Durante años, la salud global se centró en el abordaje de enfermedades infecciosas, salud materno-infantil y problemas nutricionales. Sin embargo, en las últimas décadas comenzó una transformación demográfica en países con ingresos medianos bajos (PIMB), producto de la reducción de la mortalidad y la fertilidad, y el consecuente aumento en las expectativas de vida. La consecuencia es un importante cambio epidemiológico: actualmente la mayoría de los años de vida ajustados por discapacidad están relacionados con enfermedades no comunicables incluyendo accidentes cerebrovasculares isquémicos y hemorrágicos, meningitis, migraña, epilepsia y demencia1.
Si bien el rol del neurólogo en contextos de limitados recursos ha sido subestimado, su colaboración puede ser crítica y generar efectos trascendentales. La Organización Mundial de la Salud extendió un importante comunicado al respecto del sub-diagnóstico y la carga que las enfermedades neurológicas generan en los PIMB. En estos países, la carga de enfermedades neurológicas es desproporcionada en comparación con los países desarrollados2. Lo mismo ocurre en áreas rurales, aisladas o vulnerables de países de altos ingresos. En los PIMB, la incidencia de accidentes cerebro-vasculares y la mortalidad asociada se ha incrementado en un 100%, como consecuencia del aumento de las expectativas de vida y de los factores de riesgo, particularmente la hipertensión arterial3. La epilepsia es otra enfermedad frecuente, usualmente sub-tratada, dada la falta de recursos humanos, medicación y estigma relacionados con los síntomas. La limitación más importante en la mayoría de los PIMB surge de la falta de especialistas. Como ejemplos, en 23 países africanos se estimó que hay aproximadamente un neurólogo por cada 5 millones de habitantes4. En Argentina, un reciente relevamiento muestra que existe una gran variabilidad territorial con una tendencia a la acumulación desproporcionada de neurólogos en los grandes centros urbanos, y un reducido número en provincias como Misiones y Chaco5.
Nace, en este escenario, la necesidad de extender el concepto de salud global a la neurología. La neurología global tiene como objetivo el desarrollo de programas de entrenamiento sobre enfermedades neurológicas en los países en vías de desarrollo, apoyando a profesionales que trabajan con limitados recursos, y mejorar el conocimiento sobre problemas de salud global en neurología6. La Academia Americana de Neurología reconoció la necesidad de incluir esta área entre sus subespecialidades creando la sección de neurología global, e importantes centros universitarios (Massachusetts General Hospital, Stanford, Yale, entre otros) organizaron departamentos de neurología global, con el fin de enfrentar los nuevos desafíos, permitiendo el desarrollo de programas para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades neurológicas a nivel internacional, y en el campo de la investigación, sirviendo para clarificar dilemas claves y reconocer nuevas enfermedades genéticas en áreas previamente inexploradas.
Existen infinitas oportunidades para aquellos neurólogos interesados: viajes organizados por organizaciones no gubernamentales, servicios clínicos, consultas, actividades docentes como cursos y conferencias, colaboraciones de investigación internacional y uso de nuevas tecnologías, como la telemedicina. Nuestro trabajo puede generar importantes cambios en una necesidad universal, la neurología global.
