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Vol. 36. Núm. 8.
Páginas 283-284 (noviembre 2000)
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Las enfermedades infecciosas: una perspectivade trabajo ante el nuevo milenio
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J. Oromí Duricha
a Medicina Preventiva y Salud Pública. Universidad de Barcelona
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A menos de un año del nuevo milenio, muy lejos de la utopía planteada en la mítica pero poco prospectiva película «2001: una odisea del espacio», se va despertando un interés cada vez mayor hacia el futuro, hacia el largo plazo, frente a la actual tiranía de la inmediatez de lo urgente.

Es obvio que el siglo XX ha asistido a grandes hitos en la lucha frente a las enfermedades de tipo infeccioso. No obstante, a pesar de los avances terapéuticos en el uso de antibióticos y en la elaboración de vacunas cada vez más eficaces, las últimas décadas han presenciado un resurgir de las enfermedades infecciosas que únicamente pueden explicarse por la combinación de factores diversos, algunos de ellos de gran complejidad.

Por un lado, se ha asistido a un desmesurado crecimiento irracional de la población mundial, con mayor ocupación del territorio, mayores intercambios en relación con los rápidos viajes internacionales y mayor exposición de la especie humana a los agentes transmisores presentes en la naturaleza.

Los cambios ambientales han propiciado que animales portadores estén en contacto más estrecho con los seres humanos, con la lógica consecuencia de un notable incremento de las zoonosis, enfermedades no sólo transmisibles de hombre a hombre, sino de hombre a animal y de animal a hombre.

Por otro lado, los antibióticos que hasta hace relativamente poco eran eficaces frente a algunas de las infecciones humanas más comunes, se están volviendo gradualmente ineficaces debido, sobre todo, a su abuso indiscriminado en terapia médica y veterinaria y en alimentación animal y a la circulación por el medio ambiente de plásmidos responsables de la resistencia a los mismos, transmisibles entre especies bacterianas de incluso grupos muy distintos.

En este contexto puede afirmarse que en el último cuarto de siglo se han solapado dos fenómenos complementarios: a) en primer lugar han aparecido entre las poblaciones humanas más de una treintena de microorganismos patógenos, algunos de los cuales pueden causar enfermedades mortales, con grandes sufrimientos y costes económicos para la sociedad (enfermedades emergentes), y b) en segundo término han resurgido diversas enfermedades comunes que se difunden o adquieren rápida prevalencia, tras largos períodos en que se aceptaba que ya no constituían un problema (enfermedades reemergentes).

Así pues, las enfermedades infecciosas siguen siendo un desafío importante desde el punto de vista de la salud pública, estimándose que son responsables de la muerte de unos 17 millones de personas al año en el ámbito mundial. Además son responsables de incapacitaciones de diversos tipos, que van desde la anemia crónica y la malnutrición hasta el retraso mental y la elefantitis.

Existen notables diferencias en los niveles de mortalidad, incapacitación e infección entre los distintos países, en el interior de muchos de ellos, entre los distintos grupos de edad y los sexos. Todo ello sin contar el problema adicional que representa la existencia de patógenos oportunistas como la bacteria Legionella pneumophila, que puede considerarse dentro del grupo de los microorganismos emergentes, responsable de la legionelosis o enfermedad del legionario, descrita por primera vez en 1977. Los patógenos oportunistas aunque no resultan peligrosos para personas con sistema inmunitario sano, pueden causar graves problemas en los individuos que presenten deficiencias más o menos graves a nivel de su sistema inmunitario, como es el caso de personas ancianas, niños muy pequeños, enfermos que sufran tratamientos inmunodepresivos para evitar el rechazo de trasplantes y enfermos afectados por el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

La carga que representan las enfermedades transmisibles constituye un importante impedimento para el progreso económico y social de los países, sobre todo cuando los trastornos y sufrimientos provocados se añaden a unas condiciones de vida ya precarias de la población.

