Evaluar y describir las potenciales interacciones farmacológicas (PIF) en pacientes atendidos por un equipo de soporte de cuidados paliativos (ESCP).
Material y métodosEstudio descriptivo transversal que analiza los tratamientos de 205 pacientes atendidos por el ESCP de Zamora en el periodo 2005-2008. De las historias clínicas se obtuvo sexo, fecha de nacimiento y tratamiento. Las PIF se valoraron con la base de datos «Stockley Interacciones farmacológicas». Se realizó análisis estadístico descriptivo, correlación de Spearman y test de Chi cuadrado.
ResultadosLa media de edad fue de 73,22 años (desviación estándar [DE]: 12,06; intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 71,56-74,88); el 57,6% fueron hombres. El promedio de medicamentos por paciente fue 10,87 (DE: 4,18; IC 95%: 10,30-11,45). El 95,12% de los pacientes tuvieron PIF, con un promedio de 6,44 por paciente (DE: 6,81; IC 95%: 5,50-7,38). El 42,80% fueron graves, el 51,29% moderadas y el 5,91% leves.
El 18% de los pacientes tuvieron bomba de infusión continua. El promedio de medicamentos por paciente fue 2,40 (DE: 0,99; IC 95%: 2,11-2,70).
Los fármacos más implicados fueron opioides, benzodiacepinas, antidepresivos, analgésicos, diuréticos, corticoides, antipsicóticos y AINE. La existencia de PIF se correlacionó con el número máximo de fármacos por paciente (p<0,01). El 63,9% de los pacientes con interacciones graves tomaban más de 10 fármacos (p<0,05).
ConclusionesEs importante identificar los medicamentos más implicados en las interacciones farmacológicas en los pacientes atendidos por los ESCP, para minimizar los riesgos derivados de la polimedicación, asegurar un uso adecuado de los medicamentos, evitar reacciones adversas y mejorar la calidad de la atención a estos pacientes.
To describe and evaluate the potential drug interactions (PDI) in patients cared for by a Support Team for Palliative Care Support Team (PCST).
Material and methodsCross-sectional descriptive study that analyses the treatments prescribed to 205 patients treated by the Zamora PCST during the period 2005-2008. Data regarding patient gender, date of birth and treatment were collected from medical records. The PDI were assessed using the database “Stockley drug interactions”. Descriptive statistical analysis, correlation of Spearman and Chi-square test were also carried out.
ResultsThe average age of the patients was 73.22 years (standard deviation [SD]: 12.06; 95% confidence interval [95% CI]: 71.56-74.88); 57.6% were men. The average number of medications per patient was 10.87 (SD: 4.18; 95% CI: 10.30-11.45). 95.12% of the patients had PDI with an average of 6.44 per patient (SD: 6.81; 95% CI: 5.50-7.38). 42.80% were major; 51.29% moderate; and 5.91% minor severity.
Eighteen per cent of patients had a continuous infusion pump (CIP). The average number of medications per patient was 2.40 (SD: 0.99; 95% CI: 2.11-2.70).
The drugs most involved were opioids, benzodiazepines, antidepressants, analgesics, diuretics, corticosteroids, antipsychotics and NSAIDs.
The existence of a PDI correlated with the maximum number of drugs prescribed to each patient (P<.01). 63.9% of patients with serious interactions taking more than 10 drugs (P<.05).
ConclusionsIt is important to identify the drugs most commonly involved in drug interactions in patients treated by a PCST to minimise the risks of polypharmacy, ensure the proper use of medications, avoid significant adverse reactions and improve the quality of care these patients receive.
La Organización Mundial de la Salud (OMS)1 define los cuidados paliativos como «el enfoque que mejora la calidad de vida de pacientes y familias que se enfrentan a los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de la prevención y el alivio del sufrimiento, por medio de la identificación temprana y la impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicosociales y espirituales».
Los equipos de soporte de cuidados paliativos (ESCP) pueden intervenir en el ámbito domiciliario u hospitalario con distintos patrones, como asesoramiento intervenciones puntuales, intermitentes o con responsabilidad compartida en la atención directa. Estos servicios trabajan de forma coordinada para asegurar la reevaluación constante del paciente, y para que sus necesidades y las de sus cuidadores sean atendidas sin pérdida de continuidad2,3.
