritmo de Naranjo.
Se ha descrito afectación pancreática por COVID-19 en forma de elevación de amilasas y lipasas4. Dicha afectación es coherente fisiopatológicamente, al expresar el páncreas la enzima convertidora de la angiotensina, cuyos receptores facilitan la penetración del virus4. Se ha descrito5 un caso de pancreatitis aguda atribuible a la infección por COVID-19, con clínica y TC compatibles, aunque no se dispuso de analítica que demostrase elevación de amilasas. La paciente había sido diagnosticada de infección por COVID-19 y había recibido tratamiento con vancomicina y tetraciclina, presentando el cuadro clínico compatible con pancreatitis aguda al cabo de 5 días del alta médica. Este último antibiótico también se ha relacionado con la aparición de pancreatitis aguda3.