Estamos de acuerdo con Reus Bañuls et al en la importancia de definir, cuando se evalúa a pacientes con síndrome meníngeo agudo y resultan negativas la tinción de Gram y los cultivos de líquido cefalorraquídeo (LCR), si se trata de una meningitis bacteriana (MB) o aséptica (MA)1. Tal diferenciación permite adecuar el tratamiento (necesidad de antibioterapia), la indicación de ingreso hospitalario o su duración, aportar información pronóstica precisa al enfermo, etc.
La distinción entre los dos grandes grupos de meningitis agudas se plantea en casos adquiridos en la comunidad, donde la MB tendría que diferenciarse fundamentalmente de las víricas2, pero también de otras etiologías menos frecuentes, como los fármacos (trimetroprim-sulfametoxazol, antiinflamatorios no esteroideos, inmunoglobulinas, etc.), los tumores intracraneales que pueden ser causa de meningitis química (quistes dermoides, craneofaringioma, infarto de un adenoma hipofisario) o las enfermedades sistémicas que ocasionalmente cursan con participación meníngea (lupus eritematoso, sarcoidosis, enfermedad de Behçet, etc.).
No es menos importante diferenciar ambas meningitis en el ámbito intrahospitalario, ya que numerosos procedimientos médicos pueden causar como complicación tanto una MB como una MA química: intervenciones neuroquirúrgicas3, administración intratecal de medicamentos4 y anestesia y analgesia espinal5. En relación con esta última técnica, objeto de la comunicación, conviene recordar que la MA secundaria a anestesia espinal no fue tan infrecuente durante la primera mitad del siglo xx, con una incidencia estimada de 0,26%6. Sin embargo, la mejora en los procedimientos de esterilización del material y de las técnicas de asepsia, la utilización de material médico de un solo uso y la administración de fármacos con menor poder alergénico, han hecho que la meningitis química como complicación de la anestesia espinal sea actualmente excepcional, y objeto de comunicación cuando se diagnostica.
Pero no por frecuente y relevante, está resuelto el problema de diferenciar MB y MA química secundaria a procedimientos médicos, cuando los estudios microbiológicos básicos son negativos. Ciertamente, el cuadro clínico y el análisis del LCR (recuento celular y fórmula, proteínas y glucosa) no permiten la distinción7,8, si bien un periodo de latencia corto hasta la aparición de los síntomas y la observación de eosinófilos en LCR (presentes sólo en el 22% de los casos de Santos et al5) sugieren el origen químico en casos secundarios al uso de fármacos por vía espinal. Más utilidad diagnóstica pueden tener la determinación de distintos marcadores de inflamación-infección, que se elevan notablemente en infecciones bacterianas graves como es la MB, pero no en meningitis químicas: proteína C reactiva sérica8, procalcitonina sérica8 y ácido láctico en el LCR9. Sin embargo, diferenciarlas con seguridad y rapidez no será posible hasta que se estandaricen las técnicas para detectar genoma bacteriano en el LCR mediante reacción en cadena de la polimerasa10.