El 7 de enero de 2021 se inició en la Jefatura de Apoyo Sanitario de la Bahía de Cádiz, en Rota, la primera campaña de vacunación frente a la COVID-19 en unidades de la Armada. Para la vacunación se utilizó la vacuna COVID-19 Pfizer-BNT162b2 ARNm, tras ser aprobada de manera oficial por la Agencia Europea de Medicamentos el 21 de diciembre de 2020. Posteriormente, el 6 de enero del 2021, se autorizó en Europa la comercialización de la segunda vacuna, también con mecanismo de acción ARNm, muy similar a la vacuna Pfizer, perteneciente al laboratorio de Moderna1.
Ambas vacunas se asociaron a efectos adversos relacionados con problemas orofaciales locales (un caso de cada 1.000), como la parálisis de Bell, sin embargo, este suceso no constaba en la información dirigida a los pacientes en Estados Unidos y Canadá2.
La bibliografía consultada afirma que, en el ensayo fase 3 de la vacuna BNT162b2, se observaron casos raros de parálisis de Bell, concretamente 4 casos en el grupo en el que se administró la vacuna y ninguno en el grupo que recibió el placebo. Sin embargo, como la incidencia no excedió a la encontrada en la población general, no se identificó una asociación clara entre la vacunación y la parálisis de Bell3.
Desde el 7 de enero hasta el 18 de marzo del presente año, se han administrado en nuestro servicio un total de 1.757 dosis de la vacuna Pfizer-BioNtech ARNm, habiendo completado la vacunación con ambas dosis 877 personas. Se han utilizado para ello 3 lotes diferentes de la vacuna.
A continuación presentamos el caso de un paciente que desarrolló una parálisis de Bell varios días después de la vacunación contra la COVID-19. El paciente ha dado su consentimiento para que se divulgue su información personal en el presente artículo.
Se trata de un hombre caucásico, de 50 años de edad, sin antecedentes médicos de interés, que recibió la primera dosis de la vacuna ARNm de Pfizer el 9 de febrero de 2021. El segundo y tercer día tras la inyección refirió dolor local en el lugar de la punción, y el cuarto y quinto día cansancio general, efectos secundarios comunes de la vacuna4.
El 18 de febrero, 9 días después de la administración de la primera dosis, notó debilidad muscular en la parte izquierda de la cara que le impedía beber líquido, por lo que acudió al servicio de Urgencias del Hospital General de Puerto Real (Cádiz). Se presentó con desviación de la comisura bucal, borramiento del surco nasolabial y flacidez del lado izquierdo de la cara. En la exploración se objetivó parálisis completa de la hemicara izquierda, con incapacidad para levantar la ceja, cerrar el ojo izquierdo y levantar la comisura labial, así como borramiento de los pliegues frontales.
En Urgencias fue diagnosticado de parálisis facial y derivado a consulta externa de Neurología (fig. 1).
El paciente no tenía antecedentes traumatológicos ni de infección sistémica, y tampoco mostraba erupciones dermatológicas compatibles con herpes zóster ni dermatopatías compatibles con cáncer de piel. Asimismo, tampoco había sufrido la picadura de una garrapata.
Se llevó a cabo una resonancia magnética nuclear de cráneo con secuencias axiales, sagital y coronal potenciadas en T1, T2 y FLAIR, que descartó la posibilidad de lesiones ocupantes de espacio intracraneales o de origen isquémico del cuadro clínico.
El paciente tampoco presentaba antecedentes de infección previa o reciente por SARS-CoV-2.
En el servicio de Neurología se confirmó el diagnóstico de parálisis de Bell unilateral y aguda.
Nuestro paciente fue tratado con prednisona a dosis de 60mg/día durante 7 días, para continuar con una pauta descendente posterior de 30mg/día en los 7 días siguientes y de 15mg en los posteriores, hasta completar 21 días de tratamiento.
Se le indicó protección y lubricación ocular con lágrimas artificiales durante el día y parche ocular durante la noche. Posteriormente se añadió a su tratamiento una asociación de vitaminas hidrosolubles del complejo B para acelerar la recuperación del nervio afectado.
A los 21 días y terminado el tratamiento con corticoides, comienza a referir cierta mejoría de la paresia, teniendo aún dificultades para el cierre ocular completo y para la elevación de la comisura labial completa, evolución compatible con el curso de la enfermedad5.
Siguiendo las indicaciones de la ficha técnica de la vacuna COVID-19 de Pfizer, publicada por el Ministerio de Sanidad, a nuestro paciente no se le administra la segunda dosis por haber presentado una reacción adversa grave6.
El diagnóstico de la parálisis de Bell es fundamentalmente clínico y de exclusión, ya que no existe ninguna prueba de laboratorio específica para confirmar este trastorno. Se caracteriza por ser un cuadro de desarrollo rápido, de menos de 72h, no bilateral y generalmente autolimitado, que suele remitir en aproximadamente el 80% de los casos en un plazo de 3 a 6 meses7. Su etiología es aún incierta y existen numerosas causas que pueden precipitarlo8.
Aunque no se puede establecer una relación causal entre la parálisis de Bell y la administración de la vacuna COVID-19 ARNm de Pfizer-BioNTech como efecto adverso, cada vez son más los indicios que nos hacen reflexionar sobre la estrecha relación entre ambos eventos.
Colella et al. describen en su artículo un caso de parálisis de Bell de características similares al que presentamos, tras la vacunación con Pfizer9.
Es por ello que nosotros creemos que sería recomendable que, al igual que en el artículo antes mencionado, las autoridades sanitarias extremaran la vigilancia en los casos en que se detectara parálisis de Bell tras la administración de vacunas con mecanismo de acción ARNm.