Querido Javi, este es un pequeño recuerdo que te dedicamos tus compañeros del Servicio de Neurología del Hospital de Galdakao en Vizcaya.
Nuestro querido compañero y amigo Javi (Javier Ruiz Ojeda) nos dejó, de forma brusca y sin tiempo para despedirnos, el día 1-12-15, en Madrid, tras recibir en Barajas a su hijo mayor que volvía de un viaje de estudios en Canadá. Estaba acompañado de sus seres queridos, su mujer Amaya y sus otros 2 hijos más pequeños.
La noticia nos dejó helados; supimos rápidamente por Amaya que estaba ingresado en un hospital de Madrid, en una situación muy grave; durante 48h estuvimos bloqueados, a la expectativa, recibiendo noticias minuto a minuto, hasta el fatal desenlace.
Javi ha sido parte fundamental del Servicio de Neurología del Hospital de Galdakao. Acudió por primera vez con un contrato temporal en el año 1996, era el 5.° del equipo actual en incorporarse al servicio. Había completado su residencia en neurología en el Hospital de Cruces, tras terminar en 1989 sus estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco. Muy pronto fue obvia su gran formación profesional como médico neurólogo, y su capacidad de trabajo; más adelante nos daríamos cuenta de su calidad humana. En aquellos años, la seguridad del trabajo en el hospital era incierta, por lo que conocimos el inicio de lo que sería su conocida consulta de neurología en el centro de Bilbao. Aunque los inicios no fueron fáciles, poco tiempo necesitó para convertirse en un neurólogo popular con una actividad incesante.
Además de atender a su familia, trabajo hospitalario y su consulta privada, Javi estaba totalmente al día de la afección neurológica, nos preguntábamos cuando tendría tiempo para estudiar. Colaboró en varios proyectos de investigación con colegas en la Facultad de Medicina, en el Departamento de Farmacología y, posteriormente, en Génetica con la enfermedad de Huntington.
Con Javi no solo hemos compartido trabajo, pacientes, ambulatorios, sesiones clínicas, congresos y cursos, sino que también hemos compartido partes de su vida personal, cómo no. Siendo ya neurólogo consolidado del equipo, vivimos otro gran hito en su vida: el nacimiento de sus 3 hijos. Aunque el primero tardó un poquito en llegar, después todo fue más fácil. Ya con una familia formada, solo le teníamos aquí a media jornada, pues tenía que compaginar el trabajo en el servicio con sus obligaciones familiares y su consulta privada. Con Javi nos hemos reído mucho cuando nos contaba sus aventuras para llegar en verano a las calas de Menorca con 3 críos y un montón de bártulos. El se ha reído con nosotros, como veis en la foto, en la despedida de una residente (así le queremos recordar aquí, sintiéndose feliz entre nosotros). También hemos sentido preocupación con él en otros momentos duros, como fueron las enfermedades de algunos de sus hermanos.
Pese estar a tiempo parcial en el hospital, Javi ha sido, sin duda, el neurólogo más popular de todos nosotros. Como alguien del equipo dijo, era el neurólogo de cabecera del hospital, y trató a personas de todos los servicios y estamentos, por no hablar de los familiares de estos, a los que veía en su consulta de Bilbao. Y bien decimos los trató, pues el trato con Javi era sin duda especial. En estos días, muchas personas, además de su familia directa, y muchos pacientes nos han recordado que Javi no sabía decir que no a nadie. Más impresionante aún ha sido que nunca tuvo un mal gesto, sino todo lo contrario: su teléfono comenzaba a sonar a las 8 de la mañana, posiblemente también los fines de semana, y éramos los demás los que nos poníamos nerviosos. El único consejo que le trasmitíamos era que pusiera algún limite, cosa que nunca hizo. Intentaba ayudar a todo el mundo y no solo como médico. Estaba comprometido con la docencia de las nuevas generaciones de neurólogos, aportaba mucha vida al servicio de neurología, se preocupaba genuinamente por los residentes. Para ellos instauró durante un tiempo una serie de sesiones matutinas tituladas «perros verdes», que consistían en diagnosticar casos raros, casi siempre de su consulta (veía tantos pacientes …). Lo que no pensamos en aquellos momentos es que quizá el mayor «perro verde» fuera él (alguien difícil de encontrar, único, irrepetible, increíble).
A su emotiva despedida en la Catedral de Santiago de Bilbao, acudieron muchísimas personas, muchos pacientes agradecidos, compañeros que tuvo en la Universidad, en el Hospital de Cruces, en el de Basurto, todos nosotros, incluidos residentes antiguos y neurólogos que ahora trabajan en otras comunidades; acudieron no solo médicos sino personal de todos los estamentos del hospital y compañeros de la visita médica. Por algo sería.
Adios Javi, querido compañero, serás siempre parte del equipo. Agur.