La pérdida de todo ser humano es importante. Cuando ese ser es un médico, considero que además de perder una vida, también se desorganiza la vida de muchos. Cuando ese médico que asiste clínicamente enfermos, también es un mentor de nuevas generaciones de médicos, es una pérdida incalculable. El día 2 de Noviembre del 2011, perdimos al Dr. Julio César Sheib Garza y con él, por su enorme acervo cultural se perdió una biblioteca. Le sobrevive su esposa Rosalía, sus hijos Elizabeth, abogada asistente del Fiscal de Steam Boat, Colorado; Juan, médico urgenciólogo en Houston, Texas, y Julio su hijo menor, promisorio estudiante de medicina. En forma sintetizada, deseo relatar a ustedes algunos aspectos de su vida y obra.
Tuve el privilegio de conocer a Julio, en el momento que él regresaba de Estados Unidos y yo terminaba la facultad, sabía que era victorense y que había adquirido una gran preparación profesional, angustiado yo, por el compromiso que tomaba al venir en servicio social a esta ciudad y que no tendría el amparo del Alma Matter, ni a nadie a quien consultar mis dudas e inquietudes, Julio con paciencia y de buen agrado me dio sabias orientaciones. Posteriormente, durante las últimas dos décadas tuvimos oportunidad de compartir con él, actividades sociales y profesionales, siempre fue un gran personaje, agudo, inquieto, estudioso, líder estudiantil, campeón de oratoria, deportista juvenil, por su enorme acervo cultural no había tema que ignorase, siempre lo califiqué como una enciclopedia viva, no puedo imaginar cuántos miles de revistas y libros haya leído y con una memoria de elefante, el cumplía ampliamente el antiguo concepto que sobre el médico se tenía, de que además de saber de medicina solía tener conocimientos universales. A manera de pincelazos, señalaré solo algunos aspectos de la vida de Julio, para que ustedes puedan entender un poco su actuación, confieso que no siempre fue fácil entenderlo.
Su niñez y temprana juventud la realiza en esta querida ciudad, hijo de la recordada Maestra de Kinder Marinita Garza, educadora de muchas generaciones de niños, la mía incluida, y su padre el Dr. Julio Sheib de origen Guatemalteco, quien tal vez con la inquietud genética familiar emigró pronto a otros sitios, quedando Julio como hijo único al cuidado de su madre, nos relató que mientras estudiaba, en ratos libres también trabajaba en una gasolinera que existía por el 8 Carrera. Ahí empezó a aprender el inglés con las caravanas de americanos que solían pasar por allí, desde pequeño mostró sus dotes de buen estudiante y líder en las escuelas locales, en especial en nuestra querida "Escuela Secundaria Normal y Preparatoria". Desde ese entonces, le interesó profundizarse en los entretejidos de la ciencia, y hasta ahora seguía recitando palabra por palabra con puntos y comas, las tres leyes de la termodinámica, que demostraban su extraordinaria memoria. Leyó desde las obras clásicas de la literatura, hasta los libros de ciencia y filosofía complejas. En la Facultad de Medicina de la Universidad de Nuevo León (U.A.N.L), se distinguió como excelente alumno y después constituyó una larga trayectoria como profesor.
Dr. Don Julio César Sheib Garza.
Su inquietud lo llevó a los Estados Unidos para realizar siete largos años de especialidad, en la Universidad de Texas en San Antonio, ahí se convierte en Internista, después en Gastroenterólogo, Endoscopista e incluso, realiza un año exclusivamente en el estudio de la fisiología de la motilidad esofágica.
De regreso a Monterrey, de inmediato ingresa como profesor de Medicina Interna y Gastroenterología a la Facultad de Medicina de la U.A.N.L, siempre con apoyo del gran maestro Dr. Rodrigo Barragán. No hay profesor de esa escuela, o alumno de esa época, que no haya sabido de su ferviente participación en debates clínicos, reportes matutinos y asesoría en la consulta externa, siempre aportando ideas a la enseñanza médica. Funda la residencia de Medicina Comunitaria, pioneros en el país. Funge como Subdirector de la Facultad, al lado del conocido urólogo Marco Antonio Ugartechea, quien era el Director. Acaloradas discusiones se convirtieron en célebres epopeyas, con su frecuente opositor académico Dr. Alfredo Piñeyro. Brevemente, ocupa la Subdirección de los Servicios Médicos del ISSSTE en Nuevo León, al cual renuncia por no ser compatible con su forma de actuar, los vicios de empleados y la pereza burocrática del sistema.
