"No hay mejor antidepresivo que el ejercicio, mejor ansiolítico que la risa,
ni mejor terapeuta que un amigo".
Dra. Victoria Bermúdez
La primera clase de anatomía, el primer examen, la primera guardia, el día que uno aprende a realizar curaciones o a fabricar férulas. El primer punto de sutura en la sala de urgencias, el primer soplo auscultado, el primer parto atendido... Son las primeras experiencias las que más nos gusta recordar, acaso por el sabor de lo nuevo, por el aroma de la aventura por comenzar.
En contraste, durante los últimos días y semanas en la Facultad, nos encontramos con la otra cara de la moneda: la última clase -o siesta, si es que fue posguardia-, el último examen, la última guardia. Es en esos momentos cuando, poco a poco, advertimos que estamos llegando al final de un intenso camino llamado Medicina. Medicina ciencia y Medicina arte.
¿Qué aprendimos de la ciencia médica?
Que es sano, de tanto en tanto, poner en entredicho la llamada verdad. Llegamos a la conclusión de que no hay absolutos: así como una fina línea separa salud y enfermedad, así nuestras percepciones de inicio y final se entremezclan al acercarse el día de la despedida.
¿Qué aprendimos del arte médica?
A ver con la mente más allá de lo que captan nuestros ojos, a afinar nuestros sentidos y nuestra habilidad inquisitiva. Aprendimos a tolerar, a lidiar con el compañero desvelado o -peor aún-, el residente guardado que nos parecía insoportable. Aprendimos lo mucho que podernos influir en la vida de otros... y también lo pequeños que somos junto a la muerte.
Aprendimos también que no existe el amigo, el maestro o la facultad perfectos. Sin embargo, un grupo con semejante valor humano, comprometido a superarse, es difícil de encontrar. En esto reside la grandeza de nuestra institución: no en los colores ni en el lema, sino en las personas que los usan y los hacen propios.
Dejamos libros, notas, copias, servilletas y hojas sueltas con miles de datos, cifras y valores de laboratorio, que pasarán a ser letra muerta si olvidamos ejercer con empatía, compasión y humildad. Dejamos horas de estudio y de charlas en la biblio a la media noche, salpicadas de anécdotas, risas o lágrimas que son historia. Mas historia viva, simiente que en la tierra fértil de nuestros seres ha de transformarse en motivación, para seguir creciendo, en impulso para continuar nuestro andar. Y digo nuestro andar, a pesar de que no existe un camino único, y será a partir de hoy menester personal decidir qué vereda tomar.
Al decir hasta pronto a mi Facultad, reafirmo que en esta vida empezamos y terminamos; soñamos, crecemos, creamos... ¿Dudas? Siempre habrá. ¿Sueños? Ojalá, porque, ¿qué es una vida sin sueños, un camino sin dudas? Que la bella incertidumbre te acompañe siempre, matice tus días y te haga ser, reír, ilusionarte, sentir. Que la vida te siga sorprendiendo y sus pequeños detalles te sigan cautivando.
Celebremos la oportunidad de experimentar este momento agridulce, celebremos que el sueño hoy es realidad. Ayer estudiantes, hoy médicos. Estimados colegas: ¡enhorabuena!
Adaptado del mensaje leído el 21 de julio de 2010 en el Teatro de la Ciudad, Monterrey, N.L., en el marco del Acto Académico de la Carrera de Medicina, generación 2010.
In memoriam: Dr. Med. María Victoria Bermúdez Barba
José Miguel Cisneros-Franco
Servicio de Neurología. Hospital Universitario 'Dr. José E. González', Universidad Autónoma de Nuevo León
Consulta no. 7, Investigación 1. Madero y Gonzalitos s/n, Col. Mitras Centro, C.P. 64460. Monterrey, N.L., México.
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