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Inicio Medicina Integral El abastecimiento de agua y la Salud Pública (II):aspectos diferenciales
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Vol. 36. Núm. 7.
Páginas 243-244 (octubre 2000)
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El abastecimiento de agua y la Salud Pública (II):aspectos diferenciales
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J. Oromí Duricha
a Profesor Titular de Medicina Preventiva y Salud Pública. Universidad de Barcelona.
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En el último Congreso Mundial del Agua de la IWSA (International Water Services Association), dentro de las nueve sesiones dedicadas a informes internacionales, la que entra más de lleno dentro de los temas objeto de esta revista es la correspondiente al Informe Internacional número 4: «Calidad del agua y salud pública».

El International Rapporteur, Jon de Boer, de la American Water Works Association, presentó su informe basándose en los 19 nacionales: Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Chequia, España, Estados Unidos, Finlandia, Holanda, Hong Kong, Italia, Japón, Malasia, Portugal, Rumania, Eslovaquia, Sudáfrica y Taiwán.

En un editorial anterior comentamos los aspectos generales de este informe y en el presente se incidirá sobre todo en el tema de las diferencias existentes a este respecto entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo.

No obstante, antes de entrar de lleno en este tema principal se efectuará un breve comentario sobre otras cuestiones relacionadas con la salud pública que se trataron en otras sesiones del citado Congreso. Seguramente el tema más relacionado con la salud pública entre los demás tratados fue el correspondiente a las partes 2 y 3 del tema especial número 2 en relación con los diseños de tratamiento para la eliminación de Crystosporidium.

A este nivel se discutieron presentaciones sobre aspectos de la eliminación de los citados protozoos por ultrafiltración y microfiltración, sobre tratamientos optimizados para su eliminación en planta potabilizadora en Japón, sobre inactivación por ozono, sobre las múltiples barreras que representa la protección de la cuenca y la planta de tratamiento y finalmente sobre la comparación en planta de tratamiento entre eliminación de quistes de Giardia, ooquistes de Cryptosporidium, turbidez y partículas. Todos estos temas son de rabiosa actualidad como consecuencia de la preocupación creciente debida a los brotes epidemiológicos que se producen cada vez con mayor frecuencia en países muy desarrollados con aguas de buena calidad bacteriológica.

La alusión a este problema potencial de salud pública en países desarrollados nos lleva de nuevo al tema de partida, es decir, al de las diferencias existentes entre estos países y los del Tercer Mundo.

La calidad del agua de abastecimiento en los países desarrollados como es el caso de la mayoría de los que aportaron informes nacionales al Informe Internacional número 4 del Congreso que nos ocupa ve focalizados con frecuencia sus problemas en la eliminación de las trazas finales de microcontaminantes orgánicos que pueden causar problemas sanitarios, sobre todo a largo plazo. Seguramente el principal de esos problemas, más allá de los teratógenos o simples tóxicos crónicos, es el de los presuntos carcinógenos. No obstante, en la actualidad han aparecido nuevos temas que están siendo objeto de investigación como el de los disruptores endocrinos.

Esta situación de partida se debe sobre todo al importante control de los problemas de tipo microbiológico, pero que este control no es completo lo demuestran problemas como el anteriormente citado de los ooquistes de Cryptosporidium. De ahí que resulte imprescindible revisar al alta el control de cuenca, que es la primera barrera (la de la prevención), y las barreras del tratamiento (que son las segundas) a los contaminantes en los sistemas de abastecimiento. Además, los sistemas de distribución domiciliaria de agua nunca estarán completamente libres de riesgos de retrosifonado o conexiones cruzadas con aguas contaminadas (sobre todo del alcantarillado), por lo que es también preciso un control microbiológico cuidadoso de los sistemas de distribución.

La preocupación por los carcinógenos y otras impurezas a nivel de trazas no es más que una extensión lógica del deseo de minimizar cualquier tipo de riesgo para la salud. Cuando están aparentemente resueltos los problemas de tipo agudo, la eliminación o reducción de los riesgos menores puede mejorar la salud del público en general y tener un significativo impacto sobre poblaciones especialmente sensibles dentro de la comunidad.

La gestión del riesgo (risk management) del agua de bebida no es una tarea fácil, pues incluye criterios de evaluación de riesgos (risk assessment), determinación de la exposición, gestión de costes y cálculo de beneficios.

Mientras que los cálculos riesgo/beneficio son relativamente fáciles de realizar para temas tan evidentes como el riesgo de cólera en aguas superficiales contaminadas sin tratar, el programa de gestión es más difícil para el caso de, por ejemplo, el riesgo de un compuesto químico de supuestas propiedades carcinógenas, en cuyo caso los cálculos son mucho más complejos y menos precisos.