Su última etapa de vida profesional, la realiza en ésta, su ciudad natal. Recuerdo que cuando Julio acude a mí, por la posición ejecutiva que tenía, de inmediato y sin titubeos lo acepté para que nos apoyara en nuestro proyecto, conocedor de su preparación y trayectoria, le solicité atendiera la Jefatura de Investigación y actuara en su calidad de Gastroenterólogo. Julio, sin lugar a duda fue uno de los valiosos elementos responsables, de lo que en su momento, se convirtió en la época de oro del Hospital General, de nuestra ciudad. Conferencista participativo, maestro de ceremonias, traductor impecable de conferencistas extranjeros, por su amplia cultura Cicerone con nuestros visitantes, aportador de ideas de avanzada, declamador de impresionante memoria en largas y conmovedoras poesías.
Con Julio varios grupos convivimos a plenitud, su familia evidentemente fue quien más lo disfrutó. Así como en las reuniones frecuentes de la familia de los Garza, con Alan, Checo Mansur y otros, departían múltiples sesiones de música, poesía y cultura. Los médicos residentes y estudiantes, así como personal del Hospital General, siempre lo tendrán presente. El grupo de la tradicional comida de los jueves en el Casino, lo disfrutamos mucho.
Finalmente, señalo solo unas pocas anécdotas que por repetirlas tanto, las llegamos a memorizar, entre ellas decía que él creía firmemente en la Ley de Murphy, aseveraba que si pensabas que algo te saldría mal, ya lo podías considerar un hecho consumado, también bromeaba asegurando que con los años, ya se le había emparejado el gusto sobre las mujeres, que no había mujer fea, todas le parecían bellas y su consejo matrimonial consistía en "el esposo debería complacer a la esposa en todo, nunca dejes de halagarla, jamás le niegues nada, nunca te opongas y aún después de todo eso, funciona solo a veces". Para remarcar la importancia de aprender en la vida, citaba un fragmento de la obra de Shakespeare sobre el Rey Lear, cuando el Rey le inquiere al bufón de porque se burlaba de él y sus problemas con sus hijas, el bufón contesta "que pena Rey que te hiciste viejo, antes de hacerte sabio". Era crítico severo e irónico sobre aspectos políticos, solía decir "los diputados son seres inútiles, lo único peor que un diputado es un senador", también solía decir "México es un país maravilloso, porque para resolver cualquier problema de trámite burocrático, siempre tienes al alcance el recurso del método y la habilitación del trámite". Siempre participaba en el compromiso ciudadano de votar, pero despreciando las propuestas partidistas, invariablemente votaba por su gran amigo Mario Ríos, que jamás ha tenido ninguna aspiración política. Lo escuchamos interpretar poesías como el "Seminarista de los Ojos Negros", con tal vehemencia que invariablemente terminaba llorando. Aunque no demostró ser persona de gran religiosidad, siempre lo vimos con gran espiritualidad, y creencia en Dios y Jesucristo. Tal como en varias ocasiones, recitando el poema de "Los Cuervos", de Edgar Allan Poe, en donde se repite la frase de "Never more, never more" (Nunca más, nunca más). Así nos despedimos de nuestro buen amigo Julio, aunque nunca más lo veremos en vida, todos, su esposa, hijos, amigos, sus pacientes y todos los que lo conocimos, conservaremos presente su recuerdo con gran afecto, cariño y admiración. Descanse en paz mi amigo, el Dr. Don Julio César Sheib Garza.
Correspondencia: Alejandro Tirado Saldívar.
FACP Zaragoza 237 Ote, Ciudad Victoria, Tamaulipas, 87000.
Correo electrónico: consultorio_47@hotmail.com