La mayoría de los pacientes atendidos por los ESCP son personas de edad avanzada que toman varios medicamentos de forma regular para aliviar los síntomas relacionados con el cáncer y otras enfermedades crónicas4; generalmente experimentan cambios fisiológicos que conllevan a una alteración importante de la farmacocinética de los fármacos5,6 y pueden recibir tratamientos no solo del ESCP, sino también de su médico de atención primaria y del de atención especializada.
Es evidente que la polimedicación, los cambios en la farmacocinética y la atención simultánea por diferentes facultativos son factores que incrementan el riesgo potencial de interacciones farmacológicas en estos pacientes4,7-11, lo cual tiene una gran repercusión sanitaria y puede suponer el fracaso terapéutico o la aparición de efectos adversos. En esto radica la importancia de conocer el tipo y la frecuencia con que se producen estas interacciones y la repercusión que tienen sobre la salud de estos enfermos, ya que podrían ser potencialmente evitables12.
Interacción farmacológica no siempre es sinónimo de efecto indeseable, ya que hay interacciones con utilidad terapéutica y otras que, aunque a nivel teórico pueden entenderse como no deseables, en la práctica no poseen relevancia clínica alguna13.
Dado que la mayoría de los estudios publicados (con diseños y metodologías diferentes) se han centrado principalmente en atención primaria6,8,9,13-18 y en la especializada11,12,19-25, en residencias de ancianos26 o en personas de edad avanzada27,28, y debido a la escasez de literatura sobre este tema en cuidados paliativos4,5,29,30, se ha diseñado este estudio con el objetivo de evaluar y describir las potenciales interacciones farmacológicas entre los medicamentos prescritos a los pacientes atendidos por el ESCP, con independencia de que ocurrieran clínicamente o no.
Material y métodoEstudio descriptivo transversal que analiza los tratamientos prescritos a 205 pacientes atendidos por el ESCP de la Asociación Española Contra el Cáncer-Sacyl de Zamora en los años 2005 a 2008.
Se incluyeron todos los pacientes con tratamiento farmacológico atendidos en su domicilio por el ESCP, excluyendo los pacientes ingresados en el complejo hospitalario y aquellos que, tras ser valorados, no se incluyeron en el programa de asistencia domiciliaria.
De las historias clínicas se obtuvo para cada paciente el sexo, la fecha de nacimiento y todo el tratamiento pautado, asignando un código a cada paciente para asegurar el anonimato y la protección de su identidad. Los medicamentos que precisan los pacientes son prescritos por su médico de atención primaria, y solo el médico del ESCP le prescribe o pauta los medicamentos necesarios para paliar los síntomas de su enfermedad y mejorar su calidad de vida.
Las potenciales interacciones farmacológicas se valoraron con la base de datos «Stockley Interacciones farmacológicas», accesible a través del portal del Uso Racional del Medicamento de la Gerencia Regional de Salud, Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León: http://intranet-mnto.sacyl.es/web/urm/interacciones. Las interacciones fueron clasificadas principalmente según el nivel de gravedad en:
- •
Interacciones graves (pueden incapacitar totalmente a algún paciente o pueden producirle una lesión permanente o poner en peligro su vida).
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Interacciones moderadas (pueden causar malestar considerable o incapacitar parcialmente a algún paciente, con poca probabilidad de riesgo para la vida o de producir efectos a largo plazo).
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Interacciones leves (pueden producir un efecto adverso leve y con escasa probabilidad de afectar o incapacitar a la mayoría de los pacientes).
El programa Stockley también aporta información sobre la evidencia científica en la que se sustenta la clasificación anterior, que puede ser:
- •
Extensa: Se sustenta en numerosos estudios o informes de varios casos clínicos.
- •
Estudio clínico: Se sustenta en estudios de mediana o pequeña escala, que pueden estar basados o no en informes de casos clínicos.
- •
Caso clínico: Se limita a un solo informe de caso clínico o cantidad limitada de informes de casos clínicos.
- •
Teórica: Basada en datos teóricos, en estudios in vitro, etc.
Otra información adicional se basa en la actuación más recomendada sobre cada interacción: evitar, adaptar (sustituir uno de los fármacos o modificar la dosis), monitorizar o informar.
En una hoja diseñada al efecto se anotó, para cada paciente, la edad, el sexo, el número máximo de medicamentos, el número y grado de gravedad de las potenciales interacciones farmacológicas detectadas y si tenían medicación administrada mediante una bomba de infusión continua (BIC).