La situación es obviamente muy distinta para los países en vías de desarrollo. En este caso puede afirmarse que desde la óptica sanitaria uno de los temas más importantes relacionados con la calidad del agua es no sólo la calidad (y valga la intencionada redundancia), sino también la cantidad de agua potable que les es asequible.

La ausencia de informes nacionales al Informe Internacional número 4 procedentes de países de esta área agudiza el problema del diagnóstico de la situación. De cualquier modo es un hecho constatado que cada día unas 10.000 personas ven inútilmente truncadas sus vidas por enfermedades diarreicas. Esto se debe sobre todo al hecho de que el 70% de la población de los países en vías de desarrollo no tienen acceso a la mayor parte de los servicios básicos de saneamiento y, lo que es más grave, a que esta situación tiende a empeorar.

Una breve ojeada a los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestra que en muchas partes del mundo aún existen importantes problemas de agua. Asimismo, la asequibilidad del agua tratada está a menudo severamente restringida, ya que no se distribuye a través de la comunidad. Cuando se dispone de agua potable, ésta no llega como agua corriente a los domicilios, sino que hay que ir a buscarla a un punto común.

En algunas regiones del Tercer Mundo el problema es incluso mucho más severo de lo que permiten deducir los valores promedio. Por ejemplo, en muchos países de África la población sin agua segura puede superar incluso el 75%. En esas áreas las enfermedades de transmisión hídrica constituyen un problema grave que afecta no sólo la salud de toda la región, sino su viabilidad económica y cultural.

La ayuda en forma de asistencia financiera y técnica ha sido posible gracias a muchas organizaciones sostenidas por los países desarrollados. En algunos casos en que se ha proporcionado asistencia técnica el equipamiento suele ser muy sofisticado y de mantenimiento difícil, por lo que cuando existe algún fallo de difícil reparación la nueva fuente de abastecimiento de calidad puede ser abandonada por la comunidad, volviéndose a la antigua fuente contaminada, con todos los problemas sanitarios que ello acarrea.

Las listas de la OMS citan muchas enfermedades de transmisión hídrica prevalentes en todo el mundo. La mayor parte de los casos de enfermedad son provocados o como mínimo intensificados por una ausencia de saneamiento y de agua potable segura.

En muchos países, algunos no demasiado lejanos del mundo desarrollado, el atraso cultural y político que representa la guerra sigue aún evitando el desarrollo de abastecimientos de agua seguros. Además, el hambre generada provoca el desplazamiento de grandes poblaciones humanas, lo que se traduce en migraciones a otras localidades donde hay un saneamiento inadecuado o insuficiente. Los desastres o emergencias naturales como los grandes seísmos, erupciones volcánicas, ciclones o huracanes (recordemos el tristemente famoso Mitch) siempre llueven sobre mojado, afectando más a los países en vías de desarrollo y provocando situaciones de disrupción en las que es casi imposible proporcionar agua segura y saneamiento.

A modo de conclusión podemos afirmar que la calidad del agua es un tema críticamente importante en todo el mundo. La población en los países desarrollados puede depender de agua de bebida de alta calidad, proporcionada en cantidad suficiente para satisfacer todas las necesidades domésticas, incluyendo la bebida, el baño, los usos sanitarios y otros. Los países en vías de desarrollo sufren por el contrario una situación mucho más difícil para cubrir las necesidades de sus habitantes; con frecuencia las comunidades son incapaces de suministrar más que mínimas cantidades de agua canalizada hasta un lugar sólo relativamente conveniente para el trasporte al hogar individual. Es realmente crítico que las organizaciones de ayuda global continúen colaborando con estos países en desarrollo, de modo que se pueda asegurar a la gente un abastecimiento de agua lo más seguro posible.

El control de la calidad del agua de bebida puede considerarse excelente en el mundo desarrollado. Que los gobiernos tratan de asegurar que los abastecedores de agua hagan bien su trabajo es un estándar globalmente aceptado a través del mundo. La efectividad de las medidas tomadas se refleja en la alta calidad del agua suministrada y en la ausencia de un nivel significativo de enfermedades de transmisión hídrica.

Es importante que los abastecedores de agua de todo el mundo den soporte a los programas gubernamentales y no gubernamentales que proporcionan ayuda y atención a las naciones en vías de desarrollo. Si estamos seguros del valor de esta misión de los abastecedores de agua en relación con la salud pública debemos también insistir en que los gobiernos de todo el mundo mejoren la salud de su gente a través de la mejora de la calidad de sus abastecimientos de agua.

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