En los países en vías de desarrollo, las enfermedades infecciosas constituyen una importante fuente de enfermedad. En el caso de los países desarrollados, tras una fase triunfalista en la que parecía que se había conseguido una erradicación casi total, se empieza a tener cada vez más conciencia de que también ellos se encuentran a la merced de muchos microorganismos infecciosos emergentes y reemergentes.

Las enfermedades emergentes son provocadas por agentes patógenos anteriormente desconocidos que se han identificado en los últimos años y que causan problemas de salud a nivel local o internacional. Es posible que algunos de ellos afecten a la especie humana por primera vez, mientras que otros han permanecido largo tiempo latentes entre nosotros sin que lo advirtiéramos.

Entre los organismos patógenos recientemente detectados se hallan virus como el de la inmunodeficiencia humana (VIH), que provoca sufrimiento y muerte en todo el mundo, descubierto en 1983, y otros tan devastadores, aunque raros como el virus Ebola, productor de fiebre hemorrágica, descubierto en 1977. También se encuentran bacterias como la cepa de E. coli O157:H7, responsable del síndrome urémico hemolítico, descubierta en 1982; Campylobacter jejuni, que provoca enfermedades entéricas de distribución mundial (1977); Borrelia burgdoferi, responsable de la enfermedad de Lyme (1982); Helicobacter pylori, causante de úlcera péptica y cáncer de estómago (1983), etc. Dentro de los protozoos tiene especial interés Cryptosporidium parvum, productor de diarreas (1976), y Encephalitozoon hellem, un microsporidio productor de conjuntivitis de cierta difusión (1991).

Entre tanto, muchas enfermedades bien conocidas han resurgido tras un período en que su incidencia había alcanzado niveles tan bajos, que ya no se las consideraba un problema de salud pública. Estas enfermedades re-emergentes, que a menudo han reaparecido bajo forma de epidemias, incluyen el cólera, la tuberculosis, la difteria y la meningitis, de etiología bacteriana, así como el dengue y la fiebre amarilla, que son enfermedades producidas por virus.

Entre los microorganismos patógenos emergentes, los virus ocupan un lugar preponderante, pues estas entidades vivientes no han podido ser detectadas hasta el siglo XX, y de modo más intenso en los últimos 30 años, como consecuencia de los progresos en las técnicas de análisis biológico.

Dentro del contexto de los virus emergentes, su investigación constituye un campo relativamente inexplorado. La gran amenaza del SIDA, enfermedad provocada por el VIH, ha llevado a un primer plano de actualidad el tema de las enfermedades infecciosas, en general menos graves, emergentes o reemergentes, incluyendo tanto las causadas por virus como por bacterias y protozoos.

De otro lado, su incidencia creciente sobre la especie humana, unido a los pronósticos prospectivos de que la situación no se va a alterar, ha proporcionado, en el contexto de una facilidad de difusión sin precedentes, una nueva dimensión al tema de la salud pública en relación con problemas más globales a nivel mundial. De ahí que a partir de la celebración en Washington de un Primer Seminario Científico Internacional sobre Virus Emergentes en octubre de 1995, la Organización Mundial de la Salud haya establecido una División de Supervisión y Control de las Enfermedades Emergentes y Otras Enfermedades Transmisibles con el fin de fortalecer y coor-dinar los esfuerzos destinados a dar respuestas a este problema a nivel internacional.

En sucesivos editoriales, tras profundizar en detalles relativos a la emergencia o reemergencia de los microorganismos más importantes relacionados con estos fenómenos, analizaremos más a fondo los factores respon-sables de la emergencia, difusión y recrudecimiento, diremos algunas cosas sobre las coinfecciones (por ejemplo, SIDA y tuberculosis), abundaremos sobre los factores de resistencia de los microbios a los antibióticos, nos referiremos a las desigualdades en la lucha contra las enfermedades infecciosas y a los desafíos rela-cionados con la evolución de las enfermedades, para finalizar con el planteamiento de las posibles estrategias de futuro. De este modo habremos diseñado un friso sobre la situación actual del problema de las enfermedades infecciosas en los albores de un nuevo milenio.

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