El análisis estadístico del estudio se realizó utilizando la media, la desviación estándar (DE) y el intervalo de confianza (IC) del 95% para las variables continuas, y los porcentajes para las categóricas. Se hicieron correlaciones con Rho de Spearman, considerando estadísticamente significativo un valor de p<0,01 (bilateral). Para establecer la asociación entre variables cualitativas independientes se utilizó el test de Chi cuadrado de Pearson, considerando estadísticamente significativo un valor p<0,05 (bilateral). El análisis de los datos se realizó con el paquete estadístico SPSS, versión 11.5.
ResultadosLa media de edad de los 205 pacientes incluidos fue de 73,22 años (DE: 12,06; IC del 95%: 71,56-74,88); el 57,6% fueron hombres. El número medio de medicamentos por paciente fue de 10,87 (DE: 4,18; IC del 95%: 10,30-11,45). Se detectaron potenciales interacciones farmacológicas en el 95,12% de los pacientes (tabla 1).
Análisis de las potenciales interacciones farmacológicas
Interacciones | ||||
Graves | Moderadas | Leves | Total | |
Número de interacciones (porcentaje sobre el total) | 565 (42,80%) | 677 (51,29%) | 78 (5,91%) | 1.320 |
Porcentaje sobre el total de pacientes | 71,71% | 83,90% | 33,17% | 95,12% |
Promedio/paciente (DE) | 2,76 (3,69) | 3,30 (3,57) | 0,38 (0,59) | 6,44 (6,81) |
IC del 95% | 2,25-3,26 | 2,81-3,80 | 0,30-0,46 | 5,50-7,38 |
En el 18% de los pacientes se utilizó BIC, con un promedio de medicamentos por paciente de 2,40 (DE: 0,99; IC del 95%: 2,11-2,70).
Los subgrupos terapéuticos más prescritos a los pacientes fueron los analgésicos opioides (16,70% del total), principalmente morfina, fentanilo y oxicodona; los antidepresivos (8,08%), como el escitalopram y la amitriptilina; los antiulcerosos (7,12%), como el omeprazol; los laxantes (6,85%); los corticoides (6,53%), principalmente dexametasona; los antipsicóticos (6,34%); los ansiolíticos (5,43%); los diuréticos (4,79%); los analgésicos (3,74%); los antieméticos (3,38%); los hipnóticos (3,10%), y los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) (3,01%).
Los subgrupos terapéuticos más frecuentemente implicados en el total de potenciales interacciones farmacológicas se detallan en la figura 1. En las de nivel grave los fármacos más implicados fueron corticoides, antidepresivos, diuréticos, AINE, antipsicóticos y benzodiacepinas, mientras que en las de nivel moderado fueron analgésicos opioides, benzodiacepinas, antidepresivos, antipsicóticos, analgésicos y AINE.
Las potenciales interacciones graves más frecuentes (tabla 2) se debieron a la asociación de corticoides (dexametasona) con AINE, furosemida, agonista beta-2 e hidroclorotiazida. Ninguna de las interacciones graves detectadas se basa en una evidencia extensa, según la base de datos Stockley, sino que aparecen clasificadas como estudios clínicos, caso clínico o evidencia teórica, recomendando en todas monitorizar y/o informar. Tan solo recomienda evitar la asociación de haloperidol y amisulpirida por el riesgo de prolongación del intervalo QT, que puede provocar arritmias (detectada en un solo paciente).
Interacciones graves más frecuentes
Interacción | n | % | Efecto |
Corticoide y AINE | 60 | 10,60 | ↑ Gastrolesividad |
Corticoide y diurético techo alto | 56 | 9,89 | ↓ Niveles de potasio. Arritmias |
Benzodiacepina e IBP | 45 | 7,95 | ↑ Sedación |
Agonista beta-2 y corticoide | 32 | 5,65 | ↓ Niveles de potasio. Arritmias |
ISRS y metamizol | 28 | 4,95 | Riesgo de hemorragia digestiva |
ISRS y AINE | 16 | 2,83 | Síndrome serotoninérgico |
Agonista beta-2 y diurético techo alto | 16 | 2,83 | ↓ Niveles de potasio. Arritmias |
Fentanilo y benzodiacepina | 15 | 2,65 | Depresión respiratoria e hipotensión |
Clopidogrel e IBP | 14 | 2,47 | ↓ Efecto antiagregante de clopidogrel |
Corticoide y diurético techo bajo | 13 | 2,30 | ↓ Niveles de potasio |
AAS y metamizol | 13 | 2,30 | ↑ Gastrolesividad |
AINE: antiinflamatorio no esteroideo; IBP: inhibidor de la bomba de protones; ISRS: inhibidor de la recaptación de serotonina; AAS: ácido acetilsalicílico.
Con respecto a las potenciales interacciones moderadas, el fármaco que estuvo presente en la mayoría de ellas fue la morfina (tabla 3) cuando se asoció con benzodiacepinas, haloperidol, metoclopramida, gabapentina, ácido acetilsalicílico y clorpromazina.
Interacciones moderadas más frecuentes
Interacción | n | % | Efecto |
Morfina y benzodiacepina | 77 | 11,37 | ↑ Efectos sedantes y analgésicos de la morfina |
Morfina y haloperidol | 59 | 8,71 | ↑ Incidencia de mioclonías |
Morfina y metoclopramida | 46 | 6,79 | ↑ Efectos sedantes |
Diurético techo alto y AINE | 34 | 5,02 | ↓ Reduce los efectos antihipertensivos |
Morfina y gabapentina | 30 | 4,43 | ↑ Efectos analgésicos de la morfina |
Amitriptilina y benzodiacepina | 23 | 3,40 | ↑ Somnolencia y descoordinación |
IBP e ISRS | 18 | 2,66 | ↑ Concentraciones plasmáticas de escitalopram |
Oxicodona y metilfenidato | 17 | 2,51 | ↑ Efectos sedantes y analgésicos |
Morfina y AAS | 16 | 2,36 | ↑ Incidencia de mioclonías |
Mirtazapina y benzodiacepina | 12 | 1,77 | ↑ Efectos sedantes |
Morfina y clorpromazina | 11 | 1,62 | ↑ Incidencia de mioclonías |
AINE: antiinflamatorio no esteroideo; IBP: inhibidor de la bomba de protones; ISRS: inhibidor de la recaptación de serotonina; AAS: ácido acetilsalicílico.
La única interacción basada en evidencia extensa fue entre la furosemida y la indometacina (detectada en un solo paciente).
De entre las potenciales interacciones de grado leve, la más frecuente fue la asociación de paracetamol y morfina (44,87%), que da lugar a un retraso en la absorción del paracetamol.
De los medicamentos administrados mediante BIC (tabla 4), la morfina estuvo implicada en todas las potenciales interacciones.
Interacciones en bomba de infusión continua
Interacción | n | % | Grado de interacción | Efecto |
Morfina y midazolam | 24 | 47,06 | Moderada | ↑ Efectos sedantes y analgésicos |
Morfina y haloperidol | 22 | 43,14 | Moderada | ↑ Incidencia de mioclonías |
Morfina y metoclopramida | 5 | 9,80 | Moderada | ↑ Efectos sedantes y analgésicos |
En cuanto al análisis estadístico realizado, se encontró correlación estadísticamente significativa (p<0,01) entre el número máximo de fármacos y la presencia de interacciones. El 63,9% de los pacientes con potenciales interacciones graves tomaban más de 10 fármacos, asociación estadísticamente significativa (p<0,05).
DiscusiónCon este estudio se ha pretendido evaluar cuantitativa y cualitativamente la incidencia de potenciales interacciones farmacológicas en los pacientes atendidos por el ESCP. Los resultados ponen de manifiesto que la polimedicación y las pluripatologías son comunes en estos pacientes y, por tanto, las potenciales interacciones farmacológicas son bastante frecuentes4,12,14.
La población de estudio estuvo constituida por pacientes considerados de alto riesgo23,31. La media de edad fue de 73,22 años y con varias enfermedades crónicas, lo que conlleva un consumo medio de 10,87 fármacos por paciente. El 63,9% de los pacientes con potenciales interacciones graves tomaban más de 10 fármacos, asociación estadísticamente significativa que coincidía con otros estudios8,21. Además, en estos pacientes hay que considerar otros factores de riesgo comunes4-6,9,22,32,33 que pueden alterar la farmacocinética de los fármacos, como malnutrición, malabsorción, función cardiaca, hepática o renal alteradas, así como las características farmacogenéticas.
Hay estudios que afirman que entre el 2,2 y el 70,3% de los pacientes pueden experimentar potenciales interacciones farmacológicas34. La incidencia en nuestro estudio (95,12%) es mucho más alta que las encontradas por otros autores6,8,9,11-28. Esta amplia diferencia se debe a factores como la variabilidad en la procedencia de la muestra estudiada (atención primaria o especializada), la diferente metodología o las fuentes de información utilizadas para clasificar las interacciones12, por lo que no podemos hacer una comparación directa entre nuestros resultados y los de otros estudios.
El 42,80% de las potenciales interacciones fueron graves, según la base de datos utilizada, lo que supuso 2,76 interacciones de media por paciente. La relevancia a nivel clínico en la mayoría de las ocasiones es difícil de identificar, tanto si es por efecto adverso como por evolución propia de la patología y del estado del paciente. Seguramente una contribuya a la otra, como puede ser el caso de arritmias, gastrolesión o sedación.
Al igual que en otros estudios4,22, la mayoría de las potenciales interacciones se encontraron en los pacientes tratados con opioides, benzodiacepinas, antidepresivos, analgésicos, diuréticos, corticoides, antipsicóticos y AINE, fármacos de uso muy común en medicina paliativa y muchos de ellos sustrato del enzima CYP3A4, lo que explica bastantes de las interacciones encontradas31,35.
Los fármacos más frecuentemente implicados son ampliamente conocidos por los médicos de los ESCP, como también las posibles interacciones farmacológicas en las que intervienen, por lo que no siempre suponen una mala práctica médica, ya que, debido a la complejidad de los procesos del paciente y sus tratamientos, no pueden ser completamente evitadas27 y los riesgos muchas veces son asumidos. En ocasiones el problema reside en toda la medicación que ya venía tomando el paciente por sus patologías de base (hipertensión, diabetes, etc.), a las que se le añaden los tratamientos habituales en cuidados paliativos. De interés a nivel clínico es el conocimiento de ciertas interacciones que pueden ayudar a controlar mejor un síntoma o disminuir la dosis total de un fármaco.
Hay que tener en cuenta que el médico puede haber tomado medidas complementarias para contrarrestar el efecto de la interacción, como en el caso de riesgo de hipopotasemia y arritmias por la administración de corticoides con diuréticos y/o agonistas beta-2. Aunque es una de las potenciales interacciones graves más frecuentes, tan solo se administraron suplementos de potasio en 3 pacientes. A la mayoría de los pacientes se les administró un inhibidor de la bomba de protones (IBP) con el fin de prevenir la gastrolesividad de los fármacos que la provocan y, por tanto, de las potenciales interacciones que la intensifican. Sin embargo, solo se administró IBP a la mitad de los pacientes con riesgo de hemorragia digestiva, por la administración de inhibidores de la recaptación de la serotonina junto a metamizol.
Por otro lado, los efectos de algunas interacciones son precisamente provocadas por el médico por tener utilidad terapéutica en estos pacientes, como es el caso de la analgesia por la administración conjunta de opioides con neurolépticos o la sedación por la administración de opioides con benzodiacepinas. Precisamente esta última interacción de grado moderado fue muy frecuente en los pacientes con BIC.
No se ha podido cuantificar cuántas de las interacciones detectadas eran conocidas por los médicos, pero se supone que posiblemente fueron conscientes de los riesgos potenciales asociados a la combinación de determinados fármacos. Este proceso es complejo, ya que necesita de una reflexión a nivel clínico, lo que en la práctica diaria a menudo es difícil.
Los potenciales efectos adversos de las interacciones graves más frecuentes fueron aumento de la gastrolesividad, hipopotasemia, sedación, síndrome serotoninérgico y depresión respiratoria, mientras que de las interacciones moderadas fueron sedación, mioclonías, somnolencia e hipertensión. Las mioclonías son un signo de alarma de un efecto adverso multicausal que en los ámbitos farmacológico y clínico se conoce como «neurotoxicidad inducida por opioides». El tratamiento con opioides es fundamental en su aparición y se potencia, sobre todo, cuando existe asociación con fármacos que actúan a nivel del sistema nervioso central (benzodiacepinas, antidepresivos, anticolinérgicos o AINE)36.
Este estudio presenta varias limitaciones inherentes a la metodología utilizada:
• Se ha empleado el término «potenciales interacciones» ya que se han detectado revisando las historias clínicas y no a través de manifestaciones clínicas observadas por el médico14. Esto hace que posiblemente algunas de las interacciones referenciadas no hayan ocurrido16,20.
- •
Las bases de datos y la bibliografía en general sobre interacciones farmacológicas no siempre están bien documentadas y se basan en estudios in vitro, con animales o informes de un caso8, y tienden a sobreestimar el riesgo de interacciones20.
- •
Se ha utilizado una única base de datos para la detección y la clasificación de las potenciales interacciones, lo que implica un único criterio que dificulta la comparación con otros estudios. Esta base de datos solo detecta las interacciones por pares de fármacos sin considerar las consecuencias de la administración concomitante de fármacos adicionales20.
- •
No se han evaluado las posibles interacciones entre fármacos y alimentos u otra medicación alternativa, como productos de herboristería, suplementos dietéticos o medicamentos de venta sin receta22.
- •
En el estudio no se han tenido en cuenta factores relacionados con el paciente, como presencia de enfermedad metastásica, malnutrición, malabsorción, insuficiencia renal o hepática, que también pueden influir en la aparición de interacciones o en su gravedad19,21.
- •
El diseño retrospectivo del estudio no ha permitido considerar el tiempo transcurrido entre la administración concomitante de los medicamentos, ni la dosis utilizada21, y se desconoce cuántas de las potenciales interacciones eran conocidas por los médicos prescriptores20.
Teniendo en cuenta estas limitaciones y que el estudio se ha realizado en una sola institución, su validez externa es desconocida. Sin embargo, tiene validez interna, porque se recopilaron todos los fármacos que figuraban en la historia clínica, de todos los pacientes atendidos por el ESCP, durante el periodo de estudio6.
En general, las bases de datos sobre interacciones farmacológicas son una herramienta de utilidad limitada (no tienen en cuenta las características del paciente, las enfermedades o las dosis de los medicamentos), aunque complementaria a los conocimientos farmacológicos de los médicos. Su utilización debe realizarse con sentido crítico13,37.
La mejor forma de reducir el riesgo de interacciones farmacológicas es reconociendo las situaciones potencialmente peligrosas e individualizando los tratamientos, conociendo todo el historial farmacológico del paciente, utilizando el menor número posible de medicamentos, retirando los innecesarios, individualizando la dosis e identificando los distintos factores de riesgo34.
Dado que es casi imposible que los médicos tengan en cuenta todos los mecanismos de las interacciones y las posibles consecuencias para el paciente, la implantación de programas informáticos que alerten a los facultativos del riesgo de interacciones farmacológicas (clínicamente relevantes y de alta gravedad), constituye un apoyo fundamental que reduciría su incidencia12,20,22,26.
Este estudio pone de manifiesto que los pacientes atendidos por los ESCP presentan un elevado número de potenciales interacciones farmacológicas. Sin embargo, son necesarios estudios en los que se registren los parámetros analíticos, las concentraciones plasmáticas y las constantes clínicas de los pacientes, con el fin de establecer la repercusión clínica real de dichas interacciones23, incluyendo además los alimentos u otra medicación alternativa, como productos de herboristería, suplementos dietéticos o medicamentos de venta sin receta.
En conclusión, los pacientes atendidos por los ESCP precisan de una mayor intervención médica, por tanto, un número más elevado de prescripciones y, en consecuencia, un incremento del riesgo de interacciones farmacológicas. Los ESCP han de estar alerta y establecer medidas de control para minimizar este riesgo al ir añadiendo medicamentos.
Los resultados obtenidos con una incidencia tan alta de interacciones farmacológicas pone de manifiesto que las base de datos de interacciones, sin filtros o condiciones, tienen una aplicabilidad limitada en cuidados paliativos.
Mejorar el conocimiento de las interacciones farmacológicas, evitando en la medida de lo posible su aparición mediante la prevención (IBP, suplementos de potasio…), debe ser un objetivo a conseguir en los ESCP, para no complicar más la situación clínica de los pacientes.
Una mayor colaboración y comunicación entre los médicos de atención primaria, atención especializada y ESCP, la revisión rutinaria de los pacientes y sus tratamientos, una mayor formación de los médicos en farmacología clínica, así como la introducción de la prescripción electrónica con un sistema de alertas, podrían prevenir, detectar, solucionar y reducir el riesgo de interacciones farmacológicas en estos pacientes.
Conflicto de interesesLos autores expresamos que no ha habido fuente de financiación para la realización del trabajo, ni conflicto de intereses al redactar el manuscrito.
Los autores expresan su agradecimiento a D. Carlos Ochoa Sangrador (unidad de apoyo a la investigación del Complejo Asistencial de Zamora) por su inestimable colaboración en el análisis estadístico de los